CAPÍTULO CUATRO
Cabellos negros, piel pálida, labios rojos, mirada profunda...
Ese era el tipo de chicos que le gustaban a Xiao Xingchen y por alguna razón Xue Yang tenía esos mismos rasgos, solo que... no era su tipo.
Por más vueltas que le daba a la idea no encontraba algo en él que fuera malo.
Empezó a socializar con sus amigos porque a diario le decía que no debía estar tanto tiempo a solas, pensó que era esa actitud cohibida y desconfiada de su parte lo que lo alejaba de él pero ahora tenía cinco grandes amigos; que por cierto dos eran gemelos y tres hermanos; siendo uno de ellos el mejor amigo de Xiao y aunque muchas veces sobrepasaba los límites de la tontería; era un gran chico.
Recordar todo eso lo hizo sentir estúpidamente mal.
Estaba caminando hacia su casa con el corazón hecho pedazos y unas ganas terribles de gritar y romper todo a su paso mientras se desvanecía en un llanto amargo. Esa mañana había despertado entre los brazos de Xingchen y ciertamente había disfrutado la sensación pero la culpa de sus sueños lo golpeó con la fuerza de un desastre natural, por lo que no pudo dirigirle la palabra en todo el día y para concluir con broche de oro tuvo que soportar sus sonrisas en dirección a Song Lan; quien cada vez que caminaba por algún lado del campus giraba su cuerpo para ver con una mueca traviesa en sus labios al de blanco.
Cuando su madre le dijo una vez que se iba a enamorar y que iba a sufrir las consecuencias del amor, jamás imaginó que sería de esa forma.
– ¡A-Yang! –escuchó un grito agitado detrás de él ocasionando que apretará los puños de sus manos hasta que sus nudillos quedaron literalmente en blanco– ¿Por qué no me esperaste?
Lo observó molesto cuando logró alcanzarlo.
–Creí que... –desvió su mirada hasta el piso sin detener sus pasos, no quería hacer una escena en medio de la calle– Olvídalo.
De hecho; no tenía ningún derecho de reprochar por lo que era innecesario lo que fuera a decir.
– ¿Creíste...?
–Vi que Song Lan estaba hablándote, no quise interrumpir –pudo notar una sonrisa en los labios de su amigo.
– ¿Acaso estás celoso, Xue Yang?
Se detuvo para mirarlo con el mismo mohín irritado que había querido disimular e incluso su rostro estaba enrojecido.
– ¡¿Qué diablos te pasa?! –lo apuntó directo a su pecho, el que Xiao fuera más alto no lo ayudaba en nada. Llegado a ese punto lo hacía sentir aun más inferior e inútil– ¡Eso ni en tus mejores sueños, Xiao Xingchen! –muy dentro de sí deseo no haber reaccionado de esa forma pero sentía que su orgullo había sido herido por lo tanto no podía controlarse– No quería interrumpir tu única oportunidad del siglo, con eso de que Song Lan ni te mira.
Caminó nuevamente con pasos apresurados.
– ¡Hey! ¡Hey! –sintió como lo tomaban de la mano y lo apoyaban contra la pared con un movimiento torpe, desde donde estaban se podía apreciar su calle; incluyendo sus casas– ¡A-Yang, solo estaba jugando! No sé porque estás enojado pero yo no tengo la culpa de eso, ¿Recuerdas?
¿No tenía la culpa? ¡Jah! Si tan solo el de blanco supiera todo lo que provocaba en su cuerpo y pensamientos no hubiera mencionado esas palabras tan a la ligera.
– ¡Okey! –respondió resentido, exhalando sonoramente para calmar su mal humor– Es que me molesta que hasta tú digas cosas como esas.
Wei Ying era una mala influencia para Xingchen, cualquier travesura la había aprendido de él.
–Existen los celos de amigos.
Su sonrisa infantil lo contagió.
–Estúpido.
Xiao se acercó más a su rostro para comentarle un secreto.
–Yo a veces los siento. Solo por ti claro, es que con los gemelos no es igual la confianza y con los Jiang es difícil, ya sabes... por sus personalidades...
El corazón de Xue Yang comenzó a latir apresurado al oír aquellas palabras, mientras él seguía hablando y moviendo sus manos, realmente lo demás después de aquella frase fue ignorado por su consiente.
– ¿Has sentido celos por mí? –lo interrumpió a mitad de alguna oración, lo único que aprecio de su explicación fue la presencia de Su She en su casa la noche anterior pero como no era importante saltó a lo que realmente le interesaba, observándolo con gran curiosidad– ¿Pero... porque?
– ¡Ehhh! Yo... –su rostro tomo un color rosa que lo hizo soltar una gran carcajada, pocas veces lo veía de ese modo; acorralado y nervioso– ¡No te rías, tonto! –ahora era Xiao el que estaba enojado, lo soltó alejándose a pasos largos y veloces, Xue tuvo que correr para alcanzarlo antes de que cruzará la calle y cuando lo hizo fue abrazado de manera repentina ante un arranque emocional que ninguno de los dos llegaba a comprender del todo– Es que eres mi único mejor amigo, no quiero perderte.
Y A-Yang fue bienvenido a la Friendzone.
Por si no lo sabían, no solo las chicas podían meter a los chicos en ese lugar... en algunas ocasiones; muy especiales por cierto, eran los chicos lo que metían a otros chicos allí.
–Claro... –dijo con pocos ánimos fingiendo una sonrisa que lucio rota ante los ojos del otro– Nunca me perderás, A-Chen. Seremos por siempre y para siempre los mejores amigos. Lo prometimos, ¿Recuerdas?
Xue Yang no borró aquella sonrisa de su rostro contemplando como el otro dudo en responder pero al final lo hizo. Luego de esa plática se tomaron de sus brazos y caminaron juntos hasta sus hogares mientras se empujaban con sus hombros de un lado al otro; compitiendo para ver quien tenía más fuerza, las risas y esos momentos eran los que mantenían de pie al de negro.
Se sentaron en la sala de Xue Yang e iniciaron una larga conversación sobre la esperada fiesta de Song Lan, grabaron algunos videos juntos que subieron a esas aplicaciones que tanto le gustaban a Xingchen y después se despidieron con la promesa de verse en la noche en una audición en la que participaría Xue Yang como bailarín principal junto a su equipo; Meng Yao y Su She.
(...)
"–Claro... Seremos por siempre y para siempre los mejores amigos. Lo prometimos, ¿Recuerdas?"
Aquellas palabras seguían dando vueltas en la cabeza a Xiao, por alguna razón le afectaron más de lo que pensó y era doloroso tener que admitirlo. No hacía falta ser un experto en chicos o chicas para comprender que en el lenguaje humano aquello significaba solo una cosa: ¡Friendzone!
Perdería la cuenta de cuantas veces fue ubicado allí si se sentará a contarlas y se orgullecía en saber que podría ser presidente de dicho lugar. Sonrió ante aquella idea y se dispuso a seguir jugando en su consola de video, aunque la verdad es que le era difícil el poder concentrarse mientras la música en la habitación del frente no dejaba de repetirse, por tal motivo no dejaba de observar por su ventana cada cierto tiempo, viendo desde donde estaba reposando el cómo Yang llevaba una delicada y vieja franela negra y un muy... muy... ¿Era normal que un chico llevará un short tan corto? Sí; bien, estaba dentro de su casa pero... ¿Acaso Xue Yang no sabía que frente de su ventana estaba la suya y que solo los separaba algunos metros? Además, él era un hombre que le gustaba los hombres y su amigo no era para nada feo. Desvió su atención al cielo mientras soltaba un suspiro avergonzado, aun no oscurecía por lo que suponía que era temprano; quizás las 4:00 de la tarde, intentando cambiar su punto de vista para no caer en la tentación de observar de más pero fallaba en el intento porque podía verlo mover su cuerpo al ritmo de su música favorita y de hecho lo hacía mejor de lo que se imaginó.
Sin darse cuenta en la pantalla de su televisor apareció un gran "GAME OVER" en rojo y no le molestaba saber que estaba allí, dejó a un lado el control y caminó hacia su balcón, apoyándose sobre el borde.
Observándolo como si su vida dependiera de ello.
Tenía tanto tiempo conociéndolo e ignoraba que bailará tan bien el ballet, su cuerpo poseía cierta sensualidad y flexibilidad en cada movimiento, cómo si supiera de memoria cada sonido, meciéndose con una precisión elegante y gentil, tentadora y sensual.
Sonrió como un tonto pero un ruido brusco lo hizo aterrizar a una gran velocidad.
Lo estaba acosando.
– ¡Oye, Xingchen, tu mama me dijo...!
Se despegó del balcón muy agitado y asustado cuando la puerta se abrió precipitadamente, sentía que lo habían atrapado y por ese motivo entró casi corriendo para cerrar la ventana con el cuerpo casi temblando, Wei Wuxian esbozo una sonrisa mientras se apoyaba en el marco de la puerta con los brazos cruzados, detrás de él pudo ver el gesto incomodo de su hermano Cheng.
– ¿Todo bien?
Xiao suspiró agobiado para sonreír como si nada hubiese pasado, tratando de ignorar esa estúpida escena.
–Me asustaste, A-Xian. ¿No te enseñaron a tocar las puertas?
–Eso mismo quisiera saber –dijo el de conjunto morado.
Entonces notó como se elevaba una de sus cejas para mirar de reojo a su hermano y eso solo podía significar...
–Ni que estuvieras viendo porno –hizo una pausa como para agregarle suspenso a su estupidez luego volteó a observar inquisitivamente al de blanco– ¡Espera! ¡¿Qué veías?! ¿Acaso vuestro amigo "solo somos amigos" esta...?
Corrió a la ventana golpeándolo hacia un lado, Jiang Cheng se cruzó de brazo entrando a la habitación.
– ¡¿Qué haces?! –quiso detenerlo pero ya era tarde, en ese mismo momento estaba observando hacia la habitación de Xue Yang con un gesto evaluativo, Xingchen sintió mucho nervios, de hecho sintió pánico– ¡No seas idiota, Wei Wuxian! Cierra esa ventana, ¡Ahora!
El de negro y rojo viró sus tobillos con una gran sonrisa, Xiao no sabía qué había visto exactamente pero deseaba que no fuera a A-Yang bailando o algo peor; cambiándose de ropa.
–Ya relájate, creí que observabas a A-Yang pero su ventana está cerrada.
¿Cerrada?
Eso era inaudito porque realmente él estaba observándolo bailar pero... ¿Para qué decirle eso?
– ¿Qué mirabas afuera?
–Deja de ser un entrometido, Wei Wuxian –pidió su hermano con fastidio.
–Estaba estresado... –respondió pensando en una excusa y pronto tuvo una, señaló su consola y habló como un gamer frustrado. Por poco sintió afinidad con Wen Ning; él sí que era un chico raro– No puedo pasar ese nivel y bueno, quise respirar aire.
– ¡Ah!
Dijeron los dos hermanos al mismo tiempo pero notó que ninguno le creía realmente.
–Bien... –mencionó el de morado tratando de cambiar el tema– Disculpa por venir sin avisar pero...
– Shhhh... –lo hizo callar el de rojo con negro para sentarse sobre el puf, ganándose una mirada asesina por parte del otro.
– ¿Qué hacen aquí? –preguntó cambiando de tema– ¿No te quieren en tu casa o algo así, Wei Wuxian? Incluso arrástrate a tu hermano esta vez.
–Lo siento, Xingchen. No pude detenerlo o decir que no –Jiang Cheng era bastante educado por lo que ir y venir de esa forma; sin invitación o anuncio, le era incómodo– Pensé que nos íbamos a reunir...
–Necesitamos tener una plática de hombre a chico.
Volvió a interrumpir en la explicación del otro, Jiang Cheng apretó sus dientes para no escupir una grosería y enfocó al dueño de la habitación, esta vez quien elevó una ceja fue él.
– ¿De hombre a chico?
La sonrisa que manifestó le dejo entender que volverían el tema del sexo.
Si, él había logrado tener un novio y bueno, tocó la segunda base. Todos suponían que había sido Lan Zhan; pues de la nada, el muchacho comenzó a evitarlo con un gesto receloso en su semblante. En fin, esos temas eran impasibles para Xiao porque él no pensaba en los chicos de esa forma; de hecho, siempre deseo encontrar a su alma gemela para vivir con él todas esas cosas de esposos.
Un sólo hombre, eso era lo que anhelaba.
Después de casi dos horas hablando y jugando videojuegos con Wei Ying y Jiang Cheng logró sentirse en calma consigo mismo, la sensación de culpa por asediar secretamente a su mejor amigo había sido reemplazada con risas tontas, sonrojos incomodos e incluso una mini batalla física donde el ganador obtuvo la satisfacción de hacer reír hasta el llanto al otro.
Por supuesto, el perdedor fue Xiao.
– ¡Que batalla tan épica! –exclamo Wuxian cuando repitió el triunfo en el Mortal Kombat, Jiang Cheng llevaba media hora en su teléfono, sin prestarle atención a esos dos.
–Sí... –suspiró agobiado, había perdido por tercera vez y eso bastaba para que su amigo lo atormentará por una semana.
El vencedor soltó una risita complacida mientras se tocaba con el dedo índice la nariz, una costumbre que poseía desde el jardín de la infancia, según Yanli; su hermana adoptiva. De pronto pareció recordar algo observando la hora en su teléfono y torció su frente.
–Me parece raro que no estés en la audición.
– ¿Cual audición? –preguntó enmarañado, los dos hermanos le dedicaron una mirada pasmada.
–La de A-Yang –respondió Cheng, la expresión de Xingchen no cambio con esa información, realmente no comprendía a que se refería.
–Para entrar en la prestigiosa academia esa, la que siempre nos ha dicho –continúo Wei Ying.
– ¿Academia? –las neuronas en su cerebro comenzaron a realizar lo suyo abriendo sus ojos a más no poder– ¡Oh, no! ¡No puede ser! ¡Lo olvide!
Sin pensarlo dos veces se levantó de un salto dejando tirado el control de la consola, se colocó una chaqueta al azar y salió disparado junto a los otros dos de su habitación. Al llegar a la entrada se colocó los zapatos de su padre, poco le importo que le apretaran un poco, no tenía tiempo para verificar cual era el de quien, recogiendo unas llaves que estaban al lado de la puerta sobre un perchero.
Los hermanos imitaron su misma acción.
Desactivó la alarma del auto de su padre y abrió las puertas con un clic, entrando al interior sin avisar siquiera que lo tomaría prestado.
-- ¡Ashhh! –se quejó de la nada– No tengo licencia para conducir –exclamó frustrado, golpeando el volante con sus puños– ¡Tú! –señaló a Wei Ying– Sabes manejar y tienes licencia, trae tu trasero aquí y conduce.
Grito casi al borde del colapso levantándose del asiento del piloto, su amigo ni siquiera se movió solo lo observaba como si hubiese enloquecido y Jiang Cheng soltó una gran carcajada por la ocurrencia.
–No vine en mi auto, lo deje en el taller –mencionó avergonzado, una semana atrás había sufrido un ligero incidente con la puerta del garaje y el vehículo.
–Eso no importa, puedes usar el de mí...
–No manejare sin licencia, Xingchen –lo detuvo para que dejará de decir estupideces– Deje mi licencia en la guantera del auto. No quiero ir a la cárcel.
– ¡¿Qué?!
–Hasta que dices algo coherente –felicitó su hermano para después arrepentirse de sus palabras.
– ¿Sabes lo que le hacen a los chicos guapos como yo ahí? –sus brazos temblaron con la mención, abrazándose a sí mismo con una fingida mueca de lamento, Cheng chasqueo su lengua con aburrimiento– Todos esos convictos, adictos al sexo, con ganas de romper traseros y...
– ¡Wei Wuxian!
Gritaron exasperados.
– ¡Para ya con tu ataque de estupidez y ven a sentarte aquí! –le suplicó Xingchen.
Pero por el contrario solo sonrió como señal de que algo se le había ocurrido.
– Tengo una idea.
– ¡Ahí no! –se quejó el de morado.
– ¡¿Cuál?!
Le prestó toda su atención para verlo abrir la puerta del copiloto y salir corriendo, dejándolos incrédulos a los dos.
– ¡¿Quieren perderse la audición?! –les grito sin dejar de correr– ¡Corran!
– ¿Eh?
Motivado por los gritos salió del auto y comenzó a correr rápidamente detrás de él, seguido por un no muy convencido Jiang Cheng. La prestigiosa academia no quedaba tan lejos del trabajo de Xue Yang; es decir, en una caminata normal llegarían en unos quince minutos pero corriendo no sabían cuánto tiempo les tomaría, incluyendo el hecho de si serían capaces de soportar tal distancia en un ejercicio tan radical para un casi flojo Xiao. Sintiendo su corazón latiendo agitadamente se obligó a mover sus pies aun cuando su tórax dolía y la respiración no parecía llegar a sus pulmones, estaba viendo casi nublado mientras gemía en cada exhalación, estaba al límite pero el simple deseo de ver a Xue Yang bailando lo motivo hasta el final.
Cheng ya se había rendido unas cuadras atrás tosiendo a causa de la falta de aire mientras que Wei Wuxian continuaba en la cabeza del grupo sin ninguna señal de fatiga.
"–Necesito verlo... necesito... ¡Xue Yang!"
(...)
Nuevamente se encontraba en aquella casa de ataúdes, tan vieja y desprolija que cualquiera pensaría que aún seguía abandonada. Xue Yang ayudó a remediar algunas grietas en las paredes y en el techo, limpió los alrededores para que fuera más acogedor y retiró cualquier obstáculo que pudiese hacer tropezar a sus otros compañeros pero por más que lo intentó; simplemente era imposible regresarla a su belleza inicial.
"– ¿Estoy dormido de nuevo?"
Xiao Xingchen era el responsable de hacer las tres comidas para ellos, poseía una agilidad innata que maravilla al delincuente.
Como era ciego, no sabía cómo elegir vegetales y se avergonzaba mucho el regatear los precios. Cuando iba solo, si todo salía bien y los vendedores eran amables traía una buena compra pero a veces se encontraba con vendedores que se aprovechaban de su ceguera, por lo que los vegetales que aportaba de regreso eran carentes de calidad y cantidad. A Xiao no le importaba mucho, o, más bien, se podría decir que no le prestaba atención al asunto, pero usualmente A-Qing se enfurecía. Echando humo exigía los ingredientes junto a Xiao Xingchen, desafortunadamente, no podía hacer mucho porque también era ciega, eso lo comprendía el rufián.
Allí fue cuando Xue Yang se volvió útil.
Con ojos perspicaces y una afilada lengua que venía con ser un malhechor, si salía con ellos, cada vez que querían comprar algo, la primera cosa que hacía era regatear desvergonzadamente el precio a la mitad. Si el vendedor aceptaba, regateaba el precio más aún. Si se negaba, su mirada se volvía amenazante y los vendedores empezaban a pensar que eran afortunados de que alguien como él decidiera pagar en primer lugar y esperaban a que se fuera lo más pronto posible.
Ahora que A-Qing ya había liberado su enojo, solo por la felicidad que sentía, llegó a elogiarle un par de veces. Y, gracias al delicioso trozo de caramelo diario que les daba Daozhang, desde ese día y por un corto periodo de tiempo, una delicada paz se mantuvo entre A-Qing y Xue Yang. Sin embargo, nunca podía bajar su guardia con esa niña.
Los cortos periodos de paz eran de inmediato suprimidos por múltiples dudas y sospechas.
"–Eres muy prevenido, ¿Acaso nos parecemos en algo?"
Se quejó al darse cuenta de que su yo del pasado y su yo del presente eran completamente distintos aunque compartieran una ligera esencia. Prestó atención a cada detalle que evaluaba y fue testigo de cómo poco a poco sus pensamientos dejaron de ser destructivos. De esa forma los días fueron transcurriendo y aquel lugar se convirtió en su casita de juguete, con una familia incluida.
Cada noche que salía de casería nocturna aprovechaba el tiempo a solas con Xiao Xingchen para conversar cosas de adultos con él, de comienzo era difícil porque se ruborizaba hasta las orejas y tartamudeaba nervioso pero con el tiempo incluso llegaron a compartir besos húmedos y caricias traviesas.
¿Acaso era eso lo que quería?
Pese a que deseaba mucho más le dedicó la oportunidad de que fuera él quien diera el siguiente paso y sabia por como pintaban las circunstancias que no faltaría mucho.
"–También estabas enamorado de él, es por eso que cuando conocí a mi Xingchen sentí que era familiar, él era importante para mi desde que tu existías. Pero..."
Una sonrisa relajada se extendió por su rostro, después de dar unas cuantas vueltas por la zona decidió regresar para molestar un poco al hombre antes de ir por la cena de esa noche. De camino recogió tres palitos delgados, cortando uno por la mitad, apresurando sus pasos para subir los escalones que daban la bienvenida al hogar de ataúdes, su ritmo perezoso no detuvo su marcha, sonriendo al encontrar a Xiao sentado frente de la mesa.
"– ¿Por qué lo he visto sufrir en mis sueños? ¿Qué fue lo que realmente sucedió?"
Su brillante apariencia le daba a su día un aspecto más feliz, Xue Yang pudo distinguir el sentimiento detrás de sus pensamientos, siendo los mismos que él sentía por su ángel. Xue Yang se sentó en otra silla, casi al lado de la ventana, Xiao Xingchen sonrió al sentirlo cerca preguntando con un tonó confiado, a simple vista se podía decir que había un afecto especial entre ambos.
— ¿El turno de quién es hoy?
— ¿Qué tal si, desde hoy en adelante, ya no tomamos turnos? Cambiémoslo.
—Solo lo dices porque es tu turno hoy, ¿No es así? —una risita tierna brotó de sus labios— ¿De qué manera quieres cambiarlo?
—Aquí hay dos ramas. Si sacas la más larga, no tienes que ir; si sacas la más corta, entonces tendrás que ir. —extendió su mano al frente con dos ramitas de distintos tamaños entre sus dedos mientras que mantenía una tercera más larga que esas dos en su otra mano— ¿Qué piensas?
"—Eres un flojo y un tramposo."
Daozhang no dijo nada extendiendo su mano hacia él sin deshacer la pequeña alegría que se mostraba en sus facciones, Xue Yang le facilitó la búsqueda dejándole a su alcance aquellas ramas, el hombre saco la varita más larga entre esa mano.
—La tuya es la corta, gané —rió triunfante— ¡Tú vas!
—Está bien, iré —respondió con reticencia.
Tomó la pequeña canasta entre sus manos para levantarse y darse la vuelta; sin embargo, nunca llegó a caminar porque una mano lo detuvo.
—Regresa, yo iré.
"— ¿Está realmente loco o sufre de algún trastorno de la personalidad? ¿Qué es lo que quieres, Xue Yang?"
Le era extraño reclamarse a sí mismo pero dadas las circunstancia no lograba encontrar otra forma de liberar el estrés que sentía con cada acción extraña que hacía en su pasado.
— ¿Por qué ahora estás tan dispuesto a ir?
El hombre se levantó y se acercó al de blanco, quitándole con suavidad la canasta para depositar segundos después un casto beso en su frente.
— ¿Eres idiota? Te engañé —el rostro serio de Xiao quedó a su alcance— Tomé el más corto. Es solo que estuve escondiendo la rama más larga de todas detrás de mí, así, sin importar la rama que sacaras, yo iba a sacar la otra. Solo estoy explotando el hecho de que no puedes ver.
Se rió un tanto más de Xiao XingChen y luego se fue a paso relajado sosteniendo la canasta en su mano mientras silbaba y tatareaba una extraña canción. Tan pronto compró lo necesario para esa noche y la mañana siguiente comenzó su camino de regreso, estaba relativamente contento, deseaba salir de caza nocturna con el de blanco para aprovechar alguna oportunidad y besar sus labios de forma desprevenida. Llevaba la canasta llena de coles, zanahorias, bollos al vapor y otro tipo de comidas, caminaba al tiempo que bostezaba perezosamente y de repente, la fría voz de un hombre lo detuvo.
— ¡Xue Yang!
Maldijo internamente.
Como si alguien le hubiera vertido un balde de agua congelada sobre la cabeza, o como si alguien lo hubiera abofeteado hasta despertarlo de un profundo sueño, la expresión de Xue Yang se volvió aterradora en un santiamén. El dueño de esa voz salió desde atrás de un árbol, su espada había sido desenfundada y la sostenía en su mano, con la punta mirando hacia el suelo. Incluso el Xue Yang del futuro se quedó sin aliento, era Song Lan; el mismo que conocía en el instituto con la única diferencia de que este lucia más frío y sabio.
—Oh, ¿Acaso no es este el Daozhang Song? —fingiendo sorpresa el asesino se dirigió al cultivador— Qué invitado más inusual ¿Viniste aquí para obtener comida gratis?
Song Lan arremetió hacia él con su espada.
Xue Yang de inmediato sacó a Jiangzai desde sus mangas, bloqueando el ataque y retrocediendo unos pasos. Puso la canasta bajo un árbol.
—Maldito cultivador. Primera vez que en verdad quise ir a hacer las compras y aquí estás, arruinando mi ánimo.
En furia, los ataques de Song Lan tenían por objetivo la fatalidad. Gritó con una baja voz.
— ¡¿Qué diablos estás tramando?! ¡¿Por qué has estado tanto tiempo cerca de Xiao Xingchen?!
—Y yo me preguntaba por qué Daozhang Song aún tenía asuntos conmigo. Así que querías preguntarme sobre esto.
— ¡Dime! —exigió enfurecido ese Song Lan— ¡¿Por qué una escoria como tú sería tan amable como para ayudarlo en las cacerías nocturnas?!
El viento producido por la espada rozó contra su rostro, un corte apareció en la mejilla de Xue Yang, pero este no estaba para nada sorprendido.
— ¿Cómo es que Daozhang Song puede entenderme tanto?
Uno de ellos peleaba con las habilidades aprendidas dentro de una real secta mientras que el otro lo hacía con la experiencia ganada en sus crímenes. Era obvio que Song Lan era más hábil que Xue Yang. Le atravesó el brazo a Xue Yang.
— ¡Dime!
Si no fuera por el hecho de que este asunto era tan alarmante para Song Lan y debía saber qué es lo que estaba ocurriendo, su espada hubiera atravesado su cuello en vez de su brazo. Si bien Xue Yang estaba herido, su expresión no cambió en absoluto.
— ¿Realmente quieres oírlo? Temo que te vuelvas loco. Algunas cosas no deberían darse a conocer.
La voz de Song Lan fue más fría que nunca.
—Xue Yang, ¡Mi paciencia se está agotando!
Con un clang, Xue Yang bloqueó el ataque que apuntaba hacia sus ojos.
Respondió.
—Bien, si estás tan entusiasmado por oírlo, ¿Sabes lo que ese mejor amigo tuyo hizo? Acabó con una gran cantidad de cadáveres caminantes. Lo hacía por el bien mayor, sin pedir nada a cambio. Es bastante conmovedor la verdad. Si bien se sacó sus ojos por ti y se volvió ciego, lo bueno era que Shuanghua era capaz de apuntar hacia la energía cadavérica para él ¿Pero qué es aún mejor? Descubrí que si le cortas la lengua a las personas que están bajo envenenamiento cadavérico para que así no pudieran hablar, Shuanghua no podía diferenciar a los vivos de los muertos, así que...
Lo explicó de una forma extremadamente detallada, los dos brazos de Song Lan y su espada temblaban.
—Tú, monstruo... Tú, vil monstruo...
—Daozhang Song, a veces siento que la gente respetuosa como tú realmente está en desventaja cuando tratan de maldecir a otros, porque siempre son esas mismas palabras repetidas una y otra vez. No tienen absolutamente nada de poder ni creatividad. Ni yo he usado esas dos palabras para llamar a otros desde que tenía siete.
Song Lan estaba bajo una furia tremenda, atacó de nuevo, esta vez apuntaba hacia su garganta.
— ¡Te impusiste en su ceguera y lo engañaste de una forma terrible!
El ataque era tanto rápido como fatal. Xue Yang logró esquivarlo, pero de todas formas atravesó su hombro. Como si no pudiera sentir nada, ni siquiera retrocedió.
— ¿Su ceguera? Daozhang Song, ¿Acaso olvidaste por quién se volvió ciego al sacarse sus propios ojos?
Al escuchar esto, tanto el rostro como los movimientos de Song Lan se congelaron.
Xue Yang continuó.
— ¿En qué posición estás para echarme la culpa? ¿Cómo amigo suyo?
¿Eres tan sinvergüenza como para decir que eres su amigo? Hahahaha, Daozhang Song, ¿Necesito recordarte que fue lo que le dijiste a Xiao Xingchen después de que exterminé a los del Templo Baixue? Cuando él estaba preocupado por ti y quería ayudarte, ¿Con cuál expresión lo miraste? ¿Cuáles fueron las cosas que le dijiste?
Song Lan estaba en un terrible estado mental.
— ¡Yo! En ese tiempo, Yo...
Xue Yang le interrumpió.
—En ese tiempo, ¿Estabas molesto? ¿Adolorido? ¿Sufriendo? ¿No sabías en dónde dejar salir tu ira? ¿Así que por eso la dejaste salir con él? Para ser justos, la razón por la que exterminé a todo tu clan fue precisamente por él. Es bastante entendible el por qué te desquitaste con él. De hecho, era exactamente lo que quería.
¡Cada frase era un golpe crítico!
Tanto las palabras de Xue Yang como sus ataques se hicieron más rápidos, sus movimientos eran serenos pero cada vez más difíciles de defender, hasta que gradualmente empezó a tomar la ventaja. Song Lan no pudo notarlo.
Xue Yang añadió.
— ¡Bien! ¿Quién fue el que dijo "de ahora en adelante, no es necesario que nos volvamos a ver"? ¿Acaso no fuiste tú, Daozhang Song? Él hizo caso a tu petición y desapareció después de sacarse los ojos por ti ¿Ahora, a qué has venido por él? ¿No es esto hacerlo mucho más difícil? Daozhang Xiao Xingchen, ¿Estás de acuerdo?
Al escuchar esto, Song Lan vaciló, ¡Incluso sus ataques lo hicieron! Para haber sido engañado por un truco tan sencillo, era notorio que la mente y los movimientos de Song Lan realmente habían sido alborotados por Xue Yang. Tomando ventaja de una oportunidad tan perfecta, con un movimiento de su mano, le hizo llover polvo de envenenamiento cadavérico encima. Nunca antes alguien había visto este tipo de polvo de envenenamiento cadavérico, incluyendo Song Lan; quien accidentalmente, respiró una gran cantidad de polvo. De inmediato sabiendo que estaba en una mala situación, Song Lan empezó a toser; sin embargo, la Jiangzai de Xue Yang había estado esperándolo por largo tiempo, ¡Con un frío relampagueo desde la punta de la espada, se disparó directo dentro de su boca!
Aquí fue cuando la lengua de Song Lan fue cortada por Jiangzai.
Los sonidos eran aterradores.
Song Lan lograba permanecer de pie, inclinándose sobre su espada, con su otra mano, se cubría la boca mientras que la sangre se colaba sin cesar entremedio de sus dedos. Con su lengua cortada debido al repentino ataque de Xue Yang, Song Lan estaba bajo tal agonía que no podía siquiera caminar. Sin embargo, aun así elevó su espada del suelo y se tambaleó hacia Xue Yang, este último esquivó el ataque fácilmente y una bizarra sonrisa apareció en su rostro.
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