CAPÍTULO OCHO

Ese día debía de reconocerse como el más resplandeciente de todos, aunque el sol estuviera oculto detrás de un sinfín de nubes y apenas calentará la ciudad. Xue Yang sostuvo la sonrisa en sus labios por todo el trayecto, escuchando algunas de sus canciones favoritas, excluyéndose del mundo y sus habitantes.

No les importaba.

Al llegar al café "Lianfang" saludo con su mano derecha a la antigua dueña; una mujer que aparentaba ser más joven de lo que realmente era, ella le sonrió embelesada como respuesta, si tan solo su cabeza estuviera sobre la tierra hubiera pensado en platicar alegremente con ella, para la desgracia de su hijo; Meng Yao, la señora sufría de alzheimer.

Frente del mostrador estaba el jefe con su uniforme amarillo en perfecto estado y su novio; Su She. Por las mesas, iban y venían un grupo de tres chicas, delgadas y de apariencias delicadas mientras entregaban o recibían las órdenes de los clientes.

— ¡Buenas tardes, Luo Qing-yang!

Saludo a la primera muchacha mientras la veía anotando una orden; era ex compañera de estudio del jefe, inteligente y sobresaliente. La muchacha lo observó absorta, aquella amabilidad no era frecuente en el chico de negro, su ceja se alzo con incomprensión regresando el saludo por cortesía, llevaba puesto su uniforme como era debido, supo por Meng Yao que que en la universidad era conocida por el apodo de MianMian.

— ¡Hola, Qin Su!

La segunda estaba entregando unas merengadas a la mesa más retirada del local, ella le dedico una sonrisa gentil para seguir con su trabajo, debajo de la falda de su uniforme pudo notar unas medias altas rosadas. A está no la conocía casi porque era extremadamente silenciosa, supo por las quejas de Su She que su madre había fallecido unos meses atrás y que nunca conoció a su padre, por lo que Meng Yao le ofreció el trabajo para ayudarla con sus deudas.

Prefería mantenerse lejos de esos tres.

Entró al área del personal para dirigirse al vestidor de chicos encontrándose en el camino con la tercera trabajadora, una mujer de aspecto voluptuoso y gestos engreídos, él reemplazaba su lugar en el local por lo que cuando llegaba ella entregaba su turno.

Ambos hacían medio tiempo por sus estudios.

— ¿Cómo estás, Wang Lingjiao? —observó que no llevaba el uniforme colocado, en ves de eso llevaba un pantalón blanco con líneas negras a los lados y una camisa ajustada en rojo— ¿Ya te vas?

Como espero no recibió ninguna respuesta de su parte, ella continuo sus pasos presumidos como si no lo hubiese visto ni escuchado, aumentando la sonrisa lobuna en su rostro.

"—Idiota."

Se cambio con diligencia para comenzar con su jornada, era rápido y precavido, encargándose de mover las cosas pesadas, recibiendo los productos de la semana, cargando las cajas y los bultos hasta el depósito donde además debía categorizarla por fecha de entrega. Todos los que laboraban notaron su buen humor, normalmente se quejaba y balbuceaba maldiciones cada vez que le tocaba ayudar con esos asuntos, manifestando de que la paga no era suficiente para todas las molestias que le ocasionaban.

— ¿Crees que...? —Su She no salía de su asombro, estaba contando unos billetes cuando se animo a exponer su observación.

—No te distraigas cuando estás en la caja, haz tu trabajo —le regaño su pareja, sonriéndole a una familia de tres integrantes que estaban en el proceso de ordenar su pedido— Serian ocho con cincuenta.

Los hoyuelos en sus mejillas encantaban a todos sus clientes, el buen trato del local y sus divinos sabores eran los que los hacia volver a diario.

Cuando llegó la hora del cierre se despidieron de las chicas, colocando el aviso de cerrado en la entrada. Su She se encargo de lavar los instrumentos sucios, Meng Yao guardo en el refrigerador lo que no se vendió y empacó aquellos dulces que no podría guardar para entregárselo a Xue Yang y este último limpió las mesas, acomodando después las sillas. Una vez terminada la limpieza subieron al segundo piso, Su She calentó sus músculos para poder comenzar a ensayar, Meng Yao se les uniría luego de llevar a la cama a su madre.

Xue Yang estaba estirando su cuerpo sostenido de una barra metálica, observando sus movimientos en el gran espejo que cubría toda la pared, vigilante de que no quedará ninguna zona sin ejercitar.

—Te ves más delgado —observó su jefe entrando en el pequeño espacio que había tomado para sus entrenamientos, Yang le regresó la mirada a través del espejo con su pierna flexionada a lo más alto de la barra— ¿Estás comiendo bien?

—Hmmm...

Una respuesta elusiva, incluso se atrevió a desviar sus ojos.

— ¿Debo recordarte las consecuencias de que te enfermes? —el tono era severo pero no agresivo, más bien estaba preocupado— Su She, ¿Hiciste lo que te pedí?

Pidió a su novio que interviniera en la conversación, recibiendo el apoyo al instante.

—En su nevera solo hay agua y pasteles de la cafetería, si este hombre come otra cosa que no contenga azúcar es un misterio para mi —reveló sin intensión de molestar.

Xue Yang se enderezo, volteando su cuerpo y apoyando su peso sobre la barra para mirarlos de frente a los dos, cruzándose de brazos como muestra atrevida de su enfado.

— ¿Acaso son mis padres? —les reclamó, estaba harto de tener que dar explicaciones— ¿Qué hace Su She revisando mis víveres?

— ¡No es que quiera supervisarte, señor protagonista! —grito el otro mientras abría sus piernas para quedar sentado sobre la colchoneta, inclinando sus manos hasta tocar los dedos de uno de sus pies e incluso más allá de ellos— Meng Yao a notado tu delgadez, luces incluso pálido.

—Estoy bien —reveló regresando su atención al espejo, alzando sus pies para quedar sobre la punta de sus dedos— Solo he tenido mucho estrés, vayan acostumbrándose. Pronto ustedes lo comprenderán.

— ¿Cuándo nos volvamos artistas solitarios? —cuestionó el más pequeño— Sé lo que quieres decir, estás trabajando el doble para darnos la oportunidad de tener nuestro propio estelar pero, ¿Incluso dejar de comer?

—Hace unas semanas te escuche arqueando —Su She agregó a la llaga, Meng Yao observó a su pareja con los ojos muy abiertos y Xue Yang dejó de moverse— Pensé que esa vez te sentías mal pero ha sucedido cada vez que me quedo en tu casa, gimoteas por las noches, gritas desesperado, lloras en el baño, ¿Estás bien?

— ¿Por qué no me habías dicho eso, imbécil? —el rostro del dueño de la cafetería había perdido color, se acercó a pasos apresurado a Xue Yang— ¿Qué está sucediendo?

— ¡No me sucede nada! —exploto señalándolos a los dos— ¡Son esas malditas pesadillas las que no me dejan dormir! Se repiten una y otra vez, una y otra vez, ¡¿Qué se supone que haga?! Ese maldito hombre soy yo pero... pero... ¡No puedo ser yo! ¡No soy un asesino, yo no hice esas cosas! ¿Es por eso que nací maldito? No merezco la vida, ¡Debería estar muerto! ¡Debí morir el día en que murieron mis padres! Meng Yao, ¿Yo mate a Xingchen, verdad? ¡¿Fui yo, verdad?!

Se dejó caer con el rostro distorsionado en una mueca adolorida, sudando frío de solo recordar las escenas, sintiendo como su estómago se comprimía y exigía regresar cualquier muestra de alimento, respirando con oscilación, sintiendo como le dolía el pecho y le costaba obtener oxigeno. Ambos compañeros corrieron a su asistencia, uno le trajo agua para que tomara y un balde donde pudiera vomitar, el otro acarició su espalda susurrándole palabras suaves para que se calmara e incluso tuvo que tapar su boca con una de sus manos para que la crisis de ansiedad no lo terminara asfixiando, agradecía el haber realizado un curso de primeros auxilios en el instituto.

— ¡Estamos aquí, YangYang! Su She no te quedes como un imbécil y haz algo, prepara un té de tila dulce por favor —el hombre asintió y salio disparado a la cocina— Respira por la nariz y expulsa el aire por la boca, trata de hacerlo suave, si lo haces rápido te seguirás ahogando. Si, así... poco a poco. Estamos a tu lado.

El de negro continuo en aquel estado lúgubre por la próxima hora luego de tomarse el té se quedó dormido, al caer la medianoche no habían podido entrenar, tampoco pensaban reclamar o exigir. Llevaba casi cuarenta minutos dormido y ninguno se atrevía a levantarlo, siendo su teléfono el causante de su despertar.

— ¡Mierda! —chilló Su She por el susto.

— ¿Dónde está mi celular? —preguntó somnoliento, sentándose sobre la colchoneta.

—En la mesa —señaló Su She— Meng Yao lo dejó allí para que no sufriera daños.

—Lo siento mucho... —se disculpó avergonzado, Meng Yao estaba dormido a su lado— Los debí asustar.

Acomodo la cobija sobre el más pequeño porque se había removido cuando se sentó.

—No solo nos asustaste, ¿Desde cuando estas teniendo ese tipo de ataques?

—Desde hace varias semanas.

— ¿Desde el día de las audiciones?

El joven pareció meditarlo para luego asentir, no era exactamente el tiempo que llevaba con esos extraños asaltes de ansiedad pero no quería caer en discusión con el otro, no se sentía bien y exactamente ese día tuvo el primer arranque de nervios. Se levantó con cuidado de no despertar al otro para tomar el móvil entre sus dedos, el aparato se apagó apenas encendió la pantalla.

— ¡Maldición! —se quejó fastidiado— ¿Qué hora es?

—Qué importa la hora, vuelve a dormir.

—Dormiré cuando llegue a mi casa —comenzó a buscar sus cosas.

— ¿Eh? ¿Estás de broma, no?

— ¿Por qué estaría bromeando?

— ¡No planeo dejarte ir de aquí, loco de mierda! —le grito exasperado, no tenia la paciencia ni las ganas de discutir con el de negro.

— ¿Q-Que sucede? —la suave voz de Meng Yao les dio a entender que se había despertado.

Xue Yang apretó su mandíbula, evitando decir cualquier cosa hiriente.

— ¡Este bastardo mal agradecido... —Su She era explosivo, su novio se levanto para acariciar su espalda—...dice que se irá!

— ¿Irse? —la mirada preocupada del otro se poso en su amigo—Xue Yang...

—No pueden impedirlo, descansen.

Salió de la habitación, bajando las escaleras.

Meng Yao le pidió a Su She que se mantuviera alejado mientras el dialogaba con el otro.

— ¡Xue Yang!

Lo encontró cambiándose la ropa en el área del personal, intentaría hacerlo entrar en razón, sino lo acompañaría a su casa.

—No me voy a quedar —le advirtió— No pierdas el tiempo.

—Entonces, déjame cambiar de ropa —le comunicó— Esta noche me quedare en tu casa.

— ¿Eres mi madre o algo por el estilo?

—Soy tu amigo y acabo de ver como sufrías una crisis.

—Ya estoy bien, estoy acostumbrado.

— ¡No! Esto no es habitual, una persona no puede vivir de esa manera. Necesitas...

—Necesito descansar.

Se levanto, llevando su bolso al hombro.

—Gracias por preocuparte, de verdad lo aprecio demasiado —le dedico una sonrisa donde apenas pudieron verse sus colmillos, su rostro estaba desolado— Ahora sé que no estoy solo.

—Por favor...

—Buenas noches.

Las manos de Meng Yao se apretaron en un puño muy cerrado, quería golpearlo y hacerle entender lo grave del asunto pero debía dejar que él también pusiera de su parte, si una persona no quiere ser ayudada de nada valía obligarla. Xue Yang camino dos cuadras en silencio, todo estaba gobernado por la oscuridad, las luces de los postas, de algunos autos y de ciertos locales eran los únicos que lo acompañaban.

"—Necesito ayuda..."

Pensó mientras jugaba a no pisar las líneas de las aceras, relajando su cuerpo de cualquier mal pensamiento, sintiendo como el viento gélido de la noche le entregaba cierta porción de compresión. Lo importante en ese momento era llegar a casa de los Xiao, cenar con su querido Xingchen y verlo sonreír de nuevo.

Un vidrio quebrándose lo devolvió a la realidad.

Del otro de la calle un hombre alto y fornido vestido de negro que recién había salido de una discoteca lanzó su botella al auto negro que tenia estacionado a un lado quebrando el objeto en muchos pedacitos y dejando una abolladura como señal de agresión, subiéndose segundos después para arrancar a toda velocidad produciendo un ruido estridente que evidenciaba que no estaba del todo sobrio. Xue Yang arqueó sus cejas sin detener sus pasos, odiaba ese tipo de persona que tomaban hasta no poseer control sobre si mismos, les recordaban al caótico tiempo que vivió junto a sus padres. Pensó en ignorar el incidente pero del mismo local salió una chica con coletas, extendiendo sus manos al frente mientras derramaba lagrimas y gritaba por aquel que se había retirado.

— ¡Song Lan! ¡Por favor! —nadie más estaba con ella y no llevaba su bastón por lo que tropezó con unos vasos, luego con un relieve en el concreto para finalmente llegarle con el hombro a uno de los postas cayendo al suelo estrepitosamente— ¡Song Lan, no me dejes aquí!

Pudo haber seguido su camino, después de todo aquello no era su problema pero con la culpa que llevaba acumulando por sus sueños se le vino a la mente viéndose en la necesidad de prestar su ayuda.

— ¡Espera, pequeña ciega! —paso la calle corriendo hasta quedar frente de ella, su rostro le dejó en claro que estaba impresionada— Ven, dame tu mano.

— ¿Xue Yang?

—No te ves bien, deberías usar el espejo más seguido.

La muchacha mordió sus labios para sollozar segundos después, sabia que estaba en su peor momento, con el rostro rojo e hinchado por el llanto pero, en vez de cuestionarla o burlarse de su situación, se ofreció a ayudarla con un toque de diversión oculto en su amabilidad.

—Gracias —comenzó a buscar su presencia, Xue Yang extendió su mano para que la tomara ayudándola a levantarse.

— ¿Por qué no traes tu bastón?

—Estaba acompañada...

—Si pero, ¿Nunca has pensado que podrías quedarte sola?

—Si lo uso haré evidente mi ceguera.

—No es como si tus ojos lo ocultaran —balbuceo con una risita suave— Tienen un color gris que dan miedo.

— ¿Soy fea?

—Eres muy fea —respondió sin remordimientos, con una mohín que no podía ser visto por ella— Y eres más fea aún cuando lloras.

A-Qing lloró más fuerte.

— ¿Estás llorando solo porque alguien te llamó fea? ¿Acaso la reina del instituto, numero uno en el piano a nivel nacional, podría ser admirada si fuera fea?

—Mis talentos...

—El talento no sirve de nada si no eres guapo —dijo ayudándola a sentar en una banca, a esa hora solo podrían conseguir un taxi. Le pidió prestado su móvil para pedir el transporte mientras le entregaba un pañuelo que extrañamente olía a chocolate, recordando el regalo de Xingchen, sacándolo de su bolsillo y del empaque para meterlo a la boca de la llorona— Lamentablemente, me gustaría creer que el talento hace al hombre pero, en está época se involucra más a la belleza física que a la interior.

—Tienes razón...

—Buenas noches, podrían enviar un taxi a la avenida...

Mientras Xue Yang pedía el taxi la muchacha limpiaba su rostro, agradecida de haber coincido por esos lados con el muchacho que tanto miedo le generaba, quizás no era tan malo.

—Listo, vendrán a recogerte en unos minutos.

— ¿Te iras?

— ¿Qué? Claro que no, me aseguraré de que subas a ese auto sin caer de bruces al suelo.

—Tonto...

—Si, muchas veces me lo has dicho.

—Lo siento.

— ¿Eh? No hay proble...

—No lo digo por esto —fue directa, el joven dejo de hablar sintiendo los labios resecos— No debí humillarte de esa forma, eres una buena persona y nunca le has hecho daño a nadie.

— ...

Él no estaba del todo convencido.

—Xue Yang, quiero que me disculpes por haber sido tan desalmada —las lágrimas regresaron a su rostro, el muchacho se arrodillo frente de ella para limpiar sus mejillas— Siempre sentí miedo de ti, te rechazaba sin saber el motivo, como si algo en mi quisiera huir de tu presencia...

—Entiendo... —recordó la manera en que la trato tanto en el pasado como en el presente, pensando en que posibilidades habrían de que él hubiera sido el causante de su muerte en aquella vida de sus recuerdos.

—Quiero ser tu amiga —le sonrió de manera sincera, esa chica era muy hermosa.

—Me parece bien —entrelazo sus manos para presentarse formalmente como si nunca hubiera existido ninguna disputa entre ellos— ¡Mucho gusto, soy Xue Yang!

—Yo soy Qing... —cuando estaba respondiendo se quedó muda escuchando algo a lo lejos— Song Lan...

— ¿Huh?

—El auto de Song Lan se acerca.

— ¿Enserio? —miro la calle notándola igual de solitaria que al comienzo— No escucho ni veo nada.

—Reconozco el sonido de su vehículo —ser ciega le permitía escuchar mejor que otros, sus oídos estaban acostumbrados a esa ausencia importante.

Ambos estuvieron conversando hasta que en una esquina se vio el coche del novio de Qingxuan, este mantuvo la velocidad en un limite medio, deteniéndose en el local de donde habían salido, bajando sin apagar el vehículo.

—Parece que te está buscando —estaban a unos diez metros del sitio— Iré a decirle...

— ¡No! Está abrió, sacará sus propias conclusiones y lo tomara...

— ¡Xue Yang! —el grito de Song Lan la hizo callar, había entrado a buscarla pero en la entrada el vigilante le informo que había salido, corrió a la cera y miro a ambos lado, encontrándola junto con ese tipo que tanto odio le profesaba desde hacia unas semanas— ¡¿Qué piensas que estás haciendo?!

—Song Lan —la chica se levantó pero Xue Yang la sostuvo del brazo.

—No corras, podrías caerte.

El ebrio Song Lan se acercó a ellos, enfadado con la simple existencia del muchacho.

—Eres un maldito... —lo empujo para que se apartará de ella.

— ¿Por qué me ofendes sin motivos? —gruño molestó el de negro sintiendo como su sangre hervía, deseando acuchillar su corazón hasta que este dejará de latir— ¡Yo no he abandonado a mi novia ciega en plena noche!

No se dio cuenta de la manera despectiva con la que se dirigió a ella.

—Son Lan... —Qingxuan estaba asustada.

— ¡Cállate A-Qing! —regaño enojado— ¿No te basta habernos lastimado tanto en el pasado que ahora has venido a estropear nuestras vidas?

— ¿Pero que dices Zichen?

La muchacha estaba confundida, ella no recordaba ningún evento donde Xue Yang les hubiera hecho daño, de hecho eran ellos y sus grupos los que siempre ofendían o hablaban mal del muchacho.

—Estás ebrio, si quieres arreglar asuntos... (de nuestras almas) —pensaba decir pero Qingxuan no parecía haber despertado esos recuerdos aun—...del pasado, no es el momento.

— ¡Qingxuan! —la jalo por el brazo, colocándole detrás de si— ¡Más te vale alejarte de nosotros! ¡Aléjate de Xingchen!

— ¡Es lo que he hecho pero él sigue buscándome! ¡Aferrándose a mi como una maldición! —la mirada de Xue Yang se llenó de dolor— ¿Crees que no lo intente? Mientras más lo hago más lo lastimo, ¡Ya no sé que hacer!

—Solo nos traerás desgracias —le advirtió en un susurro.

—Lo siento Song Lan pero ese no era yo.

A-Qing no sabia porque estaban hablando así, como si algo trágico hubiera sucedido entre los cuatros en el pasado.

— ¿No eras tu, maldito? ¿Te atreverás a negarlo?

—No lo niego, ese no soy yo.

Song Lan tenia su mirada perdida en la rabia, sus ojos rojos estaban al borde de las lágrimas, todos esos sueños que parecían una pesadilla fueron tomando otro significado cuando comprendió que no solo eran espejismos sino que además formaban partes de unos recuerdos antiguos de su vida anterior. Lanzó el primer golpe, debido a lo borracho que estaba Xue Yang pudo esquivarlo, sosteniéndolo para intentar reprimirlo pero debían ser realistas, Xue Yang solo era un bailarín prodigio, Song Lan practicaba la esgrima, el fútbol y las artes marciales, de un solo movimiento reprimió sus intenciones quedando en una lucha donde ninguno de los dos llevaba las de ganar, A-Qing gimoteo nerviosa al no poder definir de donde venían los sonidos, gritando por ayuda y para que se detuvieran, los pocos autos que pasaban por la calle parecían ignorarlos y cada vez se escuchaba más y más quejidos de dolor.

— ¡Song Lan! ¡Basta, por favor! —suplico en medio de un sollozo— ¡Zichen!

No la escuchaba, estaba dominado por la bestia de la venganza, odiando a cada segundo a ese joven que en su pasado arruino la vida de muchos pero esa vez no lo permitiría, esa vez él lo destruiría primero. Xue Yang había recibido varios golpes contra el concreto más aquellos puños que transmitían un estado de adrenalina nada normal. No quería lastimarlo, desde el comienzo se contuvo y ahora, con sangre en su nariz, boca y otras partes de su cabeza, intentaba defenderse del daño colateral que podría acaecer en los dos.

— ¡Te matare, maldito asesino!

— ¡Song Lan! —finalmente la ciega arremetió a donde escucho el sonido, arriesgándose a todo o nada, pensando en las risas que había compartido con el muchacho minutos atrás, en ese momento tan lleno de claridad donde comprendió que era una buena persona y que sin importar los rumores de su pasado o sus acciones, él había sido una victima y ahora buscaba la forma de redimir su vida— ¡Él no es un asesino! —grito en llanto, logrando sostener una de las manos de su novio— Él es Xue Yang, nuestro compañero de la infancia. Nuestro pequeño y solitario A-Yang.

Aquello pareció tener efecto, Song Lan se detuvo y dejo de hacer fuerza, observando como debajo de él un chico lleno de golpes y sangre respiraba con agitación intentando mantenerse consciente.

—Xue Yang... —murmuro incrédulo de sus acciones.

— ¡Xue Yang! ¡¿Estas bien?! —A-Qing no libero la mano, era lo único que le daba la seguridad de que no seguiría golpeando al otro— ¡Xue Yang!

—Estoy... bien... —respondió entre bocanadas de aire, escupiendo y tosiendo sangre— No llores... A-Qing, las chicas que lloran... son... feas...

Finalmente se levanto, estaba sin aire y desorientado, no había querido agredir al otro por lo tanto termino recibiendo todos los golpes. Sus pies lo llevaron a la carretera; quería alejarse de esos dos, por el auto de Song Lan otro conductor no pudo verlo atravesar, ya cuando quiso frenar fue demasiado tarde, el sonido paralizo a los otros dos, el cuerpo del joven bailarín en ascenso termino inmóvil a unos metros del lugar mientras que el conductor se bajaba en un estado de terror, Song Lan se levantó algo angustiado observando lo que había logrado en un arranque de ira y no se sintió satisfecho, A-Qing le liberó el brazo mientras palpaba el suelo, gateando por donde había escuchado el sonido, buscando el cuerpo de Xue Yang, sollozando con verdadero sentimiento.

— ¡Xue Yang! ¡Xue Yang! ¿Qué sucedió? Di algo, ¡Xue Yang! ¡Dime algo! Alguien...

Su novio tragó en seco, las calles seguían igual de solas, apenas y transcurrían carros por las avenidas y exactamente uno había arrollado al muchacho, amenazo verbalmente al tipo e hizo a un lado a la chica ganándose un par de palabrotas y algunos golpes, finalmente llamaron a emergencia, en cosas de minutos llegó una ambulancia y la policía, cuando habían subido al joven al vehículo fue muy difícil lidiar con la chica, sus gritos y estacazos lo estaban poniendo nervioso pero finalmente pudo explicarle que ellos eran profesionales y lo llevarían a cierto hospital. Necesitaban atender al desafortunado asesino, ¿Podía seguir llamándolo así? Aunque continuaba odiándolo sin poder cuadrar un pensamiento bueno de su parte, dentro de si mismo sabía que aquel Xue Yang era distinto al del pasado. ¿Podría perdonarlo? No lo creía pero al menos no se mancharía sus manos con una venganza que no le pertenecía; por el momento, mientras se mantuviera lejos de ellos y de Xingchen, le bastaba.

—Llamaré a mi primo, él nos ayudará...

— ¡Cállate! ¡Eres una bestia! —grito sobrecogida la muchacha— Si él no te denuncia, ¡Lo haré yo!

— ¡Yo no lo atropelle!

Seria una noche complicada y gracias a todo lo sucedido incluso la embriaguez se le fue al diablo.

— ¡Lo golpeaste sin razón!


*

https://youtu.be/gHgtbH7l4-E

*


El brillo plateado de Shuanghua había atravesado el pecho de Song Lan, saliendo por su espalda.

Song Lan bajó la mirada, hacia la hoja de Shuanghua, aquella que había penetrado su corazón y luego lentamente volvió a elevar la vista. Vió a Xiao Xingchen, quien sostenía calmadamente su espada.

"—Xingchen... él fue el que... mato a Song Lan. Él... ¡Lo mato por mi culpa!"

De nuevo aquel sueño, esa parte que no conocía finalmente se le revelaba de manera desalmada, siendo testigo en primera fila de como les hizo daño a los dos. Xiao Xingchen no estaba realmente consciente de lo que estaba sucediendo.

— ¿Estás ahí?

Song Lan movió sus labios, no hacían ruido.

Xue Yang sonrió ampliamente.

—Lo estoy ¿Por qué estás aquí?

Xiao Xingchen retiró a Shuanghua y la devolvió a su funda.

—Shuanghua se estaba comportando extraño. La seguí a donde me llevaba y vine a ver lo que ocurría —le preguntó —No hemos visto ningún cadáver caminante en esta área hace bastante tiempo, menos aún uno que vagara en solitario, ¿Vino hasta aquí desde alguna parte?

Lentamente, Song Lan cayó sobre sus rodillas en frente de Xiao Xingchen.

Xue Yang le miró hacia abajo.

—Probablemente. Está haciendo sonidos horribles.

En una situación como esa, si Song Lan le pasará su espada a Xiao Xingchen, este hubiera sabido de inmediato quién era. Sería capaz de reconocer la espada de su amigo más cercano con solo un toque. Sin embargo, Song Lan ya no podía hacer eso ¿Le pasaría su espada a Xiao Xingchen, diciéndole así a quién había acabado de matar con sus propias manos?

Este era justamente el objetivo de Xue Yang, así que no tenía nada que temer.

Se giró hacia Xiao Xingchen.

—Vámonos. Es hora de hacer la cena, ya estoy hambriento —expusó Xue Yang despreocupadamente.

"— ¿Cómo puedes tener hambre después de este desastre? No quiero saber nada más, ¡Déjame en paz!"

— ¿Compraste los vegetales?

—Yup. Me encontré con esta cosa mientras venía de regreso. Qué mal día.

Xiao Xingchen se fue primero.

Xue Yang le dio unas palmadas a sus heridas en el hombro y el brazo. Tomó la canasta y, al tiempo que pasaba al lado de Song Lan, sonrió y miró hacia abajo.

—Nada de comida para ti.

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