🅒🅘🅝🅒🅤🅔🅝🅣🅐 🅨 🅞🅒🅗🅞
Extiende un enorme mapa sobre una mesa, luego con un lápiz comienza a marcar las localidades que leyó en el diario de su abuelo y padre.
—Aquí, aquí y aquí —señala tres lugares— estos son los sitios que más resaltaron en el diario.
Shadow y Mephiles se vieron a los ojos, Scourge observó otro más lejos que el resto y Knuckles mantuvo el rostro inexpresivo.
—Son locaciones que nunca he visitado —habló Shadow.
Mephiles se acercó al vampiro.
—Tampoco las visitamos en todos estos años su majestad —las señala.
—Yo no he visitado esos lugares —agrega el lobo verde— es más, no tenía idea de que existieran.
Silver relaja el rostro mientras piensa.
—Nunca los visitaron porque son castillos en donde viví cuando era un niño —su dedo se dirigió hasta el primero—, este es de mi abuelo, el gran conde Drácula —luego su dedo se mueve a otro castillo— el gran castillo rojo, es donde Carmilla mi madre se casó con mi padre y pasaron algunos años antes de tenerme —por último, señala el otro castillo, pero en su rostro se puede apreciar la incertidumbre que le provoca el no reconocerlo—, este castillo es totalmente nuevo para mí.
Scourge se acerca al rey de los vampiros y lo sujeta de los hombros.
—Entonces deberíamos empezar por lo desconocido —su dedo también señala— el castillo que nadie conoce.
—¿Crees que sea prudente? —le cuestiona el príncipe— considerando el hecho de que nadie sabe absolutamente nada de ese palacio.
—Creo que es la mejor opción, puedo asegurar que Infinite ni siquiera tiene idea de ese castillo —menciona Shadow—. Además, es muy extraño que ni siquiera un mismo vampiro lo reconozca.
Silver asiente ante ese comentario.
—Entonces no perdamos el tiempo, debemos movernos —exclama scourge con entusiasmo.
—No podemos arriesgarnos a ir todos —la voz de Mephiles hizo que le prestaran atención— tenemos que dividirnos estratégicamente.
El rostro de cada uno decae.
—Entonces... ¿Qué propones? —le pregunta Silver.
Sus ojos se enfocan en los del vampiro.
—Aunque te lo pida, no te quedarás, te conozco demasiado bien —le sonríe mientras vuelve la vista por delante— así que mi plan es que Scourge, Manic y yo te acompañemos.
—Necesitarás un mago —menciona el príncipe— entiendo tu punto, así que dejaré a Espio para su expedición, es mi mejor mago.
Shadow se cruza de brazos y chasquea la lengua.
—No me parece justo quedarme de brazos cruzados —se queja.
Mephiles se acerca a él mientras lo sujeta de los hombros.
—Estoy tratando de minimizar las posibles bajas, no puedo arriesgar al equipo a quedarse sin un líder experimentado, además Sonic te necesita, no le generes más estrés estando lejos de él —le recuerda.
Shadow desvía la mirada.
—No es mi estilo, pero lo comprendo —menciona sin dejar de notarse molesto.
—Bien entonces debemos partir esta misma noche —dice Mephiles mientras guarda el mapa.
—Me ocuparé de transportarlos a un punto cercano —menciona Knuckles con los brazos cruzados.
Silver asiente en agradecimiento.
—Vayamos a preparar lo necesario —les pide el de ojos verdes.
... Y no muy lejos de allí...
Manic se encontraba en el patio, recostado sobre el césped, trataba de concentrarse para descubrir de qué manera podría utilizar de mejor manera sus poderes. La brisa jugaba con sus flequillos y sus ojos se abrieron para encontrarse con el cielo azul.
—Madre... ¿Por qué permites que pasen estos problemas? —susurra con suavidad. Se incorpora hasta quedar sentado—. Quisiera encontrar a mi hermano para preguntarle sobre estos poderes estoy seguro de que él me puede ayudar a controlarlos...
Escucha unas risas muy sutiles, se incorpora rápidamente hasta quedar parado mientras observa a todos lados.
—¿Amy? —llama creyendo que es la chica quien se encuentra allí, pero no hay respuesta.
De nuevo se escuchan unas risas, Manic se siente nervioso y una ligera sensación pesada acaricia su cuello.
—Manic —escucha la misma voz que lo llama con suavidad.
Para ese punto estaba seguro de que correría, pero algo se lo impedía y eran sus pies. Sin saber cómo, empezó a caminar en dirección a donde escuchó la voz. Con el alma tendida en un hilo Manic sintió terror cuando se dio cuenta de que no podía controlar su cuerpo a voluntad propia.
—¿Manic puedes escucharme...?
El verdoso se mostró sorprendido de que aquella voz que no lograba reconocer supiera su nombre.
—¡¿Quién eres?! —le pregunta muy asustado y al borde del pánico.
Su cuerpo se detiene frente a una fuente, sus ojos se enfocaron en el agua y vio una silueta que se reflejaba. Una larga cabellera dorada que se mecía con el viento, una chica con vestido blanco estaba sentada delante de él, pero por alguna razón no podía ver su rostro. Su cuerpo quedó rígido mientras intentaba ver quien más estaba allí.
—Necesito que hagas algo por mí —el rostro de la chica se ladea más aún así no puede verlo por completo, ve como una de sus manos acaricia algo.
—No sé cómo podría ayudarte, no soy el mejor —le contesta con un sentimiento de familiaridad que desconocía—. No sé quién eres.
La chica se incorpora y se da media vuelta para verlo.
—Eres el único que puede detener esté mal, por favor, evita que me encuentre —le pide mientras su rostro se mantiene inexpresivo— mi alma está atrapada en este mundo al que no pertenezco, estoy maldita por los lobos.
Manic recuerda a la chica de algún lugar y sin saber cómo de sus labios sale una palabra que no había mencionado en su vida.
—¿María? —se detiene al ver que la asiente—. Eres María, la chica de los cuadros de los castillos de los vampiros —la señala al recordar con claridad.
La chica hace una reverencia.
—Disculpa mis modales, pero he intentado comunicarme con alguien de este mundo, hasta que llegaste —le sonríe— los espíritus de zorros mágicos son los únicos que pueden escuchar un alma en pena como yo... he vagado sin tener idea de lo que me retiene... —le explica con un poco de pena.
Manic aún no lo puede creer, está hablando literalmente con un fantasma.
—No lo entiendo, no fui el primer zorro que vino... —le explica creyendo que no lo sabe.
María le sonríe con pena.
—El otro zorro siempre está al lado de ese lycan, no me deja acercarme... —también le explica— ha sido difícil querer hablar con él.
Manic entiende ese punto.
—¿Cómo quedaste atrapada en este mundo? —le pregunta.
María desvía la mirada al suelo.
—Mi muerte no se la deseo a nadie —se limita a contestar— mi intención no es dañar, pero por favor —ella deja en la orilla de la fuente una llave blanca— eres el único que puede encontrar en dónde está la cadena que me retiene a este mundo.
La figura de la chica comenzó a desaparecer con el viento hasta que se evaporó como humo.
—¡Espera, María! —grita Manic, pero no obtiene respuesta, se acerca a la fuente y toma la llave entre sus manos—. ¿La cadena que debe romperse...? —repite sin entender—. ¿Por qué solo yo debo encontrarla?
Todos se reunieron para cenar juntos, aunque se mostraban tensos y nerviosos por la situación dejaron de lado sus diferencias para tener un momento agradable.
—Espero que la cena sea de su agrado —se adelanta a hablar el príncipe— sé que la situación no es alentadora para nadie y estamos bajo circunstancias que pueden afectarnos gravemente... aun así quiero disfrutar de que, pese a nuestras diferencias, estamos buscando una solución para detener el mal.
Silver se incorpora mientras eleva una copa.
—En nombre de mi estirpe y de todos aquellos inocentes que han perecido a manos del mal, les prometo que daré mi propia existencia con el único propósito de que todo se acabe —brinda con una sonrisa.
Todos elevaron sus copas y brindaron, luego comenzaron a comer, excepto Silver quien solo degustaba del vino y alguna que otra frutilla. Amy se limitó a comer en silencio sin participar en lo que los demás hablaban, su semblante se mostraba cansado.
—Necesitas algo más puedo ir a traerlo —Sonic estaba al lado de Shadow mientras veía que el cazador estaba más callado de lo habitual y escogía la comida.
Esos ojos rojos lo observaron de una manera tranquilizadora.
—Debería ser yo quien te pregunte eso —le contesta sujetando su mano— mis descuidos te han afectado, así que no dudes en pedir lo que necesites.
Sonic mira la copa de vino y la hace a un lado.
—¿No te gustó el vino? —le pregunta Shadow al verlo renuente—. Puedo conseguir algo más.
—No tengo ánimos para beber —menciona con nervios—. ”Ya tente mucho a la suerte, debo cuidar a mi bebé” —piensa para él solo—. Los nervios me ponen mal, no te preocupes tomaré agua.
Shadow entonces besa los nudillos de la mano de su esposo para tratar de tranquilizarlo y Sonic se recuesta a un costado de su hombro mientras cierra los ojos. El científico admira a Sonic y de alguna manera sus sospechas toman mayor fuerza cuando ve que el rostro del azul se muestra más tierno ante el cazador y que Shadow está dejando de comer ciertas cosas porque le producen náuseas.
—”Además tiene el rostro ligeramente demacrado” —piensa viendo las ojeras del erizo azabache.
—Me gusta este estilo —Rouge habla y degusta de la comida— tan refinado y lleno de clase, son como las cenas que solía tener en las reuniones de GUN.
—Para ser alguien de la realeza pareces sorprendida —menciona el príncipe mientras le presta toda su atención.
Rouge le devuelve la mirada.
—Me alejé de todo eso porque siempre creí que eran unos malcriados y caprichosos —dice sin dejar de verlo—, pero veo que no. Dejaste que unos completos desconocidos entraran a tu palacio, les diste habitaciones y los atiendes como si fueran parte de tu familia... —vuelve a tomar un trago de vino—. Siendo lo que eres, nos tratas de una manera admirable...
Una sonrisa muy discreta aparece sobre su rostro.
—¿Se supone que debo halagarme? —le pregunta tratando de bromear.
—Me has hecho ver que la realeza no es tan mala como creía —agrega con un tono de voz sutil—. Creo que es un gran avance para un príncipe —se limita a contestar.
Knuckles carraspea mientras deja de lado la comida.
—Tienes un carácter inquebrantable, eres fuerte y tienes un corazón tan puro —menciona con tranquilidad— pensé que todos los mortales solo se quejaban.
—Oh el señor que detesta a los mortales me halaga siendo una de ellos —se burla ella mientras se ríe.
Knuckles se ríe discretamente mientras con sutileza toma una de las manos de la chica, con la otra dejó un anillo sobre ella. Rouge lo vio con sorpresa sin comprender que era eso.
—Si algún día te interesa, podrías volver a ser una reina —menciona bebiendo, su rostro está levemente rojo—. Para los magos, es una manera de pedir permiso para conocer a una potencial energía mística de la que nos sentimos... —no puede verla directamente a los ojos— atraídos e interesados. Son cosas de magos —se excusa avergonzado de sus palabras.
Rouge quedó en silencio, sus ojos se enfocaron en la joya y luego en el rojizo. Se ríe al verlo hecho un mar de desesperación y vergüenza. Sin mencionar nada más, se coloca el anillo en la mano y continúa con la cena con una enorme sonrisa en el rostro.
Pero había alguien que no había tocado la comida y mucho menos el vino. Su mente divagaba entre sus pensamientos con lo que le ocurrió en la tarde.
—Manic —la voz de Scourge lo saco de sus meditaciones e hizo que regresara toda su atención a la cena—. ¿Qué pasa? No has tocado la comida, no quieres comer.
Manic se mostró apenado.
—No, lo siento solo estaba pensando en algo —se excusa mientras toma los cubiertos y comienza a comer, pero Scourge lo detiene y sujeta una de sus manos.
—Sabes que puedes contarme todo lo que te pase, estamos juntos Manic —lo reconforta.
El verdoso se muestra avergonzado mientras suspira.
—No me pasa nada, puedes estar tranquilo —le contesta mientras ve por delante y su rostro se llena de nostalgia— no recuerdo cuando fue la última vez que comí en una mesa con todos mis amigos...
Scourge se acerca un poco más a él.
—Me gustaría quitarte todos esos miedos y que siempre tengas esa hermosa sonrisa —bromea aspirando su aroma.
Manic se remueve mientras se sonroja.
—¿Aún haces eso? —se queja entre risas nerviosas.
—Recuerdo cuando me acercaba a olfatearte, era divertido verte gritar y escapar de mis manos.
Manic se ríe mientras se recuesta sobre él.
—Pareces un perro... —cierra sus ojos— solo quiero descansar y olvidar todos los problemas.
—¿Quieres que vayamos a descansar antes de partir?
Manic asiente y Scourge obedece.
—Lo lamento chicos, pero Manic desea descansar. ¿Podrían tocar la puerta en cuánto tengamos que partir?
—No te preocupes lobo, iré por ustedes —menciona Espio.
Scourge se apresura a terminar de comer y se incorpora para ayudar a Manic. Se despiden de los chicos mientras caminan en dirección a la habitación. El verdoso se recuesta sobre la cama en cuanto llegan, cierra sus ojos y suspira. Se sorprende cuando siente como las manos de Scourge suben por su espalda hasta abrazarlo. Mete su hocico en el cuello de Manic y aspira su aroma con suavidad.
—Me haces cosquillas —sonríe Manic, coloca sus manos sobre los brazos de Scourge.
—No puedo esperar a que termine todo esto para estar en nuestra casa —Scourge se acariciaba en él como si fuera un perrito jugando con su dueño, se detiene brevemente mientras se sonroja sin que Manic lo vea—, quiero que nos casemos, si se puede en primavera —al terminar se ríe con nervios.
Manic se tensa mientras siente los suspiros del lobo sobre su nuca.
—¿En serio debemos casarnos? —le pregunta con mucha vergüenza.
Manic siente como Scourge lo sujeta de los hombros mientras lo voltea para verlo fijamente, junta sus frentes y toma una de sus manos para llevarla hasta su pecho.
—Quiero hacer lo correcto, me prometí que el día que encontrará a mi alma gemela me casaría con ella —las palabras de Scourge suenas tan delicadas y llenas de amor que hacen que Manic se contraiga ante ellas—. Te amo Manic.
Manic se lanza a abrazarlo mientras entierra su rostro en el pecho.
—Aún no me acostumbro a tu sinceridad desmedida... —susurra— parece que es lo único que no ha cambiado en ti.
—Lo siento siempre he sido así y por eso mi boca me mete en muchos problemas —se disculpa.
Manic se ríe mientras se pega a su pecho, con suavidad aspira el aroma del lobo y lo hace sentirse tranquilo. Manic eleva la mirada mientras ladea el rostro.
—Scourge... puedo hacerte una pregunta —se detiene mientras piensa en las siguientes palabras— para nada normal.
Aquello provoca que Scourge también ladee el rostro.
—Claro, sabes que puedes decirme cualquier cosa, aun por más extraña que sea.
Manic piensa por unos segundos, más en su conversación con la chica.
—¿Los lycans pueden lanzar maldiciones? —le cuestiona.
El verdoso lo mira un poco desconcertado.
—No estoy seguro, pero si le haces una promesa a los lycans, más te vale cumplirla o tendrás un final trágico —le cuenta—, pero de dónde te surgió esa duda.
Manic quedó aturdido con esa respuesta.
—Solo, leí algo como eso en algún lugar... es todo —se excusa sin tener idea.
Scourge lo mira con intriga.
—Manic... —lo llama nuevamente— que te dije.
—No te preocupes, solo era una duda muy tonta que surgió de la nada.
Scourge le sujeta del mentón.
—Si es una promesa hecha con sangre, es algo inquebrantable. Ningún poder en la tierra mágica puede borrarla —termina de contarle— es un descubrimiento muy reciente, pero no todos los lycans son capaces de hacerlo.
—¿Existe algún requisito?
El rostro del lobo se mantiene serio.
—Me temo que eso es lo que no sé, cómo digo es algo muy reciente.
Manic entonces queda pensativo.
—Mi padre era capaz de hacerlos, no estoy seguro de cómo... supongo que es algún factor mágico aparte de los lycans.
Manic entonces se muestra aún más confundido.
—Gracias por decírmelo.
Scourge juega con sus flequillos y Manic se ríe.
—¿Eso es lo que te tenía pensativo en la cena? —le pregunta entre risas.
—Un poco... gracias por hacerme sentir mejor —le agradece el otro.
—No te preocupes, yo no tengo esa habilidad así que no te sientas obligado a hacer algo —le aclara.
Manic le sujeta del rostro y le da un tierno beso en los labios como respuesta.
[…]
Con suavidad remueve los flequillos de Manic mientras le da ligeros besos en todo el rostro. Los ojos del menor se abren para encontrarse con un lycan cariñoso encima de él.
—Lo siento mucho, pero debemos partir —le susurra el lycan.
El verdoso lanza un quejido.
—¿Cuánto tiempo pasó? —pregunta con pereza.
—Dos horas.
Manic se asustó, iba a incorporarse, pero el peso de Scourge lo evita.
—Vamos Scourge, los chicos nos están esperando —le pide.
El rostro del lobo lo admira con una tristeza tan evidente.
—Manic... debes prometerme que, ante cualquier señal de peligro, vas a escapar.
El otro se tensa al escuchar eso.
—Scourge...
—No quiero... no soportaría perderte de nuevo... —revela el lycan.
Manic lo sujeta de las mejillas mientras sonríe.
—Scourge no me va a pasar nada, antes no tenía este poder... ahora confío en que tú y yo saldremos salvos.
El lycan se incorpora mientras le sonríe.
—No puedo evitar tener miedo ante el pensamiento de que tú... después de todo lo que hemos pasado.
—Calma, no nos pasará nada. Esta vez no.
La puerta se abre y muestra un Espio de brazos cruzados.
—Lamento interrumpir su luna de miel, pero estamos listos, así que dejen los besos y abrazos para después —se burla el mago.
Scourge gruñe, pero se ríe al mismo tiempo en cambio Manic se incorpora de la cama y le da la mano al lycan. Ambos se sujetan y salen de esa habitación, unos minutos y se encuentran con los demás chicos esperando por ellos.
—Al fin han llegado, están todos listos para partir —menciona Espio acercándose a ellos.
Mephiles aparece mientras en su mano carga un sombrero oscuro, detrás de él Silver camina con el rostro imperturbable.
—Debemos ser precavidos —el cazador se coloca el sombrero mientras lo ajusta—. Ante cualquier amenaza.
Sonic se acerca a Manic para tomarlo de las manos.
—¿Tienes un momento? Necesito decirte algo —le dice entre susurros.
El verdoso asiente y se alejan ligeramente del grupo ante la mirada del otro lycan.
—¿Sonic qué pasa? —le pregunta preocupado.
—Por favor, ten mucho cuidado con lo que encuentres afuera... hace tiempo perdí a un amigo y no pude ayudarlo, no quiero... —le pide con mucha tristeza.
—Tranquilo no pasará nada, puedes estar tranquilo.
Sonic le sonríe, guía la mano de Manic hasta su estómago. El rostro de Manic se muestra llena de sorpresa cuando eleva el rostro y está a punto de gritar porque siente como algo se mueve ligeramente y en su mente se forma la idea de lo que puede ser...
—Nadie lo sabe... pero por favor, quiero que mi bebé conozca a su tío —le dice con algunas lágrimas en los ojos.
Manic entonces mira a Shadow y a Mephiles, entonces entiende por qué han decidido dejar a Shadow.
—Volveremos —le promete— quiero conocerlo por favor cuídate mucho —le pide también.
Sonic se ríe y asiente. Ambos regresan con el grupo mientras Sonic se coloca al lado de su esposo.
—No me parece interesante quedarme sin hacer nada —se queja Shadow con el cazador.
—Me eres más útil aquí, además... —ve como el científico se acerca hasta ellos con algo en las manos.
—Mephiles es posible que necesites algo un poco más sofisticado —le entrega un arma nueva— considéralo un amuleto de buena suerte —se aleja saliendo de la habitación.
El cazador ve el arma y sonríe, saca una de las suyas para guardar la nueva y la otra la extiende al azabache.
—Necesito que me la entregues cuando vuelva... —le pide— esto es todo lo que tengo de mi hermano, es importante —Shadow la toma entre sus manos—, estoy dejándola en buenas manos.
Mientras todos expresan sus buenos deseos la puerta se abre y muestra a Knuckles.
—Bien, es momento de partir —dice viendo a los chicos.
Todos asienten, se terminan de despedir de los demás.
—Por favor regresen pronto —les pide Sonic.
—Estaremos pendientes de ustedes —agrega Rouge.
Amy se acerca a Scourge.
—Ten cuidado con lo que sea que encuentres allá afuera —le pide.
El verdoso asiente y la abraza.
—Lo prometo.
El grupo de los chicos se acerca al príncipe.
—Estamos listos Knux —menciona Scourge.
El rojizo asiente mientras extiende sus manos. Un polvillo dorado cubre a los chicos poco a poco se va distorsionando el lugar en donde se encuentran hasta que los hace aparecer en un bosque oscuro.
—La ubicación más cercana —susurra Knuckles, eleva la mirada mientras ve al horizonte.
Scourge se aleja mientras olfatea el viento.
—Libre —informa a los demás.
El príncipe se acerca a Mephiles y le entrega una bola dorada.
—Estaré muy cerca de ustedes, al menor peligro los traeré de vuelta, no dudes en destruirla —le pide.
Manic asiente.
—Se lo agradecemos mucho príncipe —dice Mephiles guardando aquel objeto.
El mago desaparece en una nube dorada.
—Bien, ahora debemos movernos.
Mephiles lidera al grupo mientras Silver camina detrás de él, Scourge y Manic caminan juntos y Espio los sigue por detrás. El bosque en el que se encontraban era tan denso y oscuro que apenas veían el camino.
—Nunca había visitado algo como esto... —se queja Espio al no tener idea del terreno.
—El bosque parece ocultar algo —menciona Silver—, nunca me había topado con un lugar con tan poca visibilidad.
Scourge se acerca un poco más al vampiro albino.
—¿Puedes decirme por qué a los vampiros les gustan las cosas tan extrañas? —pregunta con mucha curiosidad.
Silver se sonroja mientras analiza esa pregunta.
—No puedo hablar por todos, pero creo que nos gusta tener aquello que es difícil para otro ser, que sea único... —contesta de una manera corta.
—Eso es un poco clasista —menciona Scourge a lo que Manic le pega a un costado.
—Los vampiros adoran tener cosas únicas, es como un instinto —agrega volviendo la vista por delante— no lo puedes detener.
Mephiles se detiene y los demás obedecen, saca un arma mientras apunta por delante. Se aproxima para revisar y suspira cuando un ciervo sale corriendo del lugar.
—Un venado... —menciona guardando el arma— sigamos.
Mientras caminan se encuentran con algunas herramientas tiradas, la nariz de Scourge aspira nuevamente y se percata de un aroma muy curioso.
—¿Mortales? —se pregunta muy extrañado.
—Es imposible, esta zona aún es del bosque mágico —aclara el mago mientras unos unas luces se desprenden de sus manos y se convierten en pajarillos que vuelan a su alrededor.
Manic ve por delante y observa algo a la distancia.
—¿Scourge? —lo llama.
El lobo fija su vista a donde mira su amado y también se percata de que, hay una aldea destruida.
—Mephiles ves eso —le dice acercándose al vampiro.
El grupo se aproxima con precaución y al estar en lo que parece ser la entrada se detienen de golpe. Scourge olfatea el aire y su rostro se llena de incredulidad.
—¿Una aldea de mortales en el bosque mágico?
Mephiles se adelanta mientras ve a los costados, una neblina cubre a la mayoría del lugar. Los pajarillos de Espio se adelantan e iluminan un poco más el lugar.
—Esta destruida —Mephiles voltea para ver a los demás—. En su totalidad.
Ante ellos la neblina se esparce y muestra el deterioro del lugar, casas totalmente en ruinas, las calles apenas tienen rastros de pisadas, harapos tirados y algunos utensilios. El fuerte olor de la humedad y la tierra hicieron que Scourge arrugara la nariz y se la tapara.
—No lo entiendo —Silver se aproxima a Mephiles—. ¿Por qué hay una aldea en este lugar? Se supone que los mortales siempre han vivido lejos de las criaturas mágicas y esta aldea...
—Investiguemos, tengo la ligera sospecha de que hay algo oculto —aclara el cazador.
Mephiles se aleja de ellos mientras busca algún tipo de pista, Scourge toma la mano de Manic y caminan hasta otro lado, Espio y Silver se adelantan en busca de algo más.
Una ligera brisa provoca escalofríos en Manic mientras se abraza a sí mismo, él y Scourge se dirigieron a una casa destruida. Entraron mientas buscaban cualquier cosa que los ayudara a encontrar algo. El lobo olfateaba y sus manos tocaban algunos objetos y Manic revisaba libros y cualquier papel. Justo sus manos tocaron algo duro y un poco pesado, lo sujetó y se dio cuenta de que era un álbum de fotos antiguas. Rápidamente lo abrió y con apenas unos pocos daños unas fotos se veían tan claras.
Scourge se detuvo cuando vio a su amado distraído con ese libro, se acerca por detrás y se sorprende al ver las fotos.
—Supongo que son las fotos familiares —menciona el menor.
Sus dedos pasan las fotos y efectivamente aparecían más personas.
—Mortales, no hay duda de ello —Scourge pasa otra página.
Cuando la nueva página queda a su vista, las piernas de Manic temblaron. Sin poder creerlo y con el corazón latiéndole, sus ojos se enfocaron en el rostro angelical de una chica que estaba al lado del que parecía ser su padre.
—”María” —pensó en la chica mientras quedaba estático.
Scourge arrugó la nariz y se sintió ligeramente confundido.
—Oye, se parece mucho a la chica que hemos visto en los palacios anteriores... —le habla a Manic, pero se nota que el otro esta asustado—. Manic...
Scourge nota que el chico está en silencio y sus manos tiemblan.
—”La cadena que la ata al mundo mágico” —aquellas palabras se repiten en su mente.
Una luz se extiende de aquel libro y lo deja ciego por unos minutos. Poco a poco abre sus ojos y se encuentra en un lugar diferente. Una chimenea que arde con llamas, el aroma del café que acaricia su nariz y sus oídos escuchan las risas y comentarios de las personas.
—¿Scourge? —llama al lobo, pero se da cuenta de que está completamente solo.
—Manic... —escucha una voz tan suave que lo llama.
Rápidamente alza la vista por delante, sin pensarlo mucho abre la puerta y sale de esa casa. Un calor agradable cubre su rostro y se da cuenta de que aquella aldea, está llena de personas vivas. Sus ojos brillan al ver como algunas hadas vuelan tan libres en los campos y otras criaturas se dejan acariciar de los mortales. Su rostro se ve tan maravillado de que en ese ambiente vivan dos mundos totalmente diferentes.
—Manic... —escucha de nuevo esa voz y alza la mirada.
Niños corren a su alrededor mientras le entregan flores, mujeres caminan mientras llevan coronas de flores y frutas, algunas campanas suenan. Delante de Manic la figura de una chica se aproxima, los niños que corrían alrededor de él se acercan a ella.
—¡María! —le gritan emocionados.
Manic abre los ojos impresionados de ver a la chica, ella caminaba con un vestido celeste tan claro como el mismo cielo, un laso a juego amarraba su cabellera tan dorada y sus ojos azules, eran simplemente una combinación tan perfecta con su piel blanca. Parecía un hada, irradiaba un aura tan pura y nostálgica.
—Pequeños, no deben correr —además de su físico, su voz era algo tan sublime y hermoso—. Podrían lastimarse.
Por un momento Manic quedó encantado de aquella chica, pero salió de su trance cuando ella se acercó hasta él y le alzó la mano.
—Lamento la demora, mi padre es un hombre muy estricto y no me deja ir con muchachos, pero ha hecho una excepción contigo Manic —se disculpa con una sonrisa.
—¿María de verdad eres tú? —le pregunta Manic al verla totalmente diferente al fantasma.
—Lo soy, vamos debemos irnos a otro lugar —ella sujeta la mano del chico mientras lo ayuda a caminar.
Los dos chicos caminan por ese pueblo mientras la gente los saluda. Manic se encuentra atónito, en sus “viajes” anteriores por situaciones del pasado no lo podían ver y justamente en ese momento...
—María... —iba a hablar, pero la risa de la chica lo desconcierta.
—No te preocupes, estás dentro de mis recuerdos —le dice sonriéndole— están modificados para que todos sean amables contigo.
Manic entonces entiende.
—¿Qué fue lo que pasó con tu pueblo? —le pregunta a ver que en ese lugar había vida, era totalmente diferente a como lo encontraron con los chicos.
María no le contesta inmediatamente, al contrario, hace que corra junto a ella. Suben por una colina que da justo la vista al pueblo. Suelta su mano y ella se adelanta para sentarse.
—Ven disfruta conmigo —le pide palmeando el lugar a su costado.
Manic se acerca y toma asiento junto a ella.
—Quería que vieras lo hermoso que fue alguna vez —le contesta con nostalgia— cuando me siento sola vuelvo a los mejores momentos de mi vida...
Criaturas mágicas convivían de una manera extraordinaria, mortales ayudados por ellas, era como un cuento de fantasía.
—María dime la verdad de este misterio, qué paso con tu pueblo, quién provocó este caos y por qué estás atrapada —le suplica al no entender como aquello era posible.
María lo mira con una sonrisa triste.
—Toda la tragedia fue a causa del amor —le contesta.
Manic se sobresalta.
—María, dime por qué viven cerca de uno de los palacios de los vampiros, cómo lograron la convivencia de las criaturas mágicas...
La chica no le responde, mientras poco a poco la luz del sol va desapareciendo en el horizonte.
—Antes de que esta guerra existiera, todas las criaturas vivían en paz, fuimos los primeros mortales que pudimos vivir en armonía con las criaturas mágicas —poco a poco la oscuridad envolvió el lugar.
—María...
Algunas pisadas se escucharon detrás de ellos, Manic se voltea para ver que ocurre y su rostro palidece cuando ve a un elegante hombre de traje con accesorios de oro. María se incorpora mientras el otro trata de detenerla, pero entonces comprende por qué ella no muestra pánico.
El hombre eleva su mano para tomar la de ella y la atrae hasta su pecho.
—Yo no entiendo... —Manic se incorpora y guarda silencio mientras ve como el hombre desnuda la piel de la muñeca de la chica, la alza a la altura de sus labios y... con todo el terror del mundo Manic queda estupefacto cuando el vampiro encaja sus dientes en la muñeca de ella—. ¡María! —grita Manic al darse cuenta de que aquel hombre...
Es el rey de los vampiros.
[...]
—¡Lobo tonto, te he dicho que no lo dejes tocar cada cosa que encuentra! —Espio estaba regañando a Scourge mientras aplicaba algunos polvos en el rostro de Manic.
—Te dije que no toco nada mágico, solo estábamos viendo unas fotos cuando de la nada Manic se desmayó —le cuenta muy alterado y abrazando al erizo.
—Déjame ayudarlo, si no lo sueltas no puedo hacer nada —le exige.
Mephiles se acerca mientras se pone al nivel de los chicos, de sus bolsillos saca unas ramitas y las acerca a la nariz de Manic, las quiebra y al instante, se escucha un quejido por parte del menor, se sienta inmediatamente mientras tose violentamente.
—¡Manic! —grita Scourge al verlo a salvo.
El menor se tranquiliza mientras sus ojos ven a su alrededor con temor. Mephiles lo sujeta del hombro mientras sus ojos verdes se enfocan en los de él.
—Ya pasó, volviste —lo calma. Manic suspira mientras asiente—. ¿Qué viste?
Silver se acerca a Manic y toma su mano.
—Esta aldea —la voz de Manic denota su cansancio— fue la primera que intentó vivir en paz con el bosque mágico. Los vi a todos tan felices.
Silver aprieta la mano de Manic.
—Tranquilo mi pequeño, nadie puede hacerte daño —lo consuela.
—Lo vi —menciona viendo a Silver— vi al rey de los vampiros —agrega mientras su respiración se vuelve pesada—. El rey estaba al lado de una mortal. Su nombre era María.
El rostro de Silver queda perplejo ante aquellas palabras.
¿Y ahora quién es el culpable de la guerra 🐺?
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