capitulo 37

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DARA

—¿Irnos? Pero... ¿Por qué? ¿A dónde? —pregunto confundida, después de que mi hermana mayor lanzara la bomba. Mi labio inferior tiembla ligeramente, angustiada porque su expresión, tan estricta y severa, denota que lo que tiene para decir no me gustará nada.

Me recuerda un poco a mamá, tan firme y aferrada a su posición.

—Hey. ¿Qué está pasando? —Kellen aparece bajando las escaleras, viste un pantalón de chándal gris, una camiseta negra y su cara indica que recién despertó. Está incluso más perdido que yo.

Anna larga un suspiro de frustración. Sarah permanece tímidamente a su lado, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta. Está un poco pálida, más delgada y puedo notar que su cabello largo y oscuro, creció. La inocencia en su mirada continúa, pero no es tan brillante como solía serlo hace un tiempo. Creo que mi hermanita está pagando el precio de descubrir cómo funciona realmente nuestra familia. Todas lo hacemos, en realidad. Solo que ella aún es una niña, no merecía ser golpeada tan duramente por la verdad.

Ojalá pudiera evitarle el dolor, pero sé que es imposible.

—Dara, siéntate, por favor. Kellen y Azael, pueden quedarse, pero en silencio y sin interrumpir —ordena.

Se da la vuelta, camina dirigiéndose a los sillones y la seguimos. Sarah ocupa uno individual, Azael y Anna permanecen de pie en el medio, Kellen y yo compartimos el sofá grande. Me inclino hacia su lado, como quien busca un poco de cariño para amortiguar el dolor del golpe que está a punto de recibir. El rubio me rodea con un brazo y con la mano libre, me acaricia el cabello.

—A ver, lo primero que tienes que entender, es que tenemos dos opciones —comienza a explicar—. Opción uno, seguir viviendo con mamá y papá, dejar que nos manipulen a su antojo y cumplir con sus reglas porque de lo contrario, enviarán a Sarah al internado —manifiesta y asiento, eso fue justamente por lo que estábamos pasando—. Opción dos y aquí viene lo complicado, huir. Las tres. Nosotras somos mayores de edad, en teoría somos libres de hacer lo que queramos, pero Sarah aún tiene dieciséis. Eso indica claramente que, mamá y papá nos buscarán por cielo y tierra, obviamente respaldados por la justicia y por la iglesia, porque sabemos que no les gusta perder fieles.

—¿Con esto qué quieres decir? —trato de comprender, aunque en el fondo sí lo hago y solo estoy postergando lo inevitable.

Anna suaviza la expresión; encuentro en su mirada algo maternal, como si quisiera protegerme, aun sabiendo que no tiene manera de evitar el sufrimiento.

—Quiero decir que tenemos que desaparecer, Dara. Hacer como si la tierra nos hubiera tragado. Al menos por un tiempo, hasta que Sarah cumpla la mayoría de edad y no tengan ningún derecho sobre ella —expresa, en un tono que mezcla cautela con honestidad.

Abandono la posición relajada entre los brazos de Kellen e invadida por la tensión, me siento de manera recta con la vista en el piso. Niego, nerviosa, hasta que regreso la mirada hacia mi hermana que se mantiene contemplándome con paciencia.

—Podríamos quedarnos aquí un tiempo. ¿No?

—Es el primer sitio en el que buscarán —dice como una obviedad—. Lo más sensato es salir de la ciudad, es la solución más inmediata.

—¿Pero a donde vamos a ir? Nunca hemos ido tan lejos solas. ¿De qué vamos a vivir?

—No lo sé. No tengo la respuesta para todo. Lo arreglaremos en el camino, descubriremos cómo hacerlo. Pero tenemos que irnos y mientras más rápido lo hagamos, mejor. Será cómo ganar tiempo.

—No. No quiero irme —vuelvo a negarme—. Tiene que haber otra forma.

Me levanto, sintiendo mi corazón palpitar rápidamente, golpeando con rudeza el pecho. Me siento frágil, colgando de un hilo que está volviéndose cada vez más débil, un hilo que pronto se cortará y caeré al vacío, perdiéndome en la infinitud de lo desconocido. Mi vida está sacudiéndose nuevamente y esta vez, no me gustan las consecuencias. La primera vez que mi mundo quedó de cabeza sentí pavor, pero al mismo tiempo, fue excitante. Permanecer despierta esperando la hora adecuada para escapar de casa, cuestionar las creencias familiares, hacer valer mi voz, perder el miedo a explorar mi cuerpo, asumir el deseo, sentir libremente.

No estuve sola en todo eso. Él estaba conmigo. Él lanzaba el disparador que me hacía valorar las situaciones desde otra perspectiva. Él potenció una parte de mí misma que no conocía. Una parte que, de hecho, me encanta, porque amo a esta Dara.

Esta Dara que no existiría sin Kellen.

—Hey, Dara. Ven —él me habla suavemente, intentando detenerme al tirar con delicadeza del brazo.

Rápido, me deshago del agarre y camino al exterior. Necesito aire. Distancia. Tanto tiempo viví conteniendo emociones, que de pronto es difícil gestionarlas. Exploto. Exploto y no sé qué hacer con tanto enfado, exploto sintiendo que estoy al borde de cometer una locura, como lo hice en la iglesia, cuando le propuse a Kellen prenderla fuego.

En el pórtico, apoyo la espalda sobre un barandal de madera, mientras reprimo las ganas de golpear la pared hasta hacer sangrar mis manos. También, me gustaría aparecer en la iglesia, escupir en sus caras, gritarle acerca de lo defectuoso que es su sistema. Tan defectuoso, que causa daño irreparables.

¿Por qué estuve tanto tiempo dormida, sin vivir realmente mi vida?

—Bambi —Kellen sale al exterior, cerrando la puerta tras su espalda—. ¿Estás bien?

Me encojo de hombros, resignada.

—¿Qué opinas de lo que dijo Anna?

—La situación es complicada —larga—. Está haciendo lo mejor que puede.

Resoplo.

—¿También apoyarás su plan? O sea, ¿apoyarás la idea de estar separados por tiempo indefinido?

—No. Eso nunca. Solo quiero lo mejor para ti, Dara. Si eso implica estar por un tiempo lejos, de acuerdo. Lo manejaremos —pronuncia mostrando sinceridad. Dejándome sin palabras. Estoy enfadada, no controlo lo que digo y por un instante, tengo la sensación de que el mundo entero está en mi contra.

Sin embargo, ahí está él. Recordándome que se preocupa, que intenta cuidarme, que es <<lo mejor para mí>>.

Lágrimas desbordan por las esquinas de mis ojos y las reprimo casi desde el nacimiento, apretando el pequeño sitio con los dorsos de las manos.

—Es que no sé qué haré con mi vida si me voy —intento explicar—. Desde que tengo memoria mis padres decían que sí seguía las reglas y respetaba ciertos mandatos, las cosas siempre saldrían bien para mí. Por eso seguía cada regla, cada vez que cumplía con algo tenía la sensación de que estaba yendo por el camino correcto y que al final sería salvada —me detengo para tomar aire—. Hasta que de pronto un día desperté y simplemente sentí que no estaba feliz, que había algo mal en esa forma de vivir. Y así fue como, eso en lo que creí durante toda mi vida, se rompió, se convirtió en mi enemigo. De pronto perdí la fe y empecé a sentir que desperdicié gran parte de mi vida —no puedo resistir más, las lágrimas caen y Kellen las aparta con el pulgar, poniendo atención a cada oración que sale de mi boca—. Pero también te conocí a ti y es como... Eres lo único que tiene sentido. No puedo pensarme sin ti, Kellen. Es como si no fuera yo.

—No te pongas triste, Bambi. No —lo pronuncia como si verme así doliera—. Yo puedo decirte lo que harás: vas a creer en ti —menciona convencido, él solo hecho de que no esté hablando sobre lo que pasará con nosotros como pareja, me confunde un poco—. Te animaste a cuestionar a todo un sistema, tuviste el valor de enfrentar a toda tu familia, te arriesgaste para conseguir lo que querías ¿quieres que siga? —logra hacerme sonreír—. Eres increíble y sé que ahora parece que todo está mal, pero vas a descubrir lo que quieres hacer con tu vida, y todo va a estar bien ¿sí? —aunque no puedo sentirlo, confío en él—. A mí nunca me vas a perder, nunca. Siempre voy a estar aquí para ti ¿está claro?

Asiento, porque aquello sí que lo creo. Sé que ese hueco entre sus brazos siempre será mío, que no le pondrá a nadie más un apodo especial y que sus labios no desearán con tanta exaltación la piel de nadie más.

—Eres mío, Kellen Hunt. Y yo soy tuya, para siempre. No lo olvides.

—Nunca podría olvidarlo. Te llevo en la piel, Bambi.

✤♡✤♡✤♡✤

Recompuesta, nos unimos al resto que continúan activos en la sala. Tanto Sarah como Azael escuchan con atención las indicaciones que Anna repite en voz alta, dando la impresión de que están tomando notas mentales. Especialmente el rubio.

—Bien. Entonces tú me conseguirás el celular —le dice a Azael, al mismo tiempo que realiza una anotación sobre la libreta que sostiene entre manos. Anna es muy organizada y yo, todo lo contrario—. Y tu amigo tendrá listo el auto para mañana.

—Ajá —afirma.

—¿Auto? —los miro, confundida. Kellen tampoco entiende.

—Un amigo del trabajo vende un auto usado. Es viejo, pero está en buen estado —explica Azael.

—Pero no podemos comprar un auto —echo un vistazo a Anna, esperando una explicación lógica.

—Tuve que sacarle efectivo a papá —confiesa, seguido se persigna. No puedo imaginar la forma en que en su mente se está torturando a sí misma por haber hecho algo así. Experimento una presión en el pecho, diciéndome que también tengo que poner lo mejor de mí para enfrentar esto juntas—. Necesitamos un lugar para pasar la noche ya que apenas se den cuenta de que faltamos, vendrán justo aquí.

—La casa de Tali.

—Sí, es perfecto —apoyo la idea de Kellen—. Ellos no saben de la existencia de Tali.

—¿Dónde vive?

—Aquí al lado.

—De acuerdo. Pasaremos lo que resta del día y la noche ahí —acepta Anna sin rodeos.

✤♡✤♡✤♡✤

Poco después, Tali está abriéndonos la puerta de su casa. Sonríe y no puedo evitar fijarme en ella, llevábamos demasiado tiempo sin vernos. Aunque no carga uno de esos conjuntos despampanantes que vestía cuando salíamos, luce sensacional con ropa corriente. Un pantalón corto que expone sus piernas, junto a una sencilla camiseta de tirantes sin sostén. Saluda al resto, pero al llegar mi turno, me da un abrazo como si lleváramos años siendo amigas. Y sé que es real, porque si algo la caracteriza, es su brutal honestidad.

—¿No vas a presentarme a tu familia? —pregunta, relajada.

—Oh, sí. Ella es Anna, mi hermana mayor y Sarah, la más pequeña.

—Al fin tengo el placer de conocer a las hermanas Lawson —sonríe con natural simpatía—. Bueno, siéntanse como en casa. Están de suerte —bromea, divertida—. Mi familia no vuelve hasta el fin de semana. ¿Quieren una habitación?

—Está bien. Sarah y yo estaremos bien en el sofá —se adelanta Anna, apoyando con timidez los bolsos sobre el piso. Se nota que está incomoda y que, además, le cuesta relacionarse con gente que apenas conoce fuera del circulo <<religioso>>. Y aunque me encantaría que pudieran ser amigas, sé que no será posible.

—Como quieran —se encoge de hombros—. La única condición es que no pidan permiso para nada.

—Está bien. De todas formas, no estaremos mucho tiempo —concluye Anna.

—Me gustaría ver una película. Como lo hacía con Bea — habla Sarah, que es más bien extrovertida.

—Claro. Ahí tienes el televisor.

La más pequeña sonríe y sin pensarlo más, se dirige al mando del televisor. No la detengo. Creo que ver una película al menos la ayudará a distraerse un poco. Mientras tanto, Anna se acomoda en un rincón del sofá y Kellen aguarda atento que las tres encontremos un espacio. Azael se marchó antes de venir, tenía que trabajar.

—Bueno, yo estaré en mi habitación —menciona Tali, encaminándose al cuarto.

—Yo tengo que salir —anuncia Kellen, mientras volteo hacia él—. Tengo una reunión con un abogado, por lo de los chicos —explica.

—Quiero acompañarte. ¿Puedo?

—¿Estás loca? —se entromete Anna, escuchando desde el sofá—. No puedes salir a la calle ¿si te ven? De igual forma Kellen, tienes que ser cuidadoso. Asegúrate de que no te sigan —hace que entremos en razón por lo que bufo, exhausta.

Odio que tengamos que manejarnos así, ocultándonos como si hubiéramos cometido el peor de los delitos.

—Tiene razón —reconoce Kellen—. Te veo luego ¿sí? Te compraré algo rico para comer —me da un beso en los labios y sonrío a la mitad.

Me encanta cuando tiene esos detalles conmigo.

Kellen se marcha, coloco el seguro a la puerta, mientras en el televisor comienza a reproducirse una película y Anna está con las piernas dobladas sobre el sillón, escribiendo concentrada en su libreta. No interrumpo, probablemente está haciendo cálculos o apuntando detalles importantes que no deberíamos olvidar. Me quedo mirando el escenario y por un instante, me siento fuera de sí. En una realidad alternativa donde, las tres chicas que crecieron juntas sumidas en una estricta religión, de pronto sacaron a relucir su espíritu rebelde y decidieron tomar las riendas de su vida. Sé que el plan aún no es un éxito, pero percibo una cuota de esperanza. Las tres podremos empezar de cero. Cada una decidirá lo que quiere ser, sin límites ni reglas. Solo nosotras mismas.

—¿Estás bien? —pregunta Tali, al verme ingresar a su habitación.

—No lo sé —me encojo de hombros—. Siento que estoy en una montaña rusa, bajo y subo constantemente. Entiendo que irme es lo correcto, pero me aterra alejarme de Kellen.

Recostada en la cama, me señala un espacio vacío. Lo ocupo de inmediato.

—Los cambios dan miedo, pero a la larga son positivos. Funcionan —me anima—. A mí me hubiera encantado tener hermanas ¿sabes? Creo que es un vínculo único. Y ustedes tienen suerte, se llevan bien, se cuidan, se complementan. En algún punto también lo haces por ellas ¿no?

—Sí, claro. Haría cualquier cosa por ellas —admito—. Pero Kellen es mi novio, mi mejor amigo, el amor de mi vida —me arriesgo a revelar—. No quiero perderlo. No quiero estar sin sentir todo lo que él me hace sentir.

Tali analiza durante unos largos segundos la conversación.

—Es seguro que no lo vas a perder. Cuando tienes una conexión así con alguien, nunca se pierde. Sé que duele, pero tómatelo con calma. Aprovecha este tiempo para ti, para conocerte más a ti misma, para saber lo que te gustaría hacer, para experimentar —sonríe dando lugar a la intriga—. Por cierto, tengo algo para eso.

Frunzo un poco el ceño, sin comprender. Aunque me agrada esa capacidad de llevar mis preocupaciones hacia una perspectiva más alentadora. Sin develar nada, se pone de pie, abre el armario, saca una caja color negro y la pone sobre la cama.

—¿Qué son?

—Juguetes —se relame el labio inferior—. Juguetes sexuales.

Alzo las cajas, mi curiosidad despertándose enseguida.

—Tranquila, estos son nuevos. A mis sugar daddys les gusta hacerme regalos —ríe ligeramente—. Esto es un succionador —saca otra caja totalmente sellada, que tiene la imagen de un artefacto que nunca antes había visto—. Créeme que cuando lo conozcas, te volverás adicta.

—¿Hablas en serio?

—Sí. Te lo juro. ¿Quieres probar? —pregunta, colocando la tentación ante mis narices. Incapaz de echarme atrás, asiento, dando el visto bueno—. Será mejor que le ponga seguro a la puerta —lo hace, encargándose de que nadie pueda interrumpir. Antes de regresar, enciende un pequeño parlante con música y finalmente, vuelve acomodarse en una parte de la cama, al mismo tiempo que abre la caja y manipula el objeto hasta hacerlo funcionar. Escucho el sonido de la vibración y mi piel se estremece—. A ver, quítate la camiseta. Empezaremos por algo más <<leve>>.

Confiada, me quito la camiseta, exponiendo el simple sostén de tela blanca. Dejo los brazos al costado, esperando su actuación.

Tali se acerca, desprende un tirante y parte del sostén cae hacia adelante, dejando un pecho a la vista. Después, humedece dos dedos con saliva y la esparce sobre mi pezón, que se pone duro de inmediato, dejándolo listo. Seguido, coloca el artefacto encima y lo pone en funcionamiento.

Percibo un choque de corriente eléctrica que me hace erguir la espalda y emitir un jadeo.

—Se siente bien, ¿no? Prueba tu misma —lo deja en mis manos. Sin poder resistir la sensación, lo aparto unos segundos y vuelvo a ponerlo encima—. Puedes hacerlo también en el otro —también lo descubre, lo humedece y dirijo hacia allí el aparato—. Usa también la otra mano para tocarte —indica, la sostiene sobre la suya y recorre desde el medio de mis pechos, pasando por mi abdomen, hasta llegar a la parte baja de mi vientre—. Allí abajo es aún mejor.

Excitada, lo aparto para ayudarla a quitarme las prendas inferiores y la dejo hacer. Tendida sobre la cama, me incita abrir las piernas, vuelve a buscar mi mano que sostiene el aparato ahora apagado y lo guía hasta mi húmeda intimidad, justo sobre el clítoris.

—¿Lo enciendo? —pregunto, un tanto temerosa.

—Sí. Pero te advierto que será intenso.

Bajo la atenta mirada de Tali, presiono el botón. El placer es instantáneo. Muerdo el labio inferior con fuerzas, tratando de ahogar los gemidos. Aparto el juguete y lo acerco, una y otra vez, sintiendo que mi punto está cada vez más sensible.

—Sube la intensidad y no lo muevas —indica.

—No sé si puedo aguantar.

—Sí puedes —asegura, su mano se posiciona sobre el dispositivo, impidiendo que lo mueva. Sube la intensidad y en cuestión de segundos, mi cuerpo entero colapsa. Experimento el choque eléctrico desde el centro, extendiéndose a través de mi integridad que se sacude, mientras mi espalda se arquea y mis pies se aprietan, en señal que alcancé el clímax.

—Oh por dios —pronuncio con la respiración acelerada.

—A eso me refería con experimentar —Tali se arroja a mi lado, portando una sonrisa traviesa—. Aún tienes un millón de cosas por descubrir, contigo misma, chicos, chicas. No te limites, siempre y cuando te sientas cómoda —aconseja.

<<Justo así, como ahora>>, pienso.

Amo a Kellen, pero Tali también me gusta muchísimo.

KELLEN

Durante la noche, armamos una especie de fiesta en casa de Tali. Comemos pizzas, bebemos cervezas y le obsequio a Dara un par de cajas con chocolates que le sacan una sonrisa genuina que me derrite el corazón. Mientras conversamos alrededor de la mesa, la contemplo, tan dulce, tan sensible y llena de vida, y entonces me digo a mí mismo que <<no sé cómo lo haré sin ella>>.

No quiero sentirla lejos.

No quiero que estemos lejos.

Pero sé que es lo mejor, por eso guardo los sentimientos y pienso que en otro sitio ella estará a salvo.

Recojo un botellín de cerveza y me aparto hacia el sofá, colocándome a una esquina. Bebo un par de tragos, hasta que Dara se da cuenta de mi forma repentina de aislarme y se aproxima, mostrándose preocupada.

—Necesitaba hacer esto —se sienta sobre mis piernas, pasa un brazo alrededor del cuello y comienza a dejarme besos cortos en el cuello, pasando por la mandíbula, hasta llegar a mis labios. Ajusto una mano a su cintura, recibiendo gustoso el contacto—. ¿Cómo te fue con el abogado? —me sostiene la barbilla, obligándome a mirarla.

—No muy bien —respondo—. La verdad, las noticias no son muy esperanzadoras. La denuncia que hizo tu madre, los papeles que firmó mi padre y las cosas que contó... El juez me considera un peligro para los chicos —le dejo saber, pero sin ahondar en detalles. Si esta es nuestra última noche, quiero aprovecharla de otra forma—. Prefiero no acordarme de eso ahora. Mejor cuéntame que hiciste tú. ¿Te aburriste?

Dara abre un poco los ojos y se mordisquea el labio, nerviosa. ¿Acaso dije algo malo?

—No, bueno, un poco sí porque te extrañé todo el día —habla tierna, jugueteando con las cadenitas que tengo alrededor del cuello—. Tali me estuvo enseñando algunas cosas —agrega, inocentemente.

—¿Ah sí? —entrecierro los ojos—. ¿Sabes algo? Ustedes dos son un peligro juntas.

Ella deja escapar una sonrisa, mientras sus mejillas se tiñen de rojo. Creo que descubrí el pequeño secreto.

—Sí, pero no hicimos nada malo. De verdad. Me enseñó algunas cosas. ¿Te gustaría ver? —se balancea aún nerviosa sobre mis piernas—. Eso sí, solo puedo mostrarte en un lugar privado —pronuncia acercándose a mí oído.

Pasmado, bebo un largo trago de cerveza fría, intentando bajar la oleada de calor que subió a través de mi cuerpo. ¿Cómo puede ser que detrás de esa carita de ángel, se encuentre un demonio sexual y provocador?

—Vivo al lado ¿recuerdas? Y casualmente la casa está vacía —juego, demostrando que puedo darle todo lo que me pida.

Dara sonríe satisfecha, como quien acaba de obtener justo lo que quiere.

—Sí, claro. Pero primero quiero buscar algo que olvidé en el cuarto de Tali —deja un beso rápido sobre mis labios y huye, directo a la habitación.

Abandono la botella a medio beber sobre la mesita frente al sofá y la persigo, recordando que, si nos ven salir por la puerta principal, su hermana podría detenernos. Llego a la habitación, justo cuando Dara está colgándose un bolso al hombro cargado con cosas que no quiero imaginar o no podré contenerme un segundo más.

—¿Qué haces aquí?

—No sé si aguantaré llegar a casa —confieso, estrechándola entre mis brazos y comenzando a besarle el cuello. Dara ríe por lo bajo.

—Está al lado, no exageres —se aparta, evadiendo el agarre. Atina a salir por la puerta, pero la detengo.

—No. Salgamos por la ventana. No quiero arriesgarme a que tu hermana nos vea y nos prohíba salir —explico, ella extiende una sonrisa emocionada. No puedo creer que esté sonriendo en medio de la repentina huida. Es tan hermosa—. Mierda.

—¿Qué?

—Qué te ves hermosa rompiendo las reglas. Y es mi culpa ¿sabes? Creo que te volví adicta a lo prohibido.

—Sí, Kellen. Tú me volviste impura y adicta a lo prohibido, y siempre te agradeceré por eso —dicho aquello, me proporciona un beso provocador y se escabulle por la ventana hacia el exterior, dejándome con la excitación a medias.

Dejándome con ganas de más, con ganas de todo lo que sea junto a ella.  

✤♡✤♡✤♡✤

NOTA DE AUTORA:

Hola, ¿cómo están? Traigo esté capítulo largo y de madrugada, donde Dara volvió a hacer de las suyas. 

Volvió Tali, volvió la típica reunión y hasta los encuentros secretos entre Kellen y Dara.  

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Les gusta la faceta de Dara descubriéndose a sí misma?

¿Team Dara y Kellen?

¿Team Dara y Tali?

¿O Team Dara-Kellen-Tali? 

¿Tienen alguna teoría para el final?

De paso, les aviso que el final está muy muy cerquita. También que cualquier otra novedad la estaré anunciando por mis redes y por acá <3.

Espero ansiosa leer sus comentarios, respuestas y votos, realmente necesito del apoyo de ustedes para que la novela siga creciendo y no se estanque. Muchas gracias :)



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