Capítulo Dieciocho
De nuevo tengo la sensación de que el tiempo juega en mi contra, o que simplemente se ríe de mí. ¿Tanto tiempo ha pasado desde que Gael y yo hemos empezado a hablar? ¿O desde que me he quedado dormida? Se suponía que iban a llegar más tarde.
Pero ahí están. Delante de nosotros.
Niels mira a Gael con una sonrisa socarrona y alza una ceja observándome. Si a alguien no le iba a pasar por alto que estoy llevando ropa que no es mía, es a él. Se está divirtiendo y sé que con una mirada él y Gael se entienden, porque mientras que Niels empieza a reírse a carcajada limpia, Gael reprime una sonrisa mientras niega con la cabeza de forma sutil. Es como si con solo ese simple gesto supiera lo que iba a decir y se anticipase a ello.
—¿Qué hacen aquí? —pregunto sin callarme lo que pienso mientras observo a Blake y a Joseph.
Creía que la reunión iba a ser con los que ayer estuvimos en casa de Mia, que entre nosotros podríamos encontrar un plan para que pudiese ir al reino Evighet. Los hombres lobo no pintan nada. No cuando sé que se mantienen neutrales al conflicto.
Blake me mira, desde que hemos aparecido no ha apartado sus ojos azules de los míos. Y están llenos de emociones. Todas las que no vi ayer, las que creía que había olvidado con el tiempo, las que había perdido con el paso de los años, están. Pena, dolor y celos. Esto último lo sé porque conozco sus gestos, cuando entorna un poco los ojos es que no le gusta lo que está viendo. Además, tiene los puños apretados, intentando apaciguar su rabia.
¿Le molesta que esté aquí? No me importa.
No me siento intimidada pese a que siga mirándome, le devuelvo la mirada con la misma intensidad, demostrándole que soy fuerte, más fuerte de lo que él se piensa, más de lo que nunca ha creído. Al final es él quien la desvía, lo que aprovecho para mirar a Joseph. Otro para el que los años han pasado de forma evidente.
Tiene más arrugas de lo que recordaba, y su cabello que en un tiempo era igual que el de su hijo, ya está decorado por varias capas de color blanco. Parecía que habían pasado veinte años en lugar de los que realmente habían sido.
—Veo que sigues con el mismo carácter. —Joseph chasquea la lengua y se le marcan un poco más las arrugas de expresión alrededor de los ojos, que demuestran que está cansado, pero no solo de forma física—. Con el mismo que tiene tu madre.
—Deja de hablar de ella como si te importase —estoy tan molesta que alzo mi mano izquierda llena de fuego, dispuesta a atacarlo. Nunca me ha gustado. Y por su ambición y elecciones muchas cosas habían pasado. Por eso ni ya lo trato con respeto, no lo merece—. Ni siquiera la has conocido de verdad.
—Baja esa mano —la voz de Blake me sobresalta. Es dura, intensa, como si se estuviera dirigiendo a algún miembro de su manada.
Lo miro, ¿se ha atrevido a darme una orden? ¿A mí? Aunque tenga fuego no voy a atacarlo.
O eso creo al menos.
Mejor que no tiente a la suerte, la paciencia sigue sin ser una virtud que me caracterice.
—Creo que todos tenemos que moderar nuestra actitud defensiva —habla Gael y me mira de forma directa, aunque no me lo está ordenando, lo sugiere, así que hago desaparecer el fuego, tiene razón—. Aunque no os esperábamos, sois bienvenidos aquí.
—Sí, está claro que no nos esperábais —gruñe Blake aún con su mirada fija en mí.
—Lobito, que no se te olvide de que estás aquí por la rubia —Niels defiende a Gael antes de que él mismo pueda hacerlo—. No estaría de más agradecer nuestra cortesía y amabilidad.
—¿Cortesía? —Blake mira a Niels— Eso tendría que decirlo yo. Estáis en mi ciudad. La que es de mi manada. Vosotros sois los intrusos. Debería eliminaros.
—Esa ha sido buena —Niels ríe a carcajada limpia—. ¿Crees que alguien como tú podría contra mí? ¿O contra Gael? Buen sentido del humor, no sabía que lo tenías. Creía que eras un amargado, al menos es lo que tu cara demuestra.
Blake vuelve a gruñir y está dispuesto a atacar a Niels, pero Mia se aclara la voz y ambos acaban en el suelo.
—Dejaos de idioteces, gracias. En todo caso yo debería ser la que debería decir que la ciudad es mía. Yo fui la que puso a los Lycaon a cargo de la protección de esta, así que las gracias a mí.
Hay demasiada tensión, algo normal, no sé por qué están aquí ellos dos. Blake dejó claro que no quería nada con los vampiros y ahora estaba en el apartamento de uno.
—¿Por qué están aquí? —vuelvo a preguntar, esta vez mirando a Lydia, que parece que es la que sabe el motivo— Si se han mantenido al margen durante todos estos años, que sigan estándolo —al ver la mirada de Blake de incredulidad sigo— Sí, lo sé. Lydia me ha puesto al día.
—No es como crees o...
—No me importa —lo interrumpo—. ¿Lydia?
—Digamos que me preguntó qué querías hacer, ya que estaba muy sorprendido de haberte vuelto a ver y yo se lo dije —admite y alzo una ceja. Creía que estaría de mi lado y no diría nada—. No me mires así. Estuvo llamándome sin parar. Mia quería romperme el móvil y romperle las manos a Blake para que dejase de molestarnos. Era la solución rápida. No quería que nadie resultase herido.
—Tenía derecho a saberlo... —se justifica el hombre lobo.
—Claro, porque según tú estoy en tu ciudad y tienes que saber todo lo que hacen las criaturas sobrenaturales en ella, ¿no? —vuelvo a mirar a Lydia— Supongo que sabe lo que quiero, ¿no?
—Quieres ir al reino Evighet —habla Blake—. Y vamos a ayudarte.
—¿Y si no quiero vuestra ayuda?
—Aerith...
—Bien, ahora entiendo el motivo por el que tú estás aquí. ¿Y tu padre? El alfa eres tú. Él no pinta nada aquí.
—Quiero ir contigo al reino Evighet y...
—Y ver a mi madre —lo interrumpo—. Cuánta hipocresía —no reprimo la carcajada llena de rabia—. Quieres verla cuando por culpa de tu hijo han tenido que refugiarse en un reino de hadas que no es suyo porque no quiso seguir protegiéndolas aun sabiendo que es lo que le pedí —me río de nuevo—. Aunque de tal palo, tal astilla. Tú también las echaste de West Salem porque era peligroso para tu gente...
—Lo era.
—¡Y para ellas también! Tanto que nombras siempre a mi madre, tanto que parece que te preocupas por ella, pero cuando tienes que demostrarlo, no lo haces. La abandonas a su suerte.
—Deja de ser egoísta, hay muchas cosas que nunca has sabido o has querido entender —Joseph no se calla. Parece que él tampoco se siente intimidado por mí, estamos mano a mano—. La vida de tu familia no es más importante que la de mucha otra gente.
—Para mí sí —rebato—. Y sé que la de mi madre para ti también. Es curioso saber que los hombres lobo tenéis un gran amor que os marca durante toda vuestra vida. Con el que siempre os sentiréis atado. No me hace falta ser muy lista para saber que ese gran amor tuyo es mi madre. Como ella eligió a otra persona, todas tus acciones después de eso han sido una venganza en su contra.
—Hablas sin saber —es la única respuesta que obtengo de él. Demasiado simple, demasiado vaga.
—Pienso todo lo contrario, que sé demasiado, y eso te molesta. Representa que erais muy amigos, es más, en una fotografía que encontré en el reino Lignum se apreciaba, lo unidos que estabais. Pese a eso, cuando ella se fue de West Salem no pudo volver hasta muchos años atrás y con un acuerdo previo contigo.
—Estaba intentando hacer lo mejor para mi gente y mi familia.
—Jugando con su felicidad —remarco. Por su culpa Blake y yo habíamos empezado a tener problemas, las mentiras empezaron por su culpa. Y luego ya era demasiado tarde, tarde para nosotros dos. Y el ejemplo que le había dado a su hijo no había sido el mejor.
—Pero estaban a salvo.
Ruedo los ojos. Me está empezando a desesperar esta conversación. Ni siquiera quiero que esté aquí. Joseph es el claro ejemplo de persona en la que nunca querría convertirme. Aunque no lo reconozca, siempre se ha guiado por sus propios intereses, siempre mirando por lo que le aportaría un beneficio. Todo por no aceptar lo que sucedió, mi madre eligió a otro, y él seguía anclado en ese pasado. Por eso cuando yo no estaba cerca, actuaba de una forma u otra con mi madre.
Su rencor era más fuerte que el amor que sentía por ella. Era el gran amor de su vida, pero no podía perdonarla por el pasado.
Lo peor de todo era la forma en la que Blake había aprendido esas cosas de él sin ni siquiera querer enseñárselas, convirtiéndole en una sombra de la persona que conocí y por la que, aunque me cueste admitirlo, sigo sintiendo algo especial por él. Sin embargo, las sentía por ese Blake de diecisiete años al que le dolía mentirme, el que seguía siendo él, el que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por mí sin pensarlo mucho. No una burda copia de su padre. Una que también actúa por rencor la mayoría de veces, me di cuenta de eso en el reino Lignum, cuando delató a Gael.
—Lo importante es que ahora estamos aquí —murmura Blake—. Queremos ayudar.
—¿Justo ahora? ¿Justo cuando vuelvo a aparecer? Es un poco... oportunista, Blake, ¿no crees?
—¿Oportunista?
—Sí, porque ahora os queréis implicar después de manteneros al margen durante muchos años. Es de ser oportunista.
—Mi manada se mantenía al margen porque había paz. ¿Para qué cambiarlo? Hemos estado viviendo bien estos años.
—Confundes la paz con la tranquilidad. No hay paz. Kier no la quiere. Quiere gobernar a todas las especies sobrenaturales. Vosotros solo os habéis subyugado para vivir tranquilos.
—Hemos tenido paz —insiste Blake—. No ha habido muertes.
—Querrás decir que tú no has visto a gente morir, no que no hayan muerto muchísimas personas a manos de Kier. Porque estoy segura que ha sido así.
—Teníamos que recuperar a nuestra manada, perdimos a mucha gente en una batalla que no era la nuestra... Y deberías saberlo.
—Una en la que tú decidiste participar —reprocho molesta—. ¿Te obligué? ¡Ni siquiera te lo pedí! No quería que nadie muriese por mi culpa. Todo fue decisión tuya.
—Y quizá me precipité...
Que diga esto me duele. Yo no quise que estuviera ahí, fue él quien se convirtió en alfa solo para poder apoyarme en esos momentos. Él lo quería en ese momento. Ahora veo que con el paso del tiempo se ha arrepentido. Aunque no sé si es cierto, o está hablando su despecho y rabia, al igual que su padre, que es muy probable.
—Si vuestros ancestros os escuchasen... Se removerían en sus tumbas —habla Mia interrumpiendo nuestra conversación mirando a Joseph y a Blake—. ¿Dónde está el espíritu luchador que caracterizaba a vuestra familia?
—Hablas sin saber, elfa —murmura Jospeh.
—Como ya he dicho antes, conocí a vuestros antepasados, yo misma les ayudé a que tuviesen el control total de esta ciudad. En ese momento eran pocos, muy pocos. Pero tenían algo de lo que vosotros carecéis.
—¿El qué? —quiere saber Blake.
—No me gusta repetirme, si no me has escuchado no es mi problema. Ahora estáis resignados, sin hacer nada. Y solo os queréis implicar por las connotaciones amorosas que tenéis tú y el hada de fuego, o las que teníais, no porque de verdad penséis que tenéis que hacerlo o veáis que vivir gobernados por un vampiro es lo último que haría vuestra especie —al decir esto me mira y luego mira a Gael, como si nada.
Blake está dispuesto a negarle lo que ha dicho, o es lo que creo por su actitud corporal, pero Lydia se anticipa a la posible discusión, y pone paz.
—Recuerdo que estamos todos aquí para ayudar a Aerith a llegar al reino Evighet, no para discutir entre nosotros.
—Lo fácil hubiera sido que no hubiesen venido gente que no estaba invitada —suelta Niels de golpe y me sorprende ver que Mia se ríe.
—Niels... —intenta calmar la situación Gael.
—¿Qué? Solo he dicho la verdad. Deja de ser tan diplomático, si no los aguantas.
—¿Podemos empezar ya a trazar un plan o lo que sea que vayamos a hacer? —me estoy empezando a cansar de la situación y cuanto más discutimos, más tiempo pierdo. Y estoy harta de eso.
—De acuerdo —Gael asiente y desaparece por unos segundos de nuestra vista para aparecer con un gran mapa que coloca en el suelo—. Si no voy errado, y si es así Mia corrígeme, el reino Evighet está por esta zona —dice mientras señala el mapa.
—Sí, pero no es tan sencillo —con un gesto de su mano, el mapa adquiere forma, en la que se aprecia mucho mejor todo el territorio—. Está oculto entre lo más alto de esta cordillera. No sabría decir con exactitud el punto, solo sé que está por esa zona. El hada de fuego tendrá que encargarse de saber dónde buscar.
—Pues tenemos un problema, porque yo no sé nada.
—Lo notarás —asegura—. Y más ahora con tus poderes a máxima capacidad. Simplemente sabrás a dónde ir.
—¿Y si no es así?
—Lo será —Mia rueda los ojos desesperada por mis dudas—. Además, estoy convencida de que te verán llegar. Te harán el camino fácil.
—Muy bien, ¿y esa cordillera está muy lejos? —quiero irme ya. Necesito ver a mi hermana y a mi madre.
—Sí y no —murmura Gael y al ver mi expresión matiza—. No podremos usar el camino rápido hacia ahí porque habrá hombres de Kier vigilándolo. Ya debe saber que estás aquí, se anticipará a tus posibles movimientos para capturarte.
—Que lo intenten. No creo que ahora puedan conmigo.
—No eres invencible, hada de fuego —remarca Mia—. Y lo mejor por ahora sería que no expusieras tus nuevos poderes a no ser que sea imprescindible.
—Mia tiene razón —secunda Gael—. Es algo que puede jugar a nuestro favor.
—Quiero ver a mi familia, si usando mis nuevos poderes lo consigo antes, lo haré.
—Deja de ser tan cabezota —Niels se ríe e intenta despeinarme, pero no le dejo—. Te cogería las mejillas, pero creo que Lydia se pondría celosa si lo hago. Es algo muy nuestro, ¿sabes?
—Aerith, aunque te cueste, tienes que hacernos caso en esto —pide Gael interrumpiendo a Niels, que me mira sonriendo sin mostrar los dientes—. Es lo mejor para ti, de verdad —Sé que lo es, pero tengo tantas ganas de ver a mi familia que no me parece una solución adecuada. ¿Por qué no entienden que necesito verlas?— Iremos lo más rápido posible, te lo prometo.
—No hace falta decir que yo voy a ir con vosotros —sonríe Niels—. No es por cortar el rollo ni nada de eso, bueno, un poco tal vez sí. Me gusta interrumpir vuestros momentos de parejita. Me divierto.
—Lydia y yo no iremos con vosotros —anuncia Mia.
—¿Qué? ¿Por qué? —se queja la rubia.
—Es lo mejor. No voy a arriesgarme a que te pase nada. Eres la más débil de aquí, lo siento.
—Sé que lo soy, pero eso no quita que quiera ayudar.
—¿Quién dice que no vayamos a ayudarlos? —Mia le acaricia la mano con suavidad a Lydia para tranquilizarla— Antes de que os vayáis os voy a lanzar un hechizo rastreador para saber en cada momento dónde estáis. De este modo estaréis en cierto modo conectados a mí y podré ayudaros, todo dentro de las posibilidades de mi magia.
—Creía que los elfos no se implicaban en asuntos de otras especies... —murmura Jospeh.
—Y yo creía que los Lycaon eran distintos —rebate de inmediato Mia.
—Iré con vosotros —se ofrece Blake—. Convocaré a unos de mis mejores miembros de la manada y os acompañaremos.
—Tú no puedes ir, Blake —niega de inmediato Joseph—. Y menos aún con lo cerca que está tu boda con Selene*.
¿Blake se va a casar? Eso es nuevo. Había rehecho su vida por completo.
—Me importa bien poco eso ahora. Voy a ayudar a Aerith en lo que pueda. Recuerda que soy yo el alfa, papá. Se hace lo que yo digo.
No entiendo su cambio de actitud. Hace escasos minutos me ha dicho que se arrepentía de haberme ayudado en la batalla que hubo en el reino Lignum, y ahora... Ahora quiere ayudarme de nuevo. ¿Por qué?
—Entonces iré contigo. Necesitarás ayuda...
—No. Tú te vas a quedar. Necesito a alguien de confianza a cargo de la manada.
—Esa puede ser Zara, lo haría bien. O Brandon, o Daniel. Y si no, Will. Está más que preparado. Tiene casi la misma edad que cuando tú te convertiste en alfa... —me sorprende ver que Joseph ha perdido ese tono autoritario. Está intentando convencer a su hijo de ir al reino en el que está mi madre, y por la forma en la que habla, necesita ir. Está casi suplicando.
—No vas a ir —sentencia Blake—. Te necesito aquí. Al igual que Zac y Gabriella, ellos te necesitan. Son niños y casi ni les haces caso... Al igual que Carol.
—Pero...
Si se tratase de otra persona, sentiría pena por ella. La negativa de ir le está rompiendo. Tiene los ojos azules demasiado brillantes. Está vulnerable y me sorprende que el ver a mi madre le interese tanto cuando dejó de verla porque él lo decidió.
—Te vas a quedar aquí, es una orden. Y Will y Zara se van a venir conmigo. Los necesito, a ambos.
Suspiro. Vaya viaje nos espera.
*: sé que puse otro nombre en el capítulo que salía esa chica. Pero lo he cambiado por Selene por el significado. Es decir, Selene es la diosa de la luna en la mitología griega y como Lycaon, según esta mitología, fue el primer hombre lobo, me hizo gracia (no sé si lo cambié o no, pero dejo la nota por si acaso).
Dato curioso, Evighet, es una palabra real, en Noruego/Sueco quiere decir eternidad. Y me hizo gracia que el reino de los cielos tuviese ese nombre. En realidad, todos los reinos, la palabra, significan algo en algún idioma que veía acorde.
Muchos besoss
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top