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"Hola, me preguntaba si podemos reunirnos más temprano ya que saldré un poco antes del trabajo y quería mostrarte algo..."
Manic le escribía un mensaje a Scourge. Durante los días que le acompañó, sintió que el chico punk era realmente alguien interesante; se notaba que le agradaba hablar con Manic puesto que siempre terminaban contándose cosas o hablando simplemente las ridiculeces que vivieron en algún momento. Scourge era un chico tan cálido y entusiasta para Manic, admiraba esa energía que irradiaba cada que hablaban o se veían.
Y es que era curioso ya que Manic comenzó a sentirse a gusto al lado de ese muchacho. Por más que trataba de encontrar una respuesta obvia a la pregunta que su buen amigo Tails le plantó unos días detrás, aun no vislumbraba algo claro.
Scourge ante sus ojos era alguien maravilloso, único e irrepetible; al menos era de esas pequeñas cosas que la vida le permitió tener.
"Lo siento, esta noche me toca cuidar al perro de uno de mis vecinos. ¿Puedes guardar la sorpresa para otra ocasión? Me siento emocionado de saber que es pero aunque quiera acompañarte no podré; el animal es un verdadero caos".
Manic soltó un suspiro con desgano ante la premisa que esa noche estaría solo en el camino a su hogar. Volvió a sentir pánico de tan solo pensar que podría toparse con ese hombre lobo.
—Y justo es luna llena —corroboró en su calendario—. Vamos Manic, la posibilidad de que aparezca uno es poca —se dijo a sí mismo para darse ánimos.
Aunque las probabilidades, no siempre están en favor del apostante.
[…]
El turno acabó rápido mientras observaba el cielo que estaba a nada de arrojar la lluvia. Era curioso que justo en luna llena, las nubes llegasen para lanzar su diluvio pero aún así, pensó que era una señal para no temer.
—Podría dormir aquí...
Manic pensó en quedarse esa noche en la tienda pero era incómodo dormir sobre el cartón; dejando de lado su miedo se encamino en dirección a su casa. Y a los pocos metros comenzó a llover; Manic se refugió en una parada de buses mientras se abrazaba si mismo. Esperaba paciente a que el agua se marchase para volver a caminar pero esa noche no se escaparía.
Cuando el agua se calmó volvió a caminar, y la sensación de unos días antes subió por todo su cuerpo. Sentirse como la presa siendo acechada por el depredador. Su cuerpo sintió un resfrío que estuvo seguro tocó hasta su alma. A pesar de que aún mermaba la lluvia, de nuevo detrás de él volvió a ver esos dos ojos que le observaban desde el interior de un callejón. Manic permaneció perplejo, justamente podía observar como las gotas de lluvia caían sobre el cuerpo de esa criatura y mostraban su tamaño, sin más corrió con pánico.
Para su mala suerte de nuevo comenzó a llover más recio que antes, sin detenerse se escabulló en algunos callejones con el corazón latiendo con frenesí; a su pasó tiraba algunos obstáculos que aparecían y podía escuchar claramente como aquella bestia corría por detrás.
—"Ayuda" —gritaba en su mente porque en ese momento su boca quedó sin palabras a causa de la impresión y sin darse cuenta quedó atrapado en uno de los callejones sin salida.
—¡Maldición! —espetó nervioso. Buscó alguna salida o un muro para saltar pero fue demasiado tarde.
Detrás de él se escuchaba una respiración fuerte, tosca y pesada. Se volvió minúsculo en ese instante. Se volteó lentamente hasta quedar frente y a escasos metros de aquella bestia que creyó solo era una broma.
Era un auténtico hombre lobo. Era mucho más alto que él, fornido, con amplias garras, dientes afilados y sus ojos eran tan tenebrosos y brillantes. Manic sintió como las fuerzas lo abandonaban, estaba a merced de aquel lobo. Sus piernas no le respondieron, se pusieron flácidas y su mente no respondía. Estaba tan impresionado y lleno de terror.
La bestia en un paso se acercó hasta él, unos gruñidos le acompañaban. Manic sostuvo el aliento rezando que esa noche no muriera; y fue su final, cuando la bestia acercó su hocico para olfatear su cuello; Manic no podía más su corazón latía tan rápido que sintió morirse.
—P-Por favor no me mates... —dijo cerrando los ojos y cayendo desmayado debido a la sensación de pánico.
...Horas después...
Un grupo de policías encubiertos se dirigían a las coordenadas que Shadow trazó. Marcó los posibles objetivos que podrían ser atacados esa noche. Y uno de ellos era la tienda Manic. Todos los agentes se desplazaron a los objetivos con la esperanza de capturar a uno de esos hombres lobos e interrogarlo por los sucesos que estaban ocurriendo.
Shadow sintió algo raro al ver la tienda en donde trabajaba Manic cerrada, si era de las pocas que cerraban tarde.
Él decidió vigilar en esa zona ya que Manic le pareció tan vulnerable y frágil, perfecto para ser la presa de uno de los lobos. Vestido con un traje especial en cuerina negro y armado hasta los dientes, vigilaba desde un punto ciego.
Todos los soldados se comunicaban por radios especiales y se informaban sobre la situación.
—Permanezcan alerta, puede que esos vándalos nos tomen por sorpresa —informó uno de los soldados.
La lluvia ayudaba a Shadow a permanecer frío con la situación, aunque eso no le impedía dejar de pensar. Se rascaba la cabeza, pedía que sus cálculos fallaran en cuanto los lugares que posiblemente atacarían esas bestias pero, era imposible.
—"No cuando todo tu árbol genealógico eran cazadores de bestias mitológicas" —se reprochó; sacó un cigarro y prendió para fumarlo.
Desde hace años que persigue a los lobos, desde hace siete años atrás no comprende porque se comportan tan agresivos con los mortales. Al ser un cazador, una criatura que también pertenece al mundo mágico de donde provienen esas cosas, no logra comprender porque de un momento a otro los lobos se convencieron que los mortales también serían sus enemigos.
Liquidaron a dos de las razas más importantes y planean al parecer acabar con otra. El erizo rogaba que fallase, que esos lobos no aparecieran en acción. No podía echarse a perder todo lo que en años había logrado.
Porque era muy difícil ser juez y a la vez criminal en su situación. Y tal parece que alguien más, si deseaba salir a la luz.
—¡Señor nos atacan! —por medio del radio comunicador uno de los soldados logró dar aviso.
Shadow removió sus orejitas, su audición era de las mejores; sin pensarlo abandonó su puesto de vigilancia y corrió hasta el final del callejón; llevaba consigo su moto y se monto para ir a donde se encontraba el otro escuadrón.
...Mientras...
Una tienda ardía en llamas, había sido destruida y saqueada. Todos los policías de refuerzo se encontraban desmayados por el suelo mientras un grupo de seis sujetos veían aquel espectáculo del cual, ellos fueron participes.
—Sin duda son seres patéticos —solto uno mientras con su mano elevaba del traje a un policía— estas cosas solo pueden servir de bocadillo —le soltó para posteriormente reírse.
Sus orejitas se removieron al escuchar el fino sonido de unas máquinas que se acercaban. Sonrió con triunfo, su plan estaba yendo a la perfección. Tronó los dedos mientras sus lacayos se colocaban en diversos lados de ese lugar.
Debían proteger a su alfa, al líder de la manada porque después de todo... ellos en esa noche iba a proclamar su existencia.
Shadow aceleró a toda velocidad por las calles, giró y dio justo con la dirección de donde vino la señal de auxilio, derrapó con su moto, y bajó para desenfundar su pistola mientras le cargaba balas de plata. Si algo aprendió desde su niñez fue que su padre no jugaba con los hombres lobos y menos con balas normales.
—¡Las garras donde las pueda ver! —gritó apuntando al único objetivo cercano visible en ese momento, el alfa.
Un lobo bi color, negro y blanco se encontraba de espaldas, no estaba transformado y ni mostraba señales de querer hacerlo. Volteo para verlo de reojo, mostró su exuberante dentadura. Shadow observó a sus costados, todos sus compañeros estaban tirados, aun no llegaban los agentes especiales.
—Me temo que su ley ya no regirá agente —comenzó a hablar. Se rió levemente, su nariz olfateó un aroma tan familiar—; reconozco el aroma a cazador, la sangre fluye por tus venas. ¿Así que aun tienen descendencia después de la masacre? —le pregunta con sarcasmo.
Shadow gruñó; observó a su alrededor mientras veía la tienda arder. ¿Solo seis lobos habían logrado hacer eso? Diablos, era la segunda vez en años que lo rodeaban de ese modo.
—¡¿Por qué hacen esto?! ¡¿Por qué ahora?! —le encara tratando de dialogar.
—Simple. ¡Los mortales serán nuestros esclavos! —lanzó un fuerte gruñido mientras su cuerpo se convertía en una enorme bestia—. Pero antes, debo sacar a todos los obstáculos de mi camino. Y eso te incluye cazador —le respondió con la voz distorsionada y colocándose para atacar.
—¡Romper el acuerdo entre razas es un grave delito! —Shadow se preparó para la batalla.
—¿Y crees que eso me interesa? —replicó—. ¡No cuando eres el mayor líder en la historia mitológica!
El lobo rugió mientras los demás también se convertían en esas bestias.
—No me dejan más opción —Shadow afirmó el agarre sobre sus armas.
Unos tacones resonaron por el lugar.
—¡Shadow! —su compañera llego de un salto y se coloco de espaldas para protegerlo—. ¿Llegué a tiempo?
El cazador sonríe con éxtasis.
—Justo cuando la fiesta comienza —le dijo quitándole seguro a su arma.
Los lacayos se lanzaron a atacar a los agentes mientras el alfa permanecía sonriente viendo como aquellos daban la vida por él. Rouge y Shadow comenzaron a disparar para derribar a cada lobo que les atacaban. Pero los reflejos de los lobos eran mejores, las balas apenas y los rozaban.
De un momento a otro se separaron mientras se cubrían mutuamente. Rouge cuidaba de Shadow y éste de ella.
—¡No entiendo porque no los derribo! —exclamó ella disparando.
Shadow logró noquear a uno dándole con la culata de su arma.
—Apunta al corazón, allí se acaba —le dijo Shadow mientras dejaba caer sus armas—. Gracias papá por el regalo de bodas —susurro mientras sacaba dos pistolas más pequeñas y ligeras para seguir disparando.
Durante atacaban, los demás agentes se unieron. Veían impactados a los hombres lobos que los atacaban y como esos dos agentes se defendían. Rouge se quedó sin balas y retrocedió para recargar pero, sus ojos se abrieron con horror al ver lo que sucedería.
—¡Shadow! —Rouge gritó al ver como un segundo lobo logró acercarse alzando sus garras hasta su compañero.
Shadow sonrió mientras la adrenalina prendía su sangre; esa era la esencia de un cazador, disfrutar de la agonía de su presa. Su corazón latía, su sangre ardía como el fuego, sus manos eran veloces y sus sentidos se elevaron a un nivel en el que parecía desprenderse de la realidad.
En un movimiento sujetó al lobo del cuello y lo estrelló contra la pared. El lobo se removía mientras su mandíbula lo amenazaba con morder. Colocó el arma debajo de la boca de la criatura y sonrió con malicia.
—Te veré en el infierno —dijo apretando el gatillo.
Sangre salpicó de la cabeza del lobo, el cuerpo de la bestia cayó muerto a un lado. Shadow respiraba agitado, se volteó encendido en cólera viendo al alfa.
—Sin duda, nuestra batalla será grandiosa cazador —se rió éste mientras retrocedía— pero me temo que no será hoy, tengo otros asuntos que atender —lanzo un aullido, y los demás compañeros salieron de ese lugar—. Nos volveremos a ver, Shadow. Aun tenemos cuentas pendientes que saldar —el lobo desapareció del lugar dejando atrás a uno de sus compañeros.
Rouge corrió hasta su compañero para ver si ese lobo le había herido. Shadow respiraba agitado, dejó caer sus armas mientras llevaba una mano hasta su frente.
Su cuerpo resintió un escalofrío cuando sus ojos vieron la sangre del lobo derramada por todo su cuerpo y manos. Se sintió débil y mareado de tan solo sentir el aroma.
—¡Querido! —le llamó asustada mientras le tomaba del brazo.
El erizo ébano se sostuvo de ella mientras cerraba los ojos; su cuerpo temblaba debido a la descarga de adrenalina que sintió. Su rostro mostraba pánico, terror, y horror al verse envuelto en eso.
—S-Sácame de aquí —le pide a la chica mientras baja la mirada; tapa su boca mientras cierra los ojos.
—Agentes, ya saben que hacer. ¡No dejen rastros de nada! —ordena ella ayudando a caminar al erizo negro.
Los demás rápidamente comienzan a despejar la zona. Y con ayuda de algunos venenos que el cazador usa, amordazan al lobo desmayado.
[…]
"Mi querido cazador, debes ser fuerte, resistir, luchar por el bien... mamá siempre estará orgullosa de ti. P-Por favor, no dejes que nuestra estirpe acabe así..."
Algunos recuerdos por el bien de la salud mental deberían ser eliminados de la mente. O al menos eso pensaba el cazador, cada que asesinaba a una criatura un oscuro recuerdo golpeaba su mente y su estabilidad emocional. Shadow veía sin interés la tasa de café humeante delante de él.
Después de esa batalla, lo llevaron hasta el cuartel donde se pudo limpiar y atendieron sus heridas. Estaba ausente de todo lo que había ocurrido, estaba enojado, se sentía defraudado. Odiaba su don/maldición, odiaba todo aquello.
Su compañera llegó para ver como se encontraba ya que el cazador no lucía nada bien.
—¿Shadow, te sientes mejor? —le pregunta muy preocupada.
Él elevó la mirada mientras la veía; no, él no estaba bien. De hecho cómo podría estar bien después de todo lo ocurrido. Quería salir corriendo, escapar a su lugar tranquilo, despertar y saber que todo eso solo fue una mala pesadilla.
—Quiero irme a casa —dijo incorporándose con los nervios alterados— no quiero estar aquí —Rouge le sujetó levemente del brazo—. Por favor, no me detengas —pidió sintiéndose vulnerable.
Rouge se mantuvo preocupada, Shadow era sin duda un ser dotado pero al mismo tiempo sus dotes eran como una maldición. Después de entrar en un modo de locura, la tristeza lo acompañaba gracias a un trauma que solo ella y posiblemente su esposo sabían.
Cada que Shadow recaía tomaba unas píldoras especiales que le hacían olvidar y noqueaban durante algunos días de eso pero, desde que esta casado, busca a su esposo para aliviar el dolor.
—Esta bien, le diré al comandante que te has ido —le dijo ella soltándole.
El cazador asintió.
—Casi lo olvido, las limpie para ti —la chica saca las armas que usó de último el cazador—. No olvides el regalo del doctor, de seguro tienen un gran valor para ti.
—Gracias —se limita a contestar tomándolas para guardarlas en su ropa—. Díle al general que me he retirado...
—No es necesario —el susodicho irrumpe en su plática mientras llega.
—Señor... —Shadow iba a hablar pero su superior le detuvo.
—La misión de hoy fue un éxito, capturamos a una de esas bestias. Agente Rouge, agente Shadow han hecho historia en esta noche... —les cuenta un poco más feliz.
Shadow apretó los puños con impotencia. En su estado olvidó al lobo que noqueo durante la batalla. De nuevo comenzaba a sentirse mal.
—Con permiso, no me siento bien; quiero ir a descansar —se despide alejándose de ellos.
—Adelante agente Shadow —le contesta el general.
—¡Si necesitas algo llámame! —le recuerda Rouge.
Ambos ven como se marcha el cazador.
[…]
Shadow corría desesperado hasta su hogar. Era como si tuviera miedo de que le arrebatasen lo que era tan importante para él. Abrió la puerta desesperado y volvió a cerrarla con varios mecanismos de seguridad especiales, se recostó sobre la puerta mientras restregaba su cabeza.
—La misión no fue un éxito, fue un rotundo fracaso —dijo mientras se incorporaba—. Fracase en lo único que debía evitar.
Shadow se dirigió hasta una puerta en donde insertó un código y ésta abrió. Se metió mientras veía una habitación muy distinta a su casa, era un ambiente apartado.
—Sonic —dijo caminando entre esa habitación.
Se dejó caer de rodillas mientras negaba. Sintió la respiración de algo detrás suyo, no lo soportó más. Volteó para abrazar a su amado y llorar en silencio. Dos brazos peludos rodearon al erizo bajo suyo, un hocico le cubrió mientras el extenso pelaje azul le reconfortaba.
Su amado no era alguien normal.
Unos quejidos llamaron la atención del moreno. Shadow elevo la mirada viendo esos ojos esmeraldas que le veían preocupados y tratando de descifrar lo que le perturbaba.
—Los lobos se han manifestado Sonic —le dijo Shadow mientras buscaba seguirlo abrazando—. Ya no puedo seguir despistando al cuartel.
Sonic cerró los ojos, abrazó más a su amado. Lanzo un pequeño quejido mientras sentía como el erizo bajo suyo seguía llorando de impotencia.
—No dejaré que te hagan daño, aun tenga que dar mi vida, no permitiré que ellos te alejen de mí —le prometió.
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