24 ▎Quédate conmigo.
-'★ MARATÓN 1/5:
Mi cuerpo flota, puedo sentir cada sensación intensamente.
Nuestros corazones se acercan, bombean con fuerza.
Si quiero tu cuerpo junto al mío, tengo que ir hacia ti.
Y aunque no pueda verte, son palpables tus lágrimas.
No llores mi amor, eso rompe más mi corazón.
Mírame feliz, porque volveré pronto por ti.
Voy a acercarme, y te preguntaré:
¿Me has extrañado?
Otra vez había soñado con él.
Limpiándose la humedad de su rostro, quedó estático en el centro de su cama. Esa que compartió por última vez cuando finalmente fue marcado, y que le servía como consuelo para enfrentar sus demonios al caer la noche.
Un lazo irrompible que seguía intacto, más no cuidado. Tal vez pronto inexistente, pues no le quedaba mucho tiempo más.
La incertidumbre de no saber si ChanYeol despertaría mantenía en vela a su pobre omega, que todos los días lloraba por la desaparición de su alfa.
― ¿KyungSoo? ― Pudo escuchar una suave voz llamarlo, más lograr reconocer de quien se trataba. Respiró con calma, su pecho estaba tan vacío que ya ni su nombre lo inmutaba ―. Ven, hemos preparado el desayuno. Tienes que comer algo...
Se dio vuelta entre las suaves cobijas, dándole la espalda. El hambre había desaparecido, así como las ganas de salir de su lugar seguro.
No tenía energías para enfrentar el gran desafío que significaba salir de su frágil comodidad, y enfrentar una realidad que trataba de negar.
Temía que si ponía un solo pie fuera, se derrumbaría por completo. Su único pilar era ese lugar, que estaba impregnado del encantador aroma de ChanYeol, manteniendo fresca su imagen llena de vitalidad.
Sin poder evitarlo, expulsó un quejido.
La marca en su cuello volvía a dar punzadas.
Por más intentos que hiciera, su llamado no era correspondido.
― Te... te estaremos esperando, Soo. Si necesitas algo, avísanos. ― Con algo de nerviosismo, Minhyun dio un último vistazo al interior del cuarto, que bastante lúgubre estaba, antes de dar media vuelta e irse.
Cuando la puerta se cerró, KyungSoo se permitió llorar en paz.
Su garganta ardía de tantas horas sin descanso en las que había retenido su llanto, pero no podía detenerse.
Ese sentimiento de tristeza parecía nunca resignarse a dar el brazo a torcer, haciendo que sus emociones vivieran a flor de piel, por lo que el mínimo ruido era razón suficiente para estallar y descargar su desconsuelo.
― No creo que pueda soportar más tiempo, KyungSoo está peor cada día. ― La voz de Minhyun resonó por el pasillo, que hacía el intento de hablar bajo, fracasando exitosamente.
― ¿Por qué tuvo que suceder esto...? ― Dijo con angustia Suram, llorando en silencio. No podía verla, pero sabía que en su estado realmente se encontraría muy mal ―. Ya lo hemos pasado con SeongYeon, y lo último que una madre desearía es despedir a su propio hijo. Es... es antinatural.
Lloró más fuerte.
El recuerdo de un sonriente ChanYeol lo visitaba con frecuencia, rememorando esos días donde era un ingenuo adolescente que disfrutaba de la vida, sin darle una verdadera importancia a ese tonto chico lleno de amor que iba a visitarlo todos los días a su casa. Buscando una excusa para verlo, y pasar tiempo con él.
Gastó esos valiosos segundos con la persona que más ama en estúpidas discusiones y dudas que de no ser así, le habrían aunque sea un corto lapso de tiempo para remediar sus errores, antes de que fuera tarde.
Pero ese barco ya había zarpado sin él, y KyungSoo aún buscaba la forma de alcanzarlo.
― ChanYeol saldrá de ésta. Es fuerte y perspicaz, y ni hablar de su orgullo. Mi gran capitán. ― Declaró SeHun con un tono seguro, proveniente del pasillo ―. Nunca le gustó perder, menos lo hará ahora. Hay que confiar en él.
Abrazando con necesidad una de las remeras de ChanYeol, hundió su cabeza en esa fina tela que le servía como una fuente de ayuda para seguir adelante, y no dejarse caer por los malos pensamientos.
Aspiró las leves feromonas que aún quedaban en ella, sonriendo temblorosamente al saber que aún quedaba una parte de él a su lado.
En el momento en que todo sucedió no supo como reaccionar, sumado a lo alarmante de la situación.
A duras penas habían logrado conseguir un centro de salud que pudiera atenderlo de no ser porque Kim JunMyeon, un doctor allegado a la familia Park fue quien intervino, presentando que era un paciente de gravedad y de vital prioridad estabilizarlo.
Peor aún fue debido el estado de caos que estaban atravesando los hospitales en general, luego del atentado sufrido en uno de ellos.
Aún podía recordar las contundentes palabras del médico que encabezaba el tratamiento de su pareja.
"― El paciente presenta un cuadro de traumatismo craneoencefálico, y múltiples contusiones en abdomen y espalda.
>> Por desgracia, constatamos una fractura de tibia en su pierna derecha.
>> Si la cirugía es exitosa, en un par de meses y en conjunto a las sesiones de rehabilitación, podría regresar a su tareas diarias con total normalidad."
Eso, si vive, pero claramente esas palabras nunca saldrían de la boca del Doctor Kim, que trataba el caso con suma delicadeza debido a la señora Suram.
Aunque no era necesario ser un genio para darse cuenta de la gravedad del estado en el que se encontraba ChanYeol... con sólo ver el pesar en sus ojos, lo deducía con facilidad.
Tanto así, que sólo quedaba rezar en los doctores que lo tratarían, y en que el alma de su amado fuera capaz de resistir tales consecuencias a su castigado cuerpo.
Le rompía el corazón saber que se perdería de su sueño más grande, que es participar en las regionales. En realidad, saber que su pasión más grande se apagaría indefinidamente.
Jugar baloncesto era su mundo entero. Su motor diario, y a lo que tanto de su vida dedicó para pulir su talento nato. Esto impulsado por su meta de hacer sentir orgulloso a su padre fallecido.
Pero más le importaba tenerlo vivo, y ser capaz de consolarlo cuando supiera sobre la noticia.
Respiró profundamente, buscando dispersar la ansiedad que comenzaba a generarse en la boca de su estómago.
De pronto, escuchó un par de golpes en la puerta del cuarto.
― Soy yo, SeHun. ― El eco de su voz rasposa lo mantuvo alerta, escuchando atento ―. Eh... creo que tus amigos vinieron a verte. El bajito se llama BaekHyun, y vino acompañado de una linda chica llamada Wendy.
En un segundo, estuvo frente a la puerta, tomando de sorpresa al alfa que se echó para atrás, asustado.
La emoción comenzaba a florecer en su pecho, por más que su pradera estuviera exterminada.
De entre tantos golpes que recibía de gente cercana y el gran dolor que trataba de guardar, la resiliencia de saber que siempre pudo contar con ellos era más fuerte que sus miedos terribles de ser traicionado.
Significaba una caricia al alma volver a verlos, luego de tanto tiempo.
Por un momento temió haber sido abandonado nuevamente, que se hubieran apartado por miedo o a causa de la extorsión de su padre, pero tal vez se había equivocado.
No tener contacto alguno con ellos empeoró esas inseguridades, pero ahora... era momento de descubrir la verdad.
Su garganta reseca le causó dolor al tragar con fuerza, pero con dificultad trató de hablar.
― Diles que ya voy.
gracias por leer!
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