capitulo 10

{Por favor, no olvides dejar tu voto y/o comentario. No cuesta nada y me ayuda a crecer como escritora en la plataforma. ¡Gracias!}

KELLEN

Piso la colilla del cigarrillo tirada en una orilla de la calle y sacudo la chaqueta, procurando que no quede ningún rastro de cenizas. A media cuadra está la casa de los Lawson y reconozco que tengo que ajustarme a sus parámetros, solo para recibir unos cuentos billetes a mitad de semana.

Espero que el señor Lawson no se encuentre demasiado quisquilloso, porque la cabeza está a punto de estallarme. Anoche, nuevamente nos juntamos a beber con los muchachos y Tali, que se quedó a "dormir". En realidad, pasamos despiertos la mayor parte de la noche.

Por la mañana, tuve que lidiar con Levi y su complejo temperamento, enfadado porque le dije que no a su propuesta de <<abandonar el instituto>>. Dijo que estudiar es una <<pérdida de tiempo>> que está harto de los <<imbéciles>> de sus compañeros y luego aseguró que, si le permitía quedarse en casa, encontraría la manera de volverse millonario <<jugando videojuegos>>.

Le respondí que por nada del mundo dejaría el instituto y que, a su tiempo libre, podía ocuparlo en los videojuegos. Obviamente se marchó molesto, casi a rastras, mientras gritaba que me estaba volviendo un aburrido y que estaba harto de esta familia.

A veces, simplemente no sé qué hacer con él.

Después de todo ese alboroto, es extraño llegar al hogar de los Lawson. Es el polo opuesto. Habitado por una tranquilidad que inunda cada rincón, acompañada de un silencio sepulcral que me pone la piel de gallina.

Abraham Lawson me recibe e indica que las chicas se encuentran haciendo sus respectivas tareas, pero que especialmente una, necesita de mi ayuda. Sonrío internamente al escuchar que se trata de Dara. Nada mejor para despejarme de los problemas. Incluso, puedo adelantar que será divertido.

Me quito la chaqueta, notando que la calefacción está encendida y me acomodo la sudadera, una prenda simple negra y con una capucha que cuelga detrás.

—La pintura quedó excelente —remarca en referencia a lo que hice la semana pasada, cubrir las viejas paredes del cuarto con blanco— Y Dara está ansiosa por estrenar la habitación, así que hay trasladar algunas cajas y muebles —continúa explicando— Aunque no la va a usar por mucho tiempo. Se va en unos meses —agrega con cierta melancolía, lo que me recuerda que la chica está a punto de casarse o algo así.

No me había hecho la idea, no realmente. Dara no da la impresión de ser alguien que está por asumir tal compromiso, al contrario, se asemeja a un alma libre, ansiosa por descubrir el mundo. Cuando la besé, lo hice sin pensar las consecuencias. Sentí que tenía que pasar y pasó.

—Dara, cariño, ¿estás lista?

Entonces, la veo. La chica que besé hace una noche atrás, luego de pedirle que siguiera <<olvidando>> por un instante más, lo suficiente para besarla, para sentirla.

Lleva el cabello recogido en una cola alta; viste un pantalón vaquero que le ajusta ligeramente la cadera y una camiseta manga larga que oculta sus pechos y las curvas de su cintura. Lejos está de ser la que me acompañó al Éxtasis, se pidió un trago y quiso fumar un cigarrillo. Parecen dos personas totalmente diferentes y eso me pone, no estoy seguro del por qué, pero lo hace.

—Eh, si... Ya... Ya tengo todo casi listo— titubea, estoy seguro de que la tomé por sorpresa.

Ella a mí también.

—Muy bien. Kellen te ayudará —su padre le hace saber—. Tengo que ir a una reunión de la iglesia, pero tu madre está abajo, por si acaso.

Interpreto eso como un <<te estamos vigilando>>.

Abraham estrecha mi mano para despedirse y se marcha escaleras abajo.

Observo a Dara bajar la mirada y balancearse sobre sus talones. Silencio incómodo.

—¿Vamos a lo nuestro? ¿O quieres seguir aquí de pie haciendo nada? —irónico, interrumpo la tensión. Consigo que ella pose la mirada sobre mí; sus labios permanecen ligeramente abiertos y debo admitir que, si pudiera besarla otra vez, lo haría.

—Sí. Esta es mi habitación —larga, señalando el ingreso tras ella—. Mi cama es la primera. Hay que moverla.

—Nunca pensé que conocería tan rápido tu cuarto —bromeo. Me fijo en su cama, tendida a la perfección. Por encima, lleva un cobertor de flores un tanto infantil. Pienso en burlarme, pero al instante se me hace demasiado cruel. En su lugar, me dejo caer sobre el colchón—. Me gusta. ¿Cómo se llama este? —pregunto, sosteniendo un animal de peluche.

—Es Bambi. ¿No viste la película?

—Ah, sí. Bambi. Ahora que lo pienso, se parecen. Quizá empiece a llamarte Bambi.

Dara sonríe y rueda los ojos. Punto para mí. Conseguí restar un poco de seriedad.

—Kellen... ¿Podemos comenzar?

Aunque estoy cómodo, me pongo de pie.

—Tu cama está muy bien, pero estaría mejor si estuvieras en ella —sigo provocándola y, al mismo tiempo, diviso como sus mejillas se tornan rojizas.

Tampoco puede evitar que las comisuras de sus labios se eleven lado a lado, aunque de inmediato se esfuerza por reprimir el gesto.

—Hablo en serio. Mi mamá está abajo. Podría estar escuchando —dice en voz más baja.

—Podemos hacerlo en silencio.

—Kellen, ya basta —su expresión vuelve a ser neutra, mientras se dispone a cargar una de las cajas—. Ayúdame con la otra.

Resoplo por lo bajo y hago caso a su indicación, sosteniendo un cajón que está bastante pesado. Dara se adelanta, guiando el camino, a pesar de que se muy bien hacia donde nos dirigimos. Hacemos lo mismo tres veces, vamos por las cajas y las depositamos en la misma habitación. Sin embargo, la última se resbala de mis manos al llegar y sobre el suelo, se desparraman un montón de papeles, carpetas y libretas.

Agotado, también me dejo caer, sentándome sobre el piso y apoyando la espalda en la pared. Curioso, recojo una libreta solo para husmear que clase de cosas guarda la rarita.

Echo un vistazo a algunas hojas donde me encuentro con recortes de dibujos infantiles, parece que Dara es una fanática de las películas animadas de disney. También hay textos, pero son demasiado extensos para leer y los salteo. Sin embargo, me detengo en la última hoja que está escrita.

<<Cosas que quiero hacer antes de casarme>>, leo. Ahora sí, no seré capaz de sacar la vista de encima.

Sigo.

Descubro que se trata de una lista de metas y la mayoría, están marcadas con una tilde. Realizadas. Hechas.

—Hey, deja eso— pide, apenas ingresa a la habitación.

—¿Así que de esto iba todo? Lo de salir conmigo, venir a casa, el beso. Te felicito, las cumpliste a todas o bueno, casi todas —pronuncio con cierto sarcasmo.

—Cállate —se aproxima espantada y se deja caer a mi lado, aunque guardando distancia—. No menciones lo del beso —vuelve a bajar la voz—. Ese momento tiene que morir. ¿De acuerdo?

—Como quieras —me encojo de hombros—. Pero estás siendo hipócrita. ¿Ahora qué? ¿Te vas a casar y fingirás el resto de tu vida? ¿De verdad te vas a conformar con esa estúpida lista?

Dara, nerviosa, regresa hasta la puerta, la cierra y vuelve a sentarse.

—No es tan fácil.

—Es tan fácil como admitir lo que pasó y admitir que quieres más. Porque lo sé, Dara. Sé que ese beso no fue suficiente. Sé que te morías por continuar, yo también —reconozco—. Sabes que puedo darte muchísimo más que eso. ¿Quieres que lo pruebe? —la desafío, consiguiendo una mirada de reojos repleta de curiosidad.

—¿De qué hablas?

—Ven aquí —le sujeto una mano, con la intención de atraerla. La castaña observa hacia la puerta, anticipando que estamos en la misma línea. Se asegura de que estemos a salvo—. No pasa nada —lo tengo bajo control. Sin resistencia, se deja guiar por mis movimientos y acaba sentada sobre mí, con una rodilla a cada lado mientras encuentro sus ojos, de frente.

Una de mis manos se pierde por el lateral de su rostro hasta mezclarse con su cabello y la atraigo hasta besarla. Ella se deja llevar, sus labios se mueven tratando de captar el ritmo de los míos.

Hasta que Dara se despega.

—Kellen...

Le pido que haga silencio.

Entonces, me direcciono hasta su cuello, donde comienzo a depositar besos lentos y húmedos, mientras presiono la curvatura de su cintura y con mis pulgares, delineo figuras invisibles sobre su vientre.

Sus manos aprietan mis hombros.

Su respiración se entrecorta.

Percibo como su piel responde, se estremece bajo mis labios y las yemas de mis dedos.

Cierra los ojos.

Lo está disfrutando.

Y a mí, la situación comienza a excitarme. Casi como si fuera un chico de quince años que no se puede controlar.

—Basta. No puedo —se aleja de mí con cierta brusquedad.

Sin embargo, sonrío porque lo comprobé. Ella desea más.

—No puedes, pero lo quieres ¿cierto?

Dara hace caso omiso a mis palabras y se dedica a arreglar el desastre de papeles que continúa sobre el piso.

—Al final tenía razón, si eres una hipócrita —busco que reaccione.

Dara acaba de meter todo en la caja y finalmente, me mira.

—Bueno, pero no soy la única. Vas por ahí diciendo que odias las reglas y solo haces lo que te gusta, pero... Por alguna razón, estás aquí teniendo un trabajo que odias ¿no? Eso también es hipocresía.

—Eso es diferente.

—No veo la diferencia —cerciora y como de costumbre, escapa. Abandona la habitación y segundos después, escucho pasos en las escaleras. Está yendo con su madre, porque sabe que ahí no puedo enfrentarla.

Si eso es lo que quiere, bien. La ignoraré de ahora en adelante.

Por un instante, tengo el impulso de enviar todo a la mierda, pero recuerdo lo mucho que necesitamos el dinero y me retraigo. Solo tengo que esperar hasta encontrar algo mejor y entonces sí, dejaré esto.

✤♡✤♡✤♡✤

DARA

Mitad de semana y Kellen todavía no ha vuelto a hablarme.

Después de la situación que tuvimos en mi nuevo cuarto, se le da muy bien pretender que no existo. Cada mañana que llega para trabajar, me saluda como si fuera una más de la familia, me trata con tanta educación y cordialidad, que me enfada.

Sin dudas, estoy hecha un caos.

Apenas puedo dormir.

Por un lado, pienso en el casamiento que se acerca e intento imaginarme llevando esa vida, pero no lo consigo. Se me retuerce el estómago e incluso, a veces tengo ganas de vomitar. Por otro lado, está Kellen y la forma en que me besó. Lo fácil que fue para él hacerme caer: de un momento a otro, me dejé manipular por sus movimientos, cegada por toda clase de sensaciones. Cegada por él.

<<¿Podemos hablar de lo que pasó?>> el mensaje que mandé anoche, continúa sin responder. Ni siquiera lo ha visto y eso me está volviendo loca.

Se suponía que ir a comprar la lista de alimentos me ayudaría a despejarme, pero en realidad, aprovecho la ocasión para buscar respuestas. Antes de volver a casa, me detengo en la de Tali. Desciendo del vehículo, toco la puerta unas tres veces, hasta que la chica surge detrás de la puerta.

Se sorprende de verme, pero me recibe con efusividad y me hace pasar. Esta vez, viste una camiseta amplia que le cubre hasta los muslos y va descalza. El cabello, lo tiene recogido encima de la cabeza en un moño y tiene un par de aretes redondos. Es increíble cómo logra lucir tan hermosa sin ni siquiera intentarlo. Simplemente me parece maravilloso.

Le devuelvo la ropa que me prestó para ir al Éxtasis y me agradece, aunque luego agrega que <<no era necesario>>.

—¿Y qué tal va todo? —pregunta de regreso a la habitación con dos refrescos. Me extiende uno y se sienta a mí lado a la orilla de la cama.

—No muy bien.

—Déjame adivinar. Kellen.

—Sí. Pero... Espera, Tali. ¿No te molesta que te hable sobre él?

—No, para nada. Tú dime. Lo conozco, estoy segura que sé cómo ayudar.

—Bueno, el problema es que le dije algo... Me llamó hipócrita y luego le dije que él también lo era porque tenía un trabajo que odiaba.

Tali se ríe. La observo sin comprender, frunciendo un poco el entrecejo.

—Suficiente. No necesito saber más. Kellen se enfada cuando le dicen la verdad. Es muy orgulloso, seguro ya te diste cuenta —habla, relajada—. Pero también le diste en el punto débil, querida Dara.

—¿Lo hice?

Tali asiente.

—Kellen odia ese trabajo, pero está ahí por su familia. Levi y Bea dependen de él. Y no voy a contarte las cosas que tuvo que pasar porque no me corresponde, pero... Nunca la tuvo fácil —suspira y de pronto, me siento aliviada pero mal, todo al mismo tiempo.

Aliviada porque al fin sé que fue lo que tanto lo enojó.

Mal porque, sin querer, me metí con algo realmente importante para él.

Afligida, me dejo caer en la cama.

—¿Qué hago para arreglarlo?

—Esperar que vuelva. Kellen no es muy paciente —nuevamente larga una risa leve—. Si está decido por algo, tarde o temprano irá a buscarlo. Y es probable que lo obtenga.

Sonrío, sintiendo un cosquilleo agradable en lo profundo del estómago. De solo imaginar que regresa por mí, todo mi interior da un vuelvo.

Lo necesito tanto, que la próxima vez que se aparezca dispuesto a atraparme, dejaré que lo haga. 

✤♡✤♡✤♡✤

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top