capitulo 9
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DARA
Trato de mantenerme despierta, mientras uno de los superiores ofrece una extensa charla sobre lo que significa el matrimonio. Después la misa de la mañana, todas las parejas que estamos a punto de dar el paso, fuimos invitados –o, mejor dicho, obligados, a quedarnos para recibir sus palabras.
<<El matrimonio es una institución sagrada establecida por Dios>> alega, después da inicio a especificar los aspectos importantes: Tu cónyuge debe ser la persona más importante en tu vida, después de Dios. El amor debe estaba estar presente cada día, ama incluso cuando sea difícil hacerlo. No te rindas ante el primer conflicto, si Dios dispuso eso para ti, solo queda asumirlo. Respeta a tu cónyuge, se honesta con él.
Por último, se detiene en la fidelidad y en la cuestión de la castidad, que significa abstenerse de cualquier relación sexual prematrimonial. Explica que Satanás trajo al mundo actual las relaciones antes del matrimonio y que son un pecado, un pecado casi tan grave como el asesinato. Delitos sexuales, los llama.
<<Las relaciones íntimas entre esposo y esposa son sagradas. Éstas son ordenadas por Dios para procrear hijos y como expresión de amor dentro del matrimonio>>. Luego, agrega que seguir a pie de la letra la ley de castidad, traerá como recompensa una felicidad y unión mayor.
—Estoy orgulloso de nosotros por esperar —pronuncia Tobías a mí oído, dándome una sonrisa de gratitud. Trago saliva, inquieta. Las manos me sudan terriblemente y el corazón late, acelerado, abordado por una intensa corriente de sentimientos.
Al mismo tiempo, percibo una punzada en la boca del estómago, pero no duele, se asemeja a la ansiedad. No puedo dejar de pensar en que engañé a mi novio. En que falté a mi compromiso de ser fiel y no fue un solo hecho, los pensamientos impuros también aparecieron mientras dormía. Están fuera de control.
Amanecí exhausta y sudada, mamá estaba mirándome desde una esquina de la habitación asustada, creyendo que se trataba de una pesadilla. Ella cree que el diablo se entromete de vez en cuando en nuestros sueños para desviarnos del camino correcto. Aunque no soñé precisamente con el demonio que mi madre piensa, si soñé con alguien que lleva el nombre de uno.
Kellen.
<<Y así como pueden obtener amor y felicidad, un castigo recaerá sobre el cónyuge que falte a su compromiso, pecando de cualquier manera>>.
Tobías sostiene mi mano, la entrelaza con la suya y, segundos después, se voltea extrañado.
—¿Te sientes bien, cariño?
Niego. Percibiendo como mi respiración se altera, empiezo a hiperventilar y trato de apaciguarme. No lo lograré.
—Tengo que ir al baño —me suelto de él y abandono la sala abruptamente, para internarme en el baño. Rápido, pongo el seguro, anteponiéndome al hecho de que a Tobi quizá se le ocurra seguirme y necesito lidiar con esto sola.
Reclinada en el lavamanos, abro el grifo y dejo correr el agua fría, echándome una buena cantidad en la cara, de manera reiterada. Agua fría, como el baño que tuve que darme esta mañana para que mi cuerpo dejara de pedirme cosas que no puedo darle.
Pero el sueño no se me olvida, se asemeja a una tortura. ¿Será esto el castigo del que habla el superior?
Detengo el grifo, limpio los rastros de agua con papel de secar y tomo una larga respiración, justo cuando escucho un par de golpes en la puerta.
—Dara, ¿estás bien? ¿puedo pasar? —dice Tobías, atento pero asfixiante.
Aprieto los puños, recordándome que tengo que controlar mis impulsos y buscar la templanza. Ya cometí el error. Tengo que encontrar la manera de saldarlo.
—Sí, yo... Ahora salgo —respondo, todavía las escenas del sueño se propagan en mi cabeza. Cierro los ojos, me apoyo sobre la puerta para no perder la estabilidad y nuevamente, exhalo profundamente. Hay una necesidad física en mi interior que está pidiendo atención.
—¿Dara?
—Ahora voy —pronuncio con la voz más firme y, antes de salir, chequeo mi aspecto frente al espejo. Luzco normal, como de costumbre, apagada. Condicionada por el largo de la falda, el cuello de la blusa y la chaqueta manga larga. Mi cabello está trenzado, cae naturalmente por detrás. La sombra en el reflejo de mis ojos me devuelve la imagen de la chica que ya no quiero ser, pero lo soy. Soy esto.
—¿Qué te pasa? —indaga mi prometido, al verme aparecer tras la puerta.
—Nada. Me duele un poco el estómago. Nada grave —remarco, a lo que su entrecejo permanece fruncido. No está conforme.
—Abandonas la catedra por un insignificante dolor de estómago. ¿En serio? —abre los ojos, molesto. Tobías está fuertemente comprometido con la institución. Heredó ese régimen estricto de sus padres. Al ser adolescentes, no era tan notable, pero desde que nos comprometimos, él no es capaz de olvidar las responsabilidades, ni si quiera por un instante. Los momentos divertidos casi han desaparecido.
—Necesitaba un momento.
Él chasquea la lengua y me sostiene por el brazo.
—Volvamos. Ha hecho una pausa solo por nosotros. Hablará del momento en que llegan los hijos —adelanta y tira de mí hacia el salón.
También está dando por hecho que quiero hijos, cuando ni siquiera lo hablamos. Supongo que es la costumbre de los matrimonios. Casarse, vivir juntos, tener hijos. Sin embargo, para mí es otro motivo que me roba la respiración. Un peso directo depositado en mi pecho.
<<Los hijos son una de las mayores bendiciones...>> retoma la conversación y pierdo levemente la estabilidad, a pesar de que estoy sentada en una silla. Tobías, entusiasmado, me acaricia la espalda.
¿Cómo puedo si quiera plantearme la posibilidad de tener hijos si aún no sé quién soy?
¿Cómo puedo estar aquí sentada, cuando en lo único que puedo pensar es en la forma en que Kellen me atrajo hacia él para luego besarme?
¿Cómo puedo pretender saldar un error, cuando todo lo que deseo es cometerlo otra vez?
KELLEN
Vuelco en una taza los últimos restos de café caliente que sobreviven en la oxidada cafetera, invadido por el silencio descomunal que habita la casa. Ya es pasado el mediodía, pero el resto continúa durmiendo. Levi estuvo hasta el amanecer pegado a los videojuegos. Azael llegó a final de madrugada, todavía bajo los efectos de la marihuana. Arthur duerme en el sofá, no tengo idea que fue de él, pero cuando llegué a casa ya estaba desmayado, siendo fiel a su estilo. En cambio, Bea es la única que me recibe despierta, mientras lee un libro y devora un sándwich en la mesa principal de la sala.
—Buen día —pronuncia, repleta de ironía—. Te dejé uno listo en el refrigerador, por si te da hambre —se refiere al sándwich que, de hecho, prepara delicioso.
Con la taza repleta de café en una mano, me aproximo a Bea, para darle un apretón en el hombro y luego dejar un beso encima de su cabeza.
—Eres mi hermana favorita, lo sabías, ¿no?
—Soy la única que tienes, gracioso —se burla, haciéndome a un lado mientras se concentra nuevamente en el libro.
La dejo en paz y me dirijo hacia afuera, donde aprovecho a encender un cigarrillo. Fumar es un habito de mierda, reconozco que debería dejarlo, pero sigo haciéndolo de cualquier forma. Me reclino hasta apoyar los brazos en la barandilla y echo un vistazo al vecindario, que se encuentra demasiado tranquilo.
Las calles están vacías, hasta que un vehículo moderno se estaciona a un lado. Minutos después, Tali desciende de él. Compruebo que todavía está vestida como si fuera a trabajar, también diviso rastro de maquillaje y su cabello un tanto desorganizado. Camina hacia su casa descalza, lleva el par de tacones en una mano y en la otra, una cartera. Levanta esta última apenas para saludarme y le devuelvo el gesto, comprendiendo que no tiene ganas de acercarse.
—Ella sí que sabe cómo divertirse —la voz de Azael me toma por sorpresa y volteo hacia él, un tanto molesto porque se estropeó la tranquilidad—. Eh, lo siento. Pensé que estabas acostumbrado, ya sabes.
Me encojo de hombros.
—Olvídalo —resto interés al tema, simplemente porque no me nace ponerme a debatir sobre mis verdaderos sentimientos. Sobre lo disconforme que estoy acerca de mi relación con Tali. Sobre lo mucho que la quiero, lo increíble que es el sexo con ella, pero el vacío que deja cuando se va. Y lo extrañamente amargo que me siento al ver que me aparta de su vida.
—Estás de mal humor —da por hecho.
—No tengo ganas de hablar.
—¿No vas a decirme lo que pasó con Dara? Se veían como una parejita de novios mientras salían del bar.
Doy una calada al cigarrillo, después lo sacudo y le doy un golpecito con el dedo índice, ocasionando que las cenizas se esparzan en el suelo.
—Al menos dime que no la dejaste traumada o algo así. Que llegó sana y salva a su casa, no lo sé —pide, con un leve deje de preocupación. Intenta asegurarse de que no terminaré en problemas—. Es demasiado inocente para ti.
Precisamente por eso me gusta, pienso
—Nos besamos —largo abruptamente.
—Oh. ¿Y...?
Si está esperando que le brinde detalles, está en el lugar equivocado.
—Eso fue todo. Por ahora —agrego y dejo entrever una sonrisa. No me esfuerzo por ocultarla, se apropia de mi expresión porque simplemente, soy capaz de sentir que con Dara tendré más.
Ese beso fue el inicio de una hermosa tormenta.
Una tormenta hermosa y caótica, todo al mismo tiempo.
—Kellen... —dice utilizando un leve tono de regaño. Cuando hace eso, me recuerda a nuestra madre y sus reproches—. No te vas a meter en problemas. ¿O sí?
—¿Qué crees?
Azael suspira, abrumado.
—Mejor voy por ese sándwich que vi en el refrigerador —abandona el tema y se gira, adentrándose a la casa.
—Eh, idiota. Es mío. Bea lo hizo para mí —exclamo y a la vez, lo persigo a paso rápido.
Llego justo a tiempo para arrebatarle el sándwich de sus asquerosas manos.
✤♡✤♡✤♡✤
DARA
—Cuéntamelo todo, por favor —insiste Sarah, que se sienta a mí lado en el sillón hamaca que papá colocó recientemente en el jardín.
Rápido, cierro la libreta y la hago a un lado, preguntándome que tanto alcanzó a ver mi hermanita.
—¿Todo de qué?
—De lo que pasó anoche —baja la voz—. ¿O quién crees que se mantuvo despierta la noche entera vigilando que Anna no despierte?
Alzo las cejas, sorprendida y seguido, la estrecho con fuerza entre mis brazos. Creo que simplemente, yo era la que necesitaba un gran abrazo.
—Ahora sí. A donde fuiste, con quien, que hicieron —vuelve a pedir con emoción, tras despegarnos. La mirada de Sarah resalta lo eufórica que está por oír la historia. De las tres, creo que es la que más ansía salir al mundo. Su desesperación es gigantesca, en relación a la que yo tenía a su edad. Sin dudas, Sarah es distinta. Ella tiene un gran rechazo hacia la iglesia desde que expulsaron a su mejor amigo, Lucas, porque descubrieron que era homosexual y mantenía una relación con alguien externo a la institución.
Eso pasó hace casi un año y no volvió a saber de él. La familia de Lucas continúa formando parte de la comunidad, y al parecer, ignoran su existencia.
Sarah de a ratos se pone triste, pero confía en que algún día volverá a verlo.
—De acuerdo —accedo—. Pero no te pongas a gritar o van a sospechar —le advierto. A pesar de que mamá y Anna están dentro haciendo la cena y papá mira un torneo de fútbol, considero que, de algún modo, pueden estar escuchando—. Salí con Kellen —largo casi en un susurro, a lo que Sarah se tapa la boca, acallando los chillidos—. Me llevó a un bar, fue muy divertido —confieso, notando que en algún momento comencé a sonreír sin forzarlo—. Y luego... —bajo la vista hacia el piso, me sonrojo. Las cosquillas me sumergen en el final de aquella madrugada—. Me besó, Sarah. Él me besó.
—Esto es demasiado. No puedo con esto —exclama bajo un grito ahogado. Río por su genuina emoción—. Me declaró tu fan número uno —bromea y se echa sobre mí, dándome un abrazo.
Entonces, siento unas dolorosas ganas de llorar al comprender que, después de un largo día fingiendo, por primera vez puedo ser yo misma.
—¿Tachabas puntos de la lista, no?
No olvido que ella fue quien diseñó la idea de la lista: cosas que quiero hacer antes de casarme. Las cumplí a casi todas, pero no me siento ni un poquito completa.
—Sí. Está hecha o bueno, casi. Se supone que ahora tengo que seguir con los planes.
—¿Lo harás, de verdad?
—Es lo que corresponde.
Intenso convencerme, pese a que por dentro comienzo a sentirme miserable. Al mismo tiempo, delibero la manera de dejarlos conformes a todos. Tobías ha sido mi mejor amigo por años, lo quiero. Mamá y papá solo buscan lo mejor para mí, es lo que han hecho toda su vida. No quiero echarlo todo a la basura en un instante. No quiero deshacer esta familia como si no significase nada.
✤♡✤♡✤♡✤
La tensión que todavía me invade, se incrementa llegada la noche. Apoyo la cabeza en la almohada, cierro los ojos y me sumo en la oscuridad, nerviosa de que mis sueños vuelvan a jugarme una mala pasada. Temiendo pronunciar su nombre en voz alta y que alguien más pueda oírlo.
Pero, ¿qué puedo hacer? Si su beso me devolvió un pedazo de vida que no conocía y el sencillo roce de nuestros cuerpos me otorgó una sensación descomunal.
No puedo culpar a mi inconsciente por pedir más. Lo hago, secretamente.
Ojalá ese sueño hubiera sido real.
No puedo evitar desearlo.
De ser así, habría acabado en su habitación, desnuda en su cama. Él me desvestía y luego, yo le decía que podía hacer lo que quería conmigo.
Y él lo hacía. Sí que lo hacía.
✤♡✤♡✤♡✤
NOTA DE AUTORA: Hola, ¿cómo están? ¿qué les pareció el capítulo? se que no hubo mucha acción (como en el anterior) pero creo que también es necesario mostrar la realidad de cada uno (y lo distintas que son). Además, amamos a Azael, Bea, Levi, Tali, Sarah<3. Ya habrá tiempo para conocerlo mejor a todxs (incluso a Anna).
Pero prepárense para Dara y Kellen (están advertidas).
Gracias por el apoyo, por leer, votar y comentar. Son lxs mejores <3
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