14 ▎Hartazgo.
¿Que se sentirá respirar con libertad?
Ese era un pensamiento recurrente en la vida de KyungSoo, quien por las noches soñaba con tomar entre sus manos aquellas inalcanzables estrellas en el cielo, y sentir su manto azul absorberlo por completo.
Desde niño las cosas resultaron así para él, experimentar en carne y hueso como si el tiempo se detuviera frente a sus ojos, sin la posibilidad de vivir como quisiera, sino que aguantando la carga significativa de fingir ser alguien que no deseaba.
Sus padres le habían implantado ese agrio sentimiento a ser casi igual a un títere, uno al cual poder manejar a su antojo y negándole el derecho a decidir por sí mismo.
Fue así que conoció a HaeYoon, y a la maldita familia Bang.
Por lo poco que recordaba, su encuentro surgió en una de las fiestas privadas que organizaba su padre durante su activa carrera política, utilizándolo como el hijo ejemplar en cualquier lugar al que se presentara. Sólo siendo un trofeo a exhibir, siendo mirado con sucias miradas.
Usándolo para escalar en la alta sociedad, sin pensar en que era su propio hijo.
― Él es el hijo menor de los Bang, el pequeño HaeYoon. Saluda KyungSoo.
No le pareció mal que aquel niño tímido extendiera su mano hacia él, en forma de saludo. Incluso sus cachetes sonrojados resultaron tiernos a su vista. Un lindo hermanito menor.
― ¡Hola, KyungSoo! ― Saludó el niño, sus ojos brillando al verlo.
Como hubiese deseado nunca haber estrechado sus manos junto a las de él, o que al ver su apenada sonrisa le hubiera brindado una reluciente sonrisa para apaciguar sus nervios.
Nunca debió mostrar piedad por quien, años después, se convertiría en su peor pesadilla.
Ese sólo fue el comienzo de una historia perversa que KyungSoo protagonizó. El inocente chico pareció quedar flechado a primera vista, y desde entonces, no dejó de perseguirlo.
KyungSoo creyó ingenuamente que era un tonto amor que con el tiempo se desvanecería, y terminaría por olvidarlo más pronto que tarde. Grave error. HaeYoon siguió obsesionándose con él, cosechando un amor enfermizo con quien era su "hermano mayor", ese que lo protegía y le hacía sentirse seguro.
Siempre le molestó ser tratado como un niño, él no quería eso, deseaba con todas sus fuerzas verse como un gran hombre para que KyungSoo pudiese amarlo como tanto soñaba. Pero cada uno de sus intentos por conquistarlo terminaba en risas por parte del mayor, ya que solía no tomarlo en serio.
Eso no hacía más que enfurecerlo.
― Hyung, cuando crezca... ¿puedo casarme contigo?
KyungSoo miró en su dirección, sorprendido. Ya habían pasado 3 años desde que se conocían, y HaeYoon no daba señales de cambiar aquel amor que sentía por él, todo lo contrario, aumentaba a niveles alarmantes.
― ¿Pero que cosas dices, Hae? Te quiero como mi hermanito menor, ya lo sabes. ― Se acercó hasta él, y acarició con cariño su cabeza ―. Ya encontrarás a alguien a quien amar, YonYon. No debes apresurarte.
El chico bufó, cruzándose de brazos.
― ¡Pero yo te quiero a ti! ¡A nadie más! ― Corrió lejos de él, y antes de salir de su habitación, le dirigió una mirada severa a KyungSoo ―. Vas a ser mío, hyung.
Quedó en silencio luego de sus palabras, observando con la mirada perdida la dirección por donde HaeYoon se había marchado. Ya no eran bromas, realmente quería engañarse con que el niño dejaría de insistir con esos delirios, pero iba perdiendo la esperanza.
Los años siguieron pasando, y ya no eran niños, pues estaban en la etapa adolescente. Las cosas siguieron de la misma forma, aunque en menor medida, pero al fin y al cabo su relación seguía siendo amistosa.
Pero toda esa paz artificial no duró mucho, no cuando KyungSoo se presentó como omega, que HaeYoon volvió a acercarse a él de forma intensa, acosándolo a toda hora, y esperando en su casa cuando el terminaba de salir de la secundaria, o incluso en su casa.
Como se conocían hacía años, tenía toda clase de permisos por parte de sus padres para que se acercara a él, que hasta lo motivaba para que siguiera buscando su atención.
Ya no había rastro de aquel niño inocente que alguna vez creyó conocer, ahora, sólo era un hombre ya desarrollado que tenía actitudes agresivas y posesivas para con él.
Era peor cuando invitaba a su mejor amigo, Park ChanYeol, a pasar tiempo en su casa.
― ¿Quién es él, hyung? ― Dijo algo cortante, mirando con ojos entrecerrados hacia el chico que desayunaba en la casa del mayor.
Como era de costumbre, HaeYoon pasaba a visitarlo todas las mañanas, y aquel día que encontró alguien extraño no tardó en reclamarle, diciendo que él le pertenecía, y no debía juntarse con más chicos.
Lo llamó para hablar, apartados de todos, e intentó hallar una explicación a esos celos injustificados.
― No hagas nunca más estas cosas, HaeYoon. O me enojaré bastante contigo. ― Le había dicho KyungSoo casi rojo por la molestia ―. No tienes ningún derecho a reclamarme por quien o no invite a mi casa, ya dejaste de ser un niño. Ya madura.
HaeYoon no se lo tomó bien, pues lo empujó y corrió fuera de la casa.
― ¡Te odio, se lo diré a papá! ― Gritó entre sollozos el niño.
Empezaba a cansarse de su actitud infantil aunque ya superara los 12 años de edad, y sentía que le saldrían canas por la frustración de no poder quitárselo de encima.
Pronto llegó a su lado ChanYeol, que lo miraba divertido.
― ¿Peleando con un escuincle, Soo? ― Le dijo en tono burlón, acariciando su cintura y dejando un beso en su cuello ―. Pensé que eras más maduro...
Rodó los ojos, bufando, aunque por dentro también le divirtiera la extraña situación.
― Bastante tengo con ese niño caprichoso, no necesito uno más. ― Murmuró, mientras volvía hacia el comedor principal.
ChanYeol lo siguió entre risas.
Siempre siguiéndolo como un cachorrito a su dueño.
― ¡Pero yo si sería un niño bueno, KyungSoo!
gracias por leer!
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