Capítulo Diecisiete
Recuerdo que no está editado :)
Aunque mi primer impulso haya sido ir con Gael, para que me calmase, no lo hago. Me quedo donde estoy, dentro de una cama que no es la mía y en una habitación extraña que es de todo menos acogedora, la veo demasiado impersonal. Sigo sin sueño, lo más probable es que a mi cuerpo le costase acostumbrarse de nuevo a este tipo de vida, a recuperar el ritmo, no dejaba de haber estado bajo el hechizo de Godrik y no necesitaba descansar ni dormir, quizá mi cuerpo quería seguir así, sin dormir, estando siempre pendiente de todo aunque eso supusiera un riesgo, Godrik me lo había dicho antes de sacarme el hechizo, que en la dimensión de los Tark funcionase no quería decir que en esta, la normal, lo hiciera.
Quizá por eso es que mi cuerpo estaba más pesado de lo normal, demasiado cansado para seguir o hacer nada. El problema era mío, no paraba de pensar, estaba repitiendo todo lo que había pasado en mi mente lo que hacía que no pudiese dormir, no me daba esa oportunidad.
Encontrar un sentimiento para describir cómo me sentía era complicado, pero la rabia era lo más adecuado. Me había perdido tantas cosas... Tantos momentos que quería vivir y ya no podía por culpa de Godrik, porque él tomó la decisión por mí. Y no me lo esperaba de él. Se suponía que teníamos una buena relación, confiaba en él, lo hacía, era de las pocas personas que podía decir eso. Ahora ya no, y no sé si podría volver a hacerlo, porque me había engañado con algo difícil de pasar por alto.
Otra persona más a la lista de gente que decidía por mí o me mentía. Ya era demasiado larga. Quizá el problema era mío, que era demasiado egoísta para ver que los demás hacían esas cosas por alguna razón, pero es que no lo podía entender. Con esto no.
¿Tanto le costaba ser sincero? ¿Reconocer la verdad? Decirme que si estaba con ellos lo más probable es que todo lo que recordaba ya no estuviera así. Ahora entendía sus prisas, todo tenía sentido una vez que ya había pasado y me siento tonta por no haberme dado cuenta antes.
Sabía cómo era Godrik, siempre ocultaba cosas, según él eso no era mentir, era una manera bonita de decirlo, en eso siempre había sido claro. Él solo me decía las cosas que él creía convenientes. Pero, ocultarme algo así, ocultarme el paso del tiempo era demasiado, incluso para él.
Haber visto como todo el mundo había seguido con su vida, sin echarme de menos, o eso es lo que pensaba, y haber visto que mis amigos, o la gente que me importaba, habían crecido, que quizá ni podía reconocerlos, me hacía preguntarme si realmente mi sacrificio había valido la pena o si de verdad perder tanto tiempo de mi vida la había merecido.
¿Cambiaría algo que yo ahora pueda usar más elementos que el fuego?
Sigo siendo la misma persona, la misma hada de fuego, o elemental si somos más técnicos, que no es capaz de controlar su vida y que siempre ha sido totalmente imprevisible con sus decisiones. Solo que ahora sé luchar un poco mejor que antes, soy más rápida y tengo alas. Sigo sin ser invencible o inmortal.
Solo soy...
Ni sé lo que soy siendo sincera.
Kier sigue siendo el que tiene el poder, o es lo que parece. Controla más territorios, tiene a las criaturas sobrenaturales atemorizadas y si les obliga a luchar, lo más probable es que lo hagan.
Van a luchar contra mí.
Yo no quiero matar a nadie que no lo merezca, o que antes no haya intentado matarme a mí o la gente que me importa. No es que tenga remordimientos por mis acciones del pasado, soy consciente de que he matado a muchos vampiros, he perdido la cuenta, y que no temblaba o dudaba en el momento de hacerlo. Sin embargo, eran eso, vampiros. Criaturas que se querían aprovechar de mí o habían atacado a gente inocente, como humanos que no sabían nada del mundo sobrenatural, solo para alimentarse.
Pero si ahora hay una guerra, no solo los vampiros lucharán, también todas las criaturas que han nombrado antes de forma rápida. ¿tendría que luchar contra Blake y su manada?
Sigo demasiado sorprendida por su incredulidad al verme o su actitud tan pasiva y distante. No es el Blake que conocí. Pese a eso, sé que no podría luchar contra él. No podría hacerle daño, al menos de gravedad porque ya lo había atacado, ni tampoco podré matarlo. Es alguien importante para mí, sigue siéndolo.
Sin embargo, ¿él pensaría igual que yo? ¿O sería todo lo contrario? Quizá Blake sería capaz de atacarme, todo con tal de que su manada siguiera con vida, de que su familia también lo hiciera. Él ya había perdido a alguien importante, su madre, a manos de los vampiros. Quizá no quería perder a nadie más.
Suspiro. Al recordar a Crystal entiendo menos que Blake siga manteniéndose al margen en esta guerra. ¡Los vampiros mataron a su madre! ¿Por qué no hacía algo más que quedarse sin hacer nada? ¿No quería venganza?
Porque es lo que yo quiero, venganza, contra los vampiros, o mejor dicho venganza con Jake. Él y su grupito de súbditos de Kier me habían arrebatado a Hebe. Y no podía olvidarlo.
¿Es que a él no le pasaba lo mismo? O es que simplemente, ha dejado de importarle en el momento que se convirtió en el alfa.
Vuelvo a suspirar y doy una vuelta sobre mí misma en la cama. Pensar en Hebe ha hecho que también tenga en mente a Febe y a mi madre. Las echo tanto de menos.
Tanto que me siento débil por tener esos sentimientos.
¿Por qué no puedo ser fuerte en este momento? ¿Por qué no puedo anteponerme a todo lo que estoy sintiendo?
Y pensar en ellas es lo que hace que me rompa del todo.
Que todo lo que me he guardado hasta ahora, lo que he intentado ocultar a los demás, salga a la luz. Lloro de forma desconsolada y empiezo a quemar lo primero que tengo delante para luego apagarlo de inmediato con agua. Poco me importa si estoy causando destrozos importantes. Necesito... no sé lo que necesito. Solo grito, chillo, e intento desahogarme haciendo uso de mis poderes.
—Aerith —la voz de Gael evita que lance otra bola de fuego delante de mí—. ¿Por qué no has sido sincera?
—No tengo ganas de hablar ahora mismo —murmuro e intento alejarlo con aire, pero él se agarra al marco de la puerta para que no le afecte y me mira sonriendo, orgulloso de lo que puedo hacer ahora.
—Puede que no tengas ganas de hablar, pero podrías haberme dicho que no estabas bien. No te hubiera dejado sola.
—Quiero estar sola —reitero.
—No, no quieres —a su increíble velocidad se coloca a mi lado en la cama—. No me importa que hayas destrozado la habitación.
—Ya, bueno, lo siento... —susurro, aunque me importa bien poco el estado en el que ha quedado esta horrible habitación.
—Es igual —sonríe y me mira directamente a los ojos—. ¿Quieres hablar de algo? Yo te escucharé si es lo que necesitas.
—No tengo ganas de hablar ahora mismo —repito.
Él asiente y no dice nada más, se limita a mirarme, supongo que en un intento de saber qué es lo que me pasa por la cabeza, y al ver que lo miro me abraza. Al principio ambos estamos sentados en la cama, y él no hace nada, solo está quieto, esperando mi reacción. Que no tarda en llegar. En sus brazos me siento a salvo, algo que no es cierto porque nunca estaré del todo a salvo por lo que soy, pero me siento bien. Me quedo quieta, aspirando su aroma, y haciéndolo me doy cuenta de que lo he echado de menos. He echado de menos estas pequeñas cosas que parecían tan sencillas.
Sin alejarme de él, o intentándolo, aunque no lo consigo, me meto en la cama y lo miro, pidiéndole que haga lo mismo. Y lo hace. Se coloca a mi lado y vuelve a abrazarme, acomodándome en su pecho y empezando a acariciarme el pelo con suavidad.
Con este simple gesto me calma, ha conseguido que mi vorágine explosiva se quede en nada y solo quiera acurrucarme más a su lado.
—Sé que no quieres hablar —habla en voz muy baja—. Y yo no te voy a presionar para que lo hagas. Solo quiero que sepas y tengas presente que estoy aquí para ti. Que siempre lo estaré, mientras siga vivo estaré para ti.
—Gracias.
—No las des. No debes darlas.
Alzo la cabeza para observarlo a los ojos, lo que provoca que él sonría como si le hiciera gracia mi actitud. Me pierdo en sus ojos, como siempre me pasa, y cuando se acerca a mí creo que me va a besar, lo que hace que me ponga nerviosa.
Pero me equivoco.
Acaricia mi mejilla de forma tan lenta que noto lo fría que está sus manos y me aparta el pelo que me tapa la cara. Cierro los ojos, disfrutando de su contacto, para notar un beso en mi frente. Es curioso que me parezca cálido, me gusta.
No me quejo. Sigo quieta, con los ojos cerrados, disfrutando de sus caricias por mi cabello, y por mi espalda. Y sonrío como una niña pequeña.
Gael está consiguiendo que me olvide, aunque sea por escasos segundos, que han pasado tantos años. Me hace creer que todo sigue igual que cuando me marché, y lo está demostrando con sus acciones.
Solo es él, y no me exige nada ni me pide explicaciones. Me está dando el espacio y tiempo que necesito para pensar.
No sé cómo, pero con sus constantes atenciones consigue que mi mente deje de pensar y vaya a compás con mi cuerpo. Por lo que cuando estoy a punto de dormirme, no hago nada para evitarlo. Lo necesito.
Sin embargo, cuando me despierto, me asusto de verme sola. No hay nadie más a mi lado. Y me da miedo no saber cuánto tiempo ha pasado. Me levanto de la cama y es cuando me doy cuenta de que por mi reacción de ayer, dejé mi ropa destrozada, llena de agujeros. No puedo volver a ponérmela, supongo que por eso Gael me ha dejado una camisa suya encima de un mueble. Es ponerme eso o ir desnuda, así que opto por la solución menos perjudicial para mí.
Salgo lo más rápido que puedo de la cama e intento usar mis capacidades para saber si Gael sigue en el apartamento, y voy en su busca.
—¿Por qué estás tan alterada? —me pregunta cuando entro en la habitación anexa a la suya —¿Estás bien?
—¿Cuánto tiempo ha pasado? —exijo saber —¿Cuánto tiempo he dormido?
—Unas seis horas —admite—. ¿Por eso estás así? No ha pasado nada fuera de lo normal, puedes quedarte tranquila.
—¿Seguro?
—Entiendo que tengas dudas, pero yo dejé de mentirte hace tiempo, Aerith. Y lo sabes. Mis mentiras acabaron en el momento en el que por mi culpa te causé tanto dolor por ellas.
No digo nada, observo la habitación, que sigue estando llena de todo tipo de armas, eso no ha cambiado. También hay un mapa de territorio, pero no es el mismo, este es mucho más grande y extenso, cubre mucho más terreno. En diferentes colores hay cuatro puntos marcados, cuatro en los diferentes puntos cardinales.
—¿Los reinos de hadas? —asumo.
—Sí, más o menos esa es su localización. O es lo que recuerdo.
—¿Cómo sabe un vampiro dónde se encuentran?
—Carlin —musita y aparto la mirada de inmediato. Para olvidarla, una de las hadas de fuego que hubo antes de mí, que ahora es una vampiresa, que me odia sin razón alguna y que me torturó porque le apetecía—. Algo útil que me enseñó —intenta sacarle importancia.
—No entiendo por qué lo hizo —admito—. Se supone que tiene que ser un secreto.
—Mi poder de convicción es muy bueno, Aerith.
—Ya... Sobre todo en hadas de fuego, ¿no?
Gael alza una ceja ante mi actitud, pero no dice nada, solo esboza una pequeña sonrisa y sigue observando el mapa, al igual que yo.
No sé por qué he respondido así, ¿eso son celos? No lo sé. Debería entender que me molestase que nombrase a Carlin, me había hecho mucho daño, había intentado quebrarme con Kier. Por su culpa casi moría por su maldita sangre envenenada.
—¿Cómo te sientes con que ella se haya convertido en un vampiro? —pregunto desviando la atención de mí.
La pregunta le sorprende, pero no la evita, solo aprieta los labios pensando en qué decir.
—Reconozco que al principio me sentí aliviado, porque estaba viva. Haber usado a Carlin y haberla abandonado para que muriese sola, sin salvarla, ha sido uno de los errores que más me he reprochado a lo largo de los siglos. Pero ya no me siento así, todo lo contrario. Estoy enfadado, porque si hubiese querido lo habría evitado y porque te hizo mucho daño, y eso no puedo perdonárselo, que te haga daño a ti es un límite infranqueable.
—Gael...
—También siento pena por ella —reconoce.
—¿Pena? —contengo una carcajada— No deberías sentir pena por ella. No tiene sentido, estás enfadado porque me hizo daño pero sientes lástima por esa misma persona.
—Conocí a Carlin, la conocí muy bien —remarca y yo resoplo, no era necesario que lo hiciera—. Puede que no me gustase su actitud, o su carácter, que la estuviera usando, pero sé que ella nunca hubiera querido ser un vampiro. Los odiaba, Aerith. Mató a muchos enemigos míos solo porque yo se lo pedí. Sin remordimientos, lo disfrutaba. Estoy seguro de que odia en lo que se ha convertido.
—Sus acciones no lo demostraban...
—El amor o en este caso el despecho, nos hace cometer decisiones estúpidas. Toda la rabia de Carlin está focalizada en mí, quiere venganza, y la entiendo. Sin embargo, no lo haría si yo no le hubiera roto el corazón. Por eso acepta, o al menos no demuestra la verdad, acerca de su nueva condición. Es muy lista, sabe que si quiere llegar hasta mí tiene que estar al lado de Kier.
—Tenían una relación o algo así... Era extraño de ver, me parecieron ambos... locos.
—No me sorprende. Aunque te sorprenda, sigo creyendo en que Carlin puede tener redención. Siempre lo creí, desde que la conocí.
—Quiere matarte —resalto lo obvio—. Una persona que aún puede salvarse no quiere matar a otra.
—¿Tú no harías lo mismo en su lugar?
—No lo sé... —admito. Ha sido una buena pregunta. Sé que querría venganza, eso es lo único que tengo claro— No sé lo que haría.
—¿No quieres verme muerto, Aerith?
—No, no quiero que mueras —murmuro y me río—. No me hagas repetirlo.
—Carlin no me matará, aunque tenga oportunidad.
—Tampoco te arriesgues...
—Como ya he dicho, el amor o el despecho nos hace cometer decisiones estúpidas. Sé que si ella tiene mi vida en sus manos, no me la arrebatará. Me hará sufrir, de eso estoy convencido, pero no me matará.
—¿Por qué piensas eso?
—Porque torturarte y hacer que estuvieras al borde de la muerte, no lo hizo solo porque Kier se lo ordenase, también fue una de sus maneras de vengarse de mí. Haciendo daño a lo que más me importa. Piensa en cuando te rescaté, pudo haber ofrecido más resistencia, luchar, hacer algo... Y no lo hizo.
Tiene razón, pero recuerdo que Gael estaba casi fuera de sí, muy enfadado con ella y exigiéndole una respuesta a lo que me estaba ocurriendo. Ella solo huyó cuando pudo. Podría haber hecho más.
—Le estás dando demasiado importancia a lo que siente por ti —murmuro—-. Sea lo que sea.
—No, no lo hago. Mira a Mia, está cambiada, ¿cierto? Todo gracias a Lydia. Ni siquiera parece la misma. Todos cambiamos cuando nos enamoramos, o sentimos algo fuerte por alguien, incluso tú y yo.
—¿Tú has cometido errores estúpidos por amor o por despecho? —desvío de nuevo la atención de mí. Pero no me olvido de que ha vuelto a admitir, de forma indirecta, que está enamorado de mí.
—Sí, muchos. Pero la mayoría volvería a hacerlos sin dudar si eso supone que te salvo la vida una vez más. Ahora, ven. Han llegado nuestros invitados. Niels debe de haberles dejado pasar con el código.
Lo sigo, poco a poco, procesando todo lo que ha dicho, lo que sus palabras han expresado, lo mismo que me dijo antes de desaparecer.
Pero esos pensamientos quedan olvidados cuando veo que no solo se encuentran Mia, Lydia y Niels.
Que también están Blake y Joseph.
Hello, hello. Sé que no soy constante al subir los capítulos que ya tengo, pero es que sigo sin encontrar motivación por esta historia, la verdad.
Así que... no sé qué decir.
En mi canal de difusión de whatapp supongo que os explicaré en brvee bien todo cómo me siento con esta novela.
Muchos bsitos.
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