Capítulo Catorce

Recuerdo que no está editado :)

Me resulta curioso que no se haya dado cuenta de que estoy aquí, antes, o mejor dicho, años atrás, porque claro, por culpa de Godrik y el querer ocultarme la verdad, no había sido consciente del tiempo que había pasado, Blake sabía antes que llegase que estaba cerca suyo. Esta vez no y me resulta extraño, quizá es que como se cree que estoy muerta ya ni se preocupa por mí, o a saber, tampoco es que me importe mucho. Él sigue igual de ocupado con esa chica, y eso me hace sentir incómoda.

¿Me siento así porque me molesta que esté besando a alguien que no soy yo o por algo más? Nunca me ha gustado ver demostraciones de afecto públicas delante de mí.

Zara hace un ruido bastante sonoro para hacerle ver a Blake que tiene visita, que ya no está solo. Y al oírlo, deja de besarse con la mujer pero no se aleja más de tres centímetros, sigue con los ojos cerrados y murmura con voz cansada, como si ya lo hubiese repetido antes.

—Zara, ¿qué quieres? He dicho antes que me dejéis tranquilo. Necesito descansar un poco. Estoy un poco harto de este tipo de interrupciones solo porque a ti te apetecen.

—Sí, bueno, mientras tú estás descansando —hace comillas al decir esto y me guiña un ojo— cierta chica casi deja inconscientes a buena parte de nuestra manada de un solo movimiento, pero bien, si quieres sigue descansando.

—Si es Lydia, dile que por mucho que esté con Mia no van a cambiar las cosas, ella es humana y debería quedarse al margen de todo lo sobrenatural. Su novia no podrá salvarle siempre que quiera.

Lydia me mira con una ceja alzada, diciéndome sin palabras que esto es de lo que hablaba, del cambio de Blake. Así que como está tan distraído, voy al grano, no quiero perder más tiempo.

—¿Dónde están mi madre y mi hermana?

En el momento en el que escucha mi voz, abre los ojos de forma rápida y se gira para observarme.

—¿Aerith? —pregunta en un susurro lleno de temblor.

Si Zara no le hubiera hablado, no le hubiese reconocido. Está distinto, demasiado. Sus ojos azules me están observando pero ya no expresan lo mismo, están tensos, parece que ocultan lo que de verdad piensa y solo puedo ver que hay mucho peso en ellos, demasiadas obligaciones. El tiempo, como es evidente, también ha pasado para él, y ahora una barba, mucho más poblada que antes, adorna sus mejillas, cubriéndole gran parte de la cicatriz que hay en su rostro, disimulándola. Se parece todavía más, si es posible, a su padre. Pero verlo no me hace sentir lo mismo que cuando he visto a Lydia, o incluso a Zara. No siento esa nostalgia ni alegría.

Y no sé por qué. Es como si estuviera viendo una copia de Joseph, no hay nada de Blake, la forma en la que está tenso, porque su expresión corporal le delata, o cómo está examinándome, no solo para comprobar que estoy aquí, sino que está esperando que haga un movimiento que no se espere... Está a la defensiva, y no lo entiendo. Su cuerpo se ha vuelto robusto, más fuerte, como si hubiera vivido mucho en poco tiempo, como si no solo hubieran pasado casi ocho años desde que nos habíamos visto por última vez.

—¿Podrías responder mi pregunta? —insisto. Pero sé que su incredulidad no le deja responder. Sigue mirándome, esperando a que me desvanezca, o sin creerse que esté aquí.

—Dejadnos solos —ordena. El cambio en su voz es evidente, ya no se muestra débil, ni tampoco le tiembla al hablar, pese a que solo dos personas pueden hacerle caso, porque Lydia sé que no lo hará—. Es una orden, y también va para ti, Lydia. No me hagas que pierda la paciencia.

—¿De verdad quieres que nos vayamos? —es la mujer con la que se estaba besando Blake la que habla. Su voz es tan dulce que sé, o quiero creer, que es una buena persona. Lo mira llena de preocupación, una sincera.

—Sí. Zara, llévatelas.

La chica le hace caso, y cuando estamos solos, Blake se acerca a mí, lo más rápido que puede, con su mirada aún interrogante, es cómo si esperase que no fuera real.

—Estás viva —afirma y me acaricia con suavidad el brazo. Mi primer impulso hubiera sido alejarme, pero entiendo que necesita esto, que necesita comprobar que estoy aquí.

—Lo estoy, ¿por qué no debería estarlo?

—Te vi desaparecer delante de mí sin que pudiera hacer nada, ¿qué creías que pensase?

—Fui con los Tark, ¿Gael no te lo dijo?

—Sí, lo hizo —escupe con rabia—. No nombres a un vampiro en mi territorio, ¿de acuerdo?

—¿Entonces? ¿Por qué creíste que estaba muerta?

—Ha pasado mucho tiempo, Aerith. Y no volvías. Tampoco teníamos noticias tuyas, lo más probable es que ni las hadas más poderosas hubiesen podido curarte, estabas muy herida e intoxicada por esa toxina que te inyectaban...

—Eso es que tenías poca confianza en ellos. Los Tark son muy poderosos, los conociste, no tardaron nada en curarme.

—Te busqué durante mucho tiempo... —admite—. Necesitaba una manera de saber que estabas bien o a salvo. No la encontré, por mucho que seguía teniendo esperanza, que tendría éxito, no fue así. Así que pensé en lo más lógico, que habías muerto.

Suspiro, en otras palabras se rindió. Decidió que lo mejor era abandonar una búsqueda que no tenía resultados. Y yo creo que hubiera hecho lo mismo en su lugar, me hubiera rendido buscándolo. Seguir con mi vida, darme cuenta de que por mucho que me esforzase en encontrarlo, no había éxito. Que había desaparecido de mi vida. Que Blake ya no formaba parte de ella. Aunque sé que si en su lugar hubiera estado mi hermana o mi madre, no me hubiese rendido, por mucho que pasase el tiempo seguiría buscándolas.

Y quizá no solo con ellas dos.

Aunque yo no me hubiera rendido tan pronto.

Es que ese era uno de los problemas que había en la relación que teníamos Blake y yo, que ni él ni yo estábamos dispuestos a renunciar a toda nuestra vida por el otro. O es lo que parecía.

—Blake, solo me interesa saber dónde están mi hermana y mi madre. ¿Por qué no estás con ellas?

—Hace tanto tiempo que no nos vemos, ¿y eso es lo primero que me preguntas? —está dolido, lo conozco, aunque intenta disimularlo— ¿Ni siquiera quieres saber cómo estoy?

—Sigues siendo el alfa de la manada, que es lo que querías, ahora tienes a más hombres lobos bajo tu mando, o eso es lo que me ha parecido, y tu vida ha seguido su curso, eres feliz. ¿Por qué debería preguntar lo que he visto?

—Das por hecho que soy feliz —susurra.

—¿No lo eres?

—No podía serlo sin saber qué te había pasado, Aerith —y me mira del mismo modo que siempre, con tanta intensidad que me siento abrumada.

—Blake, no empieces —lo freno—. No he venido aquí a esto, solo quiero una respuesta a mi pregunta.

—¿Por qué no me preguntas quién es la chica con la que me estaba besando? —rebate— ¿Te es igual?

—Como tú has dicho, ha pasado mucho tiempo, ¿por qué debería inmiscuirme en tu vida de repente? ¿Con qué derecho lo haría?

—Porque es lo que yo haría en tu lugar.

Soy consciente de ello, esa hubiera sido su primera pregunta. Había cosas que no cambiaban, como su creencia que le pertenezco.

—Somos diferentes, eso siempre lo hemos sabido, Blake. A mí no me importa con quién te beses o que hayas rehecho tu vida, estás en tu derecho.

—Te esperé durante mucho tiempo... Y justo cuando estoy empezando a rehacer mi vida, cuando me doy cuenta de que tengo que hacerlo, apareces. Esto es tan injusto.

—No te estoy pidiendo explicaciones, Blake.

—¡Pero quiero dártelas! Selene no es...

—¿No es? —intento saber.

—No es tú —completa—. Nunca va a ser tú.

De nuevo me siento abrumada por su confesión. Y empiezo a cabrearme, yo no he venido a decirle nada de esto, solo quiero saber dónde está mi familia y si están bien. ¿Por qué tiene que complicarlo todo? ¿Por qué no puede hacer las cosas más fáciles? Sé que tendríamos que tener una conversación acerca de nosotros, era algo obvio, pero no puede pretender que sea ahora, no cuando acabo de enterarme que ha pasado casi la mitad de mi vida sin que me de cuenta, de que todo el mundo ha seguido su vida sin mí, que he vuelto a una realidad que ni siquiera me había echado de menos.

—Blake, no he venido a esto, ¿de acuerdo? —me armo de valor y paciencia para seguir con la conversación—Acabo de volver, no llevo ni un día aquí y me sueltas eso cuando lo único que quiero saber es cómo están Febe y mi madre.

—¿No crees que me debes una conversación?

—¡Blake deja de centrar todo en ti! Ponte en mi lugar.

—Ponte tú en el mío, ocho años sin saber de ti, ¿cómo estarías tú?

—No lo sé, pero sé que si me hicieras una pregunta la respondería. ¿O es que no estoy al nivel de que el alfa responda a lo que le pregunto?

—Si soy alfa, es por ti. Y lo sabes. Lo hice para poder protegerte mejor y que toda la manada me siguiera hasta el reino Lignum.

—Sin embargo, has vuelto a West Salem, ¿por qué?

—¿Qué hacíamos mi manada y yo en un sitio en el que no nos querían? Perdí a muchos en tu rescate, Aerith. Muchos lobos murieron para que tú ya no estuvieras encerrada. No quería perder a más por estar en el lugar equivocado en un mal momento.

—¿Qué quieres decir con eso?

—El reino Lignum está bajo el control de Salvatore, es decir, bajo el control de Kier y sus vampiros. Salvatore solo es el que da la cara.

—¿Y mi madre y mi hermana? —pregunto en un susurro. Si Salvatore había recuperado el poder, lo más probable es que las hubiera entregado a Kier para que yo fuese a por ellas.

—No lo sé... —admite y aparta la mirada— Les ofrecí que vinieran conmigo de vuelta a West Salem, pero no quisieron.

Intento poner en orden todo lo acaba de decir y, sobre todo, intento controlar mis ganas de quemarlo vivo. ¡Las abandonó!

¿Cómo quería que volvieran a West Salem cuando era un recuerdo de Hebe?

Una de las cosas a las que me aferraba cuando estaba encerrada y cuando estuve con los Tark es que creía que estaban él y su manada con ellas, que estaban a salvo.

Sin embargo, me equivoqué. Blake decidió dejarlas a su suerte.

—No te acerques a mí —gruño muy molesta al ver sus intenciones—. Ni te atrevas.

—Aerith...

—¡Tenías que protegerlas! —estoy muy decepcionada. No me esperaba esto de él. Ha hecho lo mismo que hizo su padre en su momento, anteponer sus intereses al bienestar de mi familia. Y creía que Blake, sabiendo cómo me sentó aquello, no iba a hacer lo mismo— Y no lo hiciste.

—Lo intenté.

—Como si intentarlo las hubiera salvado de que las maten o peor, que las capturen para torturarlas y atraerme.

—No puedes echármelo en cara, Aerith. Hice todo lo que pude. —Intenta acercarse de nuevo, pero no le dejo, lo lanzo hacia atrás con un gran golpe de aire. Ahora mismo estoy muy enfadada con él, y peor aún, estoy muy dolida y decepcionada. Blake ha vuelto a fallarme, de nuevo—. ¿Cómo?

—Aunque creas lo contrario, no he estado tanto tiempo con los Tark por voluntad propia. He estado aprendiendo a usar otros elementos, porque, sorpresa, no soy solo un hada de fuego. Quería poderlos controlar a la perfección para poder proteger a Febe y mi madre, pero quizá llego tarde.

—Estás siendo irracional.

—Siempre he sido un poco imprevisible, ¿no? —y le lanzo un hechizo para que se duerma, no quiero seguir hablando con él. Tampoco quiero verlo.

Salgo de la casa y veo que Lydia está algo alejada, esperándome. Pero no está sola, está siendo vigilada por tres pares de ojos.

—Mira, Godrik —espeto muy furiosa—. Sé que me estarás vigilando y que me vas a escuchar. Así que te voy a pedir una cosa, que me la debes porque por tu culpa he perdido muchos años. Necesito saber dónde está mi familia y si están bien. Así que mueve tus alas, que son más pequeñas que las mías, y mándame su localización. O simplemente, llévame de vuelta con vosotros para que pueda observarlas.

—¿Y bien? —pregunta Lydia cuando llego a su lado— ¿Con quién estás hablando?

—Con alguien que sé que me está escuchando. Y tenías razón, ha cambiado —admito—. Hace lo mismo que su padre, lo que él criticaba tanto.

—Te lo dije.

—Larguémonos de aquí, si me quedo mucho más tiempo quizá se quedan sin alfa.

—Me extraña que Blake no te siga.

—Ah, es que no puede. Está inconsciente.

Lydia empieza a reír y me rodea un brazo con el suyo, como solía hacer cuando andábamos por el instituto, lo que a mí me parece que hace poco pero para ella es una década.

—¡Aerith!

Esta voz no la reconozco, ni tampoco al chico que se acerca a mí a toda prisa, que me abraza, porque Lydia le deja. Es decir, ella le conoce.

—Es Will —aclara la rubia.

—¿El pequeño Will? —después de hacer la pregunta me doy cuenta de que es estúpida, ha crecido, como todos. Sigo sin ser consciente de que ha pasado el tiempo— Lo sé, no lo digas, Lydia. Ya no te pareces tanto a Blake —murmuro.

—Tampoco es que quiera parecerme a él —al contrario que Blake con su edad, porque debe tener ahora la edad con la que conocí a su hermano, lleva el pelo más largo, eso sí, su sonrisa y la manera que tiene de mirarme, es igual que cuando era pequeño—. Tú por el contrario, sigues igual.

—Créeme, lo sé. Me alegro de verte, ahora Lydia y yo tenemos que irnos.

—Sé por qué estás aquí, Zara ha venido a decírmelo.

No entiendo nada, ¿por qué Zara parece que me ayuda ahora? Nunca le he caído bien.

—Zara ha cambiado mucho —Lydia parece que sabe lo que pienso—. Ella y yo ahora somos amigas.

—Sé que has venido a saber dónde están tu madre y Febe.

—Sí, y Blake no sabe nada.

—Bien, yo sí —admite—. Llevo en contacto con Febe desde que llegué a West Salem.

—¿Están bien? —pregunto de inmediato. Es lo único que me importa ahora mismo.

—Sí, lo están. Tanto Febe como tu madre sabían que tarde o temprano aparecerías. No perdieron la esperanza.

—¿Dónde están? Necesito verlas.

—Eso no lo sé, no me lo quiere decir.

—¿Entonces cómo te comunicas con mi hermana?

—Eso es cosa de Mia —añade Lydia—. ¿Las cartas que me haces llegar son para Febe?

—Sí.

—Pues es cosa de Mia —afirma la rubia—. Le pedí que le hiciera este favor al pobre Will, era un niño para ese entonces y solo quería hacerlo feliz.

—Y así llevamos ya varios años —sonríe Will.

—No entiendo nada.

—Entonces creo que va siendo hora de que vayamos a ver a Mia —dice Lydia—. Tengo que presentártela oficialmente como mi novia.






Muchos besos xx

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top