06 ▎Volver a ti.

〔 El número al que ha marcado se encuentra fuera de servicio. Si desea marcar... 〕

¿Por qué las cosas debían irse al demonio cuándo todo parecía estar bien?

En su relación existían tantos baches repletos de secretos e incomunicación que destruían por completo la poca confianza que lograban construir, y cada vez resultaba peor. Sentía que perdería la cabeza con la irracionalidad del omega, sólo deseaba un poco de paz en su caótica vida.

Sacudió de un lado a otro su cabeza, conteniendo las lágrimas que se escabullían sin control por sus ojos, mientras corría desesperado hacia bachillerato, él debía estar ahí. O eso era lo que esperaba.

Ignoró los gritos de su amigo detrás, y minutos después, las llamadas a su celular. Nada tenía importancia, sólo encontrar a aquel omega revoltoso que era el culpable de su insomnio por las noches, y el protagonista de sus sueños más profundos. Sólo deseaba sentir de nuevo su calor, y saber con ese simple acto que todo estaría bien.

El sabor amargo que se estableció en su paladar al recorrer los pasillos desiertos del instituto, y no sentir un ápice de su esencia allí, era como una estaca clavada directamente a su corazón, sin dejarle respirar. Deseaba con todas sus fuerzas estar junto a KyungSoo, sin que nada pudiera molestarlos.

Marcó de nuevo a su número, manteniendo el celular en su oreja mientras buscaba por los salones vacíos, sin éxito y con el mismo final en cada uno de ellos. Y mientras correteaba por por todo el lugar, su camino lleno de desesperanza pareció iluminarse al divisar a lo lejos el cuerpo de uno de los amigos de KyungSoo, saliendo de la biblioteca a paso calmado.

ㅡ ¡BaekHyun! ¡Espera!

El nombrado se giró sorprendido, mirándolo como si fuera un extraterrestre. Tomó una bocanada de aire antes de hablar, sosteniendo con fuerza el hombro del beta.

ㅡ ¿ChanYeol? ¿Pero qué haces aquí? ¿No deberías-

ㅡ Ky... KyungSoo, ¿sabes dónde está?

El de cabellos rubios y ojos delineados calló por completo, intentando hacer memoria de lo último que le había dicho el azabache antes de irse por la mañana.

ㅡ Creo que tenía que hacer un par de cosas aquí, y luego dijo que iría a ver el partido.

Para ChanYeol, sus palabras fueron un baldazo de agua fría. Cerró sus ojos con fuerza, maldiciéndolo en mil idiomas y colores.

ㅡ ¿Puedes decirme la hora?

Aún con el ceño fruncido, el rubio miró el reloj en su muñeca. No tenía que tener dos dedos de frente para saber lo que sucedía, y entender que ChanYeol necesitaba respuestas y ninguna pregunta.

ㅡ Son las 21:40 p.m. Ve a buscarlo.

Sin despedirse, se encontró así mismo corriendo nuevamente, poniendo todo su esfuerzo a llegar al gimnasio que se encontraba a 5 cuadras extensas del bachillerato. Considerablemente cerca, si no fuera porque ya había corrido hasta el bachillerato unas 50 cuadras, desde la cada de SeHun.

Sus piernas dolían, y su garganta picaba por la sed que sentía, pero siguió corriendo como si su vida dependiera de ello. Y hasta cierto punto, lo hacía. Ya llegaba tarde a la presentación de ambos equipos, pero lo más importante que era calentar ya lo había hecho de sobra. El tema ahora era... enfrentar la furia del entrenador Kang.

Su corazón parecía a punto de salirse de su pecho, bombeando como si fuera un caballo galopando. Entró por la puerta trasera del gimnasio, teniendo acceso directo al vestuario. Sin nadie a su alrededor, se cambió a la velocidad de la luz y salió a fuera. No estuvo preparado cuando con sólo poner un pie en la cancha, en su rostro impactaron tres grandes reflectores de luz que lo apuntaban directamente, cegándolo por completo. Una ovación por su presencia se hizo presente desde la oscuridad, y la lluvia de aplausos que cayó luego lo aturdió completamente.

ㅡ ¡La gran estrella de su equipo, que viene en representación del bachillerato Hanguk, hace su tan esperada entrada! ¡Park ChanYeol, el número 61 y capitán de las Águilas! ㅡ Gritó el presentador a través de los parlantes, volviendo más eufórica a la gente.

Tapó con sus manos la luz que chocaba de forma directa a sus ojos, caminando lentamente hacia donde su equipo se encontraba formado.

ㅡ ¿Dónde mierda estabas, ChanYeol? ㅡ Le increpó el entrenador Taeyong en cuanto las luces se apagaron, siendo sustituídas por las luces que iluminaron todo el recinto, dejando de enfocarlo ㅡ. ¿Piensas que esto es un juego para niños? ¡Estamos en las jodidas eliminatorias, y te recuerdo que tienes un equipo bajo tu mando! Ten un poco de responsabilidad.

ㅡ Lo lamento entrenador, yo-

ㅡ No quiero que una jodida palabra más salga de tu boca, hablaremos luego. ㅡ Una mirada asesina, y supo que estaba realmente en problemas, pero sabía que ahora había otras prioridades las cuales atender. Taeyong juntó a todos sus jugadores en un círculo, abrazándolos por los hombros ㅡ. ¡Ahora quiero que salgan, y demuestren de qué está hechas las Águilas!

ㅡ ¡Vamos Águilas, jódamos el culo de las Culebras! ㅡ ChanYeol gritó, demostrando una seguridad que no poseía, porque el temblor en sus manos demostraba la inseguridad que reinaba en cada parte de su cuerpo.

Todos rugieron, estallando en victoreos y palabras motivadoras. ChanYeol trató de creerse sus propias palabras, entrando a la cancha a pasos temblorosos.

ㅡ ¡Y aficionados del básket, damos inicio al primer cuarto del partido! ¡Águilas vs Culebras!

Sentía su visión borrosa, y su mundo girar sin detenerse. Ladeó su cabeza a las gradas, aún buscándolo. El desmayo estaba cerca, pero sus sentidos se agudizaron al ver un rostro que tenía grabado en la memoria, marcado a fuego en su cuerpo. Dio un respiro que llenó de oxígeno sus pulmones, el primero desde que KyungSoo le había mandado aquel mensaje.

Vio su hermosa carita verlo desde en medio de la múltitud, teniendo toda su atención en él. Con sólo saber que estaba ahí para verlos jugar, supo que las cosas estaban en su lugar, y ya no tenía qué temer.

Aún tenía muchas cosas que conversar con él, de explicarle la verdad y decirle que sea lo que fuera que hubiera escuchado no era cierto, y Dios sabía lo tanto que se moría por atravesar toda la maldita cancha para ir hasta él, y tomarlo entre sus brazos para mantenerlo prisionero por la eternidad allí, pero no podía. Se estaba jugando el pellejo con ese partido, y debía tomarlo en serio.

La bocina lo obligó a apartar su mirada de sus bellos ojos, y supo que al momento de saltar para conseguir la posesión de la bola, ya no había vuelta atrás. Era dejarlo todo, o deshonrar toda la fe que habían colocado en él toda aquella gente que asistido sólo para verlo triunfar. Pero principalmente tenía en mente a su madre... y a él.

SeongYeon, su más grande inspiración al momento de entrar al mundo del baloncesto, y teniendo presentes sus últimas palabras antes de partiera de aquel mundo cruel.

Hijo, tú naciste para brillar. Mantienes a éste hermoso deporte vivo en nuestro linaje familiar, y el talento de sobra para domarlo. Nunca te rindas, porque él no te va a abandonar nunca a ti. Yo nunca lo haré, recuérdalo hijo.

Sabía que sus palabras eran ciertas, al momento de saltar tan alto que su rival temió que atravesara el techo, y tomara por completo la pelota aún suspendido en el aire.

Haría lo que mejor sabía hacer, y eso es anotar tantas canastas hasta que su corazón hambriento se saciara de ello. Porque su pasión se mantendría viva hasta su último suspiro.

La gente gritaba desquiciada en el lugar, la diferencia era tan aplastante que haría gritar con locura a cualquiera.

ㅡ ¡Lás Águilas vencen a las Culebras por un marcador de 128 a 34 puntos! ㅡ La voz del presentador ya había desaparecido, gritando afónico el resultado final del partido ㅡ. ¡Un partido que está prohibido olvidar! ¡Las Águilas siguen manteniendo su invicto durante ocho partidos, ahora nueve. Y entran a las gloriosas regionales! ¡Amor puro por éste deporte, genialidad en su máxima expresión. Gracias, gracias Águilas!

ChanYeol apartó las grandes gotas de sudor de su frente con su antebrazo, sosteniendo su cuerpo desde sus rodillas, intentando normalizar su agitada respiración. Sentía sus huesos crujir, sus músculos resentidos y sentir como si lo hubiera arrollado un tren, pero valía la pena cada maldito dolor, si tenía de recompensa aquellas sonrisas y gritos alegres por parte de sus compañeros y público.

Todo había valido la pena, ¡habían entrado a las regionales del año que viene!

Entre todos los gritos, un grito en especial llamó la atención de todos, y ese fue el de una voz que inspiraba respeto, pero que en ese momento indignó a todos.

ㅡ ¡Oye Park, juegas horrible!

A pesar de haber sido la estrella del partido por tener la mayoría de canastas a su nombre, y haber sido el autor de varios pases cruciales para que sus compañeros encestaran... a pesar de todo ello, Do KyungSoo se atrevió a insultarlo en frente de todos.

ChanYeol sólo rió sonoramente, mordiendo con ganas su labio inferior para detener sus risotadas incontrolables. ¿En serio creía que luego de eso se libraría de él?

KyungSoo sólo rió como un niño luego de hacer una travesura, consciente de las graves consecuencias, pero era exactamente eso mismo lo que le motivaba a hacerlo. Corrió de las gradas hacia el exterior del predio, y en cuanto ChanYeol comprendió sus intenciones, salió disparado detrás de él.

Sería mejor que no fuera capaz de atraparlo, porque lo que le esperaba no era nada bonito.

gracias por leer! capítulo dedicado a infernicidios

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