🅥🅔🅘🅝🅣🅘🅒🅤🅐🅣🅡🅞

Quizás si en esa noche donde conocí a Scourge, se hubiera ido del pueblo sin haberse percatado de mi aroma... creo que nunca me hubiera enterado sobre un aspecto muy importante en los lycans... y que eso se volvería en mi perdición al final de mi vida.

Algunos días después.

Cada día que pasaba para Manic era una nueva aventura y cada día aprendía algo nuevo con Scourge. Podría enumerar la cantidad de cosas que el lobo le reveló en el transcurso de su convivencia; lo había escuchado del mismo Tails, pero era tan distinto a lo que en realidad sucedía. Aún así existían comportamientos que lo desconcertaban y precisamente en ese momento Scourge se mostraba un tanto raro. Y no con él sino con sus cosas...

—Scourge... —susurra casi sin querer al verlo con mucha incertidumbre.

No estaba seguro si el lobo había contraído una comezón o si se había infectado con alguna alergia mientras corría por las noches. Scourge se restregaba en todas las paredes del pequeño apartamento en el que vivían. El lobo parecía tener una comezón que no se le quitaba por más que se rascase.

Manic estaba seguro que nada más podría sorprenderlo, pero no justamente en ese momento no estaba del todo seguro si eso era cierto.

—¿Me puedes decir qué es esto? ¿Por qué te rascas sobre mis paredes? —le cuestiona un poco preocupado, Manic se encuentra parado a la salida de su habitación.

El lobo se detiene de golpe mientras se muestra nervioso, se aleja de la pared lentamente hasta quedar parado a unos pasos de Manic.

—O-Oh verás... —piensa en alguna mentira para decirle, ya que no quería mencionar sobre sus pequeños problemas hormonales causados por el celo que se aproximaba— e-es que he tenido mucho calor y con estos cambios bruscos de frío en la noche, siento un infierno en mi cuerpo además sumándole mi pelaje es un poco irritante para mí —dice inseguro porque no quiere asustar a Manic.

Manic le mira con sorpresa, pero relaja su rostro, de hecho la temporada de lluvias ya había sido diagnosticada y claro que eso podría ser una razón para el extraño comportamiento del lobo. Quizás Scourge tenía algún déficit en cuanto a resentir el calor o frío y eso le provocaba comezón.

—¿Entonces eres alérgico a los cambios de clima? —le pregunta para salir de su duda.

—¡E-Exacto! Por eso adoro el frío, es más fresco, húmedo y... ¡Frío! —dice lo último un poco confundido.

—Oh Scourge ya me había preocupado —suena aliviado Manic— creí que tendría que llevarte con algún ¿veterinario o doctor? No sé exactamente qué podría verte pero me alegra saber que no es nada malo —menciona inseguro.

—No es nada que sea contagioso, y si lo fuera me aseguraría de alejarme para no infectarte —le asegura meneando sus manos por delante.

Manic suspira con más tranquilidad, mientras se acerca al lobo para ayudarlo a quitar las ramitas que siempre se le atoran, pero nota algo raro.

—Scourge quédate quieto —le ordena al lobo mientras una de sus manos se dirige hasta la cabeza del verdoso y le quita una púa. Manic sonríe mientras niega y se ríe—. Estás mudando tus púas Scourge, ahora tiene sentido tu comezón.

—¿M-Mis púas? —pregunta consternado.

—¡Claro, por eso tienes comezón! —le asegura como si no fuera obvio.

—¡N-No me había percatado qué vergüenza! —exclama Scourge dándose media vuelta, con intención de retirarse, pero es detenido por el otro—. ¿M-Manic?

El lobo se mantiene nervioso y voltea a verlo.

—No quiero que mis paredes queden llenas de púas —le menciona Manic serio— así que ven te ayudaré a removerlas antes de que se vuelva peor.

Manic toma la mano del lobo mientras lo lleva a la sala de estar y lo invita a sentarse a su lado.

—M-Manic no es necesario —le irrumpe Scourge muy nervioso.

—Scourge... —le contesta Manic con el rostro aún más serio y con voz autoritaria.

—E-Está bien... —dice rindiéndose el lobo. Scourge le da la espalda y Manic comienza a acercar su mano hasta sus púas para quitar las que está mudando. Scourge siente unas ligeras cosquillas sobre las hebras cuando los dedos de Manic pasan sobre ellas. Sus dedos recorren con suavidad cada una de las hebras mientras busca las púas que están sueltas, las va retirando una a una y busca otras para removerlas.

Scourge cierra los ojos tratando de mantener sus pensamientos en que solo le están quitando las púas y que eso le va a ayudar a quitar su comezón, pero... realmente esa es la primera señal de su celo. Perder púas de manera abrupta y dejar impregnado su aroma en donde vivía, como una señal de que aquel era su territorio y que ningún otro lycan debía pisar.

Claro que Manic no sabía eso, de hecho tampoco sabía que su toque se volvía en una tortura a al poco raciocinio del lobo, pero Scourge debía resistirse, después de todo no quería asustar aún más a Manic. Aun así no quitaba el hecho de que las manos de Manic eran tan suaves con sus púas y tan delicadas en sus toques, estaba seguro de que si viera su rostro se mostraría avergonzado debido a ello.

Estaba seguro que ese celo iba a ser el más problemático para él, sumando que estaba cerca de lo único que podía controlarlo. Pero Manic desconocía todo lo que el lobo sufría, de hecho le pareció tierno que un alfa como Scourge le tuviera esa confianza, de permitirle tocar sus púas y removerlas.

—Mi mamá solía ayudarme a quitarlas. ¿Nunca aprendiste a hacerlo por tu cuenta? —le cuestiona deteniéndose por un momento.

—S-Siempre se caían cuando corría por el bosque —dice removiendo la cabeza ante los sutiles toques de Manic—. N-No era un problema hasta entonces —termina de decir mientras lleva una de sus manos hasta su boca.

—En algún momento te voy a enseñar a quitarlas —aclara Manic volviendo a su tarea, se mostraba tan sumido en su tarea, removía cada púa vieja que encontraba y con sus dedos tocaba la piel debajo de ellas.

Scourge se mantenía quieto aunque le rezaba a Madre Luna porque Manic no le viera el rostro en ese momento. Estaba tan avergonzado, sonrojado y sus ojos brillaban de una manera sin igual. Debía detenerlo, ya era mucho lo que estaba soportando, su celo no estaba tan marcado, pero comenzaba a tener problemas con ello.

—C-Creo que es suficiente —menciona levantándose de golpe— me siento un poco apenado por esto Manic. Lo siento mucho —se disculpa alejándose.

Manic le ve confundido.

—¿Hice algo malo? ¿Te lastimé? —le pregunta preocupado.

Scourge niega rotundamente.

—No... solo me dan muchas cosquillas —dice apenado.

—Entiendo... —le contesta Manic tratando de parecer tranquilo.

Y ambos quedaron en un silencio tan incómodo.

Manic se sentía aún más confundido. Algo no cuadraba en la actitud del lobo, desde que Scourge pasó su segunda transformación con él, se ha mostrado más reservado y distante de su persona. Manic no quiere imaginar que se deba al tema del que hablaron hace unos días, sobre su mate.

Tendría sentido que ponga límites debido a que pronto se iría de su lado y es que no era seguro que Scourge se quedase tanto tiempo con él, puesto que lo único que los mantenía unidos era la amenaza de Infinite. Suelta un suspiro, pasa las manos por su rostro y se incorpora de su lugar. Necesita tomar un respiro y quizás enfocarse en otras cosas que no tengan que ver con cuentos de hadas.

—Bien... iré a hacer unas compras, ya que no tengo nada en la nevera —le menciona al lobo dirigiéndose a su habitación para tomar dinero y salir lo más pronto de allí pero de nuevo el lobo le desconcertaba.

—I-Iré contigo —se apresura a decir Scourge.

Manic le ve un poco incómodo.

—¿En serio quieres venir? Tal vez sería mejor que descansarás —le propone, puesto que quiere pasar un tiempo a solas.

—Ni de broma, tengo que protegerte de cualquier peligro —reafirma el lobo poniéndose a su lado.

Manic esta más que confundido. Al parecer su idea de pasar tiempo a solas no es algo que Scourge respetase.

[…]

Menos mal, Manic logró convencer a Scourge que le dejara comprar solo y le esperase afuera. Aunque eso no le calmaba en lo absoluto. Toma un pequeño frasco de perfume y lo observa. Manic no puede evitar sentirse triste por lo que ha ocurrido en esos días.

—Y pensar que todo comenzó por esto —dice dejando aquel objeto.

Debería de pensar en otras cosas, tener nuevas distracciones en su vida. Se dirige a un área de ropa en donde busca algunos suéteres. La temporada de lluvia estaba más que confirmada por lo que debía protegerse, ya que sufría a causa de los aires fríos. Aunque en esas noches que Scourge ha estado a su lado no había necesitado de suéteres.

—Por un... —definitivamente, sacar a Scourge de su rutina iba a ser quizás el mayor desafío que se le ha presentado. Manic ha luchado contra cualquier cosa que se le atravesó en el camino y justamente, sacarse un amor no correspondido parecía que le iba a costar un poco más de lo que debería.

Quizás solo tendría que aceptar la realidad en la que vivía.

Nunca podría estar al lado de Scourge.

Mientras su cabeza se debatía con argumentos sumamente deprimentes y dolorosos, comenzó a buscar algunos de esos abrigos para usarlos. Pero mientras revisaba uno a uno, se percató de que unos sujetos entraron a la tienda; no les prestó mayor atención de hecho siguió con su tarea. Aun así detrás de ellos entró otro sujeto y rápidamente se perdió por los pasillos.

Manic ignora todo a su alrededor, está demasiado ocupado en tratar de darle razones a su corazón para dejar de pensar en el lobo. Sigue sacando suéter tras suéter y ninguno lo convence hasta qué... siente como alguien se acerca a su costado. No hace mayor escándalo de seguro a ese sujeto le gustó algún suéter también, pero entonces toda teoría cae cuando reconoce ese tono de voz.

—Manic...

El mencionado abre los ojos con pánico, deja de lado su tarea y observa lo que no quiere ver. El lobo estaba cubierto por una capucha larga que usan para cubrirse de la lluvia.

—¡Scour...! —siente como el lobo le tapa la boca y lo atrae hasta su pecho. Manic protesta contra la mano, pero siente como Scourge se acerca hasta su orejita. Aquel aliento cálido le acaricia de una manera suave, sus mejillas se tiñen de color rosado cuando se siente bien con ese contacto.

—Esos sujetos, no son mortales. Son lycans —le susurra soltándolo y aparentando pasar a su lado mientras toma algunas prendas para verlas.

Manic abre los ojos asustado, permanece quieto en el lugar. El lobo suelta su boca.

—¿P-Pero qué hacen aquí? —pregunta entre susurros y acercándose al lobo mientras está hecho un caos.

Scourge ve a Manic serio, eleva un suéter.

—No tengo idea y no quiero saberlo —le dice—. Es mejor que salgamos de aquí —le propone.

Manic asiente, aunque sus piernas tiemblan ante la noticia. El lobo vuelve a acercarse y toma su mano.

—Primero, sal tú, actúa normal. Ellos pueden detectar los nervios —Scourge le toma del mentón con la otra mano—. No dejaré que te hagan daño —le promete.

Manic suspira, debe actuar normal.

Scourge le pasa algunos suéteres y se aleja de ese sitio sin perder de vista a Manic.

El menor traga pesadamente saliva, no tiene la mínima intención de conocer a más lobos en ese día. Se aferra a las prendas que le dio Scourge y se dirige a la caja a pagarlas.

—Llevaré solo esto —dice sacando dinero para pagar—. ¿Cuánto es?

Sin embargo, los sujetos le ven de reojo, desde hace unos minutos se habían percatado de su presencia y no le quitaban la mirada de encima. Scourge se pasea por detrás de unas vitrinas con lentes y se coloca unos negros para despistar a los otros mientras mira a Manic. La señorita que atiende el lugar le entrega sus compras a Manic y este sale rápidamente de la tienda.

Manic camina rápido, atraviesa las calles y demás personas que encuentra. En ningún momento voltea a ver detrás y cuando iba a atravesar un callejón se detiene de golpe cuando ve a esos sujetos aparecer delante de él. Se congela del pánico y no es capaz de pensar en otra cosa.

—Hey —se acerca uno de ellos mientras se truena los nudillos— eres el chico de la tienda.

Manic se muestra aterrado, retrocede, pero choca con el otro chico que se movió mientras se detenía. Las manos del otro se aferran a los hombros de Manic quien, no puede evitar ponerse aún más nervioso.

—¿Tan pronto quieres irte? —le pregunta soltando una risa tenebrosa—. Solamente queremos hablar algunas cosas contigo —se burla el otro.

Manic trata de zafarse, pero le es imposible, si no ha sido capaz de soltarse de los abrazos de Scourge mucho menos de esos dos.

—¿Q-Qué quieren de mí? —pregunta aferrándose a su bolsa.

—Nada en realidad, solo nos recordaste a alguien —menciona con burla— cierto erizo de un color más molesto que el tuyo y queríamos verificar si no eres él —le cuenta mientras lo rodea cuan presa, llega hasta una caja de botellas de vifrio vacías.

El menor no aparta la vista de ese chico.

—C-Creo que me están confundiendo... ¡Ah! —Manic grita de pánico cuando mira como el otro lobo quiebra un envase de vidrio.

—Si, no podrías ser Scourge, eres cobarde —siente como las garras del otro sujeto se hunden sobre sus hombros y comienzan a serle molestas.

—Pero podrías ser nuestro juguete mientras lo encontramos, ya que te pareces a él podríamos entrenar contigo —le dice el lobo acercando la botella rota hasta el rostro de Manic.

No puede contestar, cierra los ojos con fuerza ante la idea de ser destruido por esos dos.

"¡Scourge ayúdame, ven pronto!" —le pide el lobo entre sus pensamientos.

—¿Comienzan una fiesta sin mí? —escuchan una voz que se les une a la lejanía.

Manic abre los ojos espantado, sus ojos voltean a ver hasta la entrada del callejón, pero solo mira una capa tirada en el suelo.

Los lobos gruñen mientras observan a su alrededor.

—¡Reconocería esa voz en cualquier lugar! —dice el lobo tirando la botella a un costado—. ¡La rata cobarde, Scourge!

Manic no entiende qué se hizo el lobo hasta qué...

—Los únicos cobardes aquí, son ustedes bola de inútiles —escuchan un grito desde lo alto. Scourge cae por encima del que sujetaba a Manic, con sus garras enterradas sobre sus brazos hace que lo suelte, seguido de ello le hace una llave, mientras que lo derriba y con su brazo le golpea fuertemente la cabeza hasta noquearlo.

Manic se siente aliviado cuando nota que Scourge llegó para salvarlo, pero vuelve a sentir que una garra se inserta en su brazo, dañanándole y causándole dolor. El otro lobo lo tira a un costado haciendo que se estrelle contra las cajas de botellas de vidrio, algunos sonidos asustan a Scourge pues Manic lanza un quejido doloroso cuando cae.

El lobo le ve sin expresión, su mirada se mantiene en Manic que, muestra una de sus manos con un poco de sangre debido al impacto que tuvo al caer y cortarse con los pedazos.

—Oh viejo, no debiste hacer eso —masculla devolviéndole le vista—. ¡Nunca en tu jodida vida debiste buscarme! —gruñe enojado pues, se atrevió a herir a quien más le importaba.

El lobo se prepara para atacar. Se lanza hasta Scourge mientras ataca a diestra y siniestra con sus garras. Quiere eliminar al lobo de cualquier modo y a cualquier precio.

—¿Así qué aquí te escondes engendro híbrido? —le cuestiona deteniéndose por un momento—. ¿Entre los débiles e inútiles? —le propicia un fuerte puñetazo haciendo que Scourge derrape por detrás sobre sus talones y se detenga con un poco de dolor.

Scourge se prepara truena los puños, debe ser rápido.

—No son débiles —le corrige— en cambio, ustedes sí que están siendo liderados por alguien que se aprovecha de las buenas voluntades y las destruye para lograr sus perversos planes —se impulsa sobre sus pies y salta hasta caer sobre el lobo, le hace perder el equilibrio y le proporciona una rabieta de golpes hasta casi dejarlo inmóvil.

Pero el otro en su último intento, golpea a Scourge y lo lanza unos centímetros lejos de él.

—¡Cállate híbrido! —le ordena tratando de ponerse de pie, pero está muy débil.

Después de todo los betas no son tan ágiles como los alfas.

—Tu jefe es muy lento para mí —se burla mientras se incorpora— y una cosa más... —para cuando Scourge iba a hablarle al lobo, se movió tan veloz que de un golpe certero en la mandíbula le hizo levantado varios metros del suelo y cayó desmayado—. Infinite jamás podrá atraparme —dice sonriendo descaradamente, luego se aleja para dirigirse hasta Manic.

El ericito se puso de pie, pero su mano le dolía tanto. Su cuerpo no reaccionaba, estaba tan entumecido del pánico y del temor de morir.

—¡¿Manic?! —exclama Scourge tomándole entre sus brazos y haciéndole que le viera al rostro. Esos ojos color café brillaban a causa de las lágrimas lastimeras que se acumulaban por el dolor y que no podían salir.

—Scourge... —dice Manic temblando, cuando siente el calor del lobo no duda en lanzarse entre esos brazos y se aferra al lobo.

Scourge lo abraza tan fuerte, que se siente irritado con esos chicos que quisieron dañar a Manic.

—Voy a curarte —menciona alejándose—; salgamos de este lugar —carga a Manic al estilo princesa para salir saltando de ese lugar.

Pero a unos metros detrás de él, un sujeto se acercaba con pasos muy marcados. Los otros lobos comenzaron a moverse mientras se quejaba debido a la paliza que les ocasionó su exlíder.

—Podrás ser veloz, pero no eres tan inteligente Scourge —menciona sonriendo— me llevaste a un punto en donde llevaré la ventaja de toda esta situación —exclama entre risas Infinite al ver como su plan funcionó.

[…]

Algunos quejidos y muecas de dolor acompañaron el rostro lloroso de Manic. Después de su amarga experiencia no quiso hablar con Scourge, se mantuvo en silencio y llorando.

El lobo por más que tratase de hablar con él no logro sacarle ninguna palabra, comenzaba a mostrarse desesperado y más que preocupado. Terminaba de atender a Manic y este lo único que quiso fue salir corriendo, pero Scourge le atrajo hasta su pecho evitando que se fuera. Scourge se aferra a él como su más grande tesoro.

—Manic lo siento, nadie volverá a hacerte daño —le dice consolándolo, pasa sus manos por la espalda del menor.

El otro no soporta más, sus emociones necesitan ser liberadas comienza a llorar con un sentimiento tan amargo que casi provocan escalofríos en el lobo. Manic deja de lado su orgullo y se quiebra ante el lobo. Scourge no duda en aferrarse, en ese momento necesita dejarlo sacar ese dolor, esa amargura, todo para que pueda estar bien. Sus manos acunan el cuerpo de Manic que no deja de temblar.

Pasan algunos minutos y Manic disminuye en su llanto, solo quedan algunos quejidos en él.

—Manic por favor no llores —le pide levantándole el rostro y con su otra mano limpia las lágrimas de Manic.

Manic comenzaba a mostrarse como era realmente, su fragilidad le recordaba mucho a los omegas cuando perdían algo que era muy importante para ellos.

—T-Tuve tanto miedo... —dice Manic cerrando los ojos—. Ellos querían... —dice escondiendo el rostro entre las manos del lobo.

—Lo pude sentir... —el lobo acerca su frente a la de Manic y las junta—. Puedo sentir todo Manic y realmente lamento haberte hecho pasar un mal rato...

Manic le ve fijamente, sus ojos están hinchados, luce mal ante Scourge, pero de algo está seguro. Esta a salvo entre esas manos que se aferran a su rostro.

El lobo le sonríe con ternura mientras aleja su rostro, aparta sus flequillos.

—Sé dé algo que te puede ayudar, mamá solía decirme que aliviaba cualquier dolor o tristeza.

—¿Q-Qué es...? —no termina de preguntar debido a que sus palabras se silencian ante la acción del lobo. Manic queda en completo shock cuando siente como el lobo le besa la frente.

—Es un hechizo de protección —menciona Scourge alejándose y con una sonrisa—. Mamá solía darme uno cuando me sentía mal...

Manic se mantiene perplejo, su rostro se sonroja suavemente, su mente no procesa lo que el lobo acaba de hacerle, su pecho duele, pero en la parte donde late la vida, su corazón se encuentra galopando tan veloz que siente podría salirse de su sitio.

—¡¿M-Me besaste?! —grita con sorpresa e incredulidad.

Scourge baja las orejas con pena.

—S-Sí, quería calmarte y cuando estaba de ese modo mamá siempre me daba esos besos. No pude pensar en nada más, solo en como ella era tan buena en estas situaciones —se excusa con mucha vergüenza.

Manic baja el rostro. Debe concentrarse.

—L-Lo siento Scourge —susurra Manic un poco más calmado— creo que mi mente se encuentra en la luna últimamente, no he estado atento a casi nada...

—No es tu culpa Manic —lo detiene el otro— esto únicamente me enseñó que debo tener más cuidado contigo.

Manic eleva el rostro.

—¿Pero cómo los lobos dieron con este lugar? —Manic cae en cuenta sobre la situación—. E-Es decir, dijiste que ellos no pueden atravesar tan fácil la barrera mágica... y aun así dieron contigo...

Scourge maldice por lo bajo.

—Eso es lo que más me preocupa, seguramente se infiltraron sin ser detectados... —Scourge se para mientras piensa— esto me pone en aprietos, en unos días debo verme con mi informante, dijo que tendría nuevas noticias sobre ellos.

Manic le ve asustado.

—¿Te irás de nuevo?

Scourge vuelve a acercarse hasta abrazarlo.

—Lo más seguro es que debes quedarte aquí, por seguridad no debes salir. No quiero que algo te haga daño y yo este lejos —le pide con clemencia.

—Le diré a Tails —le contesta Manic tratando de no mostrar temor.

—¿Qué te parece si te ayudo a reponer ese día? Así no tendrías que preocuparte —le consuela.

Manic sonríe débilmente.

—Está bien —finaliza, lleva las manos hasta su rostro y se limpia los ojos.

Scourge suelta una risilla.

—Hey... —le dice atrayendo la atención de Manic.

—¿Qué pasa? —le pregunta alarmado.

—¡Mi hechizo funcionó! —festeja el lobo riéndose.

Manic nota como aquella risa le hace sentirse feliz internamente, sus mejillas se sonrojan. Baja el rostro entumecido, no se había dado cuenta del efecto que había tenido.

—Parece que si —le confirma con pena.

—Debería calmarte de ese modo más seguido —dice sin pena el lobo.

A lo que Manic lo mira espantado.

Porque sabe que se podría acostumbrar a eso y solo sería más doloroso para él.

[…]

Una banda de lobos corre a las afueras de ese pueblo, su tiempo se había acabado por lo que debían regresar al bosque mágico.

—Infinite no logramos encontrar al lobo azul —se detiene uno de sus lacayos.

El alfa camina entre la manada, su rostro se encuentra relajado casi, satisfecho de sus planes. Su postura es recta y su mente comienza a planear el siguiente paso.

—No debemos preocuparnos, en cambio, encontramos al que debemos liquidar lo antes posible —le corrige mientras sonríe—. Sabía que Scourge estaba cerca, pero no tan cerca. Es un tonto al creer que podría despistarme.

—¡¿La rata verde está en ese lugar?! —exclama uno de ellos con sorpresa.

—Y con muy buena compañía —termina de aclarar el alfa.

—¿Qué procede?

—Este plan lo voy a ejecutar por mi propia mano, ustedes solo encárguense de estar preparados para nuestro acto central —se limita a contestar.

Los lobos asienten, seguido de ello vuelven a su tarea de seguir corriendo hasta el bosque. Mientras Infinite se queda detrás de ellos.

El atardecer le acaricia como un recuerdo, Scourge no era lo único que obtuvieron de él.

—Solo puede existir un regente, un alfa, un líder... solo uno puede ganar y definitivamente no serás tú Scourge —susurra dejándose llevar de los recuerdos—. Tú no sentenciaste a los mortales, pero alguien más sí... y debo cumplir mi promesa con él.

Dicho eso, se dio media vuelta para irse caminando hasta perderse en el frondoso bosque.

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