Capítulo 8: ¿Amistad?

Llegué a California y fui recibido con muy buena actitud por mi tío Charlie. Extraño de sentirme en un nuevo y distinto ambiente cargué mis maletas rumbo a mi próximo hábitat.

—¡Pero cómo has crecido Zack! — exclamó Charlie.

—El tiempo pasa por algo, tío.

Creo que el tío Charlie se sentirá feliz de que yo llege. Él era divorciado y por lo tanto, vivía sólo. Tenía un hijo, mi primo Steven, pero él ya tenía su vida hecha junto a su familia. Yo me sentía un poco raro. Acomodé mis cosas en mi nueva habitación. Los recuerdos en mi maleta también salieron y empezaba a sentir aquella angustia de empezar una nueva etapa muy lejos de mis seres queridos.

Charlie me aconsejaba a salir y conocer las calles, todo ello para hacer nuevas amistades. Pero ser así de sociable como para conocer personas tan pronto no era lo mío. Menos aún como para andar solo por las calles en las que jamás había estado. Debido a eso solo me la pasaba en mi nueva habitación y también ayudándole a mi tío en una que otra actividad de la casa.

Cuando llegó el momento de ir a Stanford para conocer, lo hice con la mejor actitud. La beca en esa tan prestigiosa universidad estaba hecha y quise ir a conocer el lugar que me albergaría un buen tiempo.

Con contratiempos y demás, llegué a la universidad. Admiré por unos minutos la fachada de la misma. No podía creer la gran oportunidad que tenía y lo que le esperaba por aprender. Girando la cabeza dirigí mi mirada hacia todos lados viendo a cierta cantidad de jóvenes entrando y saliendo.

De pronto, sucedió algo inédito.

¡No puedo creer lo que mis ojos ven! ¿Eres Zack, verdad? — Cuestionó detrás de mí una dulce voz.

Al voltear y escuchar a aquella chica mencionar eso, me sorprendí y puse cara de inquietud. No tenía ni idea de quién era y en mi mente trataba de recordar si ya había visto esa cara en algún otro lado.

—¿No sabes quién soy, cierto?

—Ammmmmm!... creo que no... no logro recordar.

A ella le causa gracia y con una sonrisa simpática dice — Pues me vas a hacer sentir mal.

Sintiendo incertidumbre yo ya no quiero pensar más y le pido que me diga de una vez quién es ella.

—¡Soy Rachel! ¡Amiga de Emily! ¿Qué te pasó que ya no me recuerdas?

¡Rayos! Yo quedé sorprendido. Esa chica era Rachel Getz, una de las amigas con las cuales Emily compartía la mayoría de su tiempo. En ese momento empecé a recordar que en aquella ocasión en el auto, Emily había dicho que Rachel se mudaría a San Francisco junto con sus padres.

- ¿Eres Rachel? ¡Wooow! ¡Pero cómo has cambiado! Con razón no te reconocía, lo siento.

Nos envolvimos en un caluroso abrazo. Yo tenía mucho tiempo sin verla. Inmediatamente yo sentí un consuelo de ver un rostro familiar.

—Pero dime ¿Qué estás haciendo aquí? — Pregunta ella.

Yo hecho un vistazo a la universidad y digo:

— Pues creo que tuvimos la misma idea.

Rachel entiende el concepto y se alegra de inmediato al saber que ambos estudiaríamos en el mismo lugar. Pude notar en su expresión que sin duda se alegró al encontrarme. Parecía increíble que el destino nos reencontrara de esa manera.

Más tarde, al salir de la universidad, luego de dar un par de vueltas al lugar, decidimos tomarnos un memento para conversar. Vamos a un café y hablamos de cómo la hemos pasado en estos últimos meses.

—Y dime ¿Cómo está Emily?

—Pues... ella está bien, muy felíz con la compañía

—Me alegro por mi niña — Dijo Rachel debido a que así se trataban cariñosamente con Emily.

—Efectivamente. Me dolió dejar Allentown, en especial por ya no ver a Michael ni a los demás chicos.

Rachel sintió nostalgia al escuchar las palabras pronunciadas por mi persona y evidentemente sabía que no me refería solamente a Michael y a los chicos, sino también a la propia Emily. Rachel sabía desde un principio que yo siempre viví enamorado de ella durante toda la preparatoria.

**************

En Allentown, Michael y Emily eran como Romeo y Julieta, siempre juntos y enamorándose cada día más. En su mente no cabía nadie más que el uno al otro. Pero como toda pareja normal, en sus ratos solos cada uno se ocupa de sus actividades personales y a disfrutar de lo que más les apasiona hacer.

Pero ocurrió algo verdaderamente curioso. Anabelle empezó poco a poco a sentir celos por Emily. La también muy guapa, jovial y atrevida chica de la preparatoria Parkland sentía que había perdido absolutamente protagonismo en ese sentido gracias a Emily. Tiempo atrás, cuando no habían conocido aún a Michael en la escuela, Anabelle era considerada la chica más popular de todas, pero esto cambió cuando el chico más galante y popular, que era Michael, fijó su interés en Emily. Esto con el pasar del tiempo fue teniendo caso omiso. Pero al ver Anabelle que Emily y Michael estaban más juntos y enamorados que nunca, eso encendía algo dentro de ella. Se mostraba tolerante ante la presencia de ambos debido a que Emily era como su hermana, lazo que aún era más fuerte que cualquier circunstancia opuesta.

Emily asiste con frecuencia a la Biblioteca Central. A ella siempre le ha apasionado la literatura y su amor por los libros era evidente. De este modo, la mayor parte de su tiempo libre la pasaba en ese lugar leyendo libro tras libro, obra tras obra.

En ocasiones, Emily solía ir acompañada por Anabelle, su ahora única confidente debido a la partida de Rachel y a la vida ocupada de Isabel. Para Anabelle no era muy grato ni divertido asistir con Emily a la biblioteca, pero en su casa no hacía nada mejor, así que prefería acompañarla para salir del aburrimiento de su hogar.

Cierto día, las dos chicas se dirigieron a la biblioteca. Anabelle acompañó a Emily, tal cual costumbre. Al entrar son atendidas por un individuo muy amable y servicial. Era el nuevo bibliotecario del lugar, el encargado de ser el guía de las personas que no saben a qué sitio de la biblioteca acudir. Las chicas se sorprenden debido a que nunca lo habían visto antes. La gentileza y simpatía impresiona a Anabelle por lo que siempre murmura con Emily al voltear a ver a aquél joven.

—Emily ¿Ya viste que atractivo está el bombón ese?

—¡Si, cómo no notarlo, es muy gentil — Emily como toda mujer que aprecia la belleza masculina evidentemente le da la razón.

Anabelle siempre está lanzándole piropos para llamar la atención de aquel chico para tratarlo de sonrojar. Lo primero que piensa tontamente es en hacer que Emily conozca más a aquel chico, pero Emily la bloquea diciéndole que ella no tiene nada más que buscar en un hombre.

—¡Emily, eres una amargada! ¿Tú crees que Michael no conoce más chicas?

—Eso no puedo saberlo, pero estoy consciente en lo que yo hago, además, ¿por qué quieres involucrarme a mí? Ni siquiera lo conocemos.

—El hecho de que estés con Michael no quiere decir que no puedas conocer más personas — Fueron palabras de alguien a quien no le interesa nadie más sino ella misma, así era Anabelle.

Al salir de la biblioteca se topan de nuevo con aquel chico. Los piropos de Anabelle no paraban. Esto ocurría con frecuencia. El lugar favorito de Emily cuando no estaba con Michael era la biblioteca. Para ella era el lugar perfecto para pensar y encontrarse con ella misma mientras leía los libros de su interés. Después de aquél día Anabelle como cosa rara acompañaba siempre a Emily, por caso contrario, cuando no habían conocido a aquel simpático y gentil muchacho para ella era un calvario acompañar a Emily a ese lugar.

Al entrar y ser recibidas de nuevo por aquel chico, se tomaron un tiempo para conocer más de él, obviamente todo fue obra y gracia de Anabelle.

—¡Hola guapo! Yo soy Anabelle y ella es mi amiga Emily

—¡Hola señoritas! Encantado, mi nombre es Blacke... Forster

—¡Mucho gusto Blake! ¿eres nuevo aquí verdad?

—¡Es correcto! Es mi primer semana, estoy para servirles.

De esa manera se conocieron. Blake quedó encantado de conocerlas a las dos. De pronto, una idea maquiavélica llegó a la mente de Anabelle, la cual era hacer que Emily se conociera mucho más con aquel chico. Al disponerse a salir las dos de la biblioteca, Anabelle pone en marcha su plan.

—¡Por Dios que tonta soy! ¡Lo olvidé por completo!

—¿Qué pasa Anabelle? — Responde Emily asustada.

—¡Mi madre me necesitaba hoy a las 8:00 pm. Quedé en ir con ella al hospital!

—¡Son las 7:45 ya! ¿Qué harás?

—¡Debo ir como de rayo! Lo siento Emily, te tendrás que ir en taxi a tu casa, si no traes dinero yo te presto.

Ya era tarde y la biblioteca estaba por cerrar. Las dos habían llegado en el auto de Anabelle y al irse ésta, Emily no tenía otra opción que tomar un taxi de regreso a su casa; algo que no le agradaba para nada debido a que nunca había subido a uno ella sola y sabía que podía ser peligroso. Pero Blake escuchó toda la conversación e intervino inmediatamente.

— ¡Si quieres yo te llevo! Mi auto está aquí afuera y mi hora de salir está próxima.

Inmediatamente Anabelle trató de persuadirla para que aceptara la propuesta. A Emily no le pareció para nada la idea, debido a que para ella, Blake era un desconocido, muy gentil y caballeroso pero desconocido de cualquier forma.

—¡No, no, gracias eres muy amable pero no te quiero molestar... tomaré un taxi de vuelta a mi casa

Blake entendió perfectamente el motivo del por qué Emily se negó. En otras ocasiones, al saber Michael, que Emily iría a la biblioteca, él le preguntaba si iría acompañada o si no, él mismo la pasaría a recoger. Pero en este caso, Emily le dijo que iría acompañada por Anabelle y por tal motivo regresarían juntas a casa. Pero su "NO" tuvo éxitos y Emily abordó un taxi de vuelta a casa. Fue algo peligroso para una chica de su edad andar sola en un taxi a esa hora pero ella no tuvo otra opción.

A la mañana siguiente Michael pasó por ella a su casa y salieron a divertirse un rato. Emily no quiso contarle nada respecto a lo ocurrido la noche anterior. Estando juntos se olvidaron de todo ya que con el simple hecho de verse el uno al otro no les hacía necesitar nada más.

Cada cierto tiempo, la rutina de Emily era la misma, ir a la biblioteca a despejar su mente y a continuar la lectura de las obras que dejaba pendientes. Esto con más frecuencia lo hacía sola ahora ya que Anabelle la acompañaba en contadas ocasiones.

Un día, Anabelle hizo acto de presencia en la mansión Burgesandler en busca de Michael. Fue recibida por la ama de llaves y ésta inmediatamente informó al joven de la visita que había llegado. Michael se asomó desde arriba y vio a Anabelle de brazos cruzados cerca de la entrada.

— ¿Anabelle? ¿Qué haces aquí?

— ¿Es así como recibes a tus visitas?

— ¡Lo siento, pero me sorprende tu presencia aquí! ¡Anda, sube!

Evidentemente a Michael le sorprendió la presencia de Anabelle en su casa, debido a que nunca ella había hecho tal acción sola. Anabelle quiso sacar la villana que llevaba dentro palabra con palabra.

—¿Quieres tomar algo? ¿Qué te ofrezco? — Inmediatamente Michael echó a andar su hospitalidad.

—¡No, gracias, estoy bien así!

—De acuerdo, entonces ¿A qué se debe tu presencia?

—Sólo pasaba por aquí y quise pasar a saludar, creí que Emily estaría aquí.

—¿Emily? ¿Hoy? ¡No! Es más... Yo creí que estaría contigo

—¡Claro que no estaba conmigo! Le pregunté si iría a la biblioteca hoy y me dijo que no, que vendría aquí contigo — Con esas palabras lo único que quería Anabelle era hacer quedar mal a Emily.

—¡Eso es absurdo! Ella no me dijo que vendría...

Haciéndose la pensativa y como pensando en voz alta Anabelle pronunció — Claro, el tipo de la bibloteca...

—¿El tipo de la biblioteca? ¿A qué te refieres con eso?

—¡Oh, lo siento! No debí decirlo...

—¡Ahora dilo Anabelle! ¿Cuál tipo de la biblioteca?

—Es que, el otro día conocimos a un tipo, el nuevo bibliotecario y al parecer a Emily le simpatizó mucho. De hecho ya no ha querido que yo la lleve a su casa, porque se regresa con él.

A pesar de la sorpresa que le llevó escuchar esto, a Michael le extrañó mucho al caso de no confiar en las palabras de Anabelle. El pensaba, si todo era cierto ¿Por qué ella quería delatar a su mejor amiga, su casi hermana?

—¡Es ridículo lo que me estás diciendo!

—Yo tampoco lo creía, Michael, y me parece muy mal lo que Emily está haciendo.

—Si todo lo que me dices es cierto, lo tendré que comprobar. Pero por el momento, no puedo confiar en ti, Anabelle...

—Haz lo que tengas que hacer Michael, pero tú no mereces eso. Pero no le digas a Emily que yo te dije, más allá de todo ella es mi amiga.

Finalizó la pésima obra de actuación de Anabelle y se marchó de la casa. Michael quedó muy pensativo pero en el fondo no creía nada de lo que había escuchado. Él conocía y confiaba en Emily y no la creía capaz de un engaño de esa magnitud. Caminaba por el pasillo con una copa en sus manos pensando y tratando de acomodar la idea de lo que Anabelle le había dicho.

¿Lo comprobaría por él mismo?

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