3. Armonía.
—Te dije que no era nada.
Minseok observó el chichón que aún era visible en su frente e hizo un gesto de inconformidad. El médico había dicho que solo se trataba de una contusión, que pronto estaría bien.
—Igual me siento culpable —Minseok musitó. Sabía que en parte era su culpa por no haber estado muy concentrado en el camino.
—Bueno, solo para aliviar tus penas, podrías invitarme a cenar un día de estos.
Minseok se lo pensó por un instante y finalmente asintió.
—¿Aún te gusta la comida italiana? —preguntó—. Hay un lugar en la ciudad que...
—Acepto.
Minseok sonrió y algunas de sus mariposas aletearon con renovada ilusión.
⚡
A Minseok le dolían las mejillas de tanto reír. Jongdae no paraba de contarle anécdotas divertidas de sus andanzas con sus amigos o con su hermano. El pobre era un imán de desgracias, pero las contaba con una sonrisa ya que lograba encontrarle el lado positivo a casi todo.
En su compañía, Minseok no pudo evitar sentirse más joven, como si de pronto fuera un adolescente de nuevo.
—Después de eso nos despidieron —Jongdae finalizó con un gesto culpabilidad y luego de tomar un poco de su espagueti lo miró—. ¿Y qué me cuentas tú? ¿No me dirás qué se siente salir en televisión?
Minseok se ruborizó ante la brillante mirada de Jongdae.
—No sé —murmuró un poco cohibido.
—Minseokkie, dime —Jongdae intentó persuadirlo con un estúpido y adorable pestañeo.
—Fue... abrumador —Minseok musitó—. A veces, cuando pienso en ello, siento que todo pasó muy rápido.
—¿Qué fue lo que más te gustó?
Minseok miró algún punto en la pared detrás de Jongdae y su mente se perdió en aquellos años.
—Me gustaban los entrenos nocturnos, cuando no había nadie más conmigo en la pista y podía ser solo yo, improvisar mis movimientos sin sentirme presionado, cuando no temía cometer errores.
—¿Era difícil hacerlo frente al público?
Minseok asintió.
—Al principio sí. La primera vez me puse tan nervioso que olvidé casi toda la coreografía, después de eso quise renunciar, pero mis padres y me entrenador me convencieron de intentarlo un poco más.
—Qué bueno que no renunciaste —Jongdae alargó su mano sobre la mesa y sus dedos rozaron ligeramente los de Minseok—. Cada vez que te veía me sentía tan orgulloso de ti y tan... inspirado. Planeaba decírtelo en persona, algún día, luego de verte con mis propios ojos, pero por alguna razón nunca fue posible.
—Gracias —Minseok musitó realmente conmovido. Estiró su mano y acarició los dedos de Jongdae por un instante y luego apartó su mano—. ¿Tienes algo que hacer después de la cena?
—Solo limpiar la arena sucia de esas bestias —Jongdae respondió con un gesto de desagrado, pero de pronto sus pequeños ojos se iluminaron con una chispa de curiosidad—. ¿Por qué? ¿Quieres ir a algún lugar?
Minseok asintió y tomó un bocado de su pasta intentando no mirarlo demasiado.
¿Cómo lograba seguir siendo tan adorable?
—¿A dónde?
—¿Mmh?
—¿A dónde iremos?
—Ya verás, termínate todo eso primero.
Jongdae asintió y se apresuró a terminar con lo que quedaba en su plato.
⚡
Minseok condujo mientras Jongdae cantaba en el asiento del copiloto, llenando de calidez esa fría noche de enero.
—¿Nunca intentaste volverte un cantante? —Minseok preguntó con una sonrisa.
—Lo soy —Jongdae le regaló una enorme sonrisa—. Doy los mejores conciertos en mi ducha, también cuando cocino. Adele estaría celosa de mí.
—¿Nunca lo intentaste?
La sonrisa de Jongdae se deshizo y por un instante miró sus manos. Él amaba cantar y antes de marcharse le había prometido a Minseok que lo intentaría. No había cumplido su promesa.
—Por supuesto que no —Jongdae suspiró—. He estado ocupado yendo tras un sueño y tras otro, pero siempre tuve miedo de seguir ese en particular. Lo siento.
Minseok apagó el auto y lo miró con atención.
—¿Por qué lo sientes? Aún puedes hacerlo.
—No lo sé... Creo que con el tiempo, los sueños pierden fuerza.
—Espero que no —Minseok dijo y salió del auto.
Jongdae también se bajó y se detuvo al notar en donde estaban. Había pasado junto a ese lugar al llegar a la ciudad, pero no había tenido oportunidad de visitarlo aún. Metió las manos en los bolsillos de su abrigo y siguió a Minseok hasta la entrada.
El guardia en la caseta le regaló una enorme sonrisa a Minseok y observó a Jongdae con curiosidad.
—¿Vienes seguido? —Jongdae preguntó un poco desanimado.
¿Minseok estaría saliendo con alguien? Seguramente, era difícil creer que alguien tan bello como él estaría soltero. Sería un milagro.
—Trabajo aquí —Minseok anunció mientras traspasaba la puerta interior.
Jongdae miró alrededor, el lugar parecía casi vacío y algunas áreas no estaban iluminadas. Una música suave llenaba el lugar de una cálida sensación de paz.
Fueron por un pasillo lateral poco iluminado y Minseok se detuvo frente a una puerta, encendió las luces y fue directo hacia un casillero al fondo de la primera fila. Acarició el número veintiuno sobre una pequeña placa y sacó una llave de su bolsillo para abrirlo.
Sacó dos pares de patines de ahí, unos negros y otros grises. Le ofreció los grises y lo miró de una forma que lo hizo enmudecer. Y es que Minseok tenía los ojos más bonitos del mundo, no, de la galaxia, no, del universo. Eran de un color marrón muy claro, grandes y brillantes, muy parecidos a los de un felino.
—Creo que estos te quedarán bien —Minseok anunció.
Jongdae tomó los patines y negó.
—Nunca he usado de estos, solo de ruedas —anunció con temor.
—Te daré una lección gratuita —Minseok ofreció con una sonrisa.
—¿Eres profesor?
—Entrenador.
—No lo sabía.
—Pensé que eras un fan de verdad —Minseok se cruzó de brazos y negó con fingida decepción—. Hace un tiempo hicieron un reportaje muy completo sobre mí y lo publicaron en el periódico. Dos páginas enteras.
—Debió ser cuando estuve fuera del país —Jongdae murmuró para sí con el ceño fruncido y luego alzó su mirada—. Si lo consigo, ¿me lo firmarías?
Minseok dejó de fingir seriedad y asintió.
—Sí, pero vamos ya, no falta mucho para que cierren.
Se sentaron juntos fuera de la pista para ponerse los patines y Minseok lo ayudó en todo momento. Jongdae empezó a preguntarse cuál sería el costo para inscribirse a clases de patinaje y si habría algún límite de edad.
—Tienes buen equilibrio —Minseok señaló satisfecho, pero no soltó su mano, había prometido no hacerlo—. Solo encorva un poco tu espalda, levanta tu hombro y flexiona un poco las rodillas —lo instruyó, dando suaves golpes a cada parte de su cuerpo.
En pocos minutos la pista se quedó vacía, excepto por ellos y la música que aún llenaba el lugar. Jongdae miró la hora; solo faltaban diez minutos para las diez de la noche.
—¿Aún puedes hacerlo? —Jongdae preguntó y los ojos de Minseok atraparon los suyos.
Era evidente que había estado anticipando esa pregunta.
—Casi cualquier cosa que no incluya saltos —Minseok respondió luciendo un poco nervioso de pronto—. No esperes demasiado.
Jongdae asintió, aunque en realidad ya había obtenido demasiado en una sola noche.
Minseok soltó su mano y se quitó el abrigo, quedándose solo con un suéter blanco de cuello alto y unos pantalones negros, ambas prendas se adherían a él como si fueran una segunda piel, delatando su atlética y elegante figura. Jongdae se obligó a apartar la mirada de sus musculosas piernas, tomó su abrigo y retrocedió hasta pegarse a la valla para apartarse del camino.
Minseok empezó a alejarse hacia la otra punta de la pista, deslizándose con la gracia de un profesional, separando sus piernas y arqueando todo su cuerpo, primero avanzó de frente y luego de espaldas. Cuando estuvo cerca de la esquina giró e hizo su camino de regreso dando algunos giros abiertos.
No fue algo muy elaborado, ni peligroso, pero sus movimientos fluidos y apasionados eran casi mágicos y armonizaban a la perfección con la música que seguía fluyendo desde algún lugar.
Minseok continuó acercándose y cuando estuvo a solo un par de metros empezó a girar sobre sí mismo en uno de sus pies, su otra pierna estaba arriba, al principio en un ángulo de noventa grados, pero a medida que giraba su pie iba descendiendo, acercándose al hielo. Sus brazos también se movían creando formas a su alrededor, estirándose y comprimiéndose. Su espalda se arqueaba cada vez más hacia atrás.
La mirada de Jongdae estaba fija en el patinador, intentando comprender sus rápidos y agraciados movimientos, su boca estaba irremediablemente abierta y posiblemente contenía su respiración, pero Jongdae no estaba tan consciente de sí mismo como lo estaba de Minseok.
En medio de su impresión, alguna parte de su cerebro fue capaz de reconocer la canción que llenaba el aire; era una de esas que usualmente cantaba en la ducha.
—Go easy on me, baby ~
Su voz acompañó suavemente los giros de Minseok que perdían velocidad. Los giros se volvieron cada vez más lentos hasta que finalmente Minseok se detuvo con su espalda arqueada hacia atrás, los brazos estirados sobre su cabeza y ambos pies sobre el suelo congelado.
—I was still a child, didn't get the chance to feel the world around me ~
Minseok se irguió y lo miró expectante. Sus pequeños y rosados labios estaban entreabiertos, su pecho subía y bajaba visiblemente.
Jongdae le regaló una sonrisa, una mirada cristalizada y las palabras más honestas que guardaba en su corazón.
—Estoy muy orgulloso de ti y de lo lejos que tu esfuerzo te llevó.
Minseok apretó los labios y parpadeó. Jongdae dejó caer el abrigo y se lanzó sobre él para abrazarlo, pero su efusividad terminó llevándolos a ambos al hielo.
Jongdae gruñó cuando su espalda golpeó el suelo, pero sonrió al notar que Minseok estaba sobre su cuerpo, con el rostro muy cerca del suyo.
—Yo también estoy orgulloso de ti —Minseok anunció con una sonrisa—; aprendiste inglés.
Sobre los labios de Jongdae se extendió una amplia sonrisa y los ojos de Minseok se perdieron en ella.
—Estamos por cerrar, coach.
Una voz que resonó por toda la pista anunció. Los ojos de Minseok se redondearon a la vez que sus mejillas se tornaron de un rosa más oscuro. Se apresuró a levantarse y luego ayudó a Jongdae a ponerse de pie.
Aunque había sido divertido y Jongdae agradeció volver a sus zapatillas y sentirse seguro sobre sus pies, fue una pena dejar aquel lugar tan pronto.
⚡
Era tarde cuando regresaron al edificio en donde Minseok vivía, pero ninguno parecía muy entusiasmado por despedirse.
—Gracias por la cena —Jongdae se atrevió a romper el silencio cuando estuvieron en el pasillo, cerca de las puertas de los apartamentos—. Y por la lección, me divertí.
Minseok asintió y lo observó atentamente. Se suponía que ya eran un par de adultos hechos y derechos, pero estaban comportándose como un par de niños.
—Buenas noches —Jongdae añadió.
—Buenas noches —Minseok respondió suavemente.
Ninguno se movió. Ambos lo deseaban, pero Jongdae temía arruinar el final de su velada y Minseok estaba replanteándose la posibilidad de que hubiera tomado una decisión apresurada.
Finalmente, fue Jongdae quien se armó de valor.
—¿Minseok? —lo llamó y este levantó su mirada esperanzada—. ¿Estaría bien si te beso ahora?
Fue la misma pregunta que hizo hace tantos años antes de que juntos compartieran su primer beso; un beso torpe y dulce que ambos aún atesoraban entre sus recuerdos.
—Sí —Minseok musitó.
Jongdae dio un paso hacia a él y le tomó el rostro con suavidad. Juntó sus labios sin ninguna prisa y en esta ocasión no hubo torpeza, ahora ambos sabían lo que hacían. Sin embargo, el roce aún era dulce y sutil. Minseok suspiró, en los labios de Jongdae no había dobles intenciones, era un beso lento, contenido, inocente y cariñoso.
Jongdae finalizó el beso con un tembloroso suspiro e intentó alejarse, pero Minseok llevó una mano a un costado de su cuello y evitó que lo hiciera. Observó sus ojos marrones por un instante y luego sus delgados labios y lo atrajo para besarlo a su manera.
Las cosas entre ellos no parecían haber cambiado mucho. Jongdae siempre fue el más extrovertido de los dos, pero Minseok era la mente maestra. En el pasado fue Minseok el primero en explorarlo con su lengua, fue él quien lo sedujo, fue él quien siempre tuvo ideas alocadas y peligrosas y Jongdae siempre pareció estar listo para acceder a lo que fuera, casi siempre esperando a que Minseok tomara la iniciativa.
Solo hubo entre ellos una excepción; el sexo. En la cama, sus roles se invertían y la balanza se ajustaba, ahí era Jongdae quien dominaba y Minseok siempre encontró aquello de lo más fascinante.
Minseok pensó un poco en aquello mientras lo besaba. Su beso, por supuesto, fue distinto, él aplastó sus labios con fervor y le robó el aliento con roces poco recatados a los que Jongdae —como siempre— se acopló de inmediato. Pronto respiraban ruidosamente.
Jongdae se alejó solo un poco y lo observó, el deseo era como una llama en su mirada.
—Pídemelo —Minseok suplicó en un susurro.
Jongdae alternó la mirada entre sus brillantes labios rosas y sus ojos ambarinos.
—¿Puedo pasar? —preguntó, sin estar muy seguro de qué era lo que Minseok quería escuchar.
Minseok sonrió dulcemente y volvió a besarlo, murmuró un "sí" sobre sus labios y digitó su clave de acceso rápidamente. Cuando estuvieron dentro no perdió el tiempo en encender las luces, tiró de Jongdae y volvió a besarlo apasionadamente en la oscuridad.
⚡
Gracias por leer!
Estaba pensando: todos sabemos lo que sigue, es fácil de asumir, así que yo podría limitarme a empezar el siguiente capítulo en "la mañana siguiente" y evitar la porno escrita, pero luego recuerdo que usualmente los capítulos llenos de acción llegan a duplicar o a triplicar las vistas y me digo a mi misma que es un deber social.
Yo solo sé que pecar es humano, pero ¿ustedes qué opinan?
Yo digo que vayamos a misa los domingos y que los lunes (y el resto de la semana) continuemos escribiendo/leyendo porquerías.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top