capitulo 1
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DARA
Cada vez que asisto al supermercado se repite la misma historia. Me quedo hipnotizada en el sector de prendas de vestir. Miro las faldas cortas de color negro y los vestidos angostos de tirantes, imaginando como se verían en mi cuerpo. Imagino la forma en que el escote del vestido realzaría mis pechos y lo larga que lucirían mis piernas con esa falda.
Pero mi consciencia dice no.
La voz de mamá suena, como si estuviera de pie a mí lado: <<las chicas decentes no visten así>>.
Bajo la mirada hacia el anticuado vestido de mangas color rosa pálido que me cubre hasta los pies. A veces desearía que al menos, tuviera brillo o algo que le dé una chispa juvenil. Tengo veinte años, no ochenta y nueve.
Puedo ver la mirada de los demás, juzgándome. Diciendo entre líneas, <<vistes como una anciana>>.
Sin embargo, las palabras de mi madre se aglutinan en una competencia que las consagra ganadoras <<lo único que debe importarte, es lo que diga tu futuro marido>>.
Y él, Tobías, dice que le gusta mi forma de vestir: <<Te mantiene fuera del radar de los hombres con pensamientos impuros>>. Los hombres que no conocen al señor.
Por un lado, me hace sentir a salvo quedar fuera de sus miradas. Aunque un par de veces me pregunté cómo se sentiría ser deseada por otros chicos de mi edad. Como las protagonistas de esas películas de amor que solemos ver a escondidas con mis hermanas.
—¡Saquen a ese ladrón de aquí! —el grito de una mujer mayor, hace que me sobresalte. Proviene del pasillo contiguo, donde se encuentran las golosinas—. ¡Se ha guardado un paquete de malvaviscos!
Mamá diría <<ignora los problemas, no te metas en líos>>, pero esta vez, me domina la curiosidad.
Veo a un niño correr, intenta escabullirse entre la gente, pero un hombre adulto lo detiene y lo sujeta por los hombros.
—Directo a la cárcel, mocoso.
—No, no, por favor, a la cárcel no —pide el más pequeño mientras otro señor, de manera brusca, le arranca del bolsillo el paquete en cuestión—. No quería robar —explica.
—¿Ah no? Entonces supongo que tienes el dinero para pagar. Muéstralo o llamo a seguridad —exige y el tumulto de personas que observan la situación, apoyan la iniciativa. ¿Nadie, ni siquiera uno, ayudará al niño?
Sé que robar es un pecado, pero un paquete de malvaviscos, me parece insignificante.
—No le des oportunidad. Es un ladrón, no es la primera vez que roba. Llama a seguridad —alienta otra mujer adulta.
—No —tomo valor e intercedo. Las repentinas miradas del público, todas al mismo tiempo, hacen que mi valentía tiemble. <<No puedes echarte atrás, solo... Mira la cara de ese niño>>—. Yo pago. Tengo dinero y pagaré por eso.
—Como sea. Pero llévate al mocoso y procura que no vuelva a molestar —advierte el señor que lo sujeta, liberando al menor del agarre. En lugar de dejarlo ir, le hago una seña, pidiendo que se acerque.
Si Dios puso esto en mis manos, es porque puedo manejarlo.
✤♡✤♡✤♡✤
Ofrezco llevarlo a casa y acepta.
El niño viaja sentado junto a mí en el antiguo auto que mamá me presta en ocasiones especiales, tales como ir por los víveres para la semana. Espero que pueda entender que no pude comprar la lista completa a causa del pequeño altercado que se convirtió en mi asunto.
Levi, como dice llamarse, resulta ser un verdadero curioso. Le pido que se coloque el cinturón de seguridad y lo hace, pero continúa moviéndose, investigando cada recoveco.
—No puedo estar aquí ¿sabes?
—¿Lo dices por algo en especial? —indago.
—Uhm, sí. Mi hermano mayor me prohibió hablar con extraños. Enloquecerá si le digo que subí al coche de una cualquiera.
—Eh, no soy una cualquiera —señalo, procurando conservar la vista en la carretera. —Puedo hablar con él cuando lleguemos.
Levi se encoge de hombros y retoma la ardua tarea de curiosear en cada rincón y yo, sigo conduciendo hacia el destino. Antes de marchar, él dio una compleja explicación sobre la ubicación de su casa. Después de enredos, logramos entendernos y capté que vive en la última calle del vecindario donde nos mudamos con mi familia recientemente.
Recuerdo, también, que papá dijo que nos mantengamos apartadas de las <<calles del fondo>>, explicando que las familias que habitan allí, son en su mayoría, descarriadas.
Otro motivo por el que percibo que este asunto, me traerá ciertos problemas.
Al adentrarme en aquel sector del vecindario, diviso las casas de aspecto descuidado, sectores destrozados de la acera, objetos viejos o en mal estado a las orillas, vehículos abandonados en cocheras y jardines descuidados.
En una esquina, encuentro una banda de chicos y chicas fumando, bebiendo o como le llaman algunos <<pasando el rato>>.
—¡Es ahí! —indica Levi, señalando una casa que no es la excepción. Se encuentra en estado similar al resto. De todas formas, no comparto la opinión de mi padre. El aspecto de una vivienda no es indicio de que la gente que vive ahí sea mala—. Adiós —murmura, bajándose del auto y corriendo en dirección a la entrada.
Detengo el motor y permanezco en la espera durante algunos segundos, deliberando. ¿Debería presentarme ante su familia y explicar lo que pasó? ¿O puedo simplemente dejar todo así?
Decido que la primera opción es la más acertada.
Y estoy a punto de abrir la puerta del auto, cuando veo a un muchacho alto y rubio, caminando hacia mí. Como tengo una excelente memoria para recordar cosas que me impactan, reconozco su rostro al instante. Días atrás, cuando apenas llegábamos al vecindario, lo cruzamos en la carretera y él me levantó el dedo del medio.
Además, lleva una musculosa que expone sus brazos plagados de tatuajes. No tengo dudas, es él.
Dios santísimo. ¿Puedo huir?
Elijo quedarme, no obstante, permanezco en el interior del vehículo y bajo la ventana del lado contrario.
—¿Qué le hiciste a mi hermano? —confronta, sin rodeos.
Abro los ojos, entrando en pánico.
—Yo... Nada, solo...
—¿Por qué lo traías en el auto? —vuelve a cuestionar y se inclina, apoyado en la puerta de co-piloto.
Mis manos aprietan el volante, nerviosas. Su comportamiento arrollador, la profundidad de su voz, la manera en que los músculos de sus brazos se marcan... Es demasiado.
—Habla —exige. Luce enfadado.
—Tengo... Tengo que irme —pongo como excusa y, sin pensarlo más, piso el acelerador. Me alejo de él, de la casa, y de la electrizante situación.
Simplemente, no puedo creer lo que acaba de pasar.
KELLEN
Corro hacia la habitación de Levi, después de intentar sacarle información a la chica rara que lo dejó en la puerta de casa. Su aspecto me inquietó, quiero decir, su cara mostraba juventud, pero el vestido que le cubría hasta el cuello y el crucifijo que llevaba por encima... Mierda, eso me dio escalofríos.
Lo peor, es que creo recordarla de algún otro sitio. No lo sé. No creo que haber visto a esa mojigata en las fiestas a las que he ido. O tal vez sí, solo que iba muy borracho como para recordarlo completamente.
—Hey, alto ahí —detengo a Levi, que trataba de huir por la ventana de su habitación. Atrapado, da marcha atrás y regresa, rezongando por lo bajo. Sé que cuanto odia que lo regañemos o cuestionemos. Pero esa es la mejor parte de ser el mayor—. Vas a explicarme que hacías en el auto con esa rarita. ¿Te hizo algo? ¿Te llevó a algún sitio extraño?
Él se parte de la risa.
—¿Qué dices?
—Era una desconocida, Levi. ¿Qué te dije de los extraños?
—Ya sé —bufa, aquejumbrado—. Pero ella me ayudó.
Perfecto. Ahora sé que estuvo metido en problemas. Lo miro, serio.
—Lárgalo todo.
—Bueno, es que... —se rasca el cabello, nervioso—. Quise traerme unos malvaviscos de la tienda y... La gente empezó a acusarme y ella se ofreció a pagarlos. Y luego dijo que podía traerme a casa y yo dije que sí, porque... Porque no tenía ganas de caminar —se encoge de hombros—. Y...
Deduzco que trata de decir algo más.
—¿Y qué, Levi?
—Tomé prestado algo más.
Mete la mano en el bolsillo del pantalón y luego, saca una billetera de color rosa y detalles dorados.
No puedo creerlo.
Se la quito y le doy un vistazo, rápido. Hay unos cuantos billetes, pequeños papeles que contienen fragmentos religiosos y, por último, encuentro la identificación.
<<<Dara Marie Lawson>>
Es la rarita.
Además del nombre, leo su fecha de nacimiento y su dirección más reciente.
—Tienes que devolver esto.
—Pero yo...
—Pero nada. Esto no es tomar prestado, esto es robar, Levi —el chico se mantiene en silencio. Sabe que me enfado de verdad cuando hace estas cosas—. Ve a darte una ducha, luego elije la ropa más decente que tengas en el armario. Se la devolveremos y tendrás que pedir disculpas.
El niño vuelve a bufar y, emitiendo quejidos, se da la vuelta para encaminarse al baño.
Será una rarita, pero debo admitir que sacó a mi hermano menor de un aprieto y los Hunt's no dañamos a la gente que nos da una mano.
✤♡✤♡✤♡✤
NOTA DE AUTORA: Hola, ¿Cómo están todxs? espero que super bien♥. ¿Qué les pareció el capítulo? Yo solo digo que apenas comienza y ya surgieron problemas. Y creo que a Dara le daré un ataque en el siguiente capítulo... ¿Qué creen que pueda pasar?
Por cierto, Dara es la chica de la imagen <3.
Antes de irme, quiero darles la bienvenida a las nuevas/os lectoras/es y agradecer a los que están siempre en cada historia. ¡Tú apoyo significa muchísimo para mí! :)
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