13 ▎Decisiones.
Poco a poco la luz de la mañana fue intensificándose, aclarando la habitación donde la pareja descansaba profundamente. Algunos pájaros molestos comenzaban a cantar, y eso provocó que el sueño del omega se esfumase.
KyungSoo fue abriendo con lentitud los ojos, aún somnoliento. Todo su cuerpo estaba entumecido y resentido por la acción que tuvo durante toda la madrugada, pero lo peor fue la punzada que sintió en su cuello.
Algo alarmado, corrió hasta el baño más cercano y de forma atónita observó su reflejo. Una marca limpia y profunda en su glándula de feromonas relucía en la piel blanca de su cuello, con algunos restos de sangre en su alrededor. Con sus dedos fue palpando la mordida que ChanYeol dejó en su cuerpo, recordando a base de flashbacks los momentos acalorados que tuvieron, y las palabras de "márcame" que salieron de su propia boca.
Sintió su mundo caer a sus pies, y tuvo que agarrarse del borde del lavabo para no desvanecerse y golpearse de forma horrible, deslizándose hasta estar sentado en el suelo.
Sin aliento, tapó su boca con ambas manos.
― ¿Qué fue lo hice...?
Aunque hubiera mostrado seguridad en aquel momento, de sentirse auto-suficiente cuando sus instintos lo dominaron y saciaron su necesidad, ahora estaba recobrando la razón.
Su imprudencia iba a costarle caro.
El pánico comenzó a adueñarse de su mente, causando que todos sus miedos florecieran y lo torturaran sin piedad. ¿Qué les iba a decir a sus padres? ¿Cómo iban a reaccionar? Había terminado con el contrato de ambas familias, y de la peor forma.
Ahora, HaeYoon no iba a descansar hasta verlo totalmente destruido.
Rompió en llanto, totalmente asustado. Su marca volvió a punzar pero no trató de disimular su malestar, porque los problemas que se avecinaban eran más poderosos que la calma de todas las santas juntas.
Unos pasos se escucharon, y miró con una expresión rota en dirección a ChanYeol, que lo veía asustado.
― ¿Soosie? ― Se agachó para estar a su altura, abrazándolo y transmitiendo un característico calor para apaciguar su llanto desconsolado ―. ¿Qué pasó, amor?
Y KyungSoo lloró más fuerte luego de escuchar aquel apodo, sintiendo un gran dolor recorrer cada rincón de su corazón.
Había sido criado de tal forma que aquello que lo reconfortaba terminara siendo algo que doliese, porque no tenía permitido ser feliz. Aunque no hiciera nada, era un imán para la mala suerte, y su relación con ChanYeol no era la excepción.
Su vida estaba meticulosamente planeada; cómo debía vivir, que cosas hacer, a quien amar o donde morir. Sus padres se habían esforzado para hacerlo feliz, y terminaron por lograrlo.
No era feliz, y veía con malos ojos lo que le provocara felicidad, porque creía que no lo merecía. Y estar con ChanYeol fue un gran golpe, ya que con la mínima cosa que hiciera el alfa, su omega caía perdidamente enamorado.
No sabía si sería fuerte para enfrentar a su familia, pero lo único que deseaba es que ChanYeol no pagara los platos rotos por sus malas decisiones.
― L-Lo siento, Chan. ― Dijo, secándose las lágrimas. KyungSoo volvió a acurrucarse en su pecho, respirando con tranquilidad ―. Hay cosas que no te conté, y te pido perdón por eso. No quiero que mi mierda te llegue a afectar, porque ni siquiera sé que hacer con mi vida.
El pelirrojo negó con la cabeza repetidas veces, siguiendo con su tarea de acariciar con suavidad su cabeza, proporcionándole esos mimos que tanto ama.
― Sabes que esas cosas no van a hacer que deje de amarte, Soo. ― Tomando entre sus manos su mejillas, las apachurró con cariño, dando un pequeño pico en sus labios ―. No importa los problemas que vayan a suceder, amor. Voy a estar contigo siempre para enfrentar a cualquiera que quiera separarnos.
Palabras tan lindas que el omega necesitaba escuchar, y tuvo la certeza de que por primera vez, había tomado la decisión correcta.
Estar junto a ChanYeol siempre se sintió prohibido, un delito que estaba encantado de cometer, y pagar por las consecuencias de ello. Y durante mucho tiempo creyó que solamente eso serían, una aventura fugaz que desaparecería con el tiempo... pero que equivocado estaba.
Aún no asimilaba haberse enamorado de la persona que juró odiar por hacerle sentir lo que nadie provocó en él; amor. Un sentimiento puro que rechazaba, ensimismado en sí mismo, la arrogancia desbordando por sus poros con tal de no admitir su creciente amor.
Y finalmente lo aceptaba.
― Te amo ChanYeol. Te amo como no tienes idea.
― Yo más, corazón.
Y ambos juntaron sus labios en un beso lleno de sentimientos encontrados, y tal vez, otros confesados en voz alta.
Ya no quería huir de sus sentimientos, del honesto cariño que su omega sentía por el alfa, de las sensaciones tan bonitas que causaba en su interior. No quería, es más, ¡iba a impedir que su familia volviera a manipularlo!
Él nunca amó a HaeYoon, ni tampoco eligió estar a su lado. Su familia era la responsable de su infelicidad, y era hora de despertar de su sueño lleno de pesadillas, y vivir la realidad junto al amor de su vida; Park ChanYeol.
Luego de pasar toda la tarde juntos y pasear por los alrededores del barrio, junto a la caída del sol brillante tuvieron que dirigirse de nuevo a sus respectivos hogares. Aunque ninguno lo quisiese, ya era tarde y la oscuridad comenzaba a reinar, y por la seguridad de su integridad física ya debían despedirse.
Se encontraban en la entrada de la casa de KyungSoo, y aunque estuvieran despidiéndose, ninguno parecía querer moverse de su lugar.
― ¿Mañana nos veremos, no? ― Una pequeña sonrisa junto a leves roces, KyungSoo acarició con cariño las orejas del más alto, a sabiendas de que era su lugar más sensible. En respuesta, ChanYeol ejerció un firme agarre en su cadera, atrayéndolo hacia él.
― Claro, pasaré a buscarte. ― Dando un corto beso a sus labios, le sonrió con sinceridad ―. Aún no me voy pero ya siento que te extraño, peque.
El castaño rio, emupujándolo levemente.
― ¡Ya vete! Sino, no podré entrar.
― Está bien, está bien. Tú ganas. ― Un último beso, y comenzó a alejarse ―. ¡Hasta pronto amor!
― ¡Cuídate tonto!
Entre inocentes risas, hizo el amague a entrar a su casa, pero algo se lo impidió... más bien, alguien.
KyungSoo sintió su sangre detenerse cuando vio directo a los ojos de HaeYoon, su prometido y novio, con una expresión que no pudo descifrar si era un profundo odio, o si estaría a punto de cometer una locura. Lo peor es que no se movía, sólo le veía severo, y eso ponía sus nervios a flor de piel.
Fue un mal agüero que las feromonas del alfa destilaran furia.
― ¿Amor? ― Su tono era helado, palabras filosas que parecían cortar la tensión del aire, ahogándolo ―. ¿Es en serio, Do KyungSoo?
Sus peores miedos se hicieron realidad, pero pensó que tendría un poco más de tiempo antes de que todo explotara.
― ¿Cómo... cómo es que estás aquí?
Retrocedió un par de pasos cuando HaeYoon se acercó, aún en un gélido silencio.
― Un novio siempre espera a que su pareja llegue, ¿o no es así? ― KyungSoo fue presa del pánico cuando en un rápido movimiento, el alfa lo tomó de sus cabellos, estirando sin medir fuerza ―. ¿O acaso eso te disgusta, omega? ¿Prefieres follarte a alguien más que no soy yo, maldita puta?
― ¡Me lastimas, HaeYoon! ¡Suéltame!
Las lágrimas comenzaron a caer, soltando quejidos por el dolor. KyungSoo no tenía escapatoria.
― Entra, omega. Mis suegritos aún no han llegado. ¿No piensas que es una bonita casualidad?
Sin poder decidir, sus piernas comenzaron a moverse solas ante la voz alfa que estaba utilizando sobre él, la impotencia recorriendo sus venas.
Sólo rezaba por salir vivo de allí.
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