capitulo 6
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DARA
El mundo daba vueltas a mi alrededor, las náuseas todavía no cesaban y no podía dejar de pensar en cómo llegaría a casa antes del amanecer. En mi cabeza, el plan sonaba efectivo, excepto en que no contaba la parte en la que me emborrachaba.
Los tragos que bebí apestaban a alcohol, y la verdad, ni siquiera sentí placer, solo lo hice para experimentar algo diferente. No quería quedarme al margen, mirando como todos la pasaban bien. Además, tenía que aprovechar la ocasión.
Y sí que lo hice.
Antes de caer ebria, disfruté de la música que escuchaban y reí con la historia infantil que relató Azael, sobre la vez que él y Kellen pusieron un puesto de tatuajes en el instituto, y Kellen dibujó la piel de todos sus compañeros con fibra indeleble. También descubrí que son muy unidos, crecieron e hicieron todo juntos. Kellen tiene veinticuatro, Azael veintidós. Sin embargo, Azael es un conversador nato y Kellen, se muestra reservado. En realidad, no sé si acostumbra a ser así o solo es cortante conmigo.
Por momentos, siento que tiene algo contra mí. Quizá no le agrado o simplemente no le caigo bien. Aunque por la forma en que se preocupó cuando me vio arrodillada en el baño, me hace descartar la primera opción.
Incluso, me trajo a su habitación, que está desordenada, con prendas de vestir desparramadas en el piso y la cama sin hacer. Aunque se ocupa de arreglarla, para luego dejar que me recueste en una mitad. Desde allí, contemplo el resto del lugar: poster de bandas de rock en las paredes, un escritorio con papeles desorganizados y hasta una guitarra eléctrica color blanco, oculta entre una pila de libros. Sobre la mesita de noche, tiene un portarretratos que contiene fotos polaroid. Reconozco a él y a Tali en varias.
—Acá está el agua —el rubio vuelve, con una botella entre las manos. Me la extiende e ingiero un trago.
—Tu novia es muy hermosa —le digo, sincera.
Tali, probablemente, sea la chica más bonita que he visto. Tiene el cabello negro azabache que le cae por debajo de los hombros, sus ojos son de un verde claro y brillante, y llevaba una falda corta y un crop top que le quedaba sensacional.
Kellen eleva las cejas y ríe.
—Lo sé.
—Podría ser modelo o estar en televisión.
—Es bailarina.
—Oh, vaya —pronuncio, sorprendida—. ¿Y qué baila?
—Es stripper —revela, mientras se deja caer en el costado vacío de la cama, despreocupado.
—¿Son las que se quitan la ropa, no?
Kellen vuelve a reír. Empiezo a creer que se está burlando de mi escasa información.
—Sí. Y lo hace increíble.
—Entonces no... ¿No te molesta que otros hombres la puedan ver?
—No, es su trabajo y ella sabe lo que hace. Además, tenemos una relación abierta —aclara, pero no consigo entender el término por completo.
—¿Y eso que es exactamente?
—Quiere decir que podemos intimar con otras personas y que no pasa nada —explica de forma concisa. Él lo asume con normalidad, en cambio, para mí es todo nuevo.
En casa, eso es estrictamente un pecado. Las personas infieles que tienen relaciones extramatrimoniales son castigadas y en el peor de los casos, expulsadas. Si quieren permiso para reincorporarse, primero tienen que cumplir una serie de pautas para obtener el perdón del señor y de los superiores.
Tan solo plantearlo como una opción sería un pecado
—Entonces... ¿si tú y yo nos besáramos, no sería infidelidad? —indago, para verificar que entendí bien y también por pura curiosidad. Sin embargo, me arrepiento de inmediato del ejemplo que di. Los tragos que bebí siguen haciendo estragos en mi cabeza.
Kellen clava sus ojos en mí, también sorprendido y yo, me pongo roja de vergüenza.
—No, no lo sería. Podría besarte ahora mismo si quisiéramos —el calor acumulado en mis mejillas, se traslada a través de mi cuerpo, hacia todas las direcciones. Contemplo destellos de malicia en la sonrisa que él emite mientras nos consume el silencio—. ¿Qué hay de ti?
Niego con la cabeza. Sorbo otro poco de agua y levanto la mano izquierda, mostrando la sortija que llevo en el dedo anular.
—Esas cosas no existen en mi mundo.
—¿Entonces qué haces aquí, Dara?
Me encojo de hombros, de pronto, afligida.
—Supongo que intento descubrir que hay más allá de lo que conozco —respondo y me doy cuenta que el alcohol tuvo ese efecto sobre mí: restó la timidez y me permitió ser más abierta—. No sé si quiero casarme —confieso, sin creer en lo que hice. Él es la segunda persona en saberlo.
—No lo hagas. Es tu vida, tú decides qué hacer con ella.
—No es tan sencillo. No en mi mundo, Kellen.
Me limito a dar explicaciones, porque sé que es difícil entender si no eres parte. Crecí educada bajo una rama estricta del cristianismo, las personas que amo forman parte de la comunidad y confían ciegamente en los postulados que la rigen. He visto lo que pasa con las personas que se rebelan. Son expulsados, humillados y lo peor, olvidados. Sus propias familias los echan y se rehúsan a mantener el contacto. Quedan prácticamente solos en el mundo.
De solo pensarlo, me cuesta respirar.
—Nadie puede saber que estuve aquí —le digo, cerrando los ojos porque tras el mareo, llega el cansancio.
—Es un secreto —asegura y me da tranquilidad, porque su expresión dice que ya no está jugando conmigo. Parece tomárselo en serio.
Dejo la botella de agua sobre la mesita de noche y de manera automática, mi cuerpo se relaja casi como si estuviera en mi propia cama.
✤♡✤♡✤♡✤
Despierto sobresaltada, con un dolor de cabeza tremendo, pero las cosas a mí alrededor han dejado de dar vueltas. Reviso el teléfono celular, cinco de la madrugada. Recuerdo que mis padres se levantan a las seis, por lo tanto, tengo que marcharme a casa.
Echo un vistazo al otro extremo de la cama, Kellen duerme abrazado a una almohada. Los músculos marcados de sus brazos quedan a la vista, debido a que lleva una camiseta sin mangas y no puedo evitar detenerme en el detalle. Sonrío.
A pesar de que dormimos en la misma cama, queda un gran espacio entre nosotros. Él duerme a un extremo, casi a una orilla, como si tuviera la intención de no incomodarme. Es lindo. Y es el primer chico con el que comparto una cama.
Me reincorporo sentándome a una orilla, mientras me coloco las zapatillas que yacen el suelo y deduzco que él me las quitó cuando me quedé dormida.
—Hey —su voz detrás de mí, vuelve a causarme un escalofrío que me recorre de un extremo a otro.
—Tengo que ir a casa.
—Te acompaño —dice y no me rehúso. Giro la cabeza apenas, observando cómo se despega del colchón y se estira, pasando una mano por su cabello despeinado.
Bajamos. En el sofá, no está Azael ni ninguno de los chicos, sino que hay un hombre adulto que el rubio ignora. Evito preguntar, porque a pesar de que ofreció acompañarme, percibo que no tiene el mejor humor. Supongo que es el tipo de personas que prefieren no hablar con nadie cuando apenas se despiertan.
De hecho, transitamos las primeras cuadras en silencio. Camino con los brazos cruzados debajo del pecho y él, con las manos guardadas en los bolsillos delanteros de su pantalón. A mitad de camino, se prende un cigarrillo. El olor me desagrada, pero no tanto como para querer alejarme.
—Escuché que, de niño, tatuaste a toda tu clase —largo, para romper el silencio abismal. Ni siquiera pasan autos por la carretera. Escondo una sonrisa que se materializa al ver que sus comisuras también se elevan.
—No solo eso. Les cobré por hacerlo. Pagué las comidas como por tres días —recuerda—. No puedo creer que mi hermano siga contando esa estúpida historia.
Río por lo bajo.
—Fue algo ingenioso —reconozco.
—Al menos ahora lo hago de una manera más... profesional.
—¿Eres tatuador?
Asiente.
—Enzo y yo tenemos un local, él me hizo la mayoría de los que tengo.
Lo observo, maravillada. Kellen está rodeado de cosas interesantes. Podría escucharlo hablar el resto de la madrugada y el día entero.
—¿Duele?
—Un poco. Pero no es un dolor malo, quiero decir, te acostumbras. Al final lo vale.
—No sé si podría soportarlo, pero me gustaría hacerme uno— confieso, a pesar de que un tatuaje atenta contra las reglas básicas. Alterar la piel significa descuidarse, maltratar el cuerpo y transgredir lo natural.
Aunque para mí son bonitos y muestran personalidad.
Él me mira como si no pudiera creer lo que digo.
—Cuando quieras —ofrece y en mi imaginación, se despierta una escena. Pienso en sus manos moviéndose, casi rosando, cualquier parte de mi cuerpo y recibo un cosquilleo inquietante. Tan intenso, que casi puedo sentir su tacto como real.
Freno en seco, dándome cuenta que solo resta media cuadra para llegar a casa y encuentro la excusa perfecta para evadir lo que él provocó.
A partir de ahora, puedo seguir sola. Además, no quiero arriesgarme a que mis padres vean a Kellen trayéndome a casa de madrugada. Me harían saldar los pecados y a él, lo dejarían sin trabajo y quien sabe qué más.
—Hasta aquí está bien —le hago saber.
—De acuerdo. Nos vemos —se despide, aunque no se mueve. Está esperando que yo avance.
—Nos vemos —contesto, tambaleándome sobre mis talones—. Y Kellen... Me divertí mucho hoy.
Sostengo su mirada durante un momento que se siente eterno y, sin más, avanzo. Le doy la espalda, caminando en dirección a casa, que se encuentra en la esquina. De algún modo, me siento vacía, como si hubiera estado la noche entera deseando más y al final, no lo obtuve.
Es tan extraño. Nunca me había sentido así.
Sus ojos me sacuden una última vez. Kellen todavía está mirando cuando me cuelo a través de la cerca.
✤♡✤♡✤♡✤
KELLEN
Acudir cada noche de sábado al bar "Éxtasis" se hizo una costumbre desde que cumplimos veintiuno, la edad suficiente para ingresar y consumir durante madrugadas enteras. El dueño es Mario, un tipo excéntrico con un marcado gusto hacia la cultura del rock, por ende, su bar está ambientado en colores oscuros y la música es rock en todas sus variantes.
Enzo, Caleb y yo nos sentimos como en casa desde la primera vez que fuimos. El fin de semana siguiente llevamos a Tali y cuando Azael tuvo la edad indicada, también se sumó.
—Estaba pensando en invitar a alguien más esta noche —le digo a Azael, que se pasó por el local para beber un par de cervezas junto a Enzo. Es nuestro rato libre, después de atender a un par de clientes.
—¿A quién?
—Dara —largo sin rodeos, haciendo que ambos se sorprendan.
Enzo ríe. Mi hermano se pellizca el puente de la nariz, algo fastidiado.
—Te la estás tirando.
—Tú con una mojigata, nunca lo habría imaginado —continúa Enzo. Obviamente, los dos están haciéndose ideas equivocadas.
—No me la estoy tirando —pronuncio con la voz firme. Ambos se comportan como adolescentes hormonados.
—Bueno, no te pongas así. Imagino que debe tener lo suyo debajo de toda esa ropa —se burla el contrario y le envío una mirada amenazante. Azael lo increpa de igual modo—. Ya, solo quería decir que no te juzgo.
—El punto es que entre ella y yo no pasa nada.
—Por ahora. Te conozco, Kellen. Te atrae lo prohibido y lo vas a intentar, lo vas a intentar una y otra vez, hasta conseguirlo. Y acabarás metido en un enorme lío. Luego no me digas que no te advertí.
Me río a causa de lo exagerado que puede llegar a ser Azael.
—Cálmate. Estás armando un mundo, cuando solo sugerí invitarla porque me dijo que no tiene amigos.
—Como sea. ¿No te parece un lugar un poco pesado para Dara? Se va a espantar.
—Tiene razón —coincide Enzo.
Lo considero y quizá, puede llegar a ser cierto, pero yo me encargaré de que se divierta.
—Yo voy a estar ahí. No le va a pasar nada.
—Si tú te haces cargo... Invítala —Azael se encoge de hombros, recoge una lata de cerveza y continúa bebiendo.
Admito que mi hermano tiene razón. Es cierto que me atrae lo prohibido. Cuando alguien dice "no" para mí es "sí" y, mientras más difícil sea algo, más me atrapa. Inevitable, como una adicción. Excitante, como un desafío.
Quizá por esa razón no he podido quitarme a Dara de la cabeza. No desde la noche anterior, cuando preguntó qué pasaría si nos besábamos ahí mismo, en mi habitación. O la forma en que sus ojos se iluminaban y se abrían ante mí, curiosos, entonces su voz sonaba, indagando sobre mí, haciéndome sentir la persona más interesante del mundo.
Después de un rato, busco su número que agendé en mi celular el día que le saqué a Levi la billetera, en caso de que tuviéramos que llamarla. Tecleo un par de mensajes que borro, hasta que finalmente me decido y pulso enviar.
Kellen: ¿Quieres salir con nosotros esta noche?
Percibo los riesgos y los tomo, todos. Adoro ir contra la corriente.
✤♡✤♡✤♡✤
NOTA DE AUTORA: ¡capítulo para festejar que la novela hoy llegó a los 3K! Les agradezco mucho el amor que le están dando. Últimamente me venía sintiendo un poco frustrada con respecto a la escritura, pero esta historia hace que vuelva a ser la chica que escribía simplemente para disfrutar y pasar un buen rato <3
¿Hasta ahora que les parece la historia? Me encantaría leer sus comentarios :)
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