Capítulo 1: Laia.

          Recojo mis cosas, pensando. Estoy en el colegio, como todos los días, reflexionando sobre el chico que me gusta, algo, también, demasiado común. Es que es tan guay... guapo, amable, toca el mismo instrumento que yo y tan bien... según los profes es dulce, considerado, etc. Me quedo corta de adjetivos, como siempre, y mi corazón late a toda velocidad, como cada vez que pienso en él o me lo encuentro y me mira. ¡O incluso me habla! Eso, es cierto también, pasa muy poco; únicamente en audiciones o en la banda, aunque, por desgracia para mí, este año tampoco está en la misma banda que yo. Él había pasado a la de mayores a mediados del año anterior y yo estoy que rabio, pues, a partir de este año, yo también podría haber entrado ahí (ya estoy en primero de la ESO). Joder, y a eso, hay que añadirle que acabo de pasar a secundaria y, obviamente, todo es más difícil y lioso que en primaria. Cambiamos continuamente de profes, los exámenes son todos en la misma semana (¡En la misma!), las asignaturas se vuelven más difíciles, hay que llevar mascarilla por el puñetero covid y... solo vamos al patio con los de 2º (el curso en el que él está) los martes, jueves y viernes, y, encima, estamos separados como por 500 metros. Lo único que podemos hacer es observarles de lejos; cosa que ya se ha convertido en una tradición entre dos de mis amigas y yo, las tres siguiendo a cada uno de los chicos que nos interesan.

          Pero volviendo al momento de ahora, en el que estoy recogiendo mis cosas y... sí, pensando en él. Muy típico, ¿verdad? Lo siento, yo soy así, y, a veces el amor no es nada original, la verdad. Aun así, hay otro detallito en mi mente, algo que me había llamado la atención ese día y... que también ocupa parte de mis pensamientos. Bueno, más que algo, quizá debería decir mejor alguien. Sí, una compañera de mi clase, 1ºB. Se llama Emma, y, obviamente, lleva casi un trimestre entero en mi clase, y, seguramente, otros dos cursos, no sé si 3º y 4º de primaria o 5º y 6º. Aún así, yo nunca en toda mi vida me había fijado en ella, cosa extraña, pues soy una persona muy observadora. Cojo mi mochila, y salgo de la clase, acompañada de mis amigas: Erin, Elais y Lair. Ellas conversan, pero yo no les presto atención, mientras andamos por el pasillo hacia las escaleras de piedra; algo me impide hacerlo, y es, cómo no, el misterio de cómo no he podido fijarme en ella jamás. Que yo recuerde, ni siquiera he cruzado una sola palabra con ella nunca, y eso... me ralla muchísimo. Mi mente sigue intentando desentrañar ese misterio, cuando llegamos a la puerta y, esta vez sí, me uno a la conversación, apartando esos pensamientos de mi mente. Veo a mi padre, en la otra acera, pero únicamente le dirijo una mirada de reojo, antes de seguir con lo mío. En ese momento, él, el chico de mis sueños, sale por la puerta pequeña verde y yo me derrito enterita. Le miro, transportada de repente a las nubes, aunque, tratando de disimular, sigo conversando con mis mejores amigas, aunque, eso sí, no aparto la vista de él (eso no me lo quita nadie). Veo que mi padre intenta llamar mi atención, y sé que ha llegado el momento de irme, así que resoplo, me despido de mis amigas y me voy, aún con la vista fija hacia dónde se va mi "amor"; el primero, de hecho.

          En casa me aburro, así que tengo mucho tiempo para pensar en él y... en el Gran Misterio: ella. Emma. Llegado a este punto, ya no puedo parar de pensar en ello, así que me resigno y me sigo preguntando por qué. Recuerdo esa mañana, la primera vez que me di cuenta de verdad que existía. Ella es una chica atlética, que se pasa todo el día haciendo deporte y saca muy buenas notas en todo. Creo que a veces me supera y todo, y eso que a mí me tienen como la "empollona" de la clase. La verdad, ahora que lo pienso y que me he dado cuenta de que existe, me ha entrado mucha curiosidad conocerla. Y quiero... no sé, ¿hacerme su amiga? Últimamente intento caerle mejor a la gente, porque creo que hay mucha gente de mi clase que no me entienden o que se apartan de mí y... me gustaría poder hablar con todos y ser más popular para que, entre otras cosas, me voten como delegada de la clase el años que viene, y tengan mejor gusto que este año, porque han elegido a las persona más irresponsable de todas y... la subdelegada... pues alguien que... creo que me odia...porque cuando me habla me mira con sus penetrantes ojos azul claro y me da in poco de miedo. Ella es amiga de Emma, creo, aunque tampoco es que esa chica misteriosa hable mucho con nadie.

          Pero, de todas formas, volvamos al tema de antes (y el que será el tema de mi mente durante mucho, mucho tiempo, aunque eso yo no lo sabía), ella, como siempre; al menos desde hacía unas horas. Creo que... quizá debería intentar entablar una conversación con ella, al menos durante un minuto, creo que eso me ayudaría a conocerla algo. Aunque, eso sí, primero, quizá debería observarla para descubrir su carácter y tal. Vale, eso suena un poco acosador (realmente, bastante), así que, mejor, voy a hablar con ella; mañana, seguro.

          Así, trascurre el día, entre deberes y cosas varias como ensayos, y no vuelvo a pensar en el tema.


          

          Otro día nuevo empieza. Suspiro, relajada, debido al agua ardiendo, mientras cierro el grifo de la ducha, en la que me suelo pasar más de 20 minutos, y, por eso, mi madre y yo siempre acabamos saliendo tarde. Bueno, por eso y porque tardo otros 20 minutos en desayunar, así que... sí, mi horario está muy ajustado, al menos por las mañanas. Tengo que levantarme a las 7 y veinte (bueno, realmente, normalmente no lo hago hasta y media o menos cuarto), ducharme lo más rápido posible, vestirme y desayunar a las 8 u 8 menos 5, luego lavarme los dientes y salir por la puerta a las 8 y 25. Y, si me tengo que secar el pelo, encima, es peor. Dejo la alcachofa encima del grifo y cierro los ojos durante un segundo, sintiendo el agua correr por mi cuerpo. Hoy tengo que empezar a estudiar; la semana de exámenes empezará en menos de 20 días, y me entran dos temas de biología y uno largo de Geografía e Historia. Frunzo el ceño y resoplo; ya me he estropeado el momento yo solita, así que abro los ojos, me escurro el agua del pelo y salgo de la ducha, enrollándome ambas toallas, sin dedicarme ni una mirada al espejo. Seguramente si lo hago me baje la autoestima, así que paso un poco, la verdad. Es algo que no me gusta nada de mí, y es el hecho de que no tengo absolutamente nada de pecho, ni... bueno, que estoy menos desarrollada que la mayor parte de la gente de mi clase, por lo que sé que ningún chico se fijará en mí. Mi madre dice que mejor, que así no están detrás de ti, pero yo no lo comprendo: ojalá estuviese mucho más buena y alguien se enamorase de mí. Eso estaría bien, la verdad...

          Sacudo la cabeza y me dedico a secarme rápido y echarme crema corporal. Salgo rápido, me visto y me dirijo a la mesa, a devorar un tazón de yogur con cereales de Kellogs, lo más rápido que puedo, porque si no, me huelo que volveré a tener que ir corriendo al cole, y la verdad es que no me apetece mucho. Me lavo los dientes deprisa y mal, como siempre, cojo la mochila, me pongo los zapatos y salgo con mi madre, que ya está enfadada conmigo porque son las 8:35 en vez de y media. Intento apretar el paso por el camino, pero lo único que consigo es que mi tutora me regañe, alegando que, si he salido tarde, que ahora no la lleve corriendo por la vida, así que me resigno y ando despacio, pensando en las clases que me esperan.

          Cinco minutos después estoy ya en clase, he dejado la mochila y estoy hablando con mis amigas. Hoy no me encontrado en el pasillo con él, con el chico del que estoy enamorada desde 5º de primaria, Álex, y estoy un poco decepcionada, pero, aun así, me meto de lleno en la conversación que están teniendo Erin y Elais, que acaba de llegar de la ruta. Larin siempre llega tarde, así que no pregunto por ella.

          –No, yo creo que Jose Antonio no nos pondrá otro tema más para el examen, ¿no? Aun no hemos acabado el que estamos dando y no tenemos tanto tiempo. Solo quedan dos semanas, no sé, y ya entran dos temas. Aunque cualquier cosa... como hablamos tanto y ayer se enfadó... yo qué sé –empiezo yo, agobiada ante la perspectiva de exámenes.

          –Yo creo que tampoco, aunque no sé qué haremos cuando ya hayamos terminado el tema, si seguiremos dando o qué –sigue, seria, Erin, que también está en el campeonato de agobios.

          –Bah, seguro que acabamos viendo videos de gatos o algo así –comento yo, risueña.

          –No, no. De patos. Bueno, o de cabras, estaría bien, también –mete baza Elais.

          –Sí, hombre, y ya de paso, de salmones, no te digo –pongo los ojos en blanco, y echo un vistazo a la clase, ya que me extraña que el profe no haya llegado aún.

          Miro mi reloj, frunciendo el ceño; son ya menos cuarto. Al levantar la vista, quizá por acto del destino, veo la puerta marrón claro, por la que está entrando en ese momento ella. En cuanto la veo, vuelve a mi mente el plan que tracé ayer por la tarde; hablar con ella, y desconecto de la conversación con mis amigas. Con los ojos clavados en ella, la observo mientras se dirige a su pupitre, que, irónicamente, se encuentra cerca del mío y deja sus cosas. Creo que ha notado mi mirada, pues se gira ligeramente hacia mí y me dirige una mirada, pero pronto se acerca a sus amigos superfans del deporte y locos por el fútbol (Pablo y Adrián) y se pone a conversar con ellos. Yo, ya lejos de estar prestando atención al intercambio de palabras entre mis mejores amigas, me acerco poco a poco a ellos, lo más disimuladamente que puedo, fingiendo que voy hacia mi mesa. Dirijo una mirada de soslayo a mis amigas, pero creo que no se han dado cuenta de que me he ido, supongo que su discusión es muy interesante, o algo; será sobre animales o profes. Así, escucho la otra conversación, más cercana a mí, en busca de algún detalle que pueda ayudarme a encontrar un tema de conversación con Emma una vez que me decida a hablarle.

          Están intercambiando opiniones sobre el tenis, y, en particular, sobre los eternos rivales, Rafa Nadal y Novak Djokovic. Más interesada, sigo la charla; al menos no está tan fuera de mi control como pensaba, el tenis es algo sobre lo que sé algo. Gracias papá, digo en mi mente, y continúo oyéndoles hablar. Emma y Adrián me dirigen miradas de soslayo, y, al momento, me percato de que no estoy siendo muy discreta, así que, ligeramente sonrojada, intento dejar de llamar la atención. Para mi alivio, en ese momento llega nuestro profesor de inglés y me salva de tener que poner pies en polvorosa o empezar a gritar mentalmente: "Tierra trágame", esperando de veras que lo hiciese. Todos nos sentamos y empezamos la clase. Salvada por el profesor. La verdad, vaya situación más rara. Sacudo la cabeza, sonriendo levemente, y presto atención a la clase.


   

          No es hasta después del recreo cuando tengo ocasión de hablar con ella. La veo ahí, sola, mirando la clase en general y sé que no debo desperdiciar esa oportunidad del sino, pero... me muerdo el labio, indecisa, no tengo nada que decirle. Maia, la delegada, capta mi mirada y me dirige otra, extrañada. Le hago un gesto con la mano con el que pretendo preguntar: "¿qué pasa?", pero ella sacude la cabeza y empieza a hablar con sus mejores amigas, con las que forma el grupo popular del curso. A veces, verla me da mucha rabia: ella nos ganó por goleada a todos los demás candidatos, pero solo por eso, porque forma parte de ese tipo de gente famosa y porque más de media clase son amigos suyos. Suspiro y vuelvo a centrarme en Emma; ya he perdido mucho tiempo y paso de seguir haciéndolo. De verdad, a veces le doy muchas vueltas a las cosas, me reprendo, y avanzo a paso rápido hacia la joven que aspiro que se convierta en mi amiga.

          –Esto... hola –digo. Ella se gira hacia mí, con la extrañeza brillando en sus ojos oscuros, junto con otra emoción que no sé identificar. Dios, es demasiado indescrifrable.

          –Hola –contesta, y yo suspiro, aliviada, algo que solo me dura un segundo, pues al punto me doy cuenta, aterrorizada, que no sé cómo continuar la conversación.

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