capitulo 36
Por fa, no olvides dejar tu voto y/o comentario. No cuesta nada y me ayuda a crecer como escritora en la plataforma. ¡Gracias!
DARA
Atrás quedó la iglesia destrozada, el recoveco donde me mantenían aislada, la vigilancia de Tobías y los cristales derramados en el suelo. Atrás quedó la vida que solía llevar, los planes que construyeron para mí, las creencias que me impusieron.
Ya no sé en qué creo.
La religión que me asignaron desde que nací, se convirtió en la mayor decepción que sufrí. Descubrí que nunca fuimos una familia de verdad, más bien un sistema ligado por vínculos sanguíneos que funcionaba en torno a un montón de reglas impuestas por personas que se creen superiores. Superiores predicando una religión que es una mentira. Una religión que, a lo largo de la historia, funcionó para justificar actos homofóbicos, racistas, xenófobos, machistas y un montón de atrocidades que nunca acabaría de contar.
Si veo en retrospectiva, mi estómago da vueltas y me dan ganas de vomitar.
Pero si veo ahora mismo, el presente, si volteo tan solo a un lado, lo veo a Kellen.
Él sostiene mi mano, mientras camino a su lado a través de un deshabitado callejón, vistiendo tan solo su chaqueta de abrigo y un par de zapatillas. Mis muslos aún están húmedos, mi corazón aun late apasionado después del reencuentro que tuvimos y mi vientre aún cosquillea como la primera vez que me besó.
Es una sensación tan bonita como infinita. Si tan solo permaneciendo a su lado me siento así de viva, quiero quedarme junto a él para siempre.
Al percatarse de que lo estoy mirando, se detiene, me apoya contra una pared y me da un beso apasionado, de esos que me dejan sin aliento y me hacen desear más. Después, toma una pequeña distancia, sonríe encima de mis labios y habla.
—¿Ya viste lo que hicimos? Espantamos a mi hermano —menciona divertido sobre el hecho de que Azael se adelantó y nos dejó a solas porque no podíamos despegarnos. Asiento emitiendo una risilla, mientras él se me queda viendo como si intentara contemplar mi interior—. Estás bien ¿no? Dime que ninguno de esos pervertidos te hizo daño.
Tiene una mano encajada en la curva de mi cintura y mueve los dedos, proporcionando delicadas caricias.
Bajo la mirada y trago saliva mientras niego, luego regreso a sus ojos y me pierdo en ellos.
—No pudieron hacer nada —aseguro—. Tú y Azael llegaron a tiempo.
—Quizá. Pero tú resististe, fuiste fuerte y estoy orgulloso —me gusta cómo suena la palabra <<fortaleza>> puesta en mí. Siempre había creído ser débil, una porción de masa moldeable, alguien que se dejaba manipular.
Abarco una de sus mejillas con la palma de la mano, mi pulgar acaricia su piel suavemente, arriba abajo. Lo veo en sus ojos: está preocupado por mí, pero también compruebo aquel destello de dolor. Kellen nunca había lucido tan apagado y lo entiendo, le quitaron aquello que más quería.
—Tú no estás bien —asumo. Él no lo niega—. Lo siento tanto, Kellen.
—No lo sientas. No fue tu culpa.
—Sí. Sí que lo fue. Mi mamá enloqueció por mi culpa.
—Cómo sea. Tú no eres ella. ¿Está claro? —asiento, saboreando la impotencia causada por la imposibilidad de hacer algo para revertir lo que pasó—. ¿Seguimos?
Busca mi mano para continuar caminando, pero en su lugar, tiro de ella y lo impulso hacia mí nuevamente.
—Espera, Kellen —lo detengo—. Sabes que Levi y Bea van a volver contigo ¿no? Encontraremos la manera de que pase. Te lo prometo.
—Y estaremos todos juntos de vuelta.
—Sí —ensancho la sonrisa, entusiasmada—. Y comeremos pizzas y luego iremos al Éxtasis.
Los ojos de Kellen brillan, se aproxima una última vez y deja un beso en la frente. No le permito alejarse. Rodeo su cintura con fuerzas, me resguardo en él, mientras siento su barbilla descansando sobre mi cabeza.
✤♡✤♡✤♡✤
Perpleja, contemplo la residencia de los Hunt. Está vacía. No se siente en absoluto como la casa que visité la primera vez que escapé y corrí hacia Kellen. En primer lugar, no está el televisor encendido ni el bullicio que causaba Levi jugando a los videojuegos, tampoco está Bea para mirar a sus hermanos con desdén o largar algún comentario irónico para molestarlos, aunque Kellen siempre acababa riendo y mirándola con cierto orgullo, como si en su interior estuviera pensando <<yo crie a esta chica genial>>.
Tampoco está Arthur Hunt durmiendo sobre el sofá o cayendo desmayado en algún espacio libre de la casa.
—¿Tú papá? —pregunto, curiosa.
—Lo echamos. Él le pasó información a tu madre y no sé qué firmó para facilitarle la custodia a Esther —se refiere a su madre, todavía afectado, mientras voltea para colocarle seguro a la puerta.
De regreso, tomamos el camino más tranquilo y menos habitado, aquellos callejones oscuros que una persona cuerda evitaría. Sin embargo, nos sirvió para pasar desapercibidos y movernos del ojo público si es que alguien nos perseguía o intentaba hacerlo.
—Al fin —masculla Azael, que está hundido en un sofá, impaciente—. No puedo creer que se tardaron tanto.
—Tú llegaste rápido —contradice Kellen.
—No, ustedes se detenían cada dos pasos porque no podían quitarse las manos de encima —emite una mueca de asco. Kellen reprime una sonrisa, también yo. Sabemos que es cierto—. Ugh. No quiero ni pensar en lo que estaban haciendo en la iglesia.
—Nada. Dara me estaba mostrando el agua bendita —responde el rubio mayor, que enseguida me envuelve por detrás y comienza a dejar besos desde mi cuello hasta las mejillas—. ¿No, Bambi? —pronuncia en voz más baja.
Asiento, riendo por las cosquillas que provocan sus besos.
—Sí, claro. Pervirtiendo el agua bendita, querrás decir —larga, tecleando de manera intermitente el celular—. Ustedes ponían el riesgo el plan, mientras yo me aseguraba que el imbécil de Tobías no abra la boca.
—¿Lo lastimaste? —no puedo evitar indagar.
Azael delinea una sutil sonrisa cargada de malicia.
—No tanto. Lo suficiente para hacerle repetir incontables veces que no volverá a meterse con ninguna de ustedes, ni con mi familia —aclara, encogiéndose de hombros, demostrando que para él fue algo fácil y sencillo—. Bien, la fase uno está hecha.
Aprieto el entrecejo, confundida. Kellen también lo está.
—¿Fase uno?
—Ah, sí. Es el plan de Anna, lo dividió en fases —explica, comprendo al instante que está hablando con ella por mensaje de texto—. Fase uno, rescatar a Dara. Fase dos, huir de la casa. O sea, en este mismo momento está ultimando los detalles para escapar con Sarah.
Todavía entre los brazos de Kellen lo miro, sorprendida. Al parecer, él tampoco sabe nada, lo que es evidente. Entonces, caigo en la cuenta de que Anna no confía absolutamente en nadie, excepto en Azael.
—¿Y luego? —curioseo con cierto temor. No sé si quiero saber qué sigue. No tengo idea lo que está pasando por la cabeza de mi hermana, de hecho, se me ocurren un montón de posibilidades, pero ninguna es alentadora.
—No lo sé, no me dijo exactamente que ocurre en la fase tres. Solo sé que quieren reencontrarse contigo, por eso, tenemos que asegurarnos de que aquí estés a salvo —concluye la explicación y, calmado, se levanta del sofá—. Necesito comer —alega, dirigiéndose a la cocina.
Volteo hacia Kellen, aún perpleja por la información que acaban de darme. A causa de algún motivo que no comprendo totalmente, una sensación de angustia está haciendo eco en medio de mi pecho, me golpea una y otra vez, provocando ganas de llorar.
¿Por qué? ¿Qué está pasando? Se supone que aquí estoy a salvo y todo irá bien.
Los ojos se me empañan.
—Hey. No tienes nada de qué preocuparte, ¿de acuerdo? Aquí estás bien cuidada —él intenta tranquilizarme—. ¿Por qué no subes, te das una ducha y tomas prestada la ropa que quieras, mientras te preparo algo de comer?
—Sí... Sí, está bien. Tengo hambre.
Quizá la sensación de vacío se deba a la cantidad de días que estuve alimentándome mal, aislada y sin poder ver la luz del sol, bajo la presión de un puñado de hombres forzándome a confesar mi vida íntima. Quizá la tristeza se deba a eso y justo ahora lo estoy procesando, porque estuve tan asustada los últimos días, que solo podía pensar en sobrevivir sin caer en la trampa de los religiosos.
Sin saber cómo manejar lo que siento, sigo el consejo de Kellen, porque sus palabras siempre me han llevado a lugares seguros. Subo las escaleras, tomo una larga y caliente ducha en el baño y al finalizar, camino por el pasillo envuelta en una toalla hasta la habitación. Recojo un jogger oscuro que Tali me dio en una ocasión, aunque para la parte superior, hurgo en los estantes de Kellen. Me pongo una de sus camisetas manga corta y por encima, una sudadera blanca que me llega hasta encima de las rodillas.
Su ropa es especialmente encantadora porque huele a él.
✤♡✤♡✤♡✤
KELLEN
En las alacenas no hay una gran variedad de comidas, pero consigo arreglarme cómo puedo y preparar dos grandes porciones de macarrones con queso. Los saco del fuego cuando están listos y coloco cada porción en un plato, justo cuando Dara aparece con el cabello húmedo y ocupa su lugar en la mesa. Luce tan pequeña, bonita y frágil entre mis prendas gigantes.
—Bueno, yo ya me voy —dice Azael, poniéndose de pie.
—Eh, ¿no quieres un poco? Sobró.
—No, no quiero sobras. Tampoco quiero ver como se ponen melosos en mis narices —bromea—. Estaré en mi cuarto por si me necesitan, aunque traten de no necesitarme —mi hermano me da una amistosa palmada en el hombro y se marcha hacia la planta alta.
—Huele demasiado bien —exclama Dara, adivino cierta ansiedad en la forma en qué lo dice—. ¿Qué es?
—Macarrones con queso —dejo los platos sobre la mesa—. ¿Te gustan?
—Creo que sí —responde un tanto tímida—. Es que no recuerdo si lo probé antes. Mamá siempre fue estricta con las comidas, dice que las pastas tienen muchas calorías —se detiene, bebiendo un vaso de agua que serví para ella—. Pero ahora ella no está, así qué...
—Tienes que alimentarte, Bambi —la hago sonreír—. No soy el mejor cocinero, pero estoy seguro que te encantarán.
De inmediato, Dara se lleva un bocado generoso a la boca y mientras lo mastica, asiente.
—Te equivocas. Eres el mejor —acaba expresando, después de tragar.
Entonces, me hace sonreír a mí. Podría aprender cientos de recetas solo para preparárselas a ella. Podría pasar el resto de mi vida así, compartiendo cada desayuno, almuerzo o cena, viéndola bajar las escaleras después de ducharse, haciéndolo en cada rincón de la casa y al final del día, caer dormidos en la cama. Juntos.
Todo lo mío es suyo.
—De verdad, esto me encanta.
—Bueno, eran los favoritos de Levi y Bea —comento—. Fue una de las primeras comidas que aprendí a preparar cuando Esther nos dejó, al principio la amaban, pero creo que ahora la detestan porque se los di por demasiado tiempo —rio de mí mismo.
Por aquella época, era lo mejor que podía hacer.
—¿Y Azael?
—Ah, él también comía, pero después se empezó a poner un poco más... Quisquilloso. En la preparatoria se metió de lleno en el deporte, así que seguía dietas y se preparaba sus platos él mismo. Era muy exigente. Lo es, a pesar de que dejó el fútbol.
—Oh, vaya. ¿Qué pasó? Si es que puedes contarlo —hace una pausa para hablar, luego continúa comiendo.
—Sí, a ti puedo contarte cualquier cosa —digo sincero—. Pasó que tuvo un accidente y se lesionó —ella mira sorprendida—. Sí, y pasó justo cuando me estaba marchando a la universidad —Dara detiene el bocado y deja caer el tenedor—. Aunque no lo creas, este idiota que ves aquí hizo los exámenes y fue aceptado en una universidad —meto un poco de humor a tanto drama. Después de todo, ya pasaron los años de aquél día.
—No, sí lo creo. Solo que... Bueno, no tenía idea. Jamás me lo dijiste, Kell. ¿Qué fue lo que pasó?
—Eso. Azael se accidentó el día que me tocaba viajar para empezar las clases. Habíamos quedado que él se encargaría de la casa y los chicos mientras yo no estaba, mi plan era ir y venir constantemente para no dejarlos solos, pero el accidente lo cambió todo.
>> Mi hermano se deprimió al saber que no podría volver a jugar. Fue una época oscura, de verdad. No me quedó remedio que volver y estar aquí tiempo completo. No podía dejar a los chicos solos, menos a Azael... Tuve que convencerlo de empezar un tratamiento, estar con él por si acaso, porque la verdad, temía de lo que pudiera pasarle por la cabeza.
—Pero ahora ya está bien, ¿no?
—Sí, ahora sí. No sé si lo superó, pero aprendió a vivir con ello. El tiempo lo cura— recuerdo la frase que le tatué a mi hermano tiempo atrás.
—Creo que son una familia increíble —dice mostrando honestidad—. No fue fácil, pero está claro que lo hicieron funcionar. En mi familia si hubiera pasado algo así... En primer lugar, no creen en la psicología y todo eso. Probablemente lo hubieran mandado a rezar y que lo salve <<Dios>>. No digo que esté mal que alguien se apoye en la fe, pero se atrasan mil años al creer que la religión lo puede todo —larga una bocanada de aire, frustrada—. Sé que tus hermanos van a volver contigo, no sé cómo, pero este es su lugar y tarde o temprano van a estar de vuelta —habla con tanta convicción que intento contagiarme de ello. También quiero creer con esa fuerza en que volverán—. Pero también quiero pedirte que pienses en ti, Kellen. Más allá de tu familia, incluso más allá de mí... Todavía tienes una vida por delante y puedes hacer todo lo que tú quieras.
—¿Y sí lo único que quiero es quedarme justo aquí, contigo?
—Sí eso es lo único que quieres, bien. Entonces eres un afortunado, porque no pienso irme a ninguna parte.
✤♡✤♡✤♡✤
Dara se inclina hacia a un lado sobre la cama, posicionándose para dormir. Estoy a punto de apagar la luz, acomodarme y rodearla por detrás, cuando un impulso surge con fuerzas desde el interior y no puedo contenerlo. Así que me aparto de la mesita de noche y me aproximo a Dara, que aún tiene los ojos abiertos.
—¿Y si ahora mismo se me ocurre que lo único que quiero es hacerte un tatuaje?
Al instante, observo sus labios curvarse formando una sonrisa de entusiasmo. Es como si de repente le dieran una inyección de energía y se incorpora en la cama.
—Si Kellen, por favor, por favor. Llevo queriendo eso casi desde que te conocí.
—Sí lo pides así... Tus deseos son órdenes.
Sin pensarlo más, preparo los elementos necesarios y empezamos a idear entre los dos un diseño en común. Elegimos algo sencillo, las iniciales de cada uno junto a la figura de un pequeño corazón. Horas después, Dara tiene en su dedo anular tatuada la "K", acompañada de un corazón y yo igual, solo que tengo una "D". Ella los mira una y otra vez, asombrada, sin imaginar que, en el espacio libre que me queda en el pecho, me haré tatuar Bambi. Lo haría yo mismo, pero es un sitio un tanto complicado.
—¿Viste que no dolió nada? —murmuro, ahora rodeándola en la cama, su cabeza está apoyada en mi antebrazo. Se nota que el sueño la está venciendo, sus ojos dulces se cierran contra su voluntad.
—No. Solo me hizo cosquillas —sonríe un poco y hace silencio durante algunos minutos—. Gracias. Gracias por hacer realidad cada uno de mis caprichos.
—Y aún faltan un montón, Bambi. Así que empieza a pensar en todas esas cosas que te gustaría pedirme. Tatuajes, comidas, sexo. Lo que quieras —ejemplifico, ella se inclina un poco y besa la piel de mi antebrazo, mientras le acaricio delicadamente el cabello.
<<Nuestra historia apenas comienza>>, pienso.
DARA
Kellen duerme a mí lado como un bebé, iluminado por los rayos de sol que se cuelan por una de las ventanas de su habitación. No lo toco, solo porque sé lo agotado que está y lo mucho que necesita descansar. Después de todo lo que me contó, pienso que debería descansar una vida entera. Mientras me enteraba de lo duro que fue para ellos salir adelante y lo que lucharon para mantenerse unidos como una familia, solo podía pensar en qué ojalá mi madre pudiera oírlo y tener corazón suficiente para entender la familia que separó.
Ellos se necesitan el uno al otro. Ellos tienen que estar juntos.
Lo está pasando es injusto, cruel y una consecuencia de las creencias religiosas que dominan a mí madre.
Lo sé. Sé lo mal que está y, por ende, buscaré la forma de cambiarlo.
Mientras me incorporo, me doy cuenta que los ruidos que escuché no eran parte de un sueño, están tocando la puerta de la habitación. Tras colocarme rápido la sudadera blanca, salgo de la cama y abro.
—Llegaron tus hermanas —anuncia Azael, aún despeinado y con expresión de recién despierto.
No alcanzo a responder, dado que lo esquivo y salgo corriendo hacia la planta baja, donde Anna está de pie y unos pasos más atrás, Sarah. Mi hermanita. Les hecho un vistazo rápido y, a grandes rasgos, compruebo que las dos están bien. Anna, con su expresión dura y desconfiada, pero fuerte y cuidando siempre de su nosotras, tal como lo haría una hermana mayor. Sarah, con sus facciones aún aniñadas, la sonrisa alegre a pesar de todo y los ojos que le brillan de ilusión, sabiendo que está viviendo una aventura.
No sé cómo lo hago, pero acabo cubriendo con mis brazos a ambas, siendo consciente de lo mucho que las necesité todo este tiempo. Más allá de la familia en que crecimos, siempre hemos sido las tres, las tres compartiendo secretos, risas, peleas y sueños. Puedo imaginarme una vida sin mis padres, pero no puedo construir una vida sin ellas.
—Las echaba tanto, tanto de menos —expreso con sinceridad, llorando de emoción.
—Nosotras a ti. Mucho —menciona Sarah.
Unos largos segundos después, el abrazo acaba.
Anna se echa hacia atrás, pone una mano en mi hombro y coloca su mirada sobre mí, denotando seriedad.
—Tenemos que irnos, Dara.
✤♡✤♡✤♡✤
NOTA DE AUTORA: Holaa, hoy tocó otro capítulo intenso. En particular, uno de mis favoritos de los que escribí hasta ahora.
Además de los momentos lindos entre Dara y Kellen, se reveló algo importante. Algo del pasado que sufrieron los Hunt que Tali mencionó un par de veces pero nunca lo detalló.
¿Qué les pareció?
¿Qué creen que será lo siguiente en el plan de Anna? (es lindo como congeniaron con Azael)
Espero leer muchos comentarios, la verdad siempre me dan ánimos a seguir escribiendo. Muchas gracias por el apoyo <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top