Capítulo 1
Es Allentown, ciudad situada en el condado de Lehigh, Pensilvania, Estados Unidos. Hermosas calles se ven alegradas por el ir y venir de automóviles. Así como también personas venturosas caminando en su ajetreo diario. En dicha ciudad vive un empresario llamado Kevin Vincent Burgesandler. Él está al frente de una exitosa compañía llamada BGroup. Este tiene una esposa llamada Deborah Smith Burgesandler y en el seno de esa familia han nacido sus hijos mellizos, Michael y Julie Burgesandler, con 10 años de edad.
Son una familia de muy alta estima y evidentemente acomodada, pese a su condición social. A simple vista no parece faltarles nada, a pesar de que viven en tranquila y libre armonía. Vincent es un padre de familia muy ocupado y dedicado a su trabajo, sin embargo, nunca pasa desapercibida a su esposa e hijos y le gusta pasar su tiempo libre conviviendo con ellos.
El mayor orgullo es su hijo Michael, ya que es varón y según su teoría, es su futuro sucesor en la compañía que ahora se encuentra en élite. Es un chico que se caracteriza por su belleza física, por ser muy curioso y sociable, sobre todo con sus amigos de escuela. Pero todo eso no es excusa para que Vincent haga de lado a su hija, Julie, quien es una chica bastante hermosa, culta, inteligente y dedicada. Ella es su mano derecha para cuidar y atender a su esposa Deborah, ya que posee una enfermedad rara en su especie que al parecer le fue heredada de sus ancestros cercanos. Esto le ha causado en numerosas veces alteraciones de salud en donde ha tenido que ser hospitalizada de inmediato.
A pesar de dicha enfermedad, Deborah lleva una vida normal al lado de sus dos hijos inseparables y sobre todo de su ocupado y orgulloso esposo.
En esa misma ciudad vive una familia muy diferente socialmente a los Burgesandler. Ellos son muy humildes y se ganan el sustento diario trabajando duramente, dado que sus condiciones económicas no son muy elevadas. Esto hace que apenas les alcance para sobrevivir. Esa familia son los Dinkelman, comandada por Bob y Emma; esposos con un único hijo al que llamaron Zack. Bob es el hombre de la casa y su trabajo no es el más sobresaliente; es encargado de limpieza del Hospital Sacred Heart Health Care System, de Allentown. Empleo que desempeña desde hace diez años pero que nunca ha podido mejorarlo pese a que no cuenta con la experiencia académica como para optar por un mejor puesto.
Zack es un chico muy reservado y tímido pero de buen corazón, lo cual siempre lo ha caracterizado. Su cabellera es tan abundante que sus padres quisieran mandarlo a una estética canina, según sus bromas. Además, es muy inteligente y es por lo que Bob y Emma se sienten orgullosos. Al nacer, su madre tuvo complicaciones y es por ello que decidieron no tener más hijos que solo Zack. El chico lleva una buena relación con sus padres pero sobre todo con Emma, siendo esta su confidente en todo lo que sucede en la juventud de su hijo.
Siendo este reservado y tímido, no tiene amigos a su alrededor. Prefiere estar solo incluso en la escuela, su pasión es más por la lectura que por divertirse lúdicamente con chicos de su edad. Sin embargo, su actitud siempre es amable y abierta con toda persona que se refiera a él.
*
En el recinto de la familia Burgesandler; un día como cualquiera cenaban todos en la mesa.
- ¡Aquí termina otro agitado día de trabajo! - exclamó Vincent, suspirando profundo.
Su esposa Deborah y sus hijos se alegraban al ver llegar al hombre de la casa.
Dichosos de compartir la mesa una noche más, pasa algo inesperado; Deborah sufre un colapso ocasionado por la enfermedad que lleva con ella desde niña. Vincent, como es de esperar, se asusta junto con sus hijos e inmediatamente Deborah es hospitalizada de emergencia. Vincent lleva a su esposa al Hospital Sacred Heart Health Care. Tras horas de tratamiento intensivo para ella, un desconsolado Vincent espera con sus hijos en el pasillo.
- ¿Va a estar bien verdad papá? - preguntaba Julie con la voz entrecortada
- Claro que sí hija, tu madre estará bien - respondió Vincent secándose las lágrimas.
Un señor que trabaja en la limpieza de dicho Hospital se asombra al notar la tristeza que rodeaba a aquél hombre. Este señor era Bob Dinkelman. Con pena pero decidido al final se acerca a Vincent y le pregunta el por qué de sus penas.
- Disculpe señor, ¿Sucede algo grave?
Inmediatamente Vincent le habló sobre la gravedad de su esposa y sobre esa rara enfermedad que acarreaba desde niña, incurable al parecer.
- ¡Mi esposa está muy mal! Pero ¿quién es usted?, ¿lo conozco? - agregó de manera nada cordial.
-¡No, no! - responde Bob - Es solo que me ha llenado de incertidumbre verlo aquí tan triste junto a sus hijos, supongo que sí se trata de algo de gravedad...
- ¡Pues así es! Expresó Vincent - ¡Mi esposa ha padecido una rara enfermedad desde niña y no la ha dejado vivir como a toda persona normal! - agregó con lágrimas en los ojos y agachando la mirada.
- Hoy cuando cenábamos tranquilamente, sufrió un síncope y hasta ahora no ha reaccionado.
Un pensativo Bob se refirió a él de una manera inspirada. Cada palabra pronunciada por Bob era confortable para un desanimado Vincent.
- ¡En verdad lo siento! - Pero tenga mucha fe en Dios y jamás lo va a desamparar a usted ni a su esposa. A veces en la vida Dios nos pone muchas pruebas, las cuales nos hacen unirnos más como familia... Dios hará con su esposa lo que sea su voluntad, pero tenga mucha fe en que su esposa seguirá viviendo y saldrá de este hospital... - De esta manera Bob seguía dirigiéndose a Vincent colocando su mano en la espalda de aquel inconsolable hombre.
Cada palabra pronunciada por Bob era confortable para un desanimado Vincent.
Al igual que su esposa, Bob era un hombre creyente y temeroso de Dios, por ende muy religioso y debido a ello lo impregnó de palabras tan sabias y confortables que llenaron a Vincent de una paz y tranquilidad interior.
Bob y Vincent sostenían esa amigable conversación cada día que se topaban en el Hospital; esto debido a que Deborah estuvo internada en el mismo. La enfermedad, al parecer grave, que invadía a Deborah, fue controlada milagrosamente y por consecuencia fue dada de alta 72 horas después de haber ingresado de emergencia.
- Señor Burgesandler ¡Su esposa ha mostrado una mejoría y será dada de alta hoy mismo! - informó el doctor del hospital.
Al ver la mejora de su esposa, Vincent se sintió el hombre más alegre del mundo y le dio las gracias a Bob por haberlo fortalecido emocionalmente en cada momento de tristeza que pasaba al estar en el hospital esperando noticias de su esposa.
- ¡Señor, tenía usted razón! - exclamó felizmente Vincent - mi esposa ha mejorado y será dada de alta - agregó.
- ¡Me da mucho gusto saberlo! - respondió sonriendo Bob - Yo sabía que nada malo iba a pasar - agregó dándole un abrazo.
Vincent se sorprendió al ver la acción de aquel hombre que todavía seguía siendo un desconocido para él.
- Le agradezco su atención para conmigo en este tiempo - dijo Vincent dirigiéndose a Bob - pero permítame presentarme ahora... Mi nombre es Vincent Burgesandler - expresó ofreciéndole la diestra a Bob.
- ¡Mucho gusto señor Burgesandler! - respondió Bob tomándole la mano. - Es un placer, yo soy Bob Dinkelman
A Vincent le agradó mucho aquel hombre y no quería que la amistad establecida con Bob se terminara así que le ofreció emplearlo en su prestigiosa empresa viendo el empleo que sostenía en ese Hospital.
- ¡Encantado señor Dinkelman! Dígame algo... le ¿gustaría cambiar de empleo? - preguntó un raro y generoso Vincent.
Bob no sabía cómo reaccionar y dijo
- Pues es lo que llevo años intentando pero nunca lo he conseguido - respondió Bob.
- ¿Usted tiene familia verdad?
- ¡Desde luego que sí! - Tengo a mi esposa y a mi hijo en casa
- Muy bien, quiero proponerle algo, yo soy dueño de una exitosa empresa y quiero darle empleo si usted lo permite
Bob quedó inmutado tras la generosa y amigable oferta de Vincent por lo que se sintió apenado.
- Pero ¿Por qué querría usted darme empleo si a penas y me conoce?
- Usted me ha caído muy bien, y no es por ofenderlo pero el trabajo que desempeña aquí no es el más fructuoso para alguien que tenga familia - recalcó Vincent.
Después de minutos discutiendo, Bob accedió a la oferta de trabajar en la empresa de Vincent.
- ¡En verdad se lo agradezco! - expresó un entusiasmado Bob - ¿Cuál es su empresa? - preguntó.
Vincent le dio su tarjeta y lo citó a que se presentara determinado día para proceder a emplearlo.
*
Al día siguiente, la casa de los Burgesandler se llenaba de júbilo al ver llegar de vuelta a Deborah después de salir del hospital. Los niños Michael y Julie no podían estar más felices al ver a su madre todavía con ellos.
- ¡Qué bueno que estés de vuelta mamá! - exclamaron al unísono los mellizos rodeándola con abrazos.
- ¡También me alegra verlos mis niños! - ¡Los amo! - respondió Deborah abrazando a Michael y Julie.
El Sr. Vincent llenaba de atenciones a su esposa Deborah en casa e inmediatamente procedió a contarle acerca de aquel hombre con quien había entrelazado un lazo de amistad. Posteriormente la informó de lo que le había propuesto a ese hombre.
Al estar ya mejor de salud, Deborah no podía creer la actitud de Vincent para con Bob, debido a que Vincent se caracterizó por ser alguien orgulloso a quien no le hace mucha gracia convivir con personas de escasos recursos como lo era Bob.
Bob ya formaba parte de la empresa Burgesandler y día con día se desempeñaba mejor en su puesto. Luego de largas conversaciones en la empresa Burgesandler, Vincent le propone a Bob que lleve a cenar a su familia a su lujosa casa.
- ¡Ven con tu familia a mi casa para disfrutar un delicioso banquete! - Dijo amigablemente Vincent.
Apenado siempre, Bob acepta con una sonrisa y mucho agradecimiento la invitación de Vincent.
Bob informó a su esposa Emma y a su hijo Zack sobre la invitación que el Sr. Vincent le había hecho y ellos quedaron tan sorprendidos como él.
- ¡Mujer arréglate porque mi jefe nos invitó a cenar a su casa! - exclamó Bob cuando cruzó la puerta de su casa - ¡Tú también Zack! - agregó refiriéndose a su hijo.
Una sorprendida Emma responde
- ¡De dónde salió ese señor!... primero te da trabajo y ahora nos invita a todos a tu casa - dijo de manera no muy convencida.
- ¡No cuestiones mujer! No lo dejaremos plantado. Él es un buen hombre y ahora es mi jefe
- Siento un poco de pena, se nota que es un señor adinerado y no acostumbro a hacer acto de presencia en lugares de lujo, como obviamente es su casa- expresó Emma.
- ¡Vamos Emma! Yo ya le dije al señor que sí iríamos
Luego de minutos de conversación Emma accedió y tomaron camino hacia la casa de los Burgesandler .Apenados como ya es costumbre, no sabían qué hacer ya que no estaban acostumbrados a poner los pies en un lugar de clase refinada como eran los Burgesandler.
Los Dinkelman llegaron por fin a la enorme casa de su jefe, el Sr. Vincent. Al ver que Bob cumplió su palabra, un sonriente Vincent les dio la bienvenida a su lujosa mansión. Allí esperaba su esposa Deborah y sus hijos Michael y Julie. Zack obviamente asistió con sus padres.
Bob presentó a su familia e inmediatamente Michael, como era un chico muy sociable y curioso entabló conversación con Zack. Julie, por su parte, solamente saludó a aquel chico.
- ¡Hola, me llamo Michael! - Dijo el hijo del Sr. Vincent de una manera muy amigable - ¿Vamos a ser muy buenos amigos como nuestros padres verdad? Cuestionó con una sonrisa.
- ¡Qué tal, yo soy Zack! - respondió el chico - ¡Claro que sí! - Agregó sin mucho que decir
Sentados a la mesa las dos familias conversaban de la manera más augusta y compartían anécdotas; No obstante, Michael y Zack ya eran unos pequeños confidentes y se fueron a jugar al cuarto de Michael dejando a los demás en la mesa.
- ¿Te gustan los videojuegos? - preguntó Michael.
- ¡Desde luego!
- ¡Vamos a mi cuarto, te los mostraré!
En el cuarto del joven Michael, los dos chicos jugaban cómodamente videojuegos y discutían acerca de lo que les gustaba hacer. Inmediatamente un lazo de amistad amarró a los dos chicos.
Los adultos también entraban en confianza mutua. Deborah le mostraba su cocina a Emma mientras sostenían una conversación de mujeres mientras que Vincent y Bob seguían discutiendo en la sala.
- ¡Tiene unos hijos muy bonitos y educados! - expresó Bob.
- ¡Gracias, el tuyo también lo es! - respondió sonriendo Vincent - ¡Pon a tu hijo a estudiar donde estudian los míos!__ agregó.
Y así fue... Evidentemente Bob no contaba con los medios suficientes como para que Zack estudiara en la misma escuela que Michael y Julie por razones obvias; pero una vez más, el espíritu generoso que se había apoderado de Vincent hizo que llegaran a un acuerdo y ayudaría a Bob con los gastos escolares de su hijo.
Pasaron los días y la amistad entre los Dinkelman y los Burgesandler estaba cada vez más sólida. Se acababan las vacaciones y Zack tenía una nueva escuela en donde iba a ver siempre a su ahora mejor amigo Michael. Los dos chicos hacían de todo juntos.
Él visitaba con frecuencia la casa de los Burgesandler y pasaba tardes geniales jugando a lo que sea con Michael. Zack nunca había tenido a un amigo así debido a su timidez, pero al parecer eso había quedado atrás y Michael por su actitud si tenía más amigos pero ninguno se había vuelto tan cercano como Zack lo estaba siendo ahora.
Un día Michael también invita a su casa a sus dos mejores amigos de escuela; ellos son Clayton y Jacoby. Michael inmediatamente presenta a Zack. Los cuatro chicos se la pasan de lo mejor jugando videojuegos y demás actividades lúdicas.
- ¿Y dónde está Julie? - pregunta Clayton.
- ¡Está abajo con mamá! - responde Michael.
- ¡Anda llámala para que venga!
A pesar de ser niños, él siempre ha sentido atracción por Julie, la hermana de Michael.
- ¡Baja y ve a decirle tú! - dice Michael riendo en son de broma
- ¿A él le gusta tu hermana? - pregunta Zack.
- ¡No, él solo está molestando! - responde aún riendo Michael.
Es así como pasan el día los chicos, jugando, bromeando y riendo por todo. Es así como Zack, un chico antes muy tímido y sin amistad alguna, ahora ya tenía amigos de verdad en Jacoby, Clayton y principalmente en Michael.
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