ᴠᴇsᴛɪɢɪᴏs ᴅᴇ ᴜɴ ᴀʟᴍᴀ ғʀᴀɢᴍᴇɴᴛᴀᴅᴀ

Con la ligera sensación de frío sobre su nariz, abre los ojos y se da cuenta de que se había quedado dormido por unas horas. Una mano acaricia suavemente su mejilla mientras sonríe al sentir el toque, con delicadeza la toma y besa sutilmente sus nudillos, su mirada se dirige hasta ese par de ojos dorados que lo miran con alegría.

—Lamento si te desperté —se disculpa el albino mientras desvía la mirada y retira su mano.

El azabache suelta un suspiro mientras cierra los ojos, lo había recordado, Silver y él se habían instalado en una habitación mientras descansaban un poco. Él estaba recostado en sus piernas mientras el vampiro albino cuidaba de su sueño.

—Ya estaba despierto —dice volviendo a cerrar los ojos y acurrucándose entre sus piernas—. No te preocupes.

El albino lo acicala mientras suspira.

—¿Cuánto falta para el amanecer? —le pregunta.

Silver ve por el orificio de la ventana.

—Un par de horas supongo...

Mephiles se rasca la nariz.

—Pronto deberás ir a dormir —le recuerda.

El albino se encoge de hombros, se siente cohibido mientras sujeta nuevamente la mano del lobo.

—Sabes... estaba pensando en lo que dijo el príncipe, quizás si —le dice, pero calla de golpe cuando Mephiles se levanta y mira al vampiro con cara de confusión.

—Ya hemos hablado esto —le dice sentándose erguido— hace mucho tiempo, te dije que estás cosas no debían afectarte.

Silver desvía la mirada, se aferra a la mano del lobo.

—Lo sé, pero es que Mephiles lo que hice te perjudicó... sabes que no fue lo mejor...

El azabache toma el rostro del vampiro.

—Lo que hiciste fue lo correcto, no lo reproches. Si no lo hubieras hecho quizás nunca hubiéramos descubierto la verdad detrás de todo esto —le susurra con calma— ellos no saben nuestra historia, nadie puede.

Silver se sonroja un poco.

—Silver, hemos estado juntos por mucho tiempo. Me conoces mejor que cualquier otro ser, te conozco y sé que de algún modo nosotros... estábamos destinados a esto —le dice con suavidad.

El albino lo abraza mientras su rostro se hunde sobre su pecho.

—A veces no puedo evitar sentirme como un monstruo por todo lo que se oculta detrás de mí... mi familia... —susurra queriendo escapar de su realidad.

Mephiles lo abraza.

—No lo eres y no pienses eso —lo consuela acariciándole las púas de su cabeza.

Silver eleva su mirada mientras sonríe.

—Ellos querrán saber de nosotros... —dice con una pequeña vergüenza.

Mephiles se ríe tiernamente.

—Será de algo que yo me haré cargo, tú debes dormir —sentencia.

El vampiro esconde su rostro nuevamente mientras Mephiles suspira. Claro, había llegado el momento más temido por ambos, debían contar su historia.

La verdadera historia que los ocultaba.

... Unas horas después del amanecer...

El príncipe ya se encontraba en el salón mientras sus manos jugaban con una bola de cristal, toda la noche había estado pensando y analizando la situación, pero no llego a nada claro. Ahora con Manic y sus aparentes dotes místicos se encontraba más que confundido, ni siquiera su bola de cristal podía dictarle el camino a seguir, era ridículo que aquel artefacto no fuera capaz de predecir el futuro.

—Voy a volverme loco —dice dejando la bola, por un momento volvió a pensar.

¿Desde cuándo habían existido ese tipo de secretos en el mundo mágico? ¿Y por qué nunca se enteró?

Se sentía muy molesto con su mundo, había sucedido cosas que desconocía y en cierta medida eso, no lo dejaba tranquilo. Sin esperarlo la puerta se abre y muestra a la murciélago unirse.

—Buenos días —saluda ella mientras nota que el príncipe se da media vuelta para verla—. No esperaba ser la primera en llegar —confiesa caminando unos pasos y viéndolo.

Knuckles solamente se acerca hasta ella.

—Buenos días, espero que tu descanso haya sido reparador —le contesta con amabilidad.

La chica se cruza de brazos.

—Me gustaría decir que lo fue, pero me temo que no... —menciona notándose cansada.

Knuckles la mira intrigado.

—¿Puedo saber a qué se debe? —le pregunta tratando de no sonar directo.

Rouge suelta un suspiro.

—No creo que una criatura mágica pueda entender lo que sucede con los mortales —confiesa desviando la mirada.

Knuckles solamente la mira con atención.

—Sé muchas cosas de ellos... cómo por ejemplo, cuando su pasado los persigue —le reprocha— puedo leerte como una carta completa, sé que algo te agrede.

Rouge le mira un poco ofendida.

—¿Ahora soy tan clara para ti? —le pregunta.

Knuckles sonríe levemente.

—No del todo, pero si gustas, podríamos platicar un día y hasta podría ayudarte a encontrar una solución a tu dolor —se ofrece—. Solo te diré algo, no vivas del deseo de los demás, sé tu propia salvadora.

El rostro de Rouge se suavizó.

—Supongo que gracias por el consejo, pero no es tan fácil llevarlo a cabo —susurra.

El príncipe se acerca hasta ella y con delicadeza acerca sus labios hasta su oreja.

—Tu padre no debe entrometerse en tu vida, aunque seas de la nobleza, mereces forjar tu propio destino —le dice alejándose y viéndola.

Rouge al instante que dice eso, abre los ojos con sorpresa, iba a decir algo, pero entonces nota que la puerta se abre.

—Buenos días~ —el verdoso revoltoso se une a la reunión mientras se despereza—. No había pasado tanto tiempo desde que había dormido tan cómodamente —menciona con felicidad.

Detrás de él Manic se acerca con delicadeza, sus ojos notan como Rouge y Knuckles están cerca.

—Buenos días, príncipe —Manic hace una leve reverencia mientras lo saluda—. Señorita Rouge —se dirige a ella.

Knuckles niega.

—No, no debes hacer eso —le pide—. Al contrario yo debo hacerlo, ante la estirpe de mayor rango.

Scourge suelta un pesado quejido.

—Aún no logro entender de qué hablas —se queja arreglando sus púas— espero que para este momento ya todos estén frescos y listos para hablar.

Rouge se aleja brevemente mientras se acerca a la ventana evitando verlos.

—¿Oh, interrumpimos algo? —le menciona el lobo al mago al ver la reacción de la chica.

—No, esa charla puede esperarse para otro momento —le cuenta.

Nuevamente la puerta se abre y detrás de ella Sonic, Shadow y Espio aparecen. Manic al ver a Sonic se sorprende.

—¡Sonic! —se lanza a abrazarlo mientras el azul abre los brazos y lo recibe.

—¡Manic! ¡Por un momento pensé que te habíamos perdido! —le dice presionándolo—. ¡Qué bueno que estás a salvo! Y ahora... eres uno de nosotros —le menciona con felicidad.

—Estoy bien, fue gracias a Mephiles y Silver —menciona con cariño—. Ellos me ayudaron a recordar lo que soy.

Espio se acerca a su príncipe.

—¿Hablando de ellos, ¿En dónde están? —pregunta el camaleón.

Cómo un último invitado la puerta se abre y muestra al otro veteado mientras llega, cierra detrás de él la puerta y se queda parado viendo como todos los demás lo observan.

—Silver no vendrá, ya que esta es su hora de dormir —se disculpa por el albino—. Príncipe espero que no le moleste que haya adaptado la habitación a una zona más oscura para él.

Knuckles suspira.

—En lo absoluto —le contesta sin importancia— ahora a lo que venimos, respuestas —dice secamente.

La tensión se puede sentir en ese lugar.

—Estoy dispuesto a contestar todo, pero necesito su plena disposición a entender mis decisiones —les pide.

Manic se acerca a Mephiles mientras le sonríe.

—Buenos días, pequeño —lo saluda con cariño— espero que te estés sintiendo cómodo con tu nuevo poder.

Manic asiente mientras toma su mano.

—Así como confían en mí, necesito que también lo hagan en ellos. Por favor no somos enemigos, ellos son mi familia —les pide el menor.

Scourge asiente mientras sonríe.

—Creo que debemos comenzar —se une el cazador— así que creo que es Knuckles quién debe iniciar con esto.

El príncipe se sienta y una silla aparece mientras se acomoda.

—Quiero saber todo de ti —dice sin apartar la mirada del vampiro— cómo acabaste así y por qué la historia dice que desapareciste.

Mephiles asiente.

—Me temo que no es una historia muy grata y larga —menciona rascándose la nuca.

—Tenemos tiempo —lo incita el mago.

Mephiles entiende su punto.

Una mesa aparece mientras las sillas se forman, cada uno toma asiento mientras esperan que todo comience. Mephiles parece quedar en silencio por unos minutos mientras piensa.

—Me temo que debemos rememorar todo... —dice mientras cierra los ojos—. El nacimiento de nuestra estirpe, los cazadores Van Hellsing...

Se apoya entre sus brazos mientras los observa.

—Nacimos con el propósito de crear orden entre las especies, con el objetivo de proteger el mundo mágico y sus criaturas, solo un mediador directo entre madre luna y las criaturas.

Shadow lo escuchaba atento mientras Sonic no dejaba de temblar.

—El venir a este mundo requirió de dos hermanos, en este caso el cazador que siguió con la descendencia y yo... —hace una leve pausa— mi hermano mayor era más hábil con las armas y con el orden, yo en cambio era más estratégico y planeador.

—Totalmente cierto —dice Shadow cruzándose de brazos.

—Él siempre fue el que ejecutaba y yo el que pensaba. Cuando comenzamos a descubrir que esté mundo necesitaba un orden, le propuse la idea de los regentes. En ese entonces no había problemas entre los vampiros y lycans, había armonía —prosigue deteniéndose— así fue como nombramos a los tres primeros regentes y creímos que esa era la solución... pero no sabíamos la verdad detrás de los vampiros.

Manic se aferra a la mano del vampiro.

—Después de años de gloria, los mortales acudieron a nosotros pidiendo ayuda. Algunas criaturas se habían aventurado más allá de las fronteras permitidas, según mi estudio, las criaturas escapaban de alguien, pero no supe de quién se trataba exactamente y los lycans comenzaron a desaparecer gradualmente. Llegaron a un punto en donde los lycans escaparon al mundo mortal y eso desencadenó problemas... llevándome a tomar otra medida.

—El muro mágico —agrega Shadow—. Nació como medida de protección entre ambos mundos.

—Y también para evitar que los mortales fueran en busca de lo desconocido..., ya que supe de primera fuente que la sangre mortal los volvía locos... al mismo tiempo los lycans comenzaron a hacer algo inaudito.

Mephiles se incorpora mientras suspira.

—Su veneno, descubrieron que con él podían crear seres parecidos a ellos. Hicieron estragos en los pueblos más cercanos y se llevaron a varios mortales con ellos, dándole origen a los...

—Híbridos —dice Scourge encogiéndose de hombros.

—El muro fue la peor solución que se creó, porque luego comenzó la guerra entre los vampiros y lycans.

—Allí es donde la historia dice que desapareciste —agrega el príncipe.

—La noche en que mi hermano y yo estábamos buscando información sobre la guerra, llegamos a uno de los palacios que los vampiros usaban. Dentro descubrimos que ellos habían hecho experimentos con los lycans, nunca los entendimos... mientras buscaba información, los vampiros nos encontraron, escapamos por el bosque y allí, nos tendieron una trampa. Los lycans se lanzaron a atacarnos, y en ese momento fue cuando la sangre de ellos se derramó, respondimos al ataque.

Un breve silencio lo acompañó.

—Ellos iban a acabar con mi hermano, lo único que se me ocurrió en ese momento fue lanzarme contra ellos y... caí por una cascada hasta que perdí el conocimiento.

—Y es allí donde la historia del primer cazador termina —menciona Knuckles.

—Es la introducción más que todo —se ríe un poco nervioso el cazador— lo que voy a revelar en este momento nadie más lo sabe y por el amor de madre luna, pido mucha discreción con la historia de Silver y mía.

El príncipe asiente mientras eleva una mano. Mephiles se muestra intranquilo, pero en ese momento debía decir todo.

Quizás muchas veces la idea de encontrar algo tan espectacular como una criatura mitológica, provoca una variedad de emociones. Cuando era pequeño siempre sintió que su lugar estaba afuera, lejos del mundo mágico explorando cada recóndito lugar en el mundo. Y es que fue el primogénito de toda una nueva estirpe, aunque no estaba del todo solo pues tenía un hermano mayor.

A su corta edad aprendió el arte de asesinar usando diferentes tipos de armas, pero eso nunca fue de su agrado. Creció hasta volverse una de las más importantes criaturas mitológicas vivas en su tiempo. Fundó la sociedad mágica, llegó a un acuerdo con los lycan debido a que actuaban como bestias destructoras e impuso los límites entre la tierra de la magia y la de los mortales.

Pero aun siendo un elegido, nunca se casó; si tuvo muchos sobrinos. Solía pensar que el matrimonio era una mentira bien planteada pues su hermano, tuvo muchas esposas y demás hijos. Al contrario de él, Mephiles se centró en buscar el origen de esas criaturas que acechaban los pueblos en especial los vampiros.

Desde que fundó toda la sociedad, esas criaturas fueron un dolor de cabeza. No le dejaron en paz en ningún momento, acechaban a los mortales y les desaparecían. Cuando creyó que por fin había encontrado la respuesta a su actuar, lastimosamente tuvo que ser silenciado.

O al menos, eso hicieron creer los vampiros.

[…]

Un balde de agua fría fue arrogado a su rostro; se ahogó mientras despertó desorientado. Sus ojos veían borroso el lugar en donde estaba, sus sentidos se volvieron molestos y poco claros. Tosió mientras escupía, sentía que respiraba alguna especie de polvo que le dificultaba el hablar.

—Mi señor, he traído al muchacho —escucha una voz que desconoce.

—Perfecto. Será el experimento ideal para nuestra nueva orden —otra voz se une.

Mephiles trata de ver de quienes se trata, y su visión se aclara poco después. Eleva su mirada y se encuentra atado a una silla de metal, ante él está parado un hombre con vestimenta fina y elegante; sostiene una copa con líquido rojo.

—Bienvenido cazador —le habla el hombre— o debería decir, hombre lobo.

Mephiles siente como sobre su pecho algo le quema, su anterior batalla con un hombre lobo fue brutal, apenas tiene recuerdos claros. Lo último que logró recordar fue su caída y como disparó al lobo. Pero ahora que observaba bien, noto que su ropa estaba rota y veía parte de su piel arañada y una mordida que aún sangraba.

El hombre se acerca hasta él, sonríe con ímpetu cuan amo satisfecho de su mascota.

—Mitad cazador, mitad lycan —le dice— mestizo puro, con habilidades mejoradas. Serás mi mascota más valiosa —el cristal sobre la mano del hombre cae al suelo, y retrocede mientras emana muecas de enfado.

—¡Púdrete vampiro! —espeta Mephiles después de haberle propiciado un cabezazo.

—¡Muestra respeto a tu amo lycan! —grita el hombre mientras eleva un látigo en dirección a Mephiles.

En ese instante lo recordó, los lycans habían pedido ayuda debido a que los vampiros los estaban asesinando. Desaparecieron muchas manadas sin razón alguna y solo los cuerpos torturados eran la evidencia clara de lo que sucedía. Mephiles, fue en busca de una respuesta y se dio cuenta de que los vampiros desarrollaron una fórmula con la que podían controlar a los lycans.

[…]

Vuelve a despertar, ahora está recostado sobre el suelo. Sus manos atadas, perdió la cuenta del tiempo que lleva encerrado allí. Respira con mucha dificultad al sentir el ligero aroma de una flor; de nuevo desobedeció y ha sido castigado.

—Malditos vampiros —espeta escupiendo sangre de sus labios.

Ahora tenía sentido su estancia en ese lugar; fue infectado por un lycan y los vampiros lo secuestraron para usarlo como títere de prueba. Su maldición como cazador se redujo a nada, en cambio el lobo que fue despertado en su alma se mostraba rebelde y con deseos de salir. Aun así su instinto de cazador seguía refinado pese a su nuevo lado salvaje. Se incorpora hasta quedar sentado. Mephiles es el único que sabe el origen de los problemas.

Los vampiros están utilizando como conejillos de prueba a los lobos, quieres dominar el mundo mágico a toda costa. Ellos perfeccionaron a los lycan, les dieron mejores habilidades y los usan a su conveniencia. Han pasado unos 10 años desde que lo tienen retenido en ese lugar y se niega a servirle a esos muertos, peroya no está seguro si alguien le va a rescatar y las torturas cada día son peores.

Descansa con el ligero pensamiento que algún día será libre de nuevo, que volverá a su hogar, con los que ama. Solo tiene que esperar un punto flaco con los vampiros.

Quizás solo debe tener más paciencia...

Un ataque brutal fue lanzado a los vampiros, todas las celdas fueron abiertas para que los lycan escapasen de ese lugar. Mephiles probó la libertad, comenzó a caminar mientras escuchaba la gran batalla de los muertos contra los lobos.

Sangre, cuerpos muertos de lobos y demás cosas desagradables vieron sus ojos en esa noche. Los vampiros iban perdiendo contra los lobos. No quería ser partícipe de una guerra que no era suya, pero se preguntaba si acabarían con toda la raza, ya que los lobos no mostraron piedad. No se arriesgaría a ser atrapado de nuevo, su plan era claro. Encontraría a los cazadores y les pediría ayuda.

Buscando escapar sin ser notado, vio como un pequeño niño se escondía detrás de unas paredes. Lo había visto antes, era el hijo del vampiro con el que se negaba a formar un vínculo de amo. Se detuvo viendo como el niño lloraba lágrimas de sangre al ver a los suyos caer uno a uno.

—"No es asunto mío" —sentenció Mephiles retomando su caminar pero...

El niño salió de su escondite, corrió hasta detrás del lobo y le sujetó de su chaqueta. Mephiles iba a abofetear al vampiro pero...

Sus ojos dorados le veían suplicantes, confusión y con la esperanza de que ese no era su final. Su manita fría se aferraba a la tela mientras no dejaba de llorar. Mephiles pensó, aunque fuese un vampiro, era un niño y no comprendía lo que sucedía, nunca entendería lo que sus padres hacían.

—Lobito —susurró el niño con miedo.

Mephiles no pudo, no podía ser cruel.

—¡Allí esta! —escuchó la voz distorsionada de un lobo.

El vampiro tembló al ver como una manada se acercaba. Las decisiones más difíciles en la mayoría de ocasiones se toman bajo circunstancias estresantes. Mephiles pudo dejar que los lobos acabasen con el vampiro, pero algo en su interior le gritó que salvase a ese vampiro.

Con una tregua temporal con su parte salvaje un nuevo deseo nació de él. Se convirtió en lycan, con su garra subió rápidamente al vampiro sobre su lomo para comenzar a correr de los que deseaban matarlo. El niño se sostuvo de su pelaje mientras se pegó a cuerpo con él. Mephiles esquivaba a todos los lycans que buscaban quitarle al vampiro.

—¡Entrega al vampiro! —le grito el alfa.

Mephiles cogió en brazos al vampiro, el pequeño se aferraba a él con tanto miedo. No tenía muchas opciones en ese momento, podría intentar pelear, pero eran demasiados lycans para salir victorioso o podría lanzarse al vacío y acabar con eso.

No lo pensó mucho.

El alfa se mostró sorprendido al ver como el lobo se arrojó al vacío con el vampiro entre sus brazos. Desapareció en el turbio río.

[…]

Unos kilómetros más cuesta abajo, una ser emerge del agua mientras respira ferviente. Deja caer algo a su costado mientras regula su respiración a causa de que tuvo que sostenerla por un largo tiempo. Mephiles se acuesta boca arriba, su cuerpo duele terriblemente, tiene heridas causadas por las rocas que le perforaron cuando nadaba además del dolor de transformarse por primera vez y tener el control pleno de su lobo interior.

Era una experiencia terrible y extraña.

Se queja constantemente, no puede evitar sentirse mal. Sus ojos se enfocan en el pequeño niño que se sienta lentamente, su ropa también esta mojada. Esos pequeños ojos dorados se elevan para encontrarse con los del cazador y Mephiles no puede evitar sentirse triste por él.

—Lobito... ¿Sabes por qué atacaron a mis papás? ¿Por qué atacaron a los vampiros? —le pregunta con inocencia.

Mephiles desvía la mirada desconcertado; cómo podría explicarle a un niño que su raza era la más odiada del mundo mágico y que los lobos por años fueron sus peones. Se incorpora mientras se sacude, detesta sentir la humedad en su cuerpo.

—Ven —le dice al niño alzando su mano.

El vampiro lo observa, sin esperar toma su mano y se aferra a ella. El cazador lo guía por dentro del bosque, con mucho cuidado y tratando de pasar desapercibido se dirige a una cueva.

—Debes quedarte aquí —le ordena soltando su mano.

El vampiro lo ve consternado, y se muestra con pánico al ver que el cazador se aleja de ese lugar.

—Lobito... ¿A dónde vas? ¿Debo ir contigo? No me dejes aquí —le suplica con temor.

—No. Tú debes quedarte en este lugar; yo no puedo llevarte —dice sin remordimiento el cazador.

—Por favor yo... —el niño iba a protestar, pero entonces se guarda sus lágrimas cuando ve al lobo erguido.

Mephiles lo ve con odio y gruñe.

—No me hagas hacerte daño; suficiente hice con salvarte de esos lobos —dice molesto.

El vampiro retrocede ante esas palabras, sostiene las lágrimas que quieren salir de su rostro. Sin decir nada más se aleja del lobo. Mephiles niega, no es su asunto la seguridad de ese vampiro.

Se aleja rápidamente de ese lugar, lo que menos quiere es verse envuelto en más asuntos con ellos.

[…]

Podría haber seguido con su camino, después de todo lo recordaba como la palma de su mano, pero... aún no comprendía por qué estaba en ese lugar tan desolado y en ruinas. Mephiles no era un ser tan cruel como aparentaba, lo poco que le quedaba de sentimientos le hizo buscar algún sobreviviente que cuidase al vampiro.

Pero era inútil, los lobos erradicaron a todos los vampiros. Pisando cosas asquerosas y quizás repulsivas se encaminó en todo el campo en busca de algo que le diera señales de vida.

No había quedado nada más que solo destrucción. Nunca en su vida, había visto en sangre propia lo que una guerra provocaba, ahora más que nunca estaba convencido de que eso no era lo que madre luna quería. Se lamentó tanto no poder hacer nada y casi se derrumba cuando nota la misma soledad en el lugar. Camina con la esperanza de que haya alguien allí, que lo ayude, pero es entonces que algo lo hace detenerse.

—T-Tú...

Vio como el vampiro que le torturaba se movía. Era el rey de los vampiros, claro siempre lo reconoció, el que quería dominarlo. Se acercó hasta él y le cogió sin cuidado para verlo.

—Beta... —emana el vampiro con una sonrisa—. Mi hijo... es el vampiro más puro que existe —a medida que habla su rostro se va cayendo a pedazos, como hoja de papel y sus ojos se cierran— si no quieres ver el mundo arder... cuida de él, es tu misión —dice por último mientras se desvanece en las manos de Mephiles.

Con el pensamiento de que quizás su vida estaba maldita, Mephiles se sintió tan desdichado de su destino.

[…]

Mephiles corre entre el bosque en busca de la cueva en donde dejo al niño, después de descubrir los secretos de los lobos, esta más que seguro que debe cuidar a la única raza que le puede hacer frente. Llega hasta el lugar y comienza a buscar desesperado al chico. Se adentra en la cueva sin rastros de él, trata de ubicarlo con su aroma pero es imposible.

—¿Dónde? —dice viendo a todos lados y comenzando a perder la paciencia, pero entonces algo lo detiene.

—Lobito —lo llama el niño que se encuentra parado en la entrada de la cueva.

Mephiles lo mira casi agradecido de que esté bien.

—¿Dónde estabas? —le cuestiona acercándose.

El de ojos dorados baja la mirada con vergüenza.

—Tenía hambre y yo... —le dice con nervios.

Mephiles nota como la boca del niño tiene sangre, se alarma al olerla.

—¿De qué te alimentaste? —le pregunta mientras limpia sus mejillas.

—Un elfo floral —le dice.

Mephiles tiene todo el conocimiento necesario que necesita para saber acerca de todas las criaturas que habitan el mundo mágico. Los vampiros no era un secreto, los conocía de harto tiempo.

—¿Cuál es tu nombre? —le pregunta.

—Silver...

—Silver, a partir de este momento no vas a beber más sangre de los seres mágicos —lo sentencia.

El niño se ve lleno de impresión.

—Pero papá...

Mephiles coloca las manos sobre los hombros del niño.

—Escucha, tu padre me pidió que te enseñase otras cosas. Debes confiar en mí en todo momento, eres valioso y necesitas estar bien.

El vampiro parece entender.

—¿Y cómo se llama señor lobo?

—Soy Mephiles —se presenta.

Silver sonríe con ternura.

—¡Te diré Menphis!

—¿Un apodo? —menciona decepcionado.

El albino se ríe.

—Me gustan los libros, aunque papá dice que eso no me llevara a nada bueno... un día debo subir al trono, pero no quiero hacerle daño a los lobos.

Mephiles le escucha intrigado.

—¿No quieres dañarlos?

—No. Un lobo es como nosotros, son tiernos, poderosos y tienen una forma de amar muy bella —agrega mientras se aleja unos pasos.

Mephiles sonríe.

—Bien Silver, al parecer vamos a pasar muchos siglos juntos. Te volverás un vampiro que convencerá a las demás razas que no son malos.

—¡Si Menphis!

El lobo alza su mano para tomar la del niño y se alejan entre la densidad del bosque.

[…]

Durante su estancia en los diferentes pueblos del mundo mágico, Mephiles aprendió muchas cosas acerca de los vampiros. Debilidades, fortalezas y demás características que portaban. Aunque si analizaba la situación, se daría cuenta de que había cosas muy distintas que no portaban ellos.

Como la impregnación.

Un vampiro era un ser con inmortalidad, de piel pálida, ojos llamativos, colmillos sobresalientes y porte misterioso. Durante el día se refugiaban en lugares donde la luz del sol no les pegase, ya que los debilitaba y su mayor actividad era en la noche. Los vampiros puros crecían hasta los 1800 años y se consideraban adultos a esa edad. Tenían una estricta jerarquía en cuestión de reinados, siendo los vampiros rey, la cúspide de la sociedad vampírica.

Cuando Mephiles rescató a Silver, este poseía 1000 años de edad, su complexión era la de un niño de 10 años. Fue una ardua tarea el cambiar los hábitos alimenticios del vampiro. Su dieta se basaba especialmente en la sangre fresca, cuando los vampiros reinaban, secuestraban a cualquier criatura desafortunada y la volvían su fuente alimenticia; claramente Silver fue detenido en ello reduciendo su dieta a solamente la ingesta de animales mortales. Mephiles le enseñó a beber sangre proveniente de otras fuentes sin recurrir a la muerte.

Pero existía una debilidad muy retorcida de estos seres y es que, la sangre de los mortales les volvía locos. Y era un tema que preocupaba al lobo.

—Silver —llama el cazador que entra al hogar que eligió para cuidar al vampiro. Habían pasado 500 años, desde que decidió hacerle cargo de Silver. Observa a su alrededor y no lo logra ver—. De nuevo con sus ideales... —musita cerrando la puerta.

Silver cuando fue un niño, fue el chico más tierno, obediente y recto que pudo conocer, pero conforme iba creciendo sus atributos fueron cambiando radicalmente. Al entrar en la adolescencia se volvió un muchacho rebelde, aventurero y le encantaba andar en el bosque mágico. Durante lo que lo ha tenido Mephiles se dedicó a mantenerlo oculto, pero el vampiro era realmente un dolor de cabeza y más cuando no podía detectar su aroma, ya que, un vampiro no olía prácticamente a nada.

—Voy a tener que reprenderlo nuevamente —se rasca la cabeza mientras deja algunas cosas en la mesa.

Era más que claro que se volvió en su protector estrella algo tan irónico, ya que había autoproclamado jamás obedecer a los vampiros y justamente, cuidaba al príncipe de ellos. Sus sentidos se agudizaron cuando sintió una ligera brisa que acariciaba su cuello, se volteó.

—Te he dicho que no andes en el bosque —sermonea al vampiro que se recuesta sobre el marco de la puerta.

—No fui lejos —se defiende— solo estuve viendo algunas cosas, nada grave.

—Silver te he dicho que debo protegerte, si te alejas es imposible detectarte —se encoge de hombros.

—No me va a pasar nada —le detiene abruptamente, el vampiro observa al cazador, pero baja el rostro levemente desconcertado— buscaba información de mi estirpe.

—En su momento te contaré lo que le ocurrió, mientras debes enfocarte en tu autocontrol —sentencia.

—¡Ya casi soy un adulto, pronto tendré que valerme por mi mismo! —dice enojado.

—Lo dudo, siendo el único de tu especie eres una presa fácil. Además debo encontrar a alguien, no viviré por mucho tiempo —Mephiles se sienta sobre una silla.

A pesar de ser un lycan, las dolencias de la edad eran evidentes. No tenía nada de información acerca de cuántos años podría vivir y menos en su condición hibrida. Le preocupaba morir y dejar al vampiro solo en ese mundo que claramente tenía más razones para liquidarlo que para perdonarlo.

—No digas eso... —Silver baja el rostro con tristeza.

—No puedes evitar lo inevitable —menciona con desazón.

Silver le ve con los ojos más tristes que ha tenido.

—Pero Mephiles...

—Debo asegurar tu futuro, por algo te atravesaste en mi camino... pero por el momento tienes prohibido salir hasta nuevo aviso —termina de hablarle.

—¡Ya no tengo 1000 años! —le grita el vampiro—. ¡Además tú no me dices lo que le sucedió a mi familia! ¡¿Por qué los lycans los atacaron a muerte?!

—Silver... —le dice con voz amenazante, lo toma de los hombros mientras gruñe.

—¡Suéltame! ¡No me toques! —lo amenaza—. ¡Quiero la verdad y si tú no me la dices voy a ir detrás de ella! —Silver se suelta de él y corre a la salida. El albino iba a abrir la puerta, pero cuando lo hizo el amanecer llegó hasta su piel y le hizo retroceder con pánico. Cayó sentado mientras bajo el rostro, se sintió tan impotente.

—Ven, debes dormir —le dice Mephiles poniéndose a su lado.

Silver se incorpora de golpe y corre hasta su habitación. Mephiles solo niega, lleva una de sus manos hasta la cabeza y se rasca. No tenía idea de lo difícil que era tratar con un chupasangre y menos con uno adolescente. Era obvio que la paciencia era una de sus mejores virtudes porque de lo contrario no sabría qué hacer con ese vampiro.

La mañana llegaba y también debía descansar, no solo Silver descansaba durante el día, él también había cambiado su rutina para poder cuidar al vampiro.

Solo esperaba un día, poder descubrir lo que Silver tanto le pedía por qué aunque fuera un cazador y el mejor en su estirpe, desconocía en su totalidad lo que le ocurrió a los vampiros.

[…]

... Algunos meses después...

Silver se volvió incluso más frío que cualquier otra criatura, poco a poco se fue distanciando del lobo hasta que literalmente no le hablaba. No odiaba a Mephiles solo aborrecía que no le dijera lo que ocurría. No entendía por qué lo ocultaba, si se suponía que era un rey, uno de los regentes elegidos por Madre Luna. Todas las noches hablaba con ella y le pedía una explicación sobre lo que le había tocado, pero parecía no ser escuchado.

Caminaba al costado de Mephiles con el rostro opacado por la angustia, el lycan le había dicho que debían moverse de sitio para evitar ser detectados por otros lobos. Silver detestaba viajar, no era porque los ambientes fueran poco atractivos, sino que debía disfrazarse para poder pasar desapercibido.

—Iremos al norte, dentro de unos años regresaremos —escucha hablar al lobo.

Eleva el rostro, y simula una cara de confusión.

—Pero detestas el frío... ¿Por qué vamos al norte?

Mephiles no quería asustar a Silver, pero el peso de los años cada vez lo golpeaba más y más. No tenía la certeza exacta de saber cuántos años iba a seguir viviendo y menos en su condición. En sus últimos meses se sintió tan enfermo que estaba seguro, era lo último que un lycan sentía. Debía llevar al norte a Silver iba a garantizar su vida porque de allí el vampiro no saldría, sabe que aborrece el sol y en el invierno el sol no alumbra tan fuerte como para exponerle.

—Considéralo como una de mis lecciones... —responde lentamente, comienza a respirar un poco más fuerte y tose.

Silver le mira impactado.

—¿Mephiles te sientes bien? —le pregunta preocupado.

—Solo es un molestar, pronto pasará —dice deteniéndose, cierra los ojos mientras disipa el dolor de su cuerpo, vuelve a toser y nota como algo de sangre queda en ella.

Silver se alarma cuando nota la mancha.

—¡Mephiles no estás bien!

—Debo llevarte al norte, allí estarás a salvo de todo esto —le susurra cayendo en sus brazos.

—¡Olvida el norte, estás enfermo y debo cuidarte!

Silver lo carga entre sus brazos para llevarlo a algún lugar. Sin darse cuenta Silver llega hasta una cabaña, luce como si estuviera abandonada. Sin pensarlo se inserta en ella, lleva a Mephiles a una cama y lo recuesta.

—Mephiles... —le susurra mientras lo arropa y le pone un paño de agua tibia en la frente.

El cazador apenas y puede mantenerse despierto.

—La historia de tu estirpe —le habla— es lo que quieres saber...

Silver le mira asombrado.

—Sí...

Quizás si la muerte ya lo perseguía, lo mejor era revelar todo lo que sabía.

—Ellos se volvieron en seres crueles, secuestraron criaturas mágicas que usaban para experimentar, yo fui uno de esos experimentos, ellos me volvieron en un híbrido y desde entonces me encarcelaron —tose ligeramente mientras respira— no tengo una idea clara, pero los vampiros abusaron de los lycans y ellos, por alguna razón decidieron erradicar la raza completa.

Silver le mira con el rostro nostálgico.

—Cuando era un niño, te acercaste a mí y tuve que rescatarte porque ellos querían acabar contigo. Tu padre el rey vampiro me dio la tarea de cuidar de ti y no sé por qué, pero tuve que obedecerlo... supongo que de alguna manera su método funcionó, y logro ser mi handler...

Silver se mantiene quieto.

—Por eso te he cuidado todos estos años y he investigado qué ocurrió para que los lycans reaccionarán así...

—Mephiles...

—Al ser un híbrido no tengo la misma capacidad de un lycan, mi edad avanza demasiado rápido... por eso debo asegurarme de que estarás bien sin mí —le dice respirando agitado.

Silver abraza a Mephiles mientras sus ojos comienza a humedecerse. El lycan puede sentir como el vampiro solloza sobre su regazo.

—No puedo perderte —le dice llorando— eres lo único que tengo...

Mephiles acaricia su rostro.

—Debes recuperar tu estirpe, eres el único que tiene el veneno para hacer las conversaciones completas, pero no puedes hacerlo con cualquiera.

Mephiles siente como su pecho duele y sus latidos se van apagando poco a poco.

—Supongo que este es el fin... —susurra cerrando los ojos.

Silver le sujeta del rostro mientras lo mueve.

—¡Mephiles te ordeno que no me dejes! —le pide llorando—. No me puedes abandonar, no de este modo —le grita—. Desde que era un niño, siempre estuve detrás de ti, quería saber por qué mi padre te tenía...

Mephiles abre débilmente los ojos.

—Nunca entendí por qué papá te tenía encerrado en ese lugar y muchas veces intenté ayudarte, pero era imposible, siempre hubo algo que me hizo sentir que estábamos conectados... —le revela—. Mephiles... sé que los lycan pueden reconocer a su alma gemela, pero yo quiero... yo quiero que tú te quedes porque yo...

Mephiles le tapa la boca al vampiro, de alguna manera se imaginaba lo que le iba a decir y sinceramente no estaba en el mejor momento para escucharlo.

—Quiero descansar un poco —le pide mientras trata de dormir y desvía la mirada.

Silver le mira muy avergonzado por lo que iba a decir, sin más lo deja mientras se separa de él.

—De acuerdo...

—Lo hablaremos... en algún momento —susurra el lycan mientras se cubre totalmente.

Silver se siente tan tonto por lo que iba a hacer.

... Algunas horas habían pasado...

Silver se encontraba viendo una pequeña fogata dentro de la chimenea mientras abrazaba sus piernas. Dejó descansar a Mephiles mientras se dedicó a pensar en su comportamiento. Desde hace años atrás se dio cuenta de algo muy sutil. Siempre admiró a Mephiles.

Claro que sabía que era un cazador y no solo eso, el mejor de su estirpe. Con la convivencia y el paso de los años las cosas se volvieron más confusas. No podía sacarse a Mephiles de la cabeza, era consciente que el cazador lo protegía solo porque su padre se lo había pedido, pero para él las cosas eran diferentes. Estar con Mephiles se volvió en algo necesario para su vida, hablar con él, escucharlo.

Silver siempre se preguntó cómo sería ese amor que los lycans sentían cuando encontraban a sus mates y a pesar del tiempo Mephiles nunca encontró al suyo. En parte le agradaba la idea de que el lobo jamás lo encontrase, pero por otro lado eso alimentaba sus sentimientos.

Se enamoró de Mephiles y no sé atrevía a decirlo o bueno casi lo había confesado.

Con sus dedos acarició sus labios, había muchas cosas que no había probado jamás y que le gustaría intentar con Mephiles. Pero el cazador era demasiado frío, jamás le había comentado sobre algo parecido. A veces sentía que aún lo veía como el niño que salvo y le molestaba. Ya no era aquel infante, era un adolescente. Se frustraba que Mephiles actuará de ese modo con él.

Se incorpora mientras se limpia el rostro, ser el último vampiro no era lo que hubiese querido si aún eso significaba tener libertad, pero desde que tiene memoria recuerda que se viven escondiendo. Se acerca a la cama del cazador y ve como duerme.

Sus manos se vuelven en puños, puede sentir el flujo sanguíneo del lobo y es débil. Pero su cuerpo se estremece cuando un aroma conocido se aferra a su nariz, sus pupilas se dilatan mientras sus colmillos crecen.

—No... —susurra mientras tapa su boca.

La mayor debilidad de los vampiros se encontraba presente en esa cabaña. Una chica ingresaba a la cabaña mientras dejaba algunas cosas en ella.

Silver rápidamente busca un lugar para esconderse y lo ve, una habitación pequeña. Sin pensarlo corre y se encierra en ella. Su cuerpo tiembla cuando el aroma de la sangre fresca es más fuerte, trata de luchar contra su deseo de morder a la mujer.

La chica camina en dirección a su habitación y se detiene con miedo cuando nota que hay algo distinto en ella, abre la puerta y se topa con un chico recostado en su cama. Rápidamente se asusta, pero se da cuenta de que el chico se encuentra enfermo. Se acerca hasta él y nota que está dormido.

Observa a su alrededor y nota que el chico no puede estar solo si está enfermo, hay alguien más con él. Comienza a buscar en la habitación.

Silver para entonces se encuentra peleando contra su instinto asesino, sus colmillos se encuentran totalmente fuera de sus labios, su garganta se reseca y su nariz es más sensible. Cuando la consciencia lo abandona su dolor se disipa y una sonrisa se dibuja sobre sus labios.

La chica al ver que no hay nadie en la habitación se dirige al chico en la cama.

—¿Estás bien? —le pregunta removiéndole.

Luego escucha el rechinido de una puerta, se voltea de golpe y sin darse cuenta de que el erizo blanco iba sobre ella, siente como una mano la arroja a la cama.

Un quejido sale de los labios de Mephiles cuando siente como el vampiro muerde su cuello.

—V-Vete... —le ordena a la chica mientras sus manos se aferran al cuerpo de Silver—. ¡Ni se te ocurra volver! —dice con dolor.

La chica inmediatamente sale corriendo de ese lugar.

—Silver... —el erizo trata de hacer entrar en razón al vampiro, pero como respuesta siente como los colmillos se clavan aún más sobre su cuello—. D-Detente... —dice débilmente mientras sus manos pierden fuerza, algo más estaba quemándolo, era una especie de líquido pesado que inundó su pecho.

Silver parpadea y puede sentir algo metálico sobre sus labios, con horror observa al cazador, rápidamente lo suelta mientras lo sujeta.

—¡Mephiles! —grita aterrado al verlo caer sobre sus brazos—. ¡¿No, no, no, qué hice?!

Silver se deja caer al suelo mientras sujeta al cazador, sus manos rápidamente buscan el rostro del erizo.

—¡Lo siento tanto! —exclama mientras lágrimas de sangre caen de sus ojos—. ¡No quise hacerlo!

Mephiles cierra los ojos.

—Mephiles por favor... ¡No me dejes! Nunca pude decirlo, pero estoy enamorado de ti —le confiesa al ver que el erizo ya no se mueve.

Con su mano sujeta el rostro del erizo, con un inmensurable dolor decide besarlo por primera y última vez, pero puede sentir algo extraño. Mephiles comienza a removerse entre sus brazos, como si estuviera teniendo convulsiones. Silver le mira aterrado y no lo suelta, pero entonces sucede algo.

Mephiles abre los ojos, sus colmillos crecen hasta salir de su boca mientras unos quejidos salen de la misma. Sus pupilas se afinan como las de un gato y su temperatura cae hasta tener el mismo cuerpo de un muerto.

—S-Silver —menciona con dificultad mientras se queja.

El vampiro permanece incrédulo de lo que sucede.

... Unos años después...

A la luz de la luna dos chicos caminaban mientras se cubrían con unas capas. Era luna llena y todo a su alrededor se iluminaba por la luz de la luna.

—No podemos adentrarnos en el bosque —dice uno de ellos mientras se detiene.

El otro se queda quieto mientras ve como si compañero se quita la capa. Un erizo de color negro con vetas aguamarina se deja ver mientras se sienta sobre una roca. El otro también se quita la capa mientras queda unos pasos atrás.

—Los lycans planean atacar la ciudad —le dice el otro—. Silver no podremos ir en busca de ese chico —le dice volteando a verlo.

El de ojos dorado lo mira sin saber que decir, desvía el rostro con pena. Mephiles puede observar que Silver se muestra avergonzado.

—¿Su majestad? ¿Sucede algo? —le pregunta mientras se acerca.

Silver baja el rostro. Desde que había pasado un suceso espantoso, Mephiles se había vuelto muy refinado con él, casi como un sirviente.

—¿Recuerdas qué fecha es hoy?

Mephiles alza una ceja sin comprender.

—Fue el día en que te volviste en...

Mephiles logra sentir como el vampiro se muestra alterado.

—Silver, no deberías preocuparte por eso —le dice restándole importancia.

Silver lo sujeta mientras lo mira con el rostro asustado.

—¿Cómo lo dejo de lado? Es por mi culpa que tú... tú eres esto... —le dice mientras se siente decepcionado de sí mismo—. Nunca imaginé que esto sucedería, no quise hacerte esto...

Mephiles suelta un pesado suspiro, hace unos años ambos descubrieron un secreto que les provocó horror. Mephiles era mitad lobo y cazador cuando rescató a Silver, pero cuando lo mordió, el veneno erradicó los rastros de cazador que aún guardaba su cuerpo. Al poco tiempo descubrieron que Mephiles también guardó la transformación de hombre lobo con la que inicialmente experimentaron.

—No deberías de decir esas cosas —dice Mephiles dándole la espalda.

Silver le mira impactado, a Mephiles no le afectaba su nueva vida a pesar de ser algo sumamente extraño.

—Cómo puedes tomar con tanta calma esto...

Mephiles lo mira con seriedad. Los años en su cuerpo habían retrocedido, lucía como un chico de 18 años, joven, imponente y misterioso, así como eran los vampiros.

—¿Qué más puedo hacer Silver? Aunque quiera cambiarlo no podré —le responde tajantemente, pero nota que aquello afecta aún más al vampiro—. No sé qué clase de propósito me trajo hasta ti, pero estoy seguro de que nada de lo que nos ha ocurrido está en contra de lo escrito. Como vampiro tengo vida eterna, con eso puedo defenderte de cualquier peligro hasta que encontremos al chico que buscamos, no olvides tu misión.

Silver se arroja a los brazos del erizo mientras se aferra a su pecho.

—No puedo evitar pensar que esto es mi culpa —le confiesa— he dañado a quien más amo...

Mephiles solamente suspira, sin quererlo se convirtió en lo que menos quería.

[…]

Los ojos del vampiro se abren mientras todos se mantienen expectantes en él.

—Años de búsqueda nos llevaron a encontrar al primer espíritu de zorro, el fuego. Un chico que fue manipulado por Infinite y que aún desconocemos su ubicación exacta.

Manic lo mira fijamente.

—Madre Luna envío a sus hijos más queridos para aquellos infortunados que carecían de un mate terrenal, los asignó esperando que con ellos las cosas cambiarán, ya que los elegidos tenían un gran propósito en este mundo... pero no fue lo mismo con Infinite, él en cambio arruinó el don de su mate.

—Espera —Scourge se acerca— quieres decir que Manic fue enviado a mí porque no tengo un mate terrenal y en cambio tengo un gran propósito...

El vampiro asiente.

—Es correcto, Manic posee un amuleto con el cual puede mejorar notablemente la capacidad de supervivencia de su mate, tal y como Infinite lo posee.

El menor se siente ligeramente nervioso.

—¿Pero aunque sea un híbrido?

Mephiles mira con confusión al lobo.

—¿Qué dices?

—Hace tiempo perdí a mi manada porque Infinite demostró que soy un híbrido, aunque no recuerdo a mi madre, estoy seguro de que mi padre era un lobo puro —revela Scourge.

Mephiles se acerca peligrosamente al lycan.

—Eres un alfa puro, tu sangre lo demuestra —le dice con autoridad.

—Pero...

—Lo que Infinite hizo no fue más que una jugada sucia en la que utilizó algún método nefasto para ensuciar tu nombre —arremete.

Scourge le mira impactado.

—Entonces yo...

—Te lo dije lobo —le dice Espio.

—Perdí a mi manada por una mentira...

—Y es momento de recuperarla. Sea lo que sea que Infinite quiera lograr debemos detenerlo, ahora que sabemos por qué perseguía a Scourge y Manic es claro que sus intenciones serán peores —su mirada se dirige a Manic—. No estás solo, ahora podré defenderte.

Manic desvía la mirada mientras una de sus manos se aferra a su pecho.

—Entonces los vampiros querían volver en mascotas a los lycans, qué idea más turbia, seres tan libres como ellos jamás cederían ante ellos —menciona Sonic.

—Pero hay algo que no cuadra, por qué querrían eso, su idea de conquistar el mundo mágico no se sustenta solo por ello —agrega Rouge.

—Creo que eso es lo que debemos descubrir.

Knuckles se incorpora mientras se da media vuelta.

—Los magos nunca nos dimos cuenta... me siento tan...

Mephiles se acerca.

—No es tu culpa, no te preocupes.

El mago se voltea.

—Sin embargo tengo otra pregunta. Por qué no se sienten atraídos por la sangre de un mortal, tenemos dos en mi palacio y los he visto tan tranquilos.

Mephiles se encoge de hombros.

—Tengo un método infalible contra el apetito de Silver, yo en cambio, puedo alimentarme de dos formas, claro la sangre no es mi favorita —menciona con pena.

—¿Qué quieres decir?

Mephiles se muestra avergonzado.

—Soy la fuente nutritiva de Silver, teniendo su estómago lleno no hay problema en que los mortales estén cerca —dice mientras se sonroja— y no voy a responder más preguntas con relación a cómo funciona eso.

Todos quedan sorprendidos con esa revelación.

—Bien, no quiero saber cómo funciona eso. Aun así tengo una última pregunta. ¿Cuál es la relación entre Silver y tú?

Aquello provocó que Mephiles se congelará en su lugar. La mirada de Mephiles se llenó de temor y un poco de vergüenza.

—Yo...

Las manos sobre Mephiles le hicieron desviar la atención y vio a Scourge viendo recriminatoriamente al mago.

—Knux amigo, no hagas esas preguntas —le dice con una sonrisa— además, sea cual sea su relación no debemos involucrarnos, son criaturas mágicas después de todo, claro con sus peculiaridades, pero nada fuera de lo normal.

El mago desvío la mirada ofendido.

—Bien, ahora que sabemos el pasado de Mephiles y Silver, podemos empezar a buscar pistas del porqué Infinite quiere conquistar el mundo de los mortales —dice el rojizo.

Sonic se incorpora mientras lo mira.

—¿Y por qué Zokar quiere conquistar el mundo mágico?

—Por amor a la madre luna olvide ese punto... —se queja Scourge.

—Quizás... está siguiendo los mismos pasos de los vampiros —dice Manic sin darse cuenta.

Todos voltean a verlo.

—Es decir, él quiere quitar los dotes místicos y dejarnos como mortales, quizás solo por eso...

—¿Infinite podría estar buscando su conquista para evitar eso?

—¿Pero atacar a Manic por eso y quitarle su manada a Scourge? —pregunta Shadow.

—Claro porque sería más fácil para un tirano, aunque... un momento alguien sabe de dónde proviene Infinite —dice Rouge.

—Oh diablos, estamos buscando pistas y justamente apareció la de mi gran amigo —se queja Scourge—. No tengo la más remota idea, excepto que él lideró la erradicación de los vampiros junto con mis antepasados.

Manic piensa.

—Creo que hay algo más... no lo sé.

Knuckles suspira.

—Tenemos mucho trabajo que hacer...

Mephiles se rasca la nuca.

—Lamento no saber todo, quisiera aportar más para detener esto —se disculpa el vampiro.

Manic se acerca y le sonríe.

—Nos has ayudado mucho, muchas gracias por compartir tu historia —le agradece.

Mephiles abraza al pequeño erizo mientras sonríe.

—¿Bien entonces príncipe, cómo procedemos? —Espio lo mira.

—Debo pensar, debemos analizar nuestras ventajas. No podemos darnos el lujo de perder. Sea cual sea el propósito de Infinite y Zokar algo es seguro, ambos son una amenaza para los dos mundos —sentencia serio— por el momento es mejor pasar desapercibidos, hasta que tenga un plan en mente, Mephiles necesito que Silver y tú me ayuden a organizar todo, ya que son los más antiguos juntos conmigo.

—¿Oye espera, pero si tenemos la misma edad? —le pregunta Scourge muy extrañado.

—Scourge, literalmente tengo más de 500 años que tú, claro traducido en conocimiento y sabiduría, aunque mi cuerpo se asemeje al tuyo te gano por mucho —menciona con serenidad.

—¡Oh, pero mira que está engreído! —se queja el otro.

—Claro príncipe —dice Mephiles asintiendo.

—Si me permiten, debo leer algunos libros —se despide el mago.

El príncipe se va y los deja solos.

Mephiles suspira mientras se acaricia la frente.

—Que día y eso que apenas han pasado tres horas —se queja el lobo, pero al instante siente como Manic lo abraza—. Hey, está bien, no te preocupes Manic.

El vampiro lo mira con ternura mientras sus ojos parecen hablarle y el menor asiente.

—Scourge podemos ir a un lugar más privado, necesito... hablar contigo.

El lobo lo mira un poco apenado.

—Eh claro, creo que hay una especie de jardín, vayamos.

Ambos salen caminando tomados de las manos.

—Debo ir a otro lugar —se despide Espio mientras desaparece.

—Rouge necesito tu ayuda con el rastreo de algunas cosas —Shadow llama a su compañera mientras voltea a ver a Sonic—. Estaré cerca por si necesitas algo.

El azulado asiente.

—Voy a hablar con Mephiles sobre unas dudas con respecto a los lobos, no te preocupes.

El azabache lo mira un poco confundido, pero no dice nada, sale con Rouge mientras deja solo a su esposo con el vampiro. Sonic suspira mientras se acerca hasta el chico.

—Mephiles... —se acerca con pena.

—¿Cómo te sientes?

El azul baja la mirada.

—Bien, aunque creo que mi cuerpo comienza a resentirse.

El vampiro se sienta en una silla mientras sonríe.

—Es normal, los primeros meses el cuerpo se adapta.

Sonic lo mira con tristeza.

—Se suponía que no era posible...

—¿Por qué? Shadow y tú tienen una vida marital, el sexo es algo común entre los dos —menciona como si no fuera obvio.

—Si, pero no pensé que yo... yo fuera a tener...

—Eres un omega.

—¡Pero soy híbrido!

Mephiles se acomoda mientras lo mira.

—Te aseguro que no lo eres y la prueba está en tu embarazo.

Sonic literalmente cae de rodillas mientras sus ojos se llenan de lágrimas.

—No, Sonic no debes ponerte así. Esta noticia no debe generar tristeza.

El azul solloza.

—¿Qué voy a hacer ahora? ¡Estamos en medio de una guerra, no puedo exponer a mi bebé y menos puedo decirle a Shadow que va a ser papá cuando claramente no quiere serlo!

Mephiles se coloca a su nivel.

—Algo que aprendí de mi vida es que no estamos preparados para los retos de la vida, es por eso que le dije a mi sobrino que estarías en las líneas ofensivas para salvar la vida de tu bebé, pero debes ser fuerte y no hacer un esfuerzo brusco, cuando llegue el momento deberás decirle a Shadow sobre esto, estoy seguro de que lo aceptará —lo anima.

Mephiles lo ayuda a ponerse de pie.

—Los cazadores tenemos una regla, no abandonar a nuestras parejas aunque así nos cueste la vida, sin nuestra otra mitad moriríamos al instante. Es un sacramento que nos hace ser una de las especies monógamas de todo el mundo mágico.

Sonic lo mira.

—¿Es por eso que no abandonaste a Silver?

Mephiles baja la mirada.

—Seré sincero contigo, Silver es mi familia, no tengo otro lugar al cual más ir y que quiera ir, él representa todo mi pasado, mi presente y mi futuro, estoy consiente que sin él, mi existencia no tendría sentido. Él es mi mate y es el único al que puedo llamar, hogar.

Sonic lo admira con el rostro sonrosado.

Sin que los dos se dieran cuenta, unos ojos dorados observaban un punto fijo en la puerta mientras su mano aún sostenía la perilla. Su rostro sostenía una diminuta sonrisa nerviosa y sus mejillas estaba rojas de la pena.

—Han pasado muchos años desde que me dijiste eso... —susurra el vampiro mientras se da media vuelta y se aleja de ese lugar.






















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