¿Él?...¿Ella? A

Te pellizcas la muñeca para ver si no es un sueño, y notas unas marcas suicidas en ellas, fue aterrador y la apartas.

- ¿Quién eres?... ¿Qué quiere de mi? -Tu tono de voz es tembloroso y tomas el abrecartas del tocador.

No responde y sientes que una mano fría te toma de la barbilla, un rayo de la tormenta ilumina su rostro.

Era imposible saber si era una mujer o un hombre, tenía el cabello hasta los hombros lacio y negro sus pupilas eran blancas, su piel era completamente negra y la expresión que tenía era aterradora, una sonrisa de malicia y locura dejaba ver sus afiliados dientes.

- Apártate - Tomas su muñeca pero al parecer lo traspasas, tragas saliva al ver que su demente expresión seguía en su rostro.

- Te haré sufrir en esta vida mucho más que en las anteriores - Sientes un rasguño en las muñecas y ves como se desangran

Te suelta y se pierde en las sombras.

No le das mucha importancia, pero el ardor en las tus muñecas era de muerte, enciendes el interruptor de luz, pero no funciona.

Así que usas la vela del tocador y al ver tus muñecas das un gritó ahogado, el susto fue tanto que terminaste tirando la vela.

Sales del cuarto buscando el baño e inmediatamente lavas la sangre negra que salía de tus muñecas. La herida es bastante profunda, las pocas lecciones de enfermería que recuerdas era vaciar alcohol en las heridas y luego venderlas.

Buscas medicina en el botiquín del baño y pones un poco de alcohol en una pequeña bola de algodón, lo fritas con tu muñeca izquierda y el ardor era horrible, continuas con la derecha y luego la vendas... Sales del baño con una expresión de cansancio y vuelves a la habitación.

- ¿Qué es toda esta mierda? - Te tiras a la cama y ves otra vez a la ventana, la Luna estaba cubierta por una nube.

Todo es más confuso y loco de lo que parece...Todos estan locos, o tal vez, tú estás loca.

- Eso a quien le importa - Te das la vuelta y te quedas dormida sin las cobijas.

Al día siguiente, una de las sirvientas de la casa te levanta y abre las cortinas... Espera ¿No estaban abiertas anoche?

Que importa, bajas a desayunar.

Una insípida y descolorida ensalada estaba en ese plato igual de aburrido, un té recién hecho y rodajas de pan.

¿Tanto dinero para ésto? Piensas mientras vez al abuelo leyendo el periódico del día...Los cuerpos en la casa estaban en primera plana.

Suspiras aburrida mientras jugueteas con una de las asquerosas aceitunas de la ensalada cuando te das cuenta que la puerta principal se abre poco a poco.

¿Quién podría ser? Dejas el tenedor y la aceituna a un lado para ver quién es.

Una mujer de cabellos castaños y cortos, de piel blanca como porcelana y ojos azul grisáceo entra con un mayordomo como guardaespaldas que se queda en la puerta.

Era aparentemente muy joven, vestía ropa hermosa y Leia corrió a abrazarla.

- Abuela, Sul - ¿C-cómo? ¡¿Abuela?! Literalmente era hermosa y joven, como podría ser mayor de edad.

- Te extrañe mucho, mi querida Leia, mira lo que te traje de París - Sonreía mientras le entregaba una caja azul con un moño gris

- Muchas gracias, abuela Sul...¿Quieres compartir el desayuno con nosotros? Podemos charlar - Leia abrazaba a la señora por la cintura y avanzaban lentamente.

- Claro, sería un placer - Podía parecer joven y alegre, pero sus articulaciones no decían lo mismo.

- Mira quién llegó, Liam - Leia te ve con una sincera sonrisa mientras extiende su mano.

- Uhm...Yo, Buenos días, Sra.Brown...¿Gusta sentarse? - Los nervios te carcomen y tartamudeas, las manos te sudan muchísimo y abres una de las sillas del comedor

- ¡Liam! - La mujer te abraza con todas sus fuerzas y te quedas impactada, eso de verdad fue inesperado.

Todo aquí es inesperado de hecho, correspondes su abrazo con nerviosismo y duda, volteas a ver al abuelo, quién al parecer ignora la situación.

- Cuánto haz crecido, mi niña... Tanto tiempo que he perdido - Habla en un tono reconfortante mientras acaricia tu mejilla. - ¿Pero qué le estás dando de comer a las niñas, John? -

- Soy diabético, que esperabas, mujer... Moriría de la envidia si ellas comieran otra cosa - Decía mientras seguía leyendo el periódico con desinterés

La mujer suspira y te toma de las manos.

- No te preocupes, querida...No dejaré que esté señor, te deje morir de hambre con sus tres hojas de lechuga y almendras - Ella se ríe mientras caminaba hacia la cocina

Mientras la mujer le da instrucciones a las sirvientas en la cocina, observas tus muñecas mal vendadas y con manchas negras.

- Dios mío, querida ¿Qué te pasó? - Sorprendida, ocultas tus manos en tu espalada, lo cual ya era inútil porque ya las había visto.

- N-no es n-nada importante, un gato me rasguñó - Ni tú te la creíste.

- Pero si Leia es alérgica a ellos - Simplemente, estúpido. - No importa, ven acá para que te cure esas heridas como se debe, sirve que las cocineras preparan el almuerzo -

Ella te lleva del hombro a una sala con un fonógrafo y algunos sofás, te sienta en uno de esos y esperas a que regrese con la medicina.

Da miedo quedarse sola después de lo de anoche, por lo menos la música lo hace menos aterrador.

Buscando una distracción miras el entorno, y te sobresaltas al ver los cuadros del árbol familiar de los Brown... Todas eran personas bien parecidas y por ende, ricas...Parecían una familia perfecta.

Pero nada es perfecto, te levantas del sillón para contemplar todo el mural, al parecer tu pintura con tu rostro ya estaba ahí, junto con Leia... Arriba de ti estaban tus padres, pero de Leia solo estaba una mujer, una muy hermosa...¿Quién era? La placa con su nombre estaba gastada, por lo que era imposible saberlo.

Un piso más arriba estaban los abuelos, Johnson Brown y Úrsula Brown-Lefebvre, había otras tres generaciones más arriba, tal vez más, pero, llegó la abuela y te sentaste de inmediato.

- Eso si que fue rápido - Dices mientras sonríes por compromiso.

- Bueno, dame esas manos lastimadas - Ella también sonríe y tú con timidez le entregas las muñecas.

Cuando las desvenda, tu sangre era de un rojo brillante, como el de una persona normal.

Pero era negra anoche, tal vez solo era la iluminación, no eso son era posible, hoy en la mañana también era negra.

- ¿Qué pasa? te pusiste pálida en un segundo -

Su voz se escuchaba casi como en un susurro, todo se volvía borroso, el sonido era remplazado por un zumbido y luego, nada.

Todo era oscuro, escuchabas tu respiración como una tormenta , parecías estar encerrada en un espacio pequeño y una luz intermitente alumbró unos ojos cazadores enfrente de ti.

Casi gritas, pero una tibia y ligera mano te tapa la boca, volteas para ver quien es pero no es nadie.

- No hagas ruido - Susurró en tu oído de una manera muy provocativa y te sonrojas como un tomate.

Ves si esa horrible mirada sigue ahí, pero ya no, fue un alivio. Regresas la mirada hacia el dueño de la voz y ahí había algo peor.

Se te va el aire de tan solo verlo, un monstruo de mas de tres metros de alto, delgado hasta los huesos, piel grisácea como la neblina , brazos que llegaban hasta el suelo, ojos huecos y de mirada insípida que babea por ti.

Las piernas no te funcionan, tu respiración estaba fuera de control y unas lágrimas estaban a punto de salir de tus ojos...En ese momento gritas de terror.

La bestia gruñe y deja ver sus centenares de dientes que parecían agujas y en un segundo corre hacia ti en cuatro patas, como una araña.

Corres por instinto hacia la nada, que poco a poco se convierte en un escenario aterrador, un pasillo sin fin, sin puertas, sin ventanas o diferentes direcciones, parecía ser el mismo librero viejo y vacío, el mismo armario y el mismo reloj uña y otra vez, que clase de pesadilla era esta.

Una luz al final del corredor ilumina tu rostro, corres más rápido con tal de llegar a la salida, pero la visión te falló.

Era un maldito tren de vapor a toda velocidad que era la muerte segura, paras y te das la vuelta, el monstruo ahora estaba en el techo, jadeando.

No hay nada más que hacer, te detienes para esperar tu muerte, será mejor que el tren te matará y luego el monstro te comiera.

Y justo en el instante en que el tren chocaría contigo y el monstruo abriera la boca para devorarte, Spencer apareció en una de las puertas del pasillo y te jala hacia a él.

Al caer al suelo te golpeas en la nuca, abres los ojos y ves el rostro de tu abuela preocupada, dándote aire con un pañuelo y Leia a su lado.

- ¿Qué pesadilla fue esa? - Ambas dan un suspiro de tranquilidad al ver que estas bien.

- Que alivio, nos tenias muy preocupadas, te desmayaste de la nada y gritabas mientras dormías - Que vergüenza.

- No, no, no... Eso de verdad se sintió como algo real, fue horrible para ser una mentira - Te levantas de golpe y hablas con demasiada rapidez, hasta que te falta el aire.

- Creo que ya esta delirando, abuela Sul - Susurra Leia descaradamente, la miras con molestia y te levantas.

- No estoy loca, solo fue un sueño, nada más... Me voy a mi cuarto - Sales de esa sala con enojo y en la entrada te encuentras con alguien familiar - ¿Spencer? - Susurras mientras te acercas lentamente al chico de espaldas.

Estaba hablando con el abuelo y parecían despedirse, los nervios te consumieron y no avanzaste más... Pero, era diferente a Spencer.

Pegada contra la pared y solo viéndolo de lejos con timidez y fascinación.

Era alto, de piel canela y mejillas sonrosadas, ojos afilados y pupilas negras, al igual que su ondulado cabello y su magnífica y perfecta sonrisa.

- Es un placer hacer negocios con su familia Sr...Eh ¿Podrías repetirlo? - El abuelo parecía avergonzado y tu seguías de entrometida en la conversación.

- No se preocupe, es Lombardi... Jacob Lombardi, también es un placer negocios con ustedes, nos vemos la próxima semana - Ellos estrechan las manos y Jacob toma su saco.

Empujas un jarrón accidentalmente y Jacob se da la vuelta, te escondes detrás de la pared y sales rápidamente y vez al chico sonreír, fue un insignificante momento, con una persona insignificante, pero; de verdad se sintió como magia.

Sonríes con la mirada pérdida en dirección a la puerta cuando una mano cálida toma la tuya.

- Hasta pronto, señorita - El chico hace una reverencia y te besa la mano, la apartas con rapidez y tratas de controlar tus nervios.

- ¡...! ¡Sí!...Quiero decir ¡No!...Como sea ¡Hasta pronto! - Lo arruinaste sin siquiera conocerlo, la cara se te sonroja de la vergüenza y sales corriendo.

Te encierras en tu cuarto y recargada sobre la pared escuchas una vibración en el cajón de la mesa de noche.

Confundida caminas lentamente hacia la pequeña mesa de madera y abres el cajón, era tu teléfono.

Tenías tres llamadas perdidas y 20 mensajes nuevos... ¿Cómo era posible?

Desbloqueas el celular y llega otro mensaje.

«Sera: ¿Dónde estás?...Tu mamá está muy preocupada por ti y yo también »

- No, no, no...Esto no puede estar pasando - Dejas caer el teléfono y notas por la ventana como todo el paisaje se vuelve negro.

Tus manos se vuelven transparentes y sientes como si flotaras.

- Todo tiene que seguir su curso, ᵉяIЖ , tu no perteneces aquí...¡Ni en ningún otro lado! - Ahí estaba el mismo sujeto de la noche anterior... Todo a su alrededor flotaba desordenadamente.

Las palabras no salían de tu garganta cuando tus pies dejaron de tocar el suelo y todo era tan obscuro.

Parecía que todo el día pasó en un segundo.

Leia te despertó como cualquier otro día, todo se estaba volviendo tan monótono y aburrido... Justo como antes.

- Arriba, hoy es Domingo - Leia ya estaba vestida con un hermoso vestido verde oliva y peinada de trenza francesa.

Pero...No puede ser ¿Religión? Esa palabra ya ni existía en tu vocabulario.

- Estaré lista en un segundo - La hechas de la habitación de un empujón y buscas que ponerte... Pero terminas haciendo un desastre.

Y entre el montón de ropa el celular vuelve a vibrar.

Te niegas a usarlo, tal vez solo es una maldita broma.

La curiosidad te consume y tratas de tomarlo, pero lo atraviesas como si fuera una ilusión.

- Todo debe regresar a su curso, soy una persona bastante organizada, Liam...Sé cuándo las cosas están fuera de....Y también cuando son completa basura - Otra vez esa voz, que se escuchaba como un susurro al oído.

Buscaste con el rabillo del ojo en cada rincón del cuarto, pero no había nadie.

- Liam, la abuela Sul te está esperando - La voz de Leia te hizo reaccionar.

Los vestidos eran tan horribles, tomaste uno y con una mirada pícara tomaste las tijeras, hacia demasiado calor para usar estás antigüedades.

- No me demoraré mucho - Examinaste el vestido y empezaste a cortarlo.

Unas cuantas puntadas rápidas y estabas usando una camisa blanca abotonada con una falda a la rodilla color vino, calcetas blancas y zapatillas negras.

- Mucho mejor - Sonreíste al espejo y saliste del cuarto.

Por poco y Leia se desmaya frente a ti.

- Dios mío, Liam ¡Estás loca! - La pelirroja te ve de pies a cabeza, como siempre y tú solamente le sonríes.

- Entonces, le diré al mundo lo chiflada que está Liam Brown y no me importa si no estás ahí para verlo - Bajas las escaleras con seguridad.

Cómo si todo fuera normal, hasta que una pequeña y dulce voz inentendible susurra al final de la escalera.

Volteas y suspiras al no encontrar nada, tal vez era tu imaginación.

La abuela esperaba en el primer piso, usando un elegante vestido color gris y voltea al verte bajar.

- ¿Liam?...¿Qué estás usando? - ¿Enserio eso importa tanto? Revoleas los ojos y te cruzas de brazos.

- Ropa ¿Tienes algún problema con eso? Sino, mejor ya vámonos - Bajas los últimos tres escalones y te diriges al fondo del interminable pasillo que da a la salida.

Cuando todos estuvieron en el vehículo, hubo un silencio de lo más incómodo posible, y la culpa estaba recargada en tus hombros.

Actuaste en un impulso, un repentino momento te dió la chispa de la vanidad y el egoísmo, pero el "¿Qué dirán?" era la incógnita que se apoderaba de tu cabeza, quedarías como la loca y egocéntrica chica del pueblo.

Una combinación de ironía, agonía y vergüenza te generaba un hueco en el estómago y un nudo en la garganta.

Todo el camino mantuviste la cabeza agachada, apretando tus dientes y la falda, que era el problema de todo esto.

- Liam, ya llegamos - Te sobresaltas al sentir la delgada y fría mano de Leia sobre la tuya.

La iglesia, un lugar donde no habías puesto un pie desde hace mucho tiempo, un lugar lleno de "paz", esa extraña paz que te hace dudar sobre si es un lugar seguro.

Es aterrador y reconfortante al mismo tiempo, donde los milagros suceden y las aventuras de las películas y novelas de terror comienzan.

Mientras caminas por los jardines de ese lugar que estaban llenos de flores frescas y coloridas jugaban unos niños pequeños, se veían tan felices, que te contagiaron la sonrisa.

Y en un parpadeo, toda la armonía y felicidad desapareció, las flores estaban marchitas, descoloridas... Carecía de sentido todo, esos niños que antes jugueteaban y sonreían, ahora estaban formados en una línea.

Todo era tan gris en ellos, como si alguien les hubiera robado sus bonitas sonrisas, su ropa estaba desordenada y rota, tenían ojeras profundas, pero lo más aterrador es que algunas de sus extremidades estaban amputadas y sino azotadas.

Eran solo niños ¿Qué diablos pasó?

- Liam, llegaremos tarde por tu culpa - La voz insistente de Leia te hizo reaccionar volteaste para verla un segundo.

- Ya voy - Pero cuando regresaste la mirada, los niños ya no estaban.

Caminaste lentamente hacia Leia sin apartar la mirada de aquel lugar donde había niños.

El padre hablaba sobre la biblia y cosas demás, lecciones de vida, cosas que el ser humano hace por impulso, por deseo, o simplemente porque no sabía a dónde se dirigía...Esas son las personas que ya habían perdido el camino.

- Y cuando estás personas pierden el camino, cuando ya no saben que hacer con sus miserables vidas... Empiezan a sucumbir en la locura, están cegados por sus mayores deseos, que poco a poco se convertirán en sus mayores miedos... Un gran ejemplo en nuestro pueblo es la Señorita Liam Brown... ¡Esta completamente perdida! ¡Al igual que sus padres! - Ese hombre, que hacia llamarse bueno y honesto ahora era completamente lo opuesto.

Pero al parecer todos estaban de acuerdo con él, todos seguían al pastor que guiaba al ganado.

- ¡Son unos asesinos! - Esas tres palabras hicieron estallar la furia, una furia que se volvió miedo y no hubo más remedio que salir por la puerta trasera.

- ¡Eso es una maldita mentira! - Ya no habia vuelta atrás, Liam había dado un paso a ciegas. - Yo no soy una asesina ¡No estoy loca!...¡No tienen pruebas para demostrarlo! - Parada sobre la alfombra roja, en el insaciable momento donde todas las voces de volvían una, la de Liam Brown.

- ¿Cómo te atreves? Y más vestida asi...Estamos en la casa de Dios, yo soy su representación, me debes respeto - El hombre parado en el pedestal y de ropas negras parecía que intentaba echarte con esa fría mirada.

- ¡Estoy cansada!... Ustedes no saben nada...Es muy fácil juzgar para lo que su moral está mal... Pero no saben todos los clavos que he pisado en mi camino... ¿Acaso cree un estúpido rumor?...¿Conoce toda la verdad?... Ja, no lo creo... Hable conmigo hasta que sea tan perfecto como dice ser...Hasta que aprenda a amar como al ser que tanto adora... No puede exigir algo que no puede dar - Casi se te sale el corazón por la garganta además de unas cuantas lágrimas.

Todo el mundo se quedó callado, después de todo, eras la primera persona que se había enfrentado a un padre en este mugroso pueblo.

- Sé, que ninguno de ustedes escuchó algo de lo que dije, que seguirán esas malditos rumores y más ahora...¿Qué puedo esperar? - Te das la media vuelta, pero antes de dar un paso enfrente, todos se empezaron a reír.

- Jajaja ¿La están viendo? Además de bonita, sabe decir cosas listas... Debe ser el orgullo de su familia, jajajaja - Todos seguían riéndose - Mejor ve a limpiar tu casa o a tomar el té, no vas a encajar aquí - ¿Cómo alguien cómo él podía decir esas cosas?

- ¡Si! Rían - Tu voz fue opacada por la de otras personas.

- Jaja, es verdad... Miren lo que trae puesto ¿Acaso es la burla de su familia? -

- Y que la veas ahora, hace unos días estaba usando pantalones, jajaja -

- ¿Acaso se cree muy lista por leer unos cuantos libros? -

- ¡Ya cierren la puta boca de una buena vez! ¡Les enseñaré a todos lo equivocados que están! ¡Se arrepentirán de todo lo que han dicho! ¡Los tendré a mis pies! - Todos guardan silencio otra vez y te da oportunidad de caminar unos cuantos pasos a la salida.

- Uy, miren ¡Estoy temblando de miedo! Jajaja ¿Qué me puede hacer una mujer cómo ella? ¿Atacarme con su sartén? JAJAJAJA - Te frenas de golpe, pero sería rebajarse a su nivel.

Sigues caminando sin rumbo, hasta llegar temblando a la fuente del centro.

Las personas son igual o peor que en el presente.

- Ya no quiero seguir aquí, quiero regresar a mi casa - Te sientas en la fuente y abrazas tus piernas, luego agachas la cabeza y sollozas en silencio, por unos minutos hasta que escuchas a alguien más compartir tu sufrimiento.

Era una mujer muy delgada, de cabello rubio que estaba sentada de espaldas.

Trataste de acercarte, pero cuando lo hiciste era alguien completamente distinta.

Una mujer de mediana edad y de ropas azules no muy lindas, cabello castaño y maltratado, tenía unos bonitos ojos marrones pero estaban siendo opacados por las deprimentes y desesperadas lágrimas que corrían por sus mejillas.

- ¿Se encuentra bien? - Preguntas conteniendo las lágrimas y entregando el pañuelo de color vino.

- ¡No! ¡Estoy desesperada! ¡Estoy destrozada! - La mujer acepta el pañuelo y con él se seca las lágrimas - Desde hace 2 semanas mi hijo de 7 años está desaparecido... La policía es muy inútil al hacer su trabajo, dicen que no hay rastro de él en este mugre pueblo -

La curiosidad te embriaga y te acercas más.

- Disculpe la indiscreción... Pero ¿Podría decirme cómo es su hijo? Tal vez puedo ayudar - Hablas con una voz tranquila y te sientas al lado de ella.

- Muchísimas gracias, tu si eres una buena persona - Ella sonríe triste mientras saca algo de su bolsillo y te entrega un papel doblado - Es su fotografía, si lo llegas a ver estaré aquí a diario...Mi hijo es muy pequeño, no sabe lo peligroso que es el mundo y que hay gente mala - Mientras la mujer sigue hablando tu desdoblas la fotografía y de un grito ahogado la tiras accidentalmente.

- Lo siento mucho - Te agachas para recogerla y cuando la vez detalladamente recuerdas al mismo niño de la iglesia.

Estaba jugando con la cuerda al principio, usaba unos pantalones cafes cortos, una camisa blanca con un chaleco bordado de rombos y una linda boina marrón.

Pero luego, estaba el mismo niño vestido con una camisa extremadamente grande y sucia, alrededor de su cuello habia cicatrices, no tenia sus ojos ni su brazo derecho.

De tan solo recordarlo te dan ganas de volver el estómago, trataste de contenerlo para entregarle la foto a la mujer, pero ya no estaba, la buscaste con la mirada, pero desapareció como si nada.

Se quedó con tu pañuelo, pero tú con la fotografía.

Esto era una señal, la señal para callarle de una buena vez la boca a todos esos pendejos engreídos.

Doblas el papel y lo guardas en el bolsillo de la camisa.

Te levantas de la fuente y caminas directo a la iglesia, al llegar no hay nadie...Tampoco los niños, aunque buscaras en todo el patio de la iglesia.

Justo cuando te ibas a dar por vencida, una niña pequeña y bonita, de cabellos rizados rojizos, que usaba un lindo vestido rosa se queda parada en la entrada de la iglesia, sonriendo te.

Escondía algo a sus espaldas, era una muñeca idéntica a ella.

- ¿Quieres jugar conmigo? - Apenas y podía hablar, era muy linda.

Y con una traviesa sonrisa en su rostro entra a la iglesia vacía, tu le sigues el juego, pero justo antes de entrar recuerdas lo que pasó hace unas horas.

Dudas en entrar, pero las risas de la pequeña hacen que des un paso al frente, tal vez se escondió, ya que no se podía ver por ningún lado.

Al segundo paso, se escuchaban unas pequeñas pisadas corriendo por todo el lugar, esto era divertido de alguna manera.

Al tercer paso, dejó de moverse, y el sonido de pasos más largos y firmes que perseguían a los cortos y apresurados.

Cuarto paso, un largo silencio ahogaba el lugar y de repente un golpe en seco se escuchó.

Quinto paso, un sollozo de terror estaba a tus espaldas, pero los pasos largos continuaban, ahora con mucha más lentitud.

Al sexto paso, no había algún ruido, solo el de tu respiración, todo estaba siendo mucho más molesto y aterrador.

Séptimo y último paso, un horrible chillido de niña se hacía eco, todo se puso en pausa, y la pequeña niña estaba en los asientos de hasta enfrente, acostada en el suelo, pero, un charco de sangre manchó todo el piso.

Su cabeza gira hacia a ti, su bonita cara estaba pálida, llena de sangre y lágrimas.

Ahora tu gritabas.

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