2.
El azabache caminaba con una enorme sonrisa en la cara, su madre nuevamente lo había llevado al hospital, al parecer también había conseguido un trabajo ahí como enfermera, Baji estaba alegre de eso, podría ver a Kazutora, su nuevo amigo mucho más tiempo.
Abrió la puerta con total confianza, haciendo que el niño que estaba mirando por la ventana tranquilamente se sobresalte.
Kazutora había pensado que no sé volverían a ver a pesar de lo que había dicho el día anterior, pensó que tal vez solo le mentía.
— ¡Hola, Tora!
— ¿Eh? ¿Baji? — Formuló con sorpresa mirándolo fijamente, traía puesto una polera bastante ancha color blanca y unos jeans a medida.
— Llámame Keisuke. — Contestó tranquilamente y a la vez cerraba la puerta de la habitación e iba acercándose a su amigo para sentarse en la silla y así puedan charlar tranquilamente. — ¿Cómo estás?
— Bien, me han hecho exámenes y estoy agotado. — Confesó apenado, jugando con sus dedos.
— ¡Seguro pronto te recuperarás!
Kazutora asintió algo dudoso. Su estado de salud en estos momentos no era el mejor que digamos.
— ¿Y que haces aquí?
— Vinimos a ver a mi tía, además de que mi mamá encontró un trabajo de enfermera en este hospital, así que me verás bastante seguido por aquí. — Avisó Baji. — Espero no te moleste, claro...
— ¡No, para nada! — Movió sus manos exageradamente negándose. — Es agradable tener a alguien con quién hablar, gracias por eso.
Keisuke sonrió. — Por cierto ayer me dijiste que te gustan leer mangas ¿No? Así que pensé en traerte algunos que tengo.
— ¿Enserio? — Los ojos de Kazutora brillaron, el contrario examinó atentamente el perfil ajeno, sonriendo con satisfacción al ver cómo sonreía.
— Mira, te traje este, se llama Tokyo revengers. Se trata sobre un chico que quiere rescatar a su ex-novia, la cual está muerta y va al pasado para salvarla. — Explicó, Kazutora alzó una ceja curioso. — Sé que suena bastante simple pero pronto aparecen muchos más personajes, por ejemplo hay un tipo el cual con una patada te manda a volar.
Kazutora miró entretenido a Keisuke, este le explicaba con una gran emoción. Baji al percatarse de eso se rascó la nuca nervioso.
— Perdón... — Murmuró.
— No te preocupes. — Lo miró burlonamente. — Que otaku me saliste.
— ¿Ah?
Kazutora miró como el azabache frunció el ceño, desvío su mirada soltando una diminuta risa.
— ¿Eh, de que te ríes...?
Y así fue como empezaron un pequeña discusión que acabó en risas y refunfuños de Keisuke.
— Está bien, está bien, ya no te molesto con eso.
— ¿Sabes qué? Dime cómo quieras. — Espetó gruñón, y Kazutora sonrió victorioso.
— Eres muy enojón, ¿Lo sabes?
El chico rodó los ojos, suspirando.
Y así estuvieron por varios minutos, riéndose y burlándose de los mangas que había traído Baji, ambos niños cada vez se conocían más y más. Los lazos de ambos chicos se fortalecían, los días siguientes fueron lo mismo al igual que los meses. Baji siempre iba a visitar a Kazutora, el azabache siempre se traía algún pequeño detalle para su amigo, mangas, alguno que otro dulce que Kazutora le comentaba.
Así como aquel día.
— ¡Hola, Tora! — Su sonrisa se ensanchó al ver nuevamente al chico. — Mira, te traje algo. — mostró en su mano una pequeña bolsita negrita. — ¿Cumples once, no?
El chico asintió, Keisuke con cuidado fue hasta él y lo abrazó con emoción.
Kazutora era bastante arisco, no le gustaba mucho el afecto entre piel, inclusive diría que le incomodaba pero era bastante diferente cuando se trataba de Keisuke, en brazos de aquel chico se sentía protegido, querido.
Sonrió con un pequeño e inocente rubor en las mejillas, su rostro estaba escondido en el cuello de Keisuke, sintiendo su calor corporal, era cálido.
El pelinegro se separó de él y le ofreció la bolsita negra.
— Hace poco dijiste que querías ¿Perforar tu oreja, no?
— ¿Eh?
— ¡Yo lo puedo hacer, por eso te traje esto!
Kazutora lo miró con cierta duda pero al ver cómo Baji sonreía emocionado solo asintió.
— ¿Estás seguro?
— ¡Completamente!
Esa tarde fue bastante divertida, Keisuke no tenía tanta experiencia perforando orejas y si era sincero jamás lo había hecho. Pero lo iba a hacer por Kazutora.
Ese mismo día por la mañana había hablado con una amiga de su infancia, Emma, la cuál le dijo como podría hacerlo, ya que ella había perforado la oreja de varios amigos suyos.
Kazutora estaba totalmente calmado, confiando plenamente en Keisuke, su mejor amigo.
Porque sí, en ese momento ambos se consideraban mejores amigos.
— Kazutora.
— ¿Hmm? — El chico estaba acostado en la camilla mirando la ventana, Baji ya había perforado su oreja, es más, este ya tenía puesto un pequeño arete, lo curioso aquí es que Keisuke como un aniversario de amistad decidió compartir aquellos aretes, el niño de colmillos le comento que su madre no le dejaba perforarse, así que el lo tenía como un brazalete.
Baji estaba acostado a un lado de la camilla de Kazutora, ambos tenían las manos entrelazadas.
— Siempre estaré a tu lado. — Sonrió con esa típica sonrisa que radiaba alegría y cariño, esa sonrisa que solo Baji Keisuke sabía hacer.
Kazutora asintió.
Su cumpleaños número 11 había sido el mejor día de toda su corta vida.
— Gracias, — El contrario mostró una pequeña sonrisa. — Keisuke.
Esa tarde ambos chicos se olvidaron de todo, solo eran ellos dos en el mundo, olvidandose de enfermedades y de cualquier mal que los carcomía por dentro.
Así como el cáncer.
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