CAPÍTULO SIETE
Para bien o para mal, aquella fiesta había abierto una nueva etapa en la vida de todos.
Xiao Xingchen no veía a Xue Yang de la misma forma y creía que él tampoco lo hacía con su persona. Durante esos días le tocó usar ropa más abrigadora, fingiendo un resfriado para excusar su nuevo vestuario, ocultando detrás de la tela y mucho maquillaje todas las marcas que le había dejado, aparte de faltar un día al instituto porque apenas y podía sentarse. En clases se limitaban a mirarse con evidente culpabilidad, no hablaban como antes y el de blanco percibía como huía de su presencia. Se la pasaba más tiempo sólo, entrenando sus posturas y articulaciones, estudiando y trabajando, incluso; por momentos, desaparecía de la vista de todos, cosa que hacía sentir mal a Xiao.
— ¿Alguien sabe que le sucede a Xue Yang? —expreso Jiang Cheng mientras lo buscaba con la mirada— Tiene una semana sin juntarse con nosotros.
—Xing-chen ha de sa-ber —mencionó Wei Ying silaba por silaba señalándolo de forma divertida con un tenedor, a lo que él le lanzó una mirada asesina.
— ¿Por qué solo él sabe? —Wen Ning lo miró confundido y él de blanco suspiró con pesar.
—Sólo son cosas que piensa. No tengo ni idea de que sucede con A-Yang.
En ese momento no quería involucrar al chico de negro en nada y hablando a sus espaldas no era la forma de arreglar el problema en los que se habían metido los dos; porque si bien recordaba, ambos accedieron a tener sexo esa noche.
— ¡Iré a buscarlo! —decidió Jiang Cheng por su propia cuenta, colocándose de pies mientras limpiaba su ropa de las pequeñas partículas de galletas que había comido— A-Ning, acompáñame por favor, un rollito de canela nos vendría bien en estos casos.
— ¡Claro!
Ellos estaban realmente preocupados por su amigo así que Xingchen no podía detenerlos ni culparlos.
— ¿Rollito de canela? —cuestionó la gemela.
—Si~ —la sonrisa del más gruñón del grupo era simplemente radiante— ¿Quién podría decirle que no a este niño?
Apretó las mejillas de Wen Ning logrando una risa en el grupo, cuando se marcharon Wen Qing interrogó al de blanco.
— ¿No han hablado de lo sucedido? —él la observó de forma fugaz para soltar un nuevo suspiro.
—Pobre YangYang, enterarse de que su mejor amigo y futuro novio se acostó con otro... —lloriqueó el ridículo de Wei Wuxian, a lo que recibió una nueva mirada amenazadora. Además de que pensaban cosas raras también creían que había estado con otro chico— ¡¿Qué?! ¡No te hagas el indignado! Mira que te lo advertir, su cuerda estaba muy desgastada.
— ¡Deja de decir tonterías! —articuló incrédulo, comprendiendo las miradas inquisitivas que le habían dedicado esos dos en todos esos días— ¡¿Q-Que es lo que ustedes dos están pensando?! Ademas, deja de utilizar metáforas cuando te diriges a mí, apenas y te entiendo.
—Xingchen, debes hablar con él —le aconsejó Wei— Por más que duela, merece saber lo que te sucedió en la fiesta.
El chico de blanco se levantó molesto de su asiento tomando su bolso de la mesa.
— ¡¿Por qué debo ser yo quien busque arreglar las cosas?! —gritó con arrebato— ¡No tengo porque hablar con nadie! ¡¿Me oyeron?! Ahora, déjenme en paz —caminó con pasos rápidos y pesados hacia algún lugar donde consiguiera paz, por tal motivo solo se le ocurrió la sala de música.
Mientras no hubiera clases nadie molestaba por el recinto; no había un mejor lugar que ese.
— ¿Dije algo malo? —preguntó Wuxian cuando Xiao desapareció de sus vistas.
—No —respondió la chica con un gesto pensativo, aquella reacción en Xingchen era muy ofensiva; algo impropio en su naturaleza tímida y gentil, sacando unas muy acertadas conclusiones que por el momento no le diría a nadie— Comienzo a creer que hay otra razón por la que esos dos están actuando raro.
— ¿Tú crees que...? —los ojos del chico se abrieron casi iluminados con la revelación, Wen Qing supuso que dio con la respuesta— ¡¿Xue Yang lo vio en la fiesta con ese misterioso chico?!
La de polera roja coloco sus ojos en blanco soltando un suspiro, Wei Ying era muy idiota o simplemente fingía serlo.
—No lo sé, por ahora dejemos que arreglen sus cosas —le pidió en un susurro regresando su atención al empaque de papas fritas que tenía en sus manos— Nosotros no podemos hacer nada.
(...)
Al llegar al salón, entró sin hacer mucho ruido, asegurándose de cerrar la puerta; olvidando colocar el seguro. Las luces estaban apagadas por lo que supuso que por ese día nadie lo había utilizado. Se dejó caer al suelo arrimándose a la puerta mientras apretaba sus manos en un puño, todo lo que estaba sucediendo era su culpa; la distancia e incomodidad. Sollozó con suavidad, intentando ahogar su frustración con las lágrimas, sentía que por no poder conversar con A-Yang como antes su mundo se estaba desmoronando.
Deseaba regresar el tiempo, a esos días donde no había un sentimiento con nombre sino su único y mejor amigo del universo, su otra mitad, su hermano de vida, su alma gemela. Anhelaba ver su sonrisa cuando platicaban sentados en los escalones de sus casas, tocar su cabello mientras escuchaban música sentado a su regazo, mirar su hermosa anatomía cuando practicaba en su habitación; porque si, Xue Yang además de atlético y elástico era fuerte y muy guapo.
Deseaba haber comprendido mejor sus emociones para no malograr lo que poseía, un pequeño tesoro que apenas pudo apreciar en su ausencia.
—Lo siento tanto... —susurró a la nada— De verdad lo siento, no debí... yo no debí... ¡Agrrrr!
Gruño al borde de la impotencia, ocultando su rostro entre su bolso e inclinándose al frente, flexionando sus rodillas para acurrucar su cuerpo en busca de amparo. Estaba abatido con la circunstancia y por ese motivo prefirió alejarse de los demás, no quería que lo conocieran de esa forma: deleznable e infantil, sólo que no se imaginó que estaría acompañado en el salón.
De pronto, unas manos lo rodearon con dulzura mientras lo abrazaban, Xiao se asustó mucho, quiso separarse del agarre pero el apretón fue más fuerte; por lo que se obligó a calmarse, separando un poco su rostro al reconocer el aroma de la polera negra, contemplando lo poco que podía ver de su rostro a través de la oscuridad.
— ¿A-Yang?
Un hilo de voz se dejó escuchar.
— ¿Por qué lloras? —preguntó casi herido— Nada de esto es tu culpa —lo apegó de nuevo a su pecho mientras dejaba un beso en la cúspide de su cabeza— No llores, por favor, no por mi culpa.
El chico se dejó acomodar y lloró con más intensidad.
—Me estás evitando, ya no es como antes —expusó su pesar con términos sencillo, como si fuera un niño pequeño que no podía conciliar otra idea para sus problemas— Claro que es mi culpa. ¿Si no fuera mi culpa, entonces porque...?
—No es por ti, Xingchen —evitó que dijera cosas sin sentidos— Soy yo. No supe respetarte, me aproveche de tu estado...
Lo interrumpió.
— ¡Tú también estabas ebrio! Lo recuerdo todo. En cambio yo, no había tomado tanto, pude evitarlo pero deje que sucediera. Es mi culpa porque sabía lo que estábamos haciendo —él le miró con sorpresa y abrió un poco sus labios cosa que disparo en Xingchen una alerta de tormenta— Xue Yang... —respiró entrecortadamente, era mucha presión para él, ver su rostro de ángel maligno y recordar sus suaves besos.
—Yo también sabía lo que hacíamos pero te deseaba, Xingchen —reveló con pesar, él que su confesión fuera parte de una desgracia no le agradaba para nada— Algo dentro de mí me pedía que...
Se quedó en silencio, hablando con sus miradas, sintiendo la respiración del otro y minutos después, estaban besándose con ímpetu y lujuria, no comprendían sus sentimientos pero si sus deseos, Xingchen se había sentado sobre su regazo con sus pies a ambos lados de él mientras Xue Yang acariciaba su espalda. Repentinamente, el de blanco se apartó con un rubor en sus mejillas, levantándose para dar vueltas por el salón, pensando en que hacer, analizando lo que estaba sucediendo y lo que deseaba que sucediera.
Xue Yang se levantó también, jalo su mano para detener su avance.
La espalda de Xiao se impactó contra la verde pizarra mientras se abrazaba al cuello de Xue, pegándolo a su cuerpo, enredando sus dedos en su cabello. La posición comenzaba a ser poco, por eso el de negro optó por cargarlo, obligándolo a rodear su torso con sus piernas, recorriendo con sus tibias manos todo el muslo, llegando hasta sus glúteos.
—A-Yang, no... —murmuró con dificultad, no muy convencido de sus palabras mientras él seguía en lo suyo, besando su cuello, encendiéndolo cada vez más— Aquí no.
Pidió avergonzado, tomando su rostro para que le prestara atención.
—Por favor... —suplicó.
—Xingchen... —Xue Yang estaba en su límite, desconociendo ese lado salvaje que le gritaba que lo hiciera suyo donde fuese—...no puedo esperar más.
—Aquí no... —gimoteo excitado.
— ¿Y en otro lugar sí?
La puerta fue abierta de manera brusca después de que la voz femenina se dejará escuchar, ambos se miraron por un momento con los ojos bien abiertos debido al desconcierto para terminar separándose avivadamente.
—Son unos pervertidos, indecentes, calenturientos, indecorosos, sucios... —los señaló Wei Ying muy entretenido con lo que habían oído y quizás visto, en ese momento se encontraba cruzado de brazos, apoyado sobre el marco de la puerta con una sonrisa socarrona en los labios.
—N-No es lo que... —Xingchen estaba que colapsaba moviendo sus manos en negación.
—Si lo es, es lo que parece —Xue Yang lo interrumpió, chasqueando su lengua con fastidio por haber sido interrumpido, dejando al de blanco en un estado de hemiplejía momentánea— Estábamos besándonos y ustedes interrumpieron el algo más.
— ¡Lo s-sabíamos! —chilló Ning, entrando con su infantil sonrisa para chocar sus palmas en la espalda de Wuxian; quien se quejo sonoramente porque casi cae al suelo— Mis predicciones eran c-ciertas.
— Aiya~
Wen Ning cerró su mano elevándolo en un puño sobre su cabeza como una señal de victoria.
—La tensión sexual era latente, se sentía hasta en el aire, sobre todo de tu parte, YangYang.
Comentó Qing, mirándolos con su típica mirada inexpresiva aunque ahora la decoraba una leve sonrisa, fue ella la que habló antes de que la puerta fuera abierta por Wuxian. Su hermano colocó su mano al frente y ella saco un billete de su bolsillo, entregándose como pago de alguna apuesta intima entre ellos.
— ¡¿Qué?! —Xingchen estaba más que avergonzado, escuchar todo eso lo hacía sentir como un libro abierto para el mundo— N-No digan eso... no... no es....
— ¡Ah, y-ya entiendo! —lo interrumpió el gemelo— La t-testost-terona aumentaba cada vez que Xingchen e-estaba cerca de Xue Yang y por e-eso él se alejaba, ¿No?
Una sonrisa estúpida decoró sus labios a lo que su hermana roló los ojos dejándolos casi en blanco, Jiang Cheng prefirió quedarse fuera del asunto, inclinado sobre la pared del pasillo.
Hubiera deseado jamás haber escuchado a esos dos calenturientos.
"— ¿Por qué me rodean puros idiotas? ¿Acaso hice algo tan malo en mi vida pasada para merecerme esto?"
—Yo invitó las papas fritas y los r-refrescos, después de todo, e-este dinero me lo gane por e-esos dos.
(...)
— ¿Y bien? ¿Qué tal estuvo ese polvo? —preguntó Wuxian, apoyando su codo en la cabeza de A-Ning; quien estaba sentado frente de los dos involucrados en el chisme comiendo papas de un empaque azul, Jiang Cheng tocio con violencia intentando no ahogarse con su bebida, observando con enojo a su hermano— ¡¿Qué?! ¿Acaso no quieres saber?
— ¡No! —respondió sin dudarlo ni un segundo, limpiando los restos del líquido de su boca— No quiero saber la vida sexual de nadie, menos la de esos dos.
Los gemelos y Wei Ying lo ignoraron, cuestionando al de blanco y al de negro sobre la noche donde perdieron la cordura o quizá no tanto.
— ¿Acaso crees que mi hermano es una maldita mesa, idiota? —se quejó la gemela cuando vio la posición extraña que mantenía Ning en su cuello, empujando al otro para que se quitará de encima— ¡No dejes que te use así, A-Ning!
Lo regaño como todo una hermana sobreprotectora.
—Mmmh... pensándolo bien, es una mesa muy cómoda —dijo regresando a este, recargándose aún más a él.
Wen Ning sonrió divertido.
— ¡Tú! —exclamó molesta mientras se levantaba de su silla, sobresaltándolos a todos.
Jiang Cheng la sostuvo de su brazo.
— ¡Wei Wuxian! —ahora fue el turno de Jiang para regañar su actitud confiada con los gemelos— Deja esos juegos pesados, puedes lastimar su nuca.
—Lo siento, mejor me siento —tras decir eso se sentó en una de las sillas desocupadas con un puchero en sus labios para luego sonreír orgulloso-¡Oigan...! Eso rimo.
Xue Yang rió divertido mientras que Xingchen seguía sin mirar a ninguno a la cara, aunque Wei Ying era a veces un idiota; bastante idiota mejor dicho, seguía siendo su mejor amigo y el más inteligente del grupo.
—No nos distraigamos, he querido que esto pasará desde que era un espermatozoide en las pelotas de mi papá —añadió como cereza al pastel, todos observaron al de rojo con negro con un gesto asqueado— ¡Aiya~! Con ustedes no se puede bromear. Ni Lan Zhan es tan aburrido.
Hizo silencio con una expresión sorprendida, todos le miraron con cierta cautela. Desde que había estado persiguiendo a ese chico, su alegría había disminuido demasiado, si bien era ocurrente y muy travieso, todos sabían que sonreía para fingir que estaba bien.
—En fin, tuvimos sexo, solo eso —Xue Yang dio por terminado el tema, estaba con un gesto sereno en el rostro mientras mantenía apoyando su cabeza en las piernas de Xiao, ocupando una banca completa— No sigan con la tontería.
Xingchen sintió un estrujon en su estómago, mirando al de negro sin poder disimular el dolor que eso le había causado.
— ¿En verdad solo fue eso, A-Yang? —se atrevió a preguntar con una expresión decepcionada.
—Mierda, esto se puso bueno. Wen Ning pásame las papitas —mencionó Wei Ying sin perderse un detalle de aquella nueva plática, quitándole la papa que Wen Qing estaba por meter en su boca, viendo de reojo como lo fulminaban con su mirada.
Jiang Cheng se apretó el tabique, había demasiado melodrama en el grupo para su gusto.
— ¡No quise decir eso, Xingchen! —se exaltó al mirarlo en ese estado— Lo siento, solo pasa que..
— ¡No! Eso dijiste y nadie te obligo a responder. Sabes que... ¡Olvídalo! No quiero oírte, Xue Yang —fue lo último que dijo antes de ponerse de pie, provocando que la cabeza del otro impactara contra la banca.
— ¡Auch! ¡Mierda! Xingchen, detente —se levantó de un saltó, persiguiéndolo casi corriendo para sujetarlo del brazo, deteniéndolo— Por favor...
Xiao Xingchen se soltó de su agarre bruscamente.
— ¡Vete a la mierda, Xue Yang!
En ese momento el de negro se quedó paralizado, notando como las mejillas de Xiao se humedecían con sus lágrimas, los demás integrantes del grupo estaban en la misma situación, solo Wei Wuxian parecía haber querido intervenir pero su intención se vio zanjada cuando notó el estado deprimente de su mejor amigo. Chasqueando su lengua, el de negro se giró hasta ellos tomando su bolso del suelo, alejándose de todos sin decir nada para salir del instituto.
En su camino un vigilante pareció haberle pedido su identificación para dejarlo salir pero su intención fue detenida por la mirada ceñuda que le dedicó el joven.
Xiao no pudo disuadir su partida, de hecho no quería detenerlo.
—No me siento muy bien, yo... —mencionó hipando por el llanto— Iré a la enfermería y me iré a casa. Nos vemos después, chicos.
—... —Wei Wuxian no se atrevió a decir nada.
—Si... —balbuceó Wen Qing.
—Claro... —añadió Jiang Cheng, mirando la mesa como si fuera lo más interesante del universo.
—D-Descansa, A-Chen —expresó el pequeño Ning, sacudiendo su mano izquierda en una tierna despedida— Nos v-vemos mañana, n-no te preocupes todo e-estará bien.
Los demás no comprendían como podía decir cosas así cuando el panorama pintaba ser oscuro y el horizonte presagiaba peligrosas tormentas, se limitaron a guardar silencio mientras Xingchen se alejaba de ellos.
(...)
Al llegar a su casa, paso directamente a su habitación apagando su celular.
No quiso saludar a su madre y tampoco bajó a cenar por la noche cuando su padre regreso del hospital. Se aseguró de cerrar la ventana y dejar abajo las cortinas, ni siquiera encendió la luz.
A mitad de la madrugada, una música suave lo despertó, supo de inmediato que Xue Yang estaba ensañando en su habitación. Tomando el celular para revisar la hora recordó que lo había apagado, dejándolo así por su bien mental. Se sentó en la cama y apoyo su espalda a la pared, abrazando sus piernas mientras volvía a llorar, apreciando la canción e imaginando los movimientos de su amigo, recordando la sensación hormigueante de sus dedos sobre su piel.
Gruñó enfurecido, presionando un sitio en específico de su cuello para luego retirar la curita con la que ocultaba una de las mordidas. La pequeña herida tenía una costra como señal de que se estaba recuperando.
— ¿Por qué no puedo odiarlo por lo que dijo en el instituto? —susurró observando hacia la pared.
Recordó que cuando iba de caminó a la enfermería Song Lan se le quedó mirando a lo lejos, sus amigos sonreían estrepitosamente mientras una preciosa chica descansaba su rostro sobre su hombro, la simple imagen le genero ternura pero al mismo tiempo una envidia monstruosa que se perdía en los celos de no poder ser él quien estaba a su lado compartiendo un buen rato.
Se sintió humillado, todo el que se volteaba a mirarlo se dio cuenta de su llanto, incluyendo al chico esgrimista.
— ¿Qué es exactamente lo que siento por Song Lang? ¿Realmente es amor?
Otra semana transcurrió sin considerar la tortura que simbolizaba su presencia en aquellos muchachos, Xue Yang mantuvo la distancia con todos, los saludaba desde lejos por cortesía y parecía querer correr cada vez que los ojos de Xingchen se posaban sobre él. Jiang Cheng y los gemelos eran los únicos que seguían compartiendo sus ratos libres, Wei Wuxian evitó el tema por el bien mental del grupo, Xingchen parecía quedarse dormido en casi todas las clases, su atención había disminuido y su rostro mantenía esa mueca de amargura constantemente, cosa que incomodaba a los demás.
Otro mes pasó sin ningún cambio o avance, por ese día se sentaron en la misma mesa bajo el mismo árbol y la misma sombra pero no con los mismos ánimos. Los gemelos mantenían una conversación con Jiang Cheng sobre el videojuego que estaba por terminar el menor, Wei Wuxian observaba de reojo a Xingchen; quien estaba perdido en la figura de su mejor amigo de la infancia, Xue Yang estaba de sentado a metros de allí con sus cuadernos de apuntes, sin atreverse a mirarlos, con un aspecto incluso peor que el de blanco.
— ¿Por qué no estás con Xue Yang? —preguntó Song Lan, espantando a los muchachos de la mesa, ninguno lo había visto o escuchado llegar.
Por primera vez el esgrimista estaba sólo, sin sus amigos, sin su equipo, sin sus seguidoras, sin su novia, sin nadie.
Xingchen soltó un suspiro y se obligó a sonreír.
—Está esforzándose en instruirse porque entro en la academia Lanling —le respondió Wei Ying al comprender que Xiao Xingchen no sabía que decir— Parece que esas cosas absorben mucho tiempo por lo que no podemos molestarlo mientras estudia.
—Ya veo... —se sentó a un lado de Wei Ying— Hace mucho que no me sentaba con ustedes.
—Resulta que un señorito se volvió popular y nos abandonó —mencionó con rencor Jiang Cheng.
—Tampoco les hacía mucha falta —les recordó, en aquel grupo cada quien tenía una afinidad poderosa con cierto miembro— Yo encontré mi propio camino y me fui por el, lo que me sorprende es que ustedes lo hayan tomado a mal. Entonces, ¿Qué le sucede al diablo?
— ¿Al diablo? —cuestinó Xingchen.
Song Lan señalo al de negro.
— Los dejará a un lado por su nueva meta, ¿No es lo mismo que sucedió conmigo? —les miro divertido esperando que defendieran al integrante aislado— Todos somos iguales en ese aspecto, maduramos y nos esforzamos por conseguir nuestros objetivos.
— ¿Todos? —intervino Wen Ning— Eso me s-sonó a poliedro, mi hermana y yo ni s-siquiera te conocemos, ¿Cómo q-quieres que los comparemos?
—No hay punto de igualdad —dijo su hermana.
—Ademas, A-Yang n-no es un d-diablo —reclamo el menor.
—Es cierto, cuando ustedes llegaron al instituto ya casi no tenía tiempo para jugar con el grupo —se encogió de hombros— Me sorprende que sigan juntos, incluso en este nivel educacional. ¿Descidieron tomar las misma carrera?
El rostro de Song Lan se posó en el de Xingchen, no había dicho casi nada desde que se sentó con ellos, al cabo de unos segundos extendió su mano para retirar un cabello que obstaculizaba su escrutinio pero una mano lo detuvo a mitad del camino, tanto Song Lan como Xiao Xingchen se sorprendieron con esa reacción.
— ¿Acaso es de importancia lo que preguntas? Si decidimos seguir o no con nuestra amistad no es de tu incumbencia, ¿Qué es lo que quieres, joven Song? —Wen Qing estaba siendo fría y directa, Jiang Cheng sonrió complacido— Todos estos años se ha mantenido lejos de nosotros pero ahora vienes aquí de forma amable para... ¿Recapitular sobre el pasado?
—No me malinterpreten —pidió sin perder su amabilidad, aquello era extraño— Solo quería saber cómo estaba Xingchen, lo he visto un poco desanimado y hace unos días lucia... enfermo. Estaba preocupado, por eso vine a preguntar personalmente.
—Él está bien —la mujer era toda una fiera— Ahora que lo has comprobado, podrías solo... irte.
Los hermanos; Wei y Jiang, soltaron una risita suave, no tenían nada en contra de Song Lan pero debido a todos esos años de incomodidad, burlas y distancias como que era innecesario cruzar más de tres palabras con su persona, aparte de que todos sabían lo enamorado que estaba Xingchen de él, era algo que profesaba cada vez que tenia oportunidad, mientras más lejos menos daño le haría.
Estaban bien con su pequeño círculo de amigos.
—Cierto, discúlpenme —se levantó sin despegar la mirada del chico de blanco— ¡Ah! Wei Ying, el director Lan estaba buscándote hace unos minutos, deberías ir a ver que desea.
— ¿De verdad?
El chico pensó el motivo por el cual Lan Qiren lo estaba buscando, había entregado todas sus actividades, sus notas eran sobresalientes, no estaba involucrado en ninguna travesura y su nivel de perversidad había sido controlado por Jiang Cheng.
—Nos vemos... —alzó su mano por encima de su cabeza para despedirse—...patriarca de Yiling.
Los ojos de Wuxian se afilaron en su dirección sonriendo maliciosamente segundos después, Jiang Cheng arrugó su frente mientras cruzaba sus brazos por su pecho.
— ¡Ah! Ya veo... —pensó en voz alta el de negro y rojo.
Las cosas estaban comenzando a fluir en un único sentido, no sería extraño cuando todos cruzaran caminos con aquellos a los que le debían algo o... profesaban algo.
Los recuerdos...
— ¡¿Qué hiciste esta vez, Wei Wuxian?!
El grito de Jiang Cheng atrajó la atención de Xue Yang, casi por costumbre buscó con su mirada a Xingchen topándose con la grata sorpresa de que le estaba observando de igual forma.
Inesperadamente se sintió avergonzado.
Bajo la mirada y se contuvo de alzarla otra vez, aquel gesto lastimo a Xiao Xingchen, desde aquella "gran noche" sus vidas había cambiado y odiaba lo distinta que era.
Observó como el de negro recogió sus cosas colocando en su oído el celular, hablando con alguien a través del móvil. ¿Cuánto tiempo tendría que soportar para aceptar que no podía vivir sin él? Ahora reconocía que su enamoramiento con Song Lan había sido una forma de escapar de sus verdaderos sentimientos. Pronto Xue Yang desapareció de su vista, dejándolo aun más desconcertado de como cuando había estado evaluándolo en silencio.
— ¡Oh! —el quejido de Wen Qing los desconcertó.
— ¿Estás bien? —preguntó Jiang Cheng algo preocupado.
—Si... —respondió insegura, el rostro de todos se concentraron en su postura.
—Te ves... —murmuro su hermano—...algo verde.
—Discúlpenme... —dijo casi corriendo, yéndose al baño más cercano que tenían, dejando en las manos de su hermano una bolsa de papas.
—Voy a... —Jiang Cheng quiso seguirla pero Wei Ying lo detuvo.
—Hombre, déjala respirar —le regaño de forma sutil— Vives pegado a ella.
El de morado se sonrojo al instante, sentándose de forma recta.
—No vivo pegado a ella —le respondió molesto.
Xingchen sonrió levemente mirando de reojo al lugar donde había estado Xue Yang.
Al llegar a su casa escucho música en el hogar de Yang, corrió a su cuarto sin saludar a sus padres; quienes se miraron con un gesto de incomprensión en los ojos. Xingchen estaba sufriendo cambios de humores muy extraños para los adultos. Una vez en su habitación se limito a dejar todo apagado, acercándose a las cortinas para espiar a través de ella. Xue Yang estaba practicando como siempre, su cuerpo estaba sudado por completo y su respiración parecía complicada.
Se exigía demasiado y eso preocupó al de blanco, incluso se veía mucho más delgado.
Sin poderse contener abrió la ventana, saliendo al balcón.
— ¡A-Yang! —lo llamo de forma sutil provocando que el rostro de él se girará en dirección a su habitación casi tropezando con sus pies, no supo de donde sacó el valor pero era tarde para retractarse— ¿Q-Quieres...? —bajo la mirada, ya no sabia cuales eran sus horas libres, Xue Yang se acercó a la ventana, apoyando su peso en el borde— ¿Estás libre esta noche?
—Depende.
Esa fue su simple respuesta, Xingchen apretó sus labios y tragó aquel agrio sabor que atravesaba su boca.
— ¿Para que quieres saber?
—E-Es que... e-era para... —tartamudeaba como Wen Ning, algo tierno de ver— Quería... q-quería invitarte a cenar.
—No puedo —fue testigo de como el de blanco le observo con letargo, como queriendo huir de la incomodidad que sus palabras habían formado— Llegaré demasiado tarde, tengo que trabajar y luego ensayaré con los chicos.
El gesto triste de Xiao cambio, comprendiendo porque había rechazado su concurrencia.
— ¡No importa! —dijo casi de inmediato, las cejas de Xue Yang se alzaron en su rostro— Te esperaré todo lo que sea necesario.
De pronto una risa guasona lo espanto, molestándolo casi al instante.
— ¡No te burles de mi! —pidió muy avergonzado— No veo lo gracioso, A-Yang.
—Siempre que dices que me esperaras te quedas dormido, soy yo quien termina plantado —le recordó con la misma sonrisa traviesa que caracterizaba su personalidad— Espero que me des el postre.
La mención del dulce lo hizo sonrojar.
— ¿Qué pensaste pequeño A-Cheng? —la mirada asesina que le dirigió lo hizo reír con ganas, casi sintió que sus problemas no habían existido— Eres tan lindo cuando estás enfadado.
— ¡No he pensado en nada, tonto! —gritó exasperado para después largarse a reir a su lado, extrañaba tanto su voz que simplemente la felicidad se convirtió en lágrimas— A-Yang...
—Intentaré llegar temprano —le hizo un corazón con sus manos robándole otra sonrisa a Xingchen— Me gustaría cenar contigo como siempre lo hemos hecho.
Se ahorro el decir que necesitaba conversar con él, arreglar los malos entendidos y... confersarle sus pecados pasados.
Era hora de acabar con la incertidumbre.
— ¡Si, yo también quiero cenar contigo! —le dijo bastante animado, la alegría colmaba sus expresiones— ¡Te estaré esperando!
Repitió, Xue Yang asintió entrando de nuevo a la habitación, tomo su toalla para darse un baño y prepararse para el trabajo. Xingchen se quedó por unos minutos esperando, luego bajo a la cocina y tomó dos pequeños chocolates de la nevera, saludo a sus padres con una sonrisa dejándolos aun más confundidos, saliendo al porche de la casa.
— ¿Qué le sucede a Xingchen? —preguntó el padre.
— ¿Quieres que adivine lo que le sucede a nuestro hijo? —respondió incrédula la mujer, el hombre soltó un suspiro.
—Tú eres su madre.
— ¿Y? —pareció indignada— ¡Tú eres su padre!
Y el silencio reinó, no eran de los que discutían por cosas triviales y tampoco es como si ellos tuvieran algo que ver con las emociones del menor.
—Intentare hablar con él —aseguró el hombre.
—Claro —su tono demostraba su desconfianza— No te involucres en su camino, deja que cometa los errores que necesite para crecer. Sólo esta enamorado.
— ¿Enamorado? —le extrañaba que su esposa dijeron aquello sin ningún estibo de temblor— ¿Ah? ¿Sabias lo que le sucedía y no me lo pensabas decir? ¿Conoces al chico?
—Si, enamorado —movió sus hombros restandole importancia— ¿Conocerlo? Por favor, hasta un ciego se daría de cuenta.
— ¿Quién es? —comenzaba a fastidiarse, ¿Qué tan difícil era responderle sin irse por las ramas? Él no era ciego más sin embargo le costaba entender los pensamientos del muchacho.
—Es Xue Yang.
— ¿Xue Yang? —aquello lo inquietó, ese chico estaba completamente roto. No creía que fuera buena idea de que su hijo estuviera persiguiendo a ese tipo de persona— ¿Cómo puedes estar tan tranquila sabiendo eso? Conozco a Xue Yang desde que era un niño y realmente lo quiero como un hijo, he visto en primera fila lo mucho que se ha esforzado en sus estudios, el como ha trabajado desde pequeño por sus cosas pero... jamas podría aceptarlo como mi yerno.
La mirada acusatoria de su mujer le advirtió silenciosamente que se retractará de sus palabras.
—No me mires así —amonestó— ¿Qué pasa si nuestro Xingchen sale lastimado?
—Lo que será, será —le recordó con una sonrisa— Después de todo, aprendemos de los golpes.
—Tienes razón pero... me preocupa.
—Si algo malo sucede, estaremos para él.
Ambos adultos se sonrieron con ternura, amaban a su hijo con todo su ser por lo que si algo demasiado malo le sucedía estarían para él. Por su lado, Xingchen estuvo casi treinta minutos sentado en los escalones, solo se levanto cuando vio salir a Xue Yang, bajando emocionado para esperarlo en la acera.
El de negro lo observó con curiosidad.
— ¿Olvidaste algo?
—Ten —extendió su mano, mostrando los dos chocolates que había tomado minutos atrás— No lo olvides, estaré esperándote.
¿Cómo definir lo que aquello simbolizaba para él?
Era difícil, en los últimos días los pensamientos destructivos le persiguieron, soñando las mismas cosas, desesperado, abatido, sin avanzar ni retroceder. No sabia como había muerto en el pasado, no logró saber que sucedió con aquel Song Lan y el porque Xingchen lloraba con tanta desesperación.
Asintió a sus palabras guardando uno en su bolsillo y desenvolviendo el otro, llevándoselo a la boca para degustar el sabor.
—Nos vemos —comenzó a caminar, rosando con su mano la mejilla de Xiao— Haz panqueques con crema.
Xingchen odiaba lo dulce, prefería las cosas amargas como el café negro pero por Xue Yang se tragaría una tonelada de esas panquecas y mucho más.
—Les añadiré miel extra y nutella.
De esa manera ambos sonrieron, se despidieron y el día terminó.
Xue Yang nunca llegó a la cita, está vez quien se quedó esperando fue Xingchen.
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