capítulo 4: Recuerdos.
Los tres jóvenes se encontraban disfrutando de su helado, los cuales fueron pagados por Milo ya que por culpa de Aioria llegó hasta lo último, faltaba un cuarto de hora para que fuesen la siete de la mañana, los tres estaban sentados en una banca, Camus en medio, Milo a su derecha y Aioria a su izquierda. El castaño había bombardeado de preguntas al pelirrojo, el cual sólo respondía cosas simples, Milo por su parte se encontraba molesto, quería tener una charla tranquila con el pelirrojo pero con la presencia de su curioso amigo aquello era imposible, sin embargo recordó que el castaño debía irse.
-Oye Aioria.- le llamó y éste volteó.- faltan quince minutos para que sean las siete.
-¡Se me hace tarde!- Gritó exaltado.- Fue un gusto conocerte Gerard, pero este galán ya se va.
Después de despedirse el castaño salió corriendo con dirección a su casa. Aioria era uno de la mejores doctores de la ciudad y se consideraba seria el próximo director del hospital central. Cuando Milo le explicó esto a Camus, el pelirrojo soltó una carcajada, pensó que se trataba de una muy mala broma, pero al ver que el rubio no se reía comprendió que no era así.
-Sigo sin creer que Aioria sea doctor.- Comentó divertido el pelirrojo.
-Pues creelo, es uno de los mejores.
Ahora que ambos estaban solos decidieron caminar un rato en los alrededores del parque.
-Creo que ya es hora de ir a casa.- comentó algo desanimado el pelirrojo.- Gracias por el helado Milo.- Camus se despidió y comenzó a alejarse, Milo negó con la cabeza, el realmente quería conocer pelirrojo, ni lento ni perezoso corrió tras de él
-¡Gerard! ¡Espera!- Milo tomó a Camus del brazo para que éste se deteniera, los zafiros del rubio chocaron con los rubíes del pelirrojo.- Supongo no has desayunado, me preguntaba si tú... Si tú...- la pregunta estaba allí, en la punta de su lengua pero se negaba a salir, Camus por su parte, lo miraba atentamente, esperando paciente.- Si tú... ¿Quisieras ir a desayunar a mi casa? Conmigo...
Camus comenzó a reír mientras las mejillas del rubio se coloreaban de un vivo color rojo, estaba nervioso, no comprendía el porque de la risa de su nuevo amigo, Camus reía porque jamás se imaginó ver al gran Milo Scorpion tan nervioso.
-Está bien, vamos a desayunar.
Milo le mostró una sonrisa de oreja a oreja y llevó a Camus hasta su casa, al llegar el galo observó atentamente la decoración de la casa del rubio. Unos que otros cuadros bastos se encontraban en las paredes, la mayoría se trataba de figuras abstractas, los muebles eran de terciopelo rojo, las paredes interiores de la casa se encontraban pintadas de un suave color crema, también notó que habían varios jarrones con flores de distintas clases y colores, en el centro de la sala se ubicaba una mesita de caoba, las patas de dicha mesita tenían tallados unos ángeles y al centro de ésta se encontraba un ángel mirando hacia arriba y con las alas extendidas, Camus pensó que estaría hecho de la porcelana más fina, más al fondo había un librero con pocos libros, Camus rodó los ojos y dejó de prestarle atención al lugar, vaya que la decoración se debía a Kanon Cástor, Milo tenía mejores gustos que el peli azúl.
Milo lo condujo por un pequeño pasillo para llegar a lo que seria la cocina, pero Camus se detuvo en una puerta que daba paso a una habitación llena de distintos instrumentos, habitación en la cual destacaban un piano de cola blanco, una guitarra acústica y otra eléctrica, un violín, un arpa y una batería.
Otra cosa escondida en el magnate, era su pasión por la música y su enorme talento con los instrumentos, Camus sonrió al saber que Milo podía recordar aquello, sin embargo aquella sonrisa se esfumó debido a que no lo recordaba a él.
Camus se metió a la habitación, está si era digna del rubio, se sentó en el piano y con sus delicados dedos comenzó a tocar "Mon Ange" de Jena Lee.
-Ma vie est sur nuage, j'ai tout ce dont rêve les filles de mon âge...- el pelirrojo comenzó a cantar ignorando al rubio quien lo miraba atentamente desde la puerta, sin embargo una serie de imagines llegó hasta él...
Un rubio por de más apuesto corrió por varias calles preocupado, empapando en sudor su traje, pero no le importó, el corrió hasta llegar a esa enorme mansión de la cual eran dueños unas de las más influyentes familias de toda Francia.
Entró fácilmente ya que la servidumbre conocía perfectamente al hombre que se adentraba al interior de la ostentosa casa, hasta que al fin sus zafiros encontraron la razón de su preocupación, una habitación poco iluminada, un pelirrojo se encontraba sentado de espaldas en el piano, tocando y cantando triste una canción, no podía ver su rostro, pero sabia que amargas lágrimas resbalaban por sus mejillas, decidió irse, después habría tiempo de arreglar las cosas...
-Mon Ange...- susurró Milo, Camus dejó de tocar al escuchar al rubio y volteó a verle, pero a éste le dio un fuerte dolor en la cabeza, se llevó una mano a la cara, cubriendo sólo la mitad de ésta y se desplomó por completo.
-¡Milo!- el pelirrojo fue en su ayuda lo más rápido que pudo y sostuvo a Milo logrando que este se sentara.- ¿Estas bien?
-Sí, solo fue un leve dolor se cabeza.- Mostró una sonrisa para tratar de calmar a Camus, pero volvió a llevarse la mano a la cabeza y hacer una mueca de dolor.- Solo necesito la medicina.
-¿Dónde está?- preguntó preocupado el pelirrojo.
-Debe de estar en el librero que está en la sala.- le indicó.- Es un frasco blanco de etiqueta azúl.
Camus salió de inmediato en busca del medicamento de Milo, éste se quedó allí sentado esperando y pensando en el porque de esas imágenes, ¿era Gerard el pelirrojo? ¿Por qué corría? ¿Por que vestía tan formal? ¿Por qué conocía la canción que el pelirrojo tocaba? Esas y muchas más preguntas se fueron formulando en su mente, ¿por qué conocía la canción? Lo que Milo ignoraba era que esas imágenes eran un recuerdo, un recuerdo algo doloroso pero significativo en la vida de él y Camus.
Ese día Camus le había confesado a Milo sus sentimientos, pero al no ser correspondidos en ese entonces, Camus salió corriendo a su casa para tocar tristemente y así tratar de sacar su dolor, el rubio preocupado salió corriendo tras de él para aclarar las cosas, sin embargo al ver a Camus tan destrozado no tuvo el valor de hablarle.
Camus regresó con la medicina y un vaso con agua, se los tendió al rubio y éste tomo aquel medicamento.
-¿Las tabletas para que son?
-Hay veces en las que al intentar recordar algo me causa dolor en mi cabeza, por lo que tomó estas porquerías para que se me pase.- Milo suspiro pesado, odiaba tomar medicamentos, pero si quería recuperar sus recuerdos tenía que hacerlo, claro que esto no lo sabia Kanon.
-Ven vamos a desayunar para que estés mejor.- El pelirrojo tomó a Milo del brazo para ayudarlo a pararse.
-Espera, quiero que escuches algo.- Con ayuda de Camus, Milo se dirigió al piano, le indicó al pelirrojo que se sentara a su lado y así lo hizo.
Milo pensó muy bien que tocaría para deleitar a Camus, hasta que al fin se decidió por su canción favorita. Con sus hábiles dedos comenzó a tocar, cerró sus ojos y dejó que la música lo envolviera por completo.
-While your lips are still red.- Camus reconoció la canción y Milo solo sonrió al darse cuenta de que el galo la conocía y ¿cómo no? esa canción tenia un significado especial para ambos aunque el rubio no lo recordaba.
Camus cerro los ojos y dejó que sus oídos fueran deleitados por la bella melodía que provenía del instrumento, sonrió feliz de volver a escuchar a Milo tocar, desde su supuesta muerte pensó que jamás volvería a estar así con él, pero allí estaba él nuevamente junto a su rubio, de una manera distinta pero lo estaba, mientras éste le tocaba una canción hermosa para él, para ambos.
Milo abrió sus ojos y observó como el pelirrojo sonreía mientras sus ojos estaban cerrados y disfrutaba de la canción, le pareció encantador, le hubiese gustado tener una cámara en ese momento para capturar la imagen de tan bella criatura que tenía a su lado.
Al diablo lo que Kanon le decía, tenía que conocer gente nueva, hacer más amigos, y Camus había llegado en el momento perfecto en su vida, un amigo más, ya no seria solamente él y Aioria, ahora serian los tres, Milo comenzó a hacer planes a futuro, el pelirrojo le transmitía confianza y éste se devolvía cuando estaba a solas con él. El pelirrojo era distinto a los demás, juraba que él lo conocía mucho mejor que el peli azúl en esos cinco años viviendo con él.
Camus se paró de su lugar, lo que llamó la atención de Milo quien iba a dejar de tocar.
-No te detengas.- habló Camus y Milo obedeció, su mirada se clavó por completo en las blancas teclas del piano, sin embargo abrió los ojos de sorpresa al ver al galo acomodarse el violín para comenzar a tocar. Ahora los dos tocaban la misma canción en un perfecto dueto, mientras ambos tocaban Camus recordó aquel día...
Camus había estado tres semanas sin hablarle a Milo, ni siquiera a Dégel hablaba, estaba celoso de él, envidiaba a su hermano por tener el afecto de la persona que más amaba, en esas semanas Camus no salió de su casa, ni de su habitación solamente salía a comer y regresaba a su encierro, pero una persona se preocupó por él, Saga Cástor, el hermano mayor de Kanon y también su gemelo, a diferencia de Kanon, Saga se había ganado la amistad del galo, el cual siempre se llevó mal con Kanon por su forma de ser arrogante, mientras Saga era más amable.
Camus y Saga entraron a uno de los mejores restaurantes de toda Francia, uno de los más finos y caros, el cual contaba con su propia orquesta, el de nacionalidad griega había invitado al pelirrojo a cenar para que éste tratara de olvidar lo de Milo saliendo a algún lugar.
Se sentaron en una mesa ignorando que a dos mesas más su hermano Dégel cenaba con Milo, pasó aproximadamente media hora para que Milo se diera cuenta de que el pelirrojo estaba con Saga, lo que lo molestó, Camus tenia una entretenida charla con el peli azúl, pero al sentir una mirada sobre el volteó con dirección a donde estaba Milo quien había apartado la mirada y hablaba con Dégel, el corazón de Camus se estrujó en ese momento.
-Disculpa Saga, saldré un momento por aire fresco.- se excusó para salir y no ver aquella escena.
Al darse cuenta de eso, Milo hizo lo mismo y salió al jardín trasero con el que contaba el restaurante, en ese momento la orquesta comenzó a tocar "While your lips are still red" la noche era fresca y la luna brillaba iluminado todo París, desde donde estaba Camus se podía ver parte de la ciudad y sobre todo la torre Eiffel.
-Camus.- la voz de Milo hizo que se le erizara la piel.- Bonne nuit.
-Bonne nuit, Milo.- dijo apenas y audible.
-No has ido a la fábrica en estas semanas, ¿estas bien?- lentamente se acercó al Camus.
-Sí.
-Veo que has venido con Saga, ¿están saliendo?- esa pregunta no la venía venir.
-No, además no creo te importe, deberías regresar y terminar de cenar con mi hermano.- Camus volteo y por primera vez en ese momento clavó sus rubíes en los zafiros del rubio.
-Me importa... Tú me importas.- Camus se quedó callado, era cierto, Camus le importaba y se había dado cuenta con la ausencia de éste. Milo comenzó a acercarse más a Camus.
-D-deberías regresar con... Con D-Dégel.- tartamudeó nervioso con la cercanía de Milo.
-Solo vine a hablar de negocios con él.- tomó el mentón del pelirrojo.- no tienes porque estar celoso.
-Milo...
Sus suaves labios fueron atrapados por los de Milo en un beso fugaz, su corazón latía a mil por hora, mientras Milo pensaba que aquellos labios eran los más dulces que había probado.
-Nos vemos mañana Camus.- susurró cerca de los labios del pelirrojo y regresó al interior del restaurante.
La noche continuó de lo más normal y Camus al ver que Dégel sacaba y metía papeles de su portafolio confirmó lo que Milo le había dicho... Sólo eran negocios
Ambos terminaron de tocar y Camus soltó un largo suspiro, aquel bello recuerdo se había ido al terminar la canción, aquella que se había escuchado de fondo aquel día donde todo comenzó.
Después de eso ambos pasaron a la cocina para preparar su desayuno.
Mientras en el hospital central, Aioria caminaba por uno de los pasillos con carpeta en mano y en dirección a una de las habitaciones quirúrgicas, hoy se encargaría de una operación a corazón abierto y había estado leyendo los datos del paciente pero se encontraba algo molesto, la razón, habían transferido a su hermano mayor Aioros a otro hospital en Francia, su hermano era con quien trabajaba mejor en este tipo de operaciones y detestaba la idea de tener que trabajar con un anciano o con un novato.
-Buen día, doctor Diamantidis.- le saludó un hombre de unos cuarenta años pero que a pesar de su edad se conservaba muy bien, su piel nívea, sus ojos violetas y esa cabellera verdosa, casi rubia no pasaban desapercibidos, el hombre era bastante atractivo.
-Buen día, director Ariettis.- saludó amablemente el castaño.
-¿Listo para conocer a su nuevo compañero? Por lo que sé, es de nacionalidad española.
-Por mi puede venir de China si quiere, no me interesa nada nada de él, solo que no me estorbe al trabajar.- comentó algo irritado y siguió avanzando hasta llegar a su destino donde lo esperaban enfermeros y un hombre alto, de tes blanca, cabellos y ojos negros. Aioria no daba crédito a lo que veía, aquel hombre no era real.- ¿cómo dijo que se llamaba?- le susurró el castaño a su superior.
-Doctor Algiedi, él es el doctor Diamantidis.
-Llámame Aioria.- dijo embobado mientras le extendía la mano.
-Soy Shura Algiedi, un gusto.- el peli negro estrechó manos con Aioria y le mostró una radiante sonrisa.
-Bien, a trabajar señores.
El director se despidió de ambos y los dejó trabajar a gusto.
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Kanon regresaba a su oficina después de horas de estar en un juicio, el cual ganó.
-¿Cómo le a ido señor Aquarium?- preguntó su secretario en cuanto lo vio.
-Bien Radamanthys, ¿alguna novedad?
-El señor Saren lo espera en su oficina.- le comunicó.
Kanon no dijo nada y se encaminó a la puerta que daba paso a su lugar de trabajo, allí, un joven de tes morena, ojos rosas y cabello lila lo esperaba, éste estaba sentando en la silla de Kanon y sus pies se encontraban sobre la mesa.
-Baja la pies de la mesa.- le ordenó mientras se acercaba hasta él, el joven que estaba allí obedeció y se levantó para que el peli azúl se sentara.
-¿Para qué me querías Kanon?
-Ya te he dicho que no me llames así aquí, Sorrento.- el de cabellera lila se acercó a Kanon y se sentó en su regazo colocando sus manos en el cuello del peli azúl y éste las suyas en la cintura de él.
-¿Para qué me querías Camus?- sonrió juguetón y comenzó a enredar sus dedos en los cabellos del gemelo.
-Necesito que investigues al verdadero Camus.- Sorrento parpadeo un par de veces, él era el único que sabia todos y cada uno de los planes de Kanon, era su cómplice en todo los últimos cinco años y se podría decir que además era su amante.- el maldito pelirrojo está en la ciudad y puede echar todo a perder, quiero saber a que vino, con quien vino, cuando vino, quiero saber todo.
-Yo me encargo.- dijo seductor, Kanon lo besó vorazmente, Sorrento no se contuvo y le siguió el beso, ese beso estaba cargado con odio hacia el pelirrojo, estrés y deseo, Sorrento terminó acostado sobre la mesa y Kanon sobre él, ambos cuerpos comenzaban a encenderse.-Dime la verdad Kanon, ¿realmente amas a Milo o solo es por su dinero?
Kanon no dijo nada y se apartó de Sorrento, éste rodó los ojos, durante los cinco años el peli lila trató de llegar al corazón de su jefe, el cual no sabía si era amor o un simple capricho el estar con Milo.
-¿Cuándo fue la última vez que te llevé a cenar?- las esmeraldas de Kanon se clavaron en los hermosos ojos rosa de su amante.
-Hace ya varios meses.- se cruzó de brazos y se bajó de la mesa dispuesto a irse.
-Paso por ti a las ocho.
Sorrento sonrió triunfante, de una u otra manera siempre lograba que Kanon cayera en sus redes, salió de la oficina con la mirada en alto, al salir se ganó la fría mirada de Radamanthys quién rodó los ojos y chasqueo la lengua, detestaba tratar de buena manera a ese tipo.
Kanon por su parte se quedó pensando, amaba a Milo ¿cierto? No era un capricho, él siempre había estado enamorado del menor, no, no era un capricho... O ¿quizás si? Negó con la cabeza para apartar esos pensamientos.
Hola, aquí les tengo otro capítulo, espero y sea de su agrado n.n lo estaba escribiendo desde ayer pero el fútbol me llamó *-* desafortunadamente la selección de mi país quedó en vergüenza frente a toda América :).
#MeDuelesMéxico
#JugaronDeLaKK
#MisRespetosChile
#¿QuéPasóMéxico?
#AndoDepre
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