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La luz de la luna era tan reconfortante para él, siempre que se mostraba perdido o estresado, ver la luna le regresaba esos ánimos que perdía. Scourge se encontraba observando la noche en el balcón de su casa en el árbol. La suave ventisca nocturna removía sus púas desaliñadas. Por momentos cerraba los ojos en busca de escuchar algo que fuera una amenaza. Había decidido hacer vigilancia para evitar los ataques sorpresas.
Pero lo que no pudo escuchar fue los suaves pasos de un erizo que desde hace rato lo veía desde la entrada a la casa. Con sus manos aferradas a una manta, Manic le veía muy preocupado, ya que el lobo nuevamente lo evadía.
—Scourge... —Manic se acerca hasta él mientras toma asiento a su lado.
Scourge se sobresalta al sentir como el otro sujeta su hombro.
—Manic... —dice viéndolo incrédulo—. ¿Qué haces despierto tan tarde? —le cuestiona tratando de verse relajado cosa que no era muy evidente.
Manic le observa muy consternado.
—No puedo dormir —le contesta—. ¿Y tú qué haces despierto tan tarde? —le pregunta con mucha intriga.
—Solo no podía dormir, estoy pensando en muchas cosas así que decidí montar guardia por unas horas —le contesta.
Manic siente una leve punzada en el pecho.
—¿Qué cosas? —pregunta nuevamente.
Scourge carraspea cuando escucha el cuestionamiento.
—En bueno... —Scourge se ve lleno de misterio, sin mayor novedad lleva sus manos hasta las púas para sacar unas cartas—. Espio me escribió hace unos días, y encontró cierta magia muy extraña —le comenta— en su descripción parece ser que la magia es demasiado parecida a la que vimos en las plantas.
Manic toma las cartas para comenzar a leerlas, de alguna manera podía entender la caligrafía del mago.
—¿Magia extraña? —le pregunta volviendo a ponerle atención.
Scourge se encoge de hombros.
—Ellos mejor que nadie conocen los tipos de magia que existen, pero me temo que esa magia no es algo que ellos usen y lo peor, afecta a la naturaleza. Es como sí, matará la vida de todo y lo peor es que temen no exista un método para erradicarla —le menciona dando un fuerte suspiro.
Manic siente una leve tensión en su cuello.
—¿Y qué piensas hacer? —le pregunta imaginándose su plan.
—Me temo que tendré que ir a buscar información a los antiguos castillos de los vampiros, ya que tienen muchos —dice casi asqueado de meterse en esos temas—. Según Espio, hay indicios de que esa magia era un invento de esos chupasangres, pero nada es seguro, no recuerdo que ellos usarán magia.
Manic se muestra aterrorizado ante aquella confesión.
—Scourge, pero hemos estado ocultos, si te muestras puede que Infinite... —le recuerda.
—Es un riesgo que debo correr, aunque no sea un alfa declarado o tenga una manada, debo proteger el bosque mágico de cualquier peligro —declara de golpe— esto ya no se trata de una disputa territorial, es más que eso y debo hacer todo lo posible para ayudar.
Manic se acerca un poco más a él mientras su mano busca el brazo del lobo.
—Pero Scourge... —le dice notablemente preocupado.
Scourge toma su mano y la sujeta con suavidad, Manic eleva la mirada y se topa con el rostro ligeramente suave del lycan.
—Descuida, sé moverme dentro del bosque. Además es importante que te siga ocultando de ellos —menciona con su característica sonrisa engreída.
Manic se ve pasmado.
—Significa que te irás...
La sonrisa del lobo se borra.
—Serán unas horas, ya que debo ocultarme lo más que pueda —dice mientras suelta la mano del menor.
Scourge se incorpora con cuidado mientras entra a la casa y deja solo a Manic. De alguna manera el menor comenzaba a sentirse ansioso por saber qué era lo que hacía que Scourge se alejara de él.
Al día siguiente por la tarde, Scourge corría por las copas de los árboles mientras se detenía a observar que nadie lo siguiera. Había muchos castillos que pertenecieron a los vampiros en el pasado y encontrarlos a veces era difícil pero no imposible. En algún momento se topó con algunos y gracias a su buena memoria recordaba el camino para llegar hasta ellos. Y allí estaba al frente uno...
Tan imponente como el porte de los vampiros, tan elegante como el gusto de esos chupasangres y tan retorcido como sus deseos, así se mostraba el lugar al que el lobo se dirigía. Scourge se sintió ligeramente incómodo al pensar que visitaría uno de los escondites. Se deja caer al suelo mientras corre rápidamente para llegar a la entrada, debido a los años las puertas se han deteriorado y se escabulle por una rajadura.
Se mete con cuidado, sus ojos observan con mucha precaución aquel lugar. Hasta que mira un pájaro de color rojo sobrevolar el lugar. Sonríe coqueto al reconocer de quién se trata.
—Al menos podrías ponerle un poco más de misterio al asunto, ya que el tema de las aves comienza a ser muy obvio —menciona cruzándose de brazos— o algo más interesante Espio, qué te parece una pantera.
El pájaro se deja caer en picada hasta que se convierte en una nube de polvo y de esta sale un chico viendo recelosamente al lobo.
—Tan imprudente como siempre alfa —le recrimina— acudí a tu llamado tan pronto como dijiste que vendrías a este sitio —le informa dejando de lado la opinión del lobo.
Scourge cruza los brazos detrás de su cabeza.
—Bueno, ya que estamos aquí creo que debemos investigar esa magia que encontramos, no tengo la más mínima idea de quién se trate —dice volteándose y comenzando a caminar.
Espio lanza una mirada por detrás de ellos, asegurándose de que nada ni nadie los siga.
—Hace años, los vampiros intentaron recrear nuestra magia por eso tengo mis sospechas en ellos —le menciona cuando camina unos pasos por detrás— aunque nunca se supo si lograron su cometido.
Scourge lanza un bostezo mientras lo escucha.
—Bien, creo que debemos encontrar cualquier cosa útil que afirme tu teoría o la desmienta.
El mago logra caminar al lado del lobo.
—Adelante alfa —le pide el mago.
Ambos comienzan a caminar hasta lo más profundo de aquel lugar.
Scourge sonríe divertido al ver al mago.
—¿Y a ti qué mosco te pico? —le pregunta el mago mientras lo mira serio.
El lycan sonríe engreído.
—Solo me preguntaba si mi buen amigo encantador ya regreso de su viaje astral —le dice tranquilo.
Espio suspira.
—No, su majestad aún se encuentra estudiando otras cosas —le cuenta— sus conocimientos están siendo muy exigentes y tuvo que tomar más tiempo del previsto.
Scourge lanza un quejido.
—Me vendría bien su ayuda... el tipo sabe mucho sobre cosas antiguas, cómo lamentó no haberle puesto atención cuando lo visitaba —se avergüenza de sus propias palabras.
Ambos pasan otros salones más mientras siguen hablando.
—Por lo que veo aún no le has dicho nada al mortal, de nuevo puedo sentir una tensión en tu aroma —se queja a lo que Scourge no muestra interés en contestar.
Ambos llegan hasta un pasillo en donde hay varios pasadizos. Espio levanta una mano y de ahí una luz emerge, una a una va pasando las puertas mientras busca los documentos secretos de esos seres.
—¿Qué pasa lobo? Nunca te había visto tan paciente con un tema —insiste el mago.
Scourge sabe que él no lo dejara de molestar con ese tema.
—No se trata de paciencia... es solo que creo que el momento aún no es el correcto —le corrige.
—Vamos Scourge, no te crees tus propias palabras —se muestra incrédulo el otro— eres tan contradictorio en tus acciones y palabras.
El lobo se detiene mientras sonríe triste.
—He perdido todo, perder a Manic acabaría conmigo —le confiesa con amargura— creo que es la primera vez que tengo tanto miedo de que alguien sepa sobre mis intenciones y eso lo acabe... llevando al abismo.
Espio se detiene al escucharlo.
—Si no te conociera tan bien, diría que eres un cobarde sin remedio, pero no es así. El estar al lado de ese mortal te ha ayudado a comprender la magnitud de tus acciones y cómo te habrás dado cuenta debes ser más cuidadoso, estoy seguro de que sabrás en qué momento debes hablarlo —lo consuela.
El lycan sonríe levemente.
—Por supuesto, quiero que Manic se quede conmigo, aquí en el bosque mágico, pero si su deseo es volver al mundo mortal, lo seguiré —le menciona volviendo a su actitud feliz— después de todo, no tengo planes que quedarme en este lugar cuando hayamos encontrado al responsable de crear la magia de Infinite.
—No tienes remedio... —el camaleón guarda silencio cuando mira como la luz brilla más fuerte.
Los dos corren en dirección hasta que se encuentran con una pared.
—Es un pasadizo secreto —menciona el mago, de repente ve como es destruido por el lobo verde.
—Era querrás decir —le corrige poniéndose de pie—. Veamos a donde nos lleva.
El mago solo niega, Scourge era todo un impulsivo, se dirige hasta el lobo y comienzan a caminar por dentro del pasillo. Después de atravesarlo se encuentran en una sala secreta.
—Los vampiros y su manía de hacer cosas ocultas —menciona Scourge, se adelanta a tomar algunos libros de unos estantes— debe hacer algo aquí —dice lanzando los libros.
Espio también toma algunos para leer.
—Esto es basura, basura —menciona Scourge leyendo y tirando cada libro—. ¡Nada útil, solo historias de hadas!
Espio también se muestra apático, pero algo logra llamar su atención. Deja de lado los libros y piensa.
—Scourge quién más maneja los ciclos lunares... —le pregunta al chico.
El lycan le mira muy confundido de su pregunta.
—Además de las ninfas de las costas, solo los lycans —le contesta sin comprender—. ¿A qué viene eso?
El mago le mira confundido.
—¿Entonces por qué los vampiros dibujaron eso en el techo?
El mago señala justo por encima de ellos y ambos quedan impresionados de lo que ven. Un mural del cielo nocturno lleno de estrellas y lo que más destacan son dos círculos, uno rojo y uno azul.
—¡¿Pero qué diablos es eso?! —pregunta Scourge tan maravillado como horrorizado.
Espio queda sin palabras.
—¡¿Por qué los vampiros tienen esos dibujos?! ¡¿Dos lunas?! —grita Scourge mientras señala.
—Espera... ¿Cómo que dos lunas? —le contesta el mago.
Scourge se ve lleno de histeria.
—No es obvio, nuestra luna es de color blanca, pero esas dos... nunca la he visto —le dice como si no fuera lo más obvio.
Espio sí que estaba más que confundido.
—¿Por qué asumes que habría dos lunas? —le cuestiona.
Por un momento sus ojos observan con mayor detalle el dibujo.
—Porque ellos odiaban el sol y no tendría sentido que en la noche existe el sol —le dice—. ¡Ves, allí está la segunda luna!
Espio duda de las palabras de Scourge, luego sus ojos observan algunas letras incrustadas en los costados de la pintura.
—Mira, hay algunos escritos —le dice señalando
El lobo trata de leerlos, pero es inútil, nunca aprendió a descifrar el lenguaje de ellos.
—¡No entiendo lo que dicen, siempre odié el idioma de ellos! —se queja lanzando un libro al suelo.
Espio rápidamente toma algunos libros y encuentra algo que poco a poco lo ayuda a traducir.
—"La vida y la muerte intervienen al mismo tiempo, una otorga descanso y otro dolor, pero ambas comparten el mismo ciclo..." —dice cerrando el libro— no es el idioma de los vampiros, es un idioma incluso más antiguo.
—Los vampiros sí que eran fanáticos de las cosas bizarras —menciona Scourge sin entender nada— como por ejemplo escribir en muchos idiomas.
Espio mantiene la vista fija en las letras.
—Es un juego de palabras, pero porque hablan de dos cosas tan distintas... —menciona sin dejar de pensar.
—Oye, pero que son esas cosas... —vuelve a decir Scourge señalando la pintura.
Alrededor de la pintura, se veía como algunos pedazos se mostraban desgastados y formaban nueve esferas de diferentes colores.
—¿Son bolas... de colores?
—Hay algo que no encaja en esa pintura, y me temo que hay más pistas... —dice el mago convencido que aquello no era toda la verdad absoluta.
—Es un dolor de cabeza pensar como lo hacen ellos —se queja Scourge—. Dos lunas, nueve esferas y una pintura que se cae... qué es lo que esconden.
Espio mira más detalladamente la pintura y nota como unas partes internas están mayormente quebradas.
—Necesito a tu lobo —dice de repente, su mano señala a la pintura— un golpe bastará.
—¿Qué? —dice Scourge viendo al mismo sitio donde señala—. ¿Quieres que rompa la pintura?
Espio asiente mientras toma un pedazo de papel, con su magia dibuja sobre este hasta que la imagen casi exacta queda adherida al papel.
—Bien... los magos hacen cosas que nunca entenderé —el verde se transforma en su lobo mientras se encoge, suelta un gruñido y da un fuerte salto que le permite pegarle tan solo un poco más, pero no se rompe.
—Necesitas algo más fuerte —dice el mago mientras observa a su alrededor, rápidamente se dirige a un estante y comienza a querer derribarlo— te necesito lobo —le dice al otro, Scourge se acerca y con facilidad derriba el estante— debería ayudar —le menciona— ahora ya tienes algo con lo que puedes derribarlo.
Scourge comprende y le sonríe engreído, toma el estante y utilizando todas sus fuerzas lo lanza a la pintura. Un pequeño clic logra escucharse y después toda la pintura se raja cuan vidrio.
—¡Cúbrete! —le grita el mago al ver que los pedazos comienzan a caer.
Scourge lo agarra y lo protege con todo su cuerpo. Una extensa capa de humo recubre el lugar hasta que se calma. Una bola blanca se remueve quitándose el polvillo hasta volver a su color natural. Espio también se sacude y tose debido al polvo, nuevamente eleva la mirada y lo que observa lo deja atónito.
—Scourge... —lo llama.
El mencionado vuelve a su forma erizo y nuevamente ve a la pintura. Su rostro se ve lleno de incredulidad al ver una nueva versión de esa pintura.
—¿Qué demonios es eso?
Bajo un cielo oscuro lleno de estrellas, dos seres se representaban, uno rojo como el fuego con colmillos y otro lleno de plumas de colores, ambos se encontraban en posición de batalla mientras la luna estaba en el centro.
—Una pista más... —susurra Espio— pero qué significa está revelación —se pregunta—. ¿Por qué los vampiros esconderían algo como eso?
—Porque es obvio que no querían que supieran su debilidad —contesta una tercera voz.
Scourge y Espio voltean a ver aquella voz.
—¡Infinite! —grita el mago enardecido.
El lobo sonríe mientras los mira con superioridad.
—Parece que me han ahorrado su búsqueda y eso es algo que me agrada demasiado —se burla de ellos mientras camina despacio.
Scourge gruñe cuando lo mira.
—Hasta que das la cara Scourge —se dirige al lobo— me has puesto demasiado trabajo en este lugar.
—¿Qué pasa alfa, no puedes atrapar a un renegado? Creí que serías más ágil —menciona con gracia.
El alfa se detiene a unos pocos metros de ellos.
—No te conviene fanfarronear Scourge —le calla— no después de que traicionaste a tu clan, realmente crees que no estoy enterado de que un mortal te acompaña —lo amenaza.
La sonrisa de Scourge se borra de golpe y la de Infinite se alarga más.
—Te diré algo, ese mortal va a ser el primero en caer, luego seguirás tú y después tu amigo mago —declara.
Espio observa como varios lycans los rodean.
—Scourge —le susurra acercándose, sabe que no podrán contra ellos.
—¡Ni se te ocurra ni siquiera concebir la idea de que te dejaré tocarlo! ¡Porque primero te voy a acabar! —lanza la amenaza con odio.
—Veamos quién acaba a quien de primero, engrendo —lo reta el otro.
Scourge se iba a lanzar a atacar, pero en ese momento Espio lanza un hechizo que los hace desaparecer de allí.
—¡Infinite han escapado! —dice un lycan.
El lobo solamente se ríe, se acerca hasta donde estaban ambos y observa la pintura.
—Ellos no logran entender sus mensajes, pero es claro, el mayor temor de un vampiro era un lycan. Por ello, es que nos utilizaron, siempre temieron que uno de ellos se levantara en contra —dice terminando de acercarse.
Infinite toma una pieza de la primera pintura.
—Scourge no sabe, pero esas cosas lograron encontrar lo único que puede detener a un lycan e incluso a todo ser mágico y es por eso que debo acabar con ese lobo y mortal —dice convirtiéndose en lobo, gruñó dando la orden de que comenzarán a correr lejos de ese lugar.
Mientras él se quedó por último, con su dedo encendió una llama la cual al tocar los papeles devoró todo a su paso. La manada de lobos salió de ese palacio mientras a la lejanía dos chicos los observaban. Espio y Scourge se escondieron mientras observaba la partida de esos mercenarios.
—Debí suponer que Infinite estaría en ese lugar... —dice el mago viendo que el palacio arde en llamas.
—¡Maldito lobo!
—Seguramente él sabe los secretos detrás de esas pinturas, hay algo que no encaja en todo esto... —dice viendo como todos los lycans escapan.
—¡Sea lo que sea lo voy a detener! —asegura el lycan.
El mago sujeta de la muñeca al lobo.
—¡Recuerda que Manic depende de ti, no olvides que si Infinite logra llegar a Manic será tu fin! —le recuerda.
Scourge gruñe y se calma.
—¿Conoces otro lugar en donde los vampiros pudieran ocultar sus secretos? —le pregunta el mago.
—Creo que si, pero está cerca de la frontera con el mundo de los mortales —le cuenta.
—Debemos ir, pero debemos llevar a Manic con nosotros —le sugiere.
Scourge se da media vuelta.
—No vamos a perder tiempo, iremos esta misma noche —dice alejándose— encuéntrame en la cascada de nenúfares.
El mago ve como Scourge escapa del lugar y no puede evitar sentirse nervioso.
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