🅣🅡🅔🅘🅝🅣🅐

La lluvia arreciaba por la noche, después de algunos días Manic y Scourge lograron encontrar una cueva para descansar temporalmente. Y era una buena noticia, ya que en esos días fuertes lluvias los atormentaban sin darles oportunidad de buscar otro lugar más decente para descansar.

Manic se encontraba sentado viendo caer la lluvia sobre el extenso bosque, algunos animales se refugiaban con las hojas en las copas de los árboles y otros se metían debajo de las cuevas cubiertas por las rocas. Algo que a Manic siempre le gustó fue ver la lluvia en la noche, su sonido era tan relajante y reconfortante. Sin embargo el pequeño erizo no mostraba mucho entusiasmo con aquella situación de hecho hasta pensaba que era algo muy triste.

No comprendía como las cosas se torcieron hasta el punto en el que se volvió en un ser tan parecido a Scourge. Hasta sintió vergüenza de saber que muchos de los que alguna vez lo conocieron, cuestionario su reputación con base en esa noticia que le tomo por sorpresa. Pero algo era seguro, no podía volver a su pueblo y debería buscar un nuevo hogar.

—Si mamá viera esto... Caos no lo soportaría —dice para sí mismo mientras abraza sus piernas. En su mente siempre se preguntaba que era lo que había ocurrido para que se sintiera tan pequeño, solo y abandonado en el mundo.

Pero es que Manic también tenía que saber que ya no era solo él. De repente escucha unos quejidos provenientes del interior de la cueva y le parece extraño, pero después de pensarlo un poco, recordó a Scourge.

El lobo se encontraba dormido mientras su mano parecía detener algo en su brazo. Se removía con mucha brusquedad mientras que de sus labios salían esos quejidos que alarmaron a Manic. El otro deja su rara tarea de sentir lástima por sí mismo y se acerca hasta Scourge, nota como el rostro del lobo hace muecas de dolor y pareciera que está teniendo algunas pesadillas debido a su comportamiento.

—¿Scourge? —le llama poniendo su mano sobre el rostro del lobo y la retira al sentir que su temperatura le quema—. ¡¿Scourge?! —le vuelve a llamar asustado y removiéndolo de los hombros hasta el punto de hacerlo reaccionar.

El lobo abre los ojos, su boca suelta más quejidos mientras sus ojos se enfocan en el erizo preocupado. Se siente mareado y confundido mientras su mente trata de aclararse, pero la fiebre se lo impide. Se sostiene de los brazos de Manic mientras se ve fatal.

—¿M-Manic? ¿Q-Qué sucede? —le pregunta mientras intenta incorporarse, pero se encuentra tan débil que recae entre sus mismos movimientos. Menos mal Manic logra detenerlo y le sostiene.

—¡Eso te pregunto! —espeta mientras vuelve a tocarlo y a medirle la temperatura—. ¡Tienes harta fiebre, debo bajarla inmediatamente!

Con suavidad recuesta a Scourge nuevamente mientras busca alguno de sus suéteres para arroparlo. El lobo baja las orejas mientras cierra los ojos con cansancio.

—Es el precio de que una bala de plata te hiera, no imaginé que alguno de esos policías tuviera una —le cuenta acomodándose— había olvidado los efectos dolorosos que eran cada que una de esas te roza la piel —menciona con una leve sonrisa.

—¡Es peligroso que tengas alta temperatura! ¡Debiste contarme antes de estos efectos! —le recrimina Manic mientras se siente ansioso.

Su cabeza apenas y estaba clara, no tenía nada más en mente que solo proteger a Manic, tanto que se olvidó de atender su herida y justo sufría por la falta de atención a la misma.

—B-Bueno, no me he podido tratar la herida también —se resigna— pero mi cuerpo puede eliminar las toxinas, claro un poco más lento... —dice como consuelo para Manic.

El erizo le mira atónito se aleja para buscar algo que le ayude con la fiebre de Scourge en la bolsa que tiene, saca otro suéter y no duda en romperlo y hacerlo en una pieza más pequeña, luego va a la salida de la cueva para que la lluvia lo moje y así ayudar al lobo. Luego regresa hasta donde se encuentra Scourge y se lo coloca sobre la frente.

—¿Y-Y qué es lo que usas para tratar las heridas? —le pregunta consternado.

Scourge siente el frío del agua contra su frente, es agradable sentir los cuidados que en algún momento su madre también le dio. Lentamente sonríe hasta que abre los ojos y se topa con el rostro preocupado de Manic.

—Con una flor... —le contesta con suavidad—. Se machaca hasta que se vuelve un ungüento; se coloca y deja actuar hasta que sana la herida.

Manic le mira un poco ofendido. ¿Una flor resolvería todo su problema? Con suavidad relaja sus facciones y vuelve a hablarle.

—Y bien¿Dónde encuentro esa flor? —prosigue hablando del tema.

Scourge guarda silencio mientras sus ojos le miran con inseguridad.

—E-En el bosque; crece debajo de los árboles como pequeños arbustos, es difícil encontrarlos, ya que su producción es casi un milagro, pero descuida Manic yo sanare con el paso de los días —le consuela.

Pero Manic sabe que no puede arriesgar a Scourge de ese modo, es demasiado importante para él como para dejarlo en ese estado.

—¡No voy a dejarte sufrir, voy a buscarlo! —le asegura sin titubear, está dispuesto a ir por ello, pero la mano de Scourge le detiene de golpe.

—¡Manic no... no conoces el peligro de este bosque! ¿Cómo vas a andar en él? —le cuestiona tomándolo del brazo—. ¡Es un lugar peligroso para quien nunca ha estado en él!

—¡Pero debo ayudarte Scourge! —le vuelve a decir—. Somos los dos... debemos cuidarnos. ¿Qué va a pasar si Infinite nos ataca? No podremos defendernos —se detiene pensando muy seriamente en ese tema—. No quiero que nada te suceda y yo no poder... ayudarte —susurra Manic mientras aprieta sus labios de la pura impotencia.

El lobo parece enternecido con sus palabras, era obvia su preocupación, con torpeza logra sentarse, con su mano le sujeta de una mejilla.

—¿De dónde sacas todo ese valor escondido con estas situaciones? —le cuestiona acariciándole la mejilla con el dedo.

Manic desvía la mirada.

—Supongo que he aprendido un poco de ti... —le contesta sin verlo, no puede calmar sus emociones al sentirse tan minúsculo en los brazos de Scourge.

El lobo solamente sonríe, con dificultad se comienza a quitar la chaqueta que siempre porta.

—Usa esto... mi aroma alejará a cualquier cosa que quiera atacarte —le entrega su chaqueta— al menos en esta zona, los lycans no suelen venir. Detestan la lluvia.

Manic le mira con vergüenza.

—B-Bien... dime cómo es la flor que debo buscar —le cuestiona tomando entre sus brazos aquella chaqueta.

—Flor Luna... es pequeña crece en arbustos, blanquecina como la luna llena y tiene un aroma muy suave. Necesitas traer muchas para hacer el ungüento —le explica con suavidad.

Manic no logra comprender del todo, hay demasiadas flores con esa descripción. ¿Cómo podría encontrar a la verdadera?

—¿Algo que la diferencie del resto? —le cuestiona nuevamente—. ¿Un pequeño detalle?

Scourge piensa por unos segundos.

—Supongo que su forma, redonda y perfecta, con destellos rosados en los costados —le menciona con más seguridad.

—Bien creo que podré encontrarla —susurra Manic poniéndose la chaqueta de Scourge—. Flor luna, lo tengo.

Scourge vuelve a caer de espaldas mientras su cuerpo tiembla debido a la alta temperatura.

—M-Manic no es necesario... —dice muy aturdido del dolor.

Pero nada podría detener a su compañero.

—Si vamos a pasar mucho tiempo huyendo, debemos cuidarnos el uno al otro. No voy a demorar Scourge —le dice por último mientras sale de la cueva en busca de esa flor.

—Manic... —Scourge trata de levantarse, pero su cuerpo se niega a obedecer, no resiste más y cae desmayado mientras su mano a tientas trata de sujetar la imagen imaginaria de Manic.

La lluvia fue amainándose con el paso de los minutos. Manic caminaba con mucho miedo por el bosque mágico. Colocó sus mechones por detrás de la cabeza mientras sentía como estaba empapado. Sus ojos trataban de encontrar aquella planta medicinal que Scourge le dijo. Poco a poco se introducía más en el bosque, era muy extraño, pero sentía que de alguna manera ya había caminado por esos rumbos, era como si en otro momento se hubiera metido en ese sitio.

Pero eso era imposible, ya que Manic siempre creció en algún pueblo hasta que su madre murió. Sus pasos le llevaron muy lejos de donde se suponía en donde estaba Scourge hasta que comenzó a ver algunos arbustos a la distancia.

Una ligera sonrisa se dibujó sobre sus labios al ver que aquella podría ser una señal. En un apartado especial donde había árboles con hojas de diferentes colores, notó como otro tipo de arbustos crecían. Un poco entusiasmado se dirigió hasta ellos para ver que era lo que contenían.

Algunas frutillas de colores resaltaban entre aquellos, a Manic le parecieron lindos y deliciosos, pero no conocía que eran exactamente. Cortó algunos mientras los colocaba entre las bolsas de la chaqueta de Scourge, después le preguntaría si se podían comer. Aunque Manic reviso cuidadosamente todos los arbustos no encontró lo que buscaba.

No le quedó más que volver al sendero por el que se dirigía, la luna iluminaba el camino y poco a poco le llevo hasta otro sendero. Más adelante había un pequeño riachuelo que iniciaba un nuevo bosque.

Una leve sensación le acarició las púas, una nostalgia muy ingenua que le hizo preguntarse qué era. Pero luego esa sensación fue descartada cuando Manic sonrió al ver unas pequeñas flores blancas, se acercó corriendo mientras las tocaba. Se sintió tan feliz al ver que esas flores eran exactamente como las que Scourge le dijo.

—¡Eureka! —dijo feliz al encontrarlas.

Comenzó a cortar varias flores para Scourge, tendría que ayudarlo a sanar. Era un alivio por fin haber sido útil en algo para el lobo.

[…]

Regresó a la cueva en donde estaban ocultos; encontró a Scourge muy retirado del lugar en el que se había quedado. Con sus garras Scourge avanzó hasta la entrada mientras buscaba salir, pero parecía que sus fuerzas no era suficientes.

—¡¿Scourge, qué tratas de hacer?! —le pregunta conmocionado mientras lo ayuda a sentarse.

El lobo respiraba fuerte y brusco, se notaba cansado y transpirado.

—M-Manic... ¿H-Has vuelto? —le responde con el tono de voz muy débil y sus ojos levemente cerrados.

—¡Claro pero por el Caos. Scourge sigues mal! —le dice mientras trata de ayudarlo a ponerse de pie— venga vamos a sanar tus heridas. He conseguido lo que me dijiste —le comenta.

Scourge se sujetó del otro mientras sus pies tropezaban entre sí. Manic logró ponerlo cerca de la fogata mientras buscaba más madera para que mantuviera caliente el lugar. Se quitó la chaqueta y la vacío de todas las flores y frutos que llevó, luego la colocó debajo y recostó al lobo encima.

—¿Esta es la flor luna? —le pregunta a Scourge mostrándole la pequeña flor.

El lobo abre los ojos y la mira impresionado.

—¿E-Encontraste?

Manic desvía la mirada.

—No fue fácil, ahora solo debo hacerla un ungüento... —observo a su alrededor y notó algunas piedras que me podrían ayudar. Las limpió mientras preparaba más flores. Comenzó a colocar las hojas de la flor y a machacarlas para hacer el ungüento. Luego se incorpora en busca de ver la herida que poseía el chico.

Con cuidado lleva sus manos, pero se detiene de golpe.

—S-Scourge estas heridas... —dijo asustado al ver como las heridas estaban de color oscuro.

—N-No te alarmes... —le pide el lobo notando como Manic se tensa—. Es normal tenerlas de este color, estarán bien mañana —le promete.

Manic toma el ungüento y comienza a ponerlo sobre ella.

—V-Voy a curarte, voy a hacerlo —dice Manic tratando de no llorar, con sus manos riega la medicina en toda la herida. Pero es imposible evitar sentirse muy conmovido con esa situación.

Scourge hace algunas muecas de dolor, pero nada se compara al rostro de tristeza que Manic pone cada que le mira esas heridas. Al terminar el pequeño erizo se recuesta al lado del lobo mientras se quita las lágrimas de los ojos.

Scourge está tan débil que apenas puede mantenerse despierto, con las pocas fuerzas le sonríe a Manic para tratar de tranquilizarlo.

—Te dije que no debes estar triste —le susurra mientras sus ojos se enfocan en él.

—N-No puedo estar feliz viéndote de este modo —le contesta con la voz entrecortada.

—Manic... —cierra los ojos mientras dando un último esfuerzo, se acerca al erizo y junta sus frentes— no me gusta verte triste —le susurra dejándose caer en el efecto de la medicina—. Se supone que yo debo cuidarte, no tú a mí.

Manic nota que Scourge se relaja y el dolor que sentía se va disipando.

—Los lobos también necesitan cuidados, en especial cuando son descuidados —le recrimina Manic.

Scourge lanza una risa muy pequeña ante ese comentario.

—Voy a estar bien... debes descansar —le pide—. Cuidaré de tu sueño...

Manic ya no responde y en cambio escucha los leves ronquidos del lycan que se quedó profundamente dormido. No está seguro de cuánto tiempo estuvo despierto o si realmente su mente no le jugó una mala pasada, pero el sonido de las llamas quemándose entre sí y la respiración sutil del lobo se volvieron en sus sonidos favoritos en esa noche.

[…]

Por su mente pasaban algunas imágenes muy confusas. Manic solo podía recordar ciertos fragmentos de su vida infantil y eran tan escasos que no podía definir si lo que soñaba era real o parte de su trauma.

Siempre se vio rodeado de flores y árboles de color rosa. Reconocía esa planta, los llamaban Sakuras pues antes de vivir en ese pueblo, su madre le enseñó un bosque con muchos árboles de esos. Quizás de allí provenía aquella nostalgia tan entrañable que sentía, puesto que adoró esos árboles al instante de conocerlos.

Lentamente el calor le hizo removerse, sus párpados se contrajeron y se abrieron lentamente. Se incorporó hasta quedar sentado, su cabeza dolía un poco debido a que se mojó. Sintió como algo resbaló de entre sus brazos, era la chaqueta del lobo.

—Scourge... —dijo recordando al lobo—. ¿Scourge? —le llamó un poco más fuerte, se sintió abrumado cuando rememoró que estaba muy débil. Rápidamente vio a su alrededor en busca del lycan, pero se vio solo en ese lugar—. ¿A dónde te fuiste? —se pregunta.

Con torpeza se incorpora, siente tensión sobre sus hombros y se estira. Su mirada observa al frente, hay un hermoso cielo despejado. Maravillado camina hasta quedar fuera de la cueva. Manic siente una sensación única en ese momento, no está seguro si en algún momento se sintió tan vivo como en ese instante.

—¡Manic! —escucha a la lejanía.

Sus ojos se enfocan en algo que se remueve entre los árboles, es el lobo que se acerca hasta él. Cae a escasos metros de él, su color volvió a la normalidad y su rostro se mostraba feliz. Andaba sin su chaqueta y de nuevo, varias ramitas sobresalían de sus púas.

—Scourge... —dice Manic incrédulo al verlo de pie y sano.

—Tus cuidados dieron buenos resultados~ —le dice coqueto— gracias Manic aunque fue arriesgado que salieras... tendré más cuidado.

—Me alegra tanto verte bien —dice Manic muy satisfecho.

Ante esas palabras Scourge le mira confundido.

—¿Eh? —espeta viéndole fijamente. Sus ojos se abren en par y brillan de otra manera.

Los ojos de Manic reflejaban un sentimiento muy tierno, cargado entre un brillo de felicidad y agradecimiento relucían; sus labios levemente flexionados daban la impresión de que sonreía sobriamente pero lo suficiente como para estar feliz.

—Es bueno saber que pude ayudarte —le dice bajando la mirada.

Scourge se siente apenado, desvía la mirada y se rasca la nariz.

—G-Gracias a ti... —le dice—. Y-Yo supuse que tendrías hambre y fui a buscar algo para ti —le menciona cambiando de tema. Entre sus manos carga algunas frutillas silvestres— no podía ir tan lejos así que opté por esto... —le explica— y además observé que conseguiste de estos mismos frutos.

Manic eleva la mirada de golpe.

—¡Gracias! Realmente tengo hambre. Aunque no pensé que las frutillas que encontré fueran comestibles —dice Manic tomando algunas y alejándose para sentarse bajo la sombra de algún árbol para comer.

Scourge le sigue por detrás mientras nota algo extraño en Manic.

—¿Estás seguro que sanaron? —le pregunta el erizo.

—Si, gracias a esa flor. Es una reliquia para los lycans, pero lastimosamente se ha visto escasa desde que Infinite ha atacado —le explica.

Manic no puede evitar sentir temor de tan solo escuchar ese nombre.

—Él es muy cruel... nunca había visto a alguien que disfrutase de...

Scourge niega levemente.

—Si, aunque antes no era así... —menciona con desazón.

Eso provoca que Manic lo vea con intriga.

—¿Cómo antes? ¿Qué quieres decir?

Scourge de nuevo metió la garra sin darse cuenta.

—Hay cosas que no te he dicho por qué realmente no consideré que fueran a ser tan importantes... supongo que Infinite es una de ellas. Infinite siempre fue claro en su propósito incluso con mi padre. Ellos dos lograron derrocar a los vampiros, pero eso también condenó a las otras razas. Lo conozco de hace mucho tiempo atrás incluso fue algo como... un hermano mayor para mí.

Manic le ve impresionado.

—¡Siempre dejas lo importante para último! —le recrimina—. ¡En serio deberías analizar todo y la gravedad de las cosas que ocultas Scourge!

—L-Lo siento, pero es solo que tienes tantas preocupaciones que no quiero aturdirte con mis problemas... —le contesta muy apenado.

—De acuerdo... —se rinde, pero luego su rostro se ve ensombrecido—.¿Scourge qué va a pasar si no puedo volver a mi mundo y si siempre debo estar así?

El lobo sonríe ante esa pregunta. Era lo que más deseaba escuchar.

—Es fácil, te quedas a vivir conmigo~ —le contesta muy tranquilo.

Manic lo observa ofendido.

—¡¿Qué?!

Scourge luego le pide que se calme.

—Podemos formar nuestra propia manada, se necesitan dos para ello o bueno podemos viajar por el mundo y conocer nuevos lugares. No es tan malo como parece, podemos ir y venir a cualquier lugar, seremos almas libres —le explica con maravilla—. ¡Nada ni nadie nos podrá detener! ¡Podremos dormir en diferentes zonas y despertar con distintos paisajes!

Manic eleva una mano y se incorpora mientras niega con la cabeza.

—¡¿Pero qué disparates dices? ¿Me estás pidiendo que renuncié a mi vida para vivir como un lycan?! —le grita pasmado de esa idea.

Scourge asiente.

—De hecho no puedo dejarte... Infinite sabe que eres de los pocos que me ha ayudado —agrega sin dejar de sonreír.

Manic cae de rodillas al suelo mientras su rostro queda en shock.

—Esto es demasiado. Hace unos días estaba en mi trabajo sin conocer absolutamente nada de este mundo y ahora estoy siendo buscado por ayudarte... además me pides —Manic se incorpora y lo señala—. ¿Me pides que cambie mi vida y viaje a tu lado?

Scourge se incorpora y se acerca hasta quedar a su lado.

—Tampoco quería esto Manic, pero hay algo que no me deja alejarme de ti. Debo protegerte ante todo y si eso incluye llevarte conmigo pues... no hay que discutir —finaliza—. Mi misión es protegerte.

Manic de nuevo se siente mal ante ello.

—Claro es la relación maestro y lycan de la que me hablaste —le contesta Manic con el rostro incómodo—. Por un momento lo olvidé.

Scourge parece confundido, pero luego recuerda ese tema en específico.

—E-Exactamente... —afirma inseguro.

Y quedaron en silencio por unos minutos.

—¿Cuándo me secuestraste pensaste en las consecuencias que tu acción iba a provocar? —le cuestiona Manic muy intrigado.

—No, no pensé que serías tan importante... ahora no puedo dejarte —le confiesa sin vergüenza.

Manic se aleja unos pasos mientras piensa. No es que tenga nuevamente muchas opciones y de hecho de nuevo solo tiene la más obvia, pero si accede a viajar de ese modo jamás volvería a tocar el mundo mortal.

Scourge sabe que para Manic es muy difícil dejar su antigua vida, y no lo culpa, él también tuvo que acostumbrarse a una nueva forma de vivir.

—P-Podemos intentar ir un tiempo así. Si encontramos un lugar en donde puedas estar seguro pues yo... —Scourge se acerca mientras se rasca la nuca— te dejaré libre en ese lugar y olvidaríamos todo esto.

Manic le ve impactado.

—¿Realmente me dejarías libre? —le pregunta con sorpresa el erizo.

Scourge parece pensar un poco.

—Si es lo mejor para ambos, sí.

Aunque a Manic le parece muy rara esa respuesta, considera todos los factores.

—Bien, entonces ese será nuestro acuerdo.

—Bien Manic... ¡Tengo tantos lugares que mostrarte! —exclama volviendo a su actitud despreocupada y coqueta.

Manic solo finge una sonrisa.

—Muero de ganas por conocerlos —contesta con sarcasmo.

—¡Bien baby! ¡Ahora yo soy el que te guiará por este mundo y aunque el mundo de los mortales es lindo, el nuestro es mejor! —menciona engreído—. ¡Bien Manic prepárate para tener la mejor experiencia en toda tu vida!

El lobo comienza a caminar de regreso a la cueva mientras habla solo. Manic al contrario, solo observa el cielo internamente pide que nada les suceda y que pueda solucionar ese problema.




















Perdón por la demora :') pero no he estado al 100% para esta historia...  en fin después de casi un mes de no actualizar al fin me dio el seso y les traigo un nuevo capítulo uwu

Espero que les haya gustado <3
Besos y abrazos 💋

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