capitulo 2
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KELLEN
<<¿Piensas ir así? No te ves como una persona fiable>> me hizo saber Bea, mi hermana menor, antes de salir a devolver la billetera. Después de echarme un vistazo, ordenó lo que tenía que hacer: acomodarme el pelo, cambiar mis vaqueros rasgados por unos normales y colocarme una chaqueta de mangas largas, para ocultar los tatuajes.
Por alguna razón que no comprendo, expresar arte sobre la piel suele causar desconfianza.
Levi me esperó en la planta baja, todavía quejándose. Según él, se las tuvo que ingeniar para cometer el acto y yo lo arruinaré. Hice oídos sordos a sus excusas y le dejé en claro que no cambiaría de parecer. Así, partimos rumbo a la dirección de la rarita o Dara, o como sea que se llame.
Damos con la casa y doy un paso al frente. La superficie de la entrada principal está decorada con frases religiosas, lo que me confirma que es el sitio indicado.
<<En este hogar se sirve a Dios>>
Mierda. Empiezo a considerar la idea de asesinar a Levi.
<<Dios bendiga a quien entra a este hogar, proteja al que sale y de paz a quien se queda>>.
Quiero vomitar y ya lo decidí. Lo asesinaré por obligarme a venir a un sitio como este.
El menor, permanece unos pasos detrás de mí, con la billetera que sustrajo entre las manos. Tiembla ligeramente, aunque se esfuerza por ocultar que no tiene miedo. Además, ya sé lo que hace. Espera que yo asuma la responsabilidad por él.
No lo haré. No esta vez.
Volteo, dirijo una mirada y le indico con la mano que se adelante.
—Se la devuelves, le pides disculpas y huimos —le recuerdo el plan. Aunque debo reconocer que, después de lo que leí en la puerta, tengo ganas de escapar ahora. Me espanta la clase de personas que podamos encontrar aquí. ¿Qué tal si esperan que nos pongamos de rodillas y pidamos perdón en nombre de Dios?
Imaginarlo es perturbador.
Mejor, podríamos hacernos con el dinero y utilizarlo para nuestras cosas.
Levi se adelanta, de repente, tiene un ataque de valentía.
Toca la puerta, justo cuando empezaba a considerar que es mala idea estar aquí.
Segundos después, la puerta es abierta, solo un poco y a través de un espacio angosto, veo asomar el rostro de la castaña. Su expresión se suaviza, cuando, al bajar la mirada, reconoce a Levi, que le muestra la billetera, pero se queda en silencio.
Grandioso.
Levi siempre olvida que decir en los momentos cruciales. O cuando le conviene.
—¿Ustedes?
—Él tiene que decirte algo. ¿Levi? —lo animo.
Ella se asoma un poco más, dejando ver su rostro completo y parte de su cuerpo. Lleva el mismo vestido horrible.
—Eh... Tengo que devolverte esto. Lo siento —le extiende el objeto y la contraria lo sostiene. Levi gira un poco, mirándome. Buscando aprobación. Se la doy, asintiendo. Ya es suficiente. Ya dijo que lo sentía, ahora podemos huir—. Es que mi hermano tiene que pagar muchas deudas y solo quería ayudarlo —se encoge de hombros, utilizando su aspecto inocente.
Ahí está el pequeño diablo, queriendo sacar provecho de la situación. No puedo culparlo, supongo que aprendió de mí.
Lo mataré cuando lleguemos a casa. Lo juro.
—Levi se preocupa mucho por la familia —agrego.
Ya que estamos en el juego, juguemos.
—Dara, ¿qué está pasando ahí fuera? —escucho la voz de una mujer adulta provenir desde el interior y refuerzo la idea: tenemos que desaparecer ya mismo.
—Nada, mamá. Es que perdí la billetera y ellos vinieron a devolverla —la puerta se abre en toda su extensión, dejándonos ver a una mujer de rasgos duros y de cabello gris, recogido en una especie de moño detrás de su cabeza. Además, tiene un crucifijo colgándole del cuello, similar al de su hija.
Esto podría, fácilmente, convertirse en una película de terror.
—Oh, es un milagro de Dios. Jóvenes como ustedes ya casi no se encuentran en el mundo actual —la señora asume la delantera y Dara permanece oculta tras su espalda sin dejar de curiosear—. ¿Cómo es tu nombre, preciosura? —se inclina, quedando a la altura del menor.
Señora, tiene trece años, no cuatro. No es ninguna <<cosita adorable>>. Estoy seguro de que, si supiera que robó, no lo trataría de esa manera. De hecho, no comprendo porque su hija lo está encubriendo.
—Soy Levi y él es mi hermano Kellen —se atreve a sonreír como lo haría un niño completamente ingenuo.
—Gracias, jovencitos. Tengan por seguro que encontraremos la forma de agradecerles —retoma su postura, pero antes le revuelve el cabello en una demostración "cariñosa", que me provoca repulsión.
—No. No es necesario. Ya nos íbamos —trato hacer un gesto disimulado a Levi, señalando que corra tan pronto como pueda.
—Esperen. Debe haber algo en lo que podamos ayudar.
—Algunos billetes no nos vendrían mal —interrumpe, otra vez Levi.
—No le haga caso, le gusta bromear —sostengo a mi hermano por los hombros, impidiendo que haga otra clase de locura, como aceptar algún tipo de recompensa o meterse a la casa—. Nos vamos.
—¡Aguarden! Mi marido está buscando alguien que pueda ocuparse de mantener el jardín. Les pagaríamos cada semana. Dara, ve por una tarjeta de tu padre, por favor —la señora Lawson no da el brazo a torcer y permanece con la vista puesta en nosotros, procurando que esperemos.
El instante más incómodo de mi vida.
Por suerte, Dara no tarda en aparecer. Extiende la tarjeta y, por cortesía, la recibo. Ella abre los ojos impresionada al darse cuenta que llevo esmalte negro en algunas uñas y yo, no puedo evitar distinguir el detalle de lo frágil y delicada que se ve su mano ante la mía.
—Llama si estás interesado, pero no tardes mucho. Hay otros buenos muchachos esperando por el puesto —advierte.
Aprovecho que la conversación llegó a su recta final y saludo a ambas con un asentimiento de cabeza; Levi eleva la mano y les dice <<adiós>>. No sé en qué mierda nos metimos.
—Tú y yo tendremos una seria conversación en casa —murmuro.
Y, a medida que nos alejamos de esa extraña familia, siento la libertad de ser <<yo mismo>> regresando a mí.
DARA
La mentira está reprobada en nuestra familia. Es un pecado, una deshonra, es burlarse de la confianza del prójimo.
Mentí, sabiendo todo lo que eso conlleva y, encima, ante mi madre.
Quizá esa sea la razón por la que lo hice.
Mamá puede ser muy dura, la he visto desde que era niña, siéndolo. Despojó familias del círculo religioso al descubrir que habían pecado, delató a miembros que no cumplían con su trabajo, inició acciones legales cuando un grupo de artistas locales hicieron un grafiti en una pared de la vieja casa y denunció a un grupo de chicos que se divertían en la calle por la madrugada.
Entre otros cientos de cosas que nunca acabaría de contar.
Si le decía que el niño había robado, seguro tomaría cartas en el asunto e iría hasta las últimas consecuencias, tales como enviar a Levi a un centro de menores, a Kellen a la cárcel, o quien sabe qué.
Mientras subo las escaleras hacia la habitación, pienso en que deberé confesarme ante alguno de los superiores, para saldar el error de la mentira. Aunque eso de confesarme ya no me hace sentir tan cómoda. Quiero decir, he dejado de encontrarlo como algo <<liberador>>.
Me incomoda.
—¿Quiénes eran esos dos? —mi hermana Anna, la mayor, cuestiona tan pronto llego al cuarto.
—Venían a devolverme la billetera.
—Te dije que tienes que dejar de ser tan despistada.
—El rubio era muy atractivo —Sarah, la más pequeña, envía una mirada de complicidad. A pesar de que está haciendo tareas, no puede evitar oír la conversación.
—Se llama Kellen y el otro era su hermanito, Levi —atino a poner una sonrisa, pero dispongo de todas mis fuerzas para comprimirla.
—Kellen, ¿dijiste? —Anna luce espantada y cierra la biblia que estaba leyendo. Asiento—. ¿Sabes lo que significa?
—No, no tengo idea —me encojo de hombros y me siento frente a la cómoda, que posee un espejo ovalado en medio. Busco el cepillo y comienzo a peinar mi cabello, observando a mis hermanas a través del reflejo.
—Kellen era un demonio muy, muy antiguo. Se dice que representaba amores indebidos, relaciones prohibidas... Y actos sexuales entre muchas personas —pronuncia lo último en voz muy baja. Es probable que nos den algún tipo de sermón si nos escuchan hablar de eso.
Sarah emite una risilla, típico de una adolescente de dieciséis.
Anna, en cambio, ha quedado bastante petrificada. Tiene veintidós y es una líder en el sector joven del circulo religioso. Dicta clases a los niños y procura convertirse en una especie de guía. Por ende, se la pasa leyendo y repasando materiales que le dan los superiores.
En cambio, yo, con veinte años, todavía no sé lo que quiero ser. Solo tengo a Tobías y el anillo de compromiso que llevo en el dedo anular izquierdo. Sin embargo, Anna dice que mamá está muy orgullosa de mí porque seré la primera en casarme.
—No es para reírse. De verdad, tengo un mal presentimiento —continúa la mayor, tensa.
—Solo es una casualidad —intento tranquilizarla.
—Deberíamos rezar.
Sarah vuelve a reír y voltea, mordisqueando la punta del lápiz de escribir.
—¿Quieres rezar por el significado del nombre o porque te gustó el rubio? Lo mirabas mucho desde aquí arriba —bromea, también bajando la voz, porque mamá podría oírnos y obligarnos a contrarrestar las injurias con oraciones. Anna se parece a ella, a veces.
Río. Es cierto que es atractivo, pero no digo nada.
No puedo dejar de pensar en que, todo lo que conozco de él, atenta contra las reglas de mi religión y contra mi familia.
—¿Saben lo que hizo mamá? Le ofreció un trabajo —comento, aumentando la preocupación en la expresión de Anna. Ella eleva las cejas y se pone de pie, sé a dónde va—. Espera. Todavía no sabemos si lo aceptará. Además, mamá sabe lo que hace.
La última frase causa el efecto que suponía. Calma el estado de alerta de la mayor, que regresa a la cama.
Así es. No podemos cuestionar las palabras de nuestros padres. Ni una sola.
✤♡✤♡✤♡✤
KELLEN
Bebo una lata de cerveza sentado en el sofá, mientras Bea y Levi hacen tareas escolares en la mesita que está en frente. Su hermana también lo regañó por lo que hizo y aseguró que no lo dejará en paz hasta que suba las notas.
Lo dejo en sus manos.
Probablemente Bea sea mejor poniéndole límites. Al menos, aparenta que está haciéndolo bien, porque el chico lleva un rato en silencio siguiendo sus órdenes.
Reviso el móvil y respondo a los mensajes de Tali diciendo que pasará después de cenar. Le digo que la espero. Necesito echar un buen polvo después de lo que ocurrió está tarde.
Recuerdo que guardé la tarjeta, sin leer, en el bolsillo trasero del pantalón. La busco, sigue ahí. Es un rectángulo blanco con letras negras y detalle de una cruz en el mismo color.
Echo un vistazo.
<<Abraham Lawson, pastor del Instituto de Principios Básicos de Vida>>
Debajo, su número de teléfono y dirección del lugar.
Se veían como gente en una buena posición económica, pero no trabajaría para ellos, aunque estuvieran apuntándome con un revolver.
Poco después, la puerta se abre. Veo aparecer a Azael con su uniforme de mesero y un montón de boletas en las manos.
—Buenas noticias, tenemos más deudas —indica, sarcástico—. Hay que conseguir más dinero.
—Lo sé —reconozco.
—A Kellen le ofrecieron un empleo, pero no lo quiere aceptar —intercede Levi, que nunca tiene suficiente. Su especialidad es abrir la boca en los momentos menos indicados. Azael lo mira expectante, pidiendo que siga—. Son ricos.
—¿Y eso qué? Buscan un jardinero.
—Tienes que ir —Azael deja a un costado las boletas, cuelga la mochila en el perchero de la entrada y ocupa el lugar libre en el sofá, a mí lado. Huele a café.
—No —me rehúso—. Soy tatuador. No sé nada sobre jardinería.
—¿Y eso qué? Busca en google, pon un tutorial en Youtube, no lo sé, pero tienes que aprovechar la oportunidad.
—Son unos locos religiosos.
Azael ríe.
—¿Tienes miedo, eh? Vamos, Kellen. Te has metido en lugares peores.
—Si me capturan en una secta, será culpa de ustedes —los señalo a ambos con el dedo índice. Son los peores hermanos del mundo, excepto Bea, que escucha y observa con atención. Ella siempre dice cosas inteligentes.
—Yo puedo buscar otro empleo si es necesario —ofrece. A veces, los fines de semana, cuida a los niños de su maestra. Eso es todo lo que le permitimos hacer, ya que primero tiene que acabar el instituto.
—No. Yo conseguiré el dinero que falta. Aunque tenga que arriesgarme a que me rapten y me laven el cerebro —exagero, haciendo que ella ría y el otro par se jacte de mí con aires burlistas. El celular suena, Tali avisa que salió antes del trabajo y pasará a verme ahora. Me pongo de pie, en dirección a escaleras.
—Si viene Tali, que pase a mi habitación —dejo indicado, aunque ella ya sabe qué hacer.
Tomo una ducha rápida antes de que llegue la chica y ahí, vuelvo a pensarlo.
Creo que aceptaré la propuesta de los Lawson. Podría tomarla durante el tiempo que crea conveniente, hasta que la racha como tatuador mejore. Funciona así, a veces hay épocas muy buenas, pero en otras los clientes escasean y, por lo tanto, el dinero también.
Y mientras tanto, hay deudas que saldar o la casa se vendrá abajo.
✤♡✤♡✤♡✤
NOTA DE AUTORA: Hola, ¿cómo están? Espero que bien y si no es así, ojalá este capítulo mejore un poquito tu día. A mí me sacó un montón de sonrisas escribirlo. ¿A ustedes que les pareció? ¿Ya tienen algún personaje favorito? Me encantaría saber cual es, o en todo caso, cual les interesa más <3.
¿Aceptará Kellen el trabajo o no? (por cierto, Kellen es el chico de la imagen♥)
Solo diré que tengo un montón de planes para esta novela y todos me emocionan muchísimo.
Gracias por leer, por los votos y comentarios. ¡Tú apoyo significa mucho para mí!♥ :)
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