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Todos los relojes dan la hora correcta, al menos una vez, incluso si están trabajando con fallas mecánicas. La ecuación para ello la había descubierto desde que fuese niño, anotándola en esa vieja libreta de pasta gruesa empastada con un psicodélico que había rayoneado con plumones de colores como si los colores tan estrambóticos y puestos al azar no fuesen ya lo suficientemente caóticos. Tony revisaba esa reliquia personal, terminando de inspeccionar las cajas restantes en la mansión Stark. un hábito que había adquirido cada vez que peleaba con Pepper. Newton resucitado. Aquellas peleas eran cada vez más frecuentes y se negaba a formular la dura respuesta del por qué.
-"Jefe, hay un evento importante en la Red."
-No más caídas del Bitcoin, Viernes.
-"Los archivos de HYDRA han sido liberados."
-¡¿Qué carajos?! ¡Muéstrame! ¡Vamos! ¡Vamos!
Lo que fuese que el siempre correcto de Steve le hubiera estado haciendo daba sus frutos al fin. Una grosera cantidad de información clasificada repartida a lo largo y ancho de Internet como si fuese un Wikileaks con esteroides. El castaño olvidó su extravagante bebida energética en el suelo para teclear furioso sobre los dos teclados que Viernes hizo aparecer, recolectando esos preciosos archivos, sobre todo aquellos encriptados. Se sintió como un niño descubriendo sus regalos debajo del árbol en Navidad. No dejaron escapar ni uno solo, así, cuando la ONU junto con sus perros guardianes comenzaron a retirar la información clasificada, él ya tenía al menos diez respaldos de ellos.
-Viernes, acabamos de ganar la lotería.
-"Desea ver alguno archivo en estos momentos, Jefe?"
-Estoy seguro de que ya dominas la retórica, linda.
-"Le recuerdo su cita a las nueve de la noche con la Señorita Potts."
-Tengo varias horas de respaldo. Vamos a destapar mis regalos. Terminación en número primo, que no sea tres ni cinco.
-"Buscando archivos..."
-Yyyyyyy... ¡detente!
-"Archivo f60087. Codificado."
-Si no cuesta, no vale la pena.
-"Encriptación de archivo... resuelta."
-Anda, Viernes, no me hagas esperar tanto.
-"Reporte de misión: 16 de diciembre de 1991."
Tony se quedó muy callado, parecía haber sufrido un corto circuito. La fecha la conocía por causas que no le eran agradables. Fantasmas volviendo a su vida igual que la libreta psicodélica en su regazo. Un frío repentino hizo un recorrido veloz por su espalda como un latigazo que lo devolvió de forma brusca al presente. Se levantó de la silla en la que se había quedado de piernas cruzadas, casi pateándola en su movimiento repentino para mirar la pantalla holográfica con la información que Viernes estaba desplegando para él.
-No está... -carraspeó un poco- No está todo. ¿Viernes?
-"Archivos nativos no digitales resguardados por último Adiestrador. Buscando portador más reciente."
Una pregunta se apoderó de la mente del millonario, convirtiéndose en un pensamiento recurrente que no iba a abandonarle. ¿Por qué HYDRA tenía un archivo con una fecha similar a la del accidente de sus padres? Como hombre de ciencias y experimentado empresario, sabía que no existían las casualidades, menos cuando se trataba de ese viejo enemigo que hacía honor a su nombre al negarse a morir. Aquel destape vía Internet había dejado al descubierto la gente que aún servía a la organización como sus planes, pero ya había pasado a segundo plano cuando ese archivo elegido de forma azarosa taladraba su mente con asfixiante insistencia.
-"Tengo la dirección, Jefe."
-Iré en la armadura.
-"Su cita con..."
-¡No estoy pidiéndote tu opinión!
Viernes calló, activando la armadura que Stark usó para ir hacia Cleveland, buscando al último portador del material de HYDRA, Vasily Karpov, quien resguardaba dos objetos relacionados con esa misión de tan fatídica fecha. Pepper cenaría sola una vez más, sin enviar ya mensaje alguno a Tony, ignorando el estado de éste al volver a la torre con una libreta roja y una cinta de video con la fecha del 16 de diciembre de 1991. Solo Viernes atestiguaría el desastre en el taller cuando el castaño estalló en rabia, en llanto, disparando a todo y nada, arrojando todo incluyéndose él mismo contra las paredes. Ella no llamó a Happy ni al Coronel Rhodes, porque aquel momento fue demasiado doloroso como privado.
Cuando todo pasó, fue el propio millonario quien limpió todo, ordenó y reconstruyó hasta que un nuevo día apareció por los ventanales. Llamó a Pepper para disculparse con un enorme ramo de rosas que llegó en esos momentos al Penthouse junto a una botella de vino y sus mejores intenciones para seducirla entre bromas tontas. El libro como la cinta de video fueron ocultados en su bóveda secreta hasta nuevo uso, mientras tanto, él volvió a ser el mismo, con sus mismos problemas, sus mismas rutinas, y esa misma sonrisa que ocultaba el dolor que estaba consumiéndole, reclamando por venganza.
Odiando con todo su ser a James Buchanan Barnes.
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