031.
Ese día se llevaría a cabo la circuncisión de los príncipes y el Reino se estaba preparando para la gran celebración.
Sin embargo esa noche también sería la ceremonia de Mihrimah la cual estaba en mis brazos llorando.
—No quiero a ese hombre.—Solloza sin pudor mientras yo acaricio su cabello si tiendo su dolor.
No podía entender lo que sentía porque gracias a Alá puedo ver mi futuro con alguien que amo pero ella no, a ella la estaban obligando a casarse.
—Lamento no poder hacer nada por usted Sultana, odio verla en este Estado.
Mis palabras fueron suaves y ella poco a poco se fue separando limpiando sus lágrimas.
—¿Y como vas con mi hermano? Oí que te ha vuelto a llamar a sus aposentos y lo he visto más feliz que nunca gracias a ti.
Intenta sonreír y cambiar el tema tan delicado de su boda mientras limpia sus lágrimas con elegancia y cuidado.
—Estamos bien...—Me sonrojé.
—Alá mediante espero que pronto le otorguen una provincia, ¡Ya quiero ser tia!—Exclama con una sonrisa animada y yo río levemente.
—Tiempo al tiempo, Sultana.
Me veo interrumpida por unos golpes en su puerta. Ambas nos ponemos de pie y cuando las puertas se abren dejan ver a varias muchachas entrando con varias telas y joyas en sus manos.
De inmediato el animado rostro de Mihrimah cambia a una de tristeza.
—Lo siento Sultana debo ir a ver que todo esté bien antes de la circuncisión de los príncipes. —Me reverencié ante ella y salgo de sus aposentos.
Toda la ceremonia de los principes transcurrió de la mejor manera y para cuando llegó la noche le tocaba a la Sultana Mihrimah ser "celebrada"
En todo ese día no había visto a Mehmed lo que me ponía algo triste, extrañaba sus besos y su calor.
Una vez que terminé de prepararme estaba dispuesta a ir al harén pero Fakria se cruzó en mi camino y pronto lo impidió.
—Ryhan, la Sultana Mihrimah la busca.
Asiento con la cabeza y de inmediato apresuré su paso a aquellos aposentos.
Al entrar y reverenciarme veo a la señorita Afife hablar con la Sultana.
—Sultana...—Exclamé al verla vestida de rojo y me acerco con cautela.
—Cómo podré vivir con él...—Solloza la Sultana cabizbajo.
—Sultana...Nadie ha logrado cambiar su destino en este mundo. Aunque sea la Sultana no puede cambiarlo y solo queda que usted lo acepte.
Aunque odié aquellas palabras de Afife sabia que la mujer tenía razón, nadie podría salvarla ahora.
—Que destino duro. ¿Que hice mal? ¿Cual fue mi crimen para merecerlo?
—Usted no ha hecho nada mal.—Intervine y la Sultana toma mi mano.—Confie en Ala, si usted se opone a su destino no estará tranquila nunca.
—Ryhan tiene razón.—Ahora habla afife tomando la mano libre de Mihrimah—Acepte lo que él planeó para usted y le dará días felices.
La veo bajar lentamente la cabeza y una lágrima baja por su mejilla.
—Permítame un momento con Ryhan, Afife.—Habla suavemente y esta asiente levantándose lentamente.
—Si, sultana. Aviseme cuando esté lista para ir a su boda, la esperaré afuera.
Cuando Afife abandonó los aposentos Mihrimah se arroja a mis brazos y yo la atrapé sorprendida.
Ella sollozó un poco, dejando soltar lo último que tenía guardado. Dejando soltar su desesperación y aceptando poco a poco su destino.
Le acaricié la espalda y unas palabras salen de mi boca incluso sorprendiendome a mi misma.
—Le prometo Sultana que usted se liberará de este matrimonio, haré lo que sea necesario para brindarle a usted y a los príncipes la seguridad que necesitan.
La Sultana del Sol y la Luna lentamente se aparta de mi mirándome con un brillo en sus ojos. Me permite limpiar delicadamente las lágrimas de su rostro y me sonríe más calmada.
—Lo sé, Ryhan. Alá sabe que destino tiene para ti y se que la grandeza para ti no tendrá límites.
Le sonrío un poco y la ayudo a colocarse el velo.
—No deje que nadie más la vea vulnerable. Usted es una Sultana poderosa, levante su mentón y demuestre que nadie ni nada tiene el poder de derrorarla.
Mis palabras parecen enderezarla y su rostro cambia.
—La esperaré en el harén con las demás criadas.
Ella asiente y me apresuré a salir para dirigirme al harén.
—Camila.—Exclamé al verla y ella me abrazó.
—Ryhan, que día duro haz tenido ¿No?—Me pregunta mientras acomoda los últimos detalles para la entrada de la Sultana.
—Bastante.—Suspiré aún algo triste por Mihrimah.
—Acomodense para la entrada de la Sultana, rápido.—Sumbul comienza a gritar y a moverse como un loco y todas nos formamos en línea a cada lado del harén.
—No no, Ryhan. Ve con las sultanas a los aposentos, la Sultana Mihrimah fue muy clara, ella te quiere allí.—Fakria se apresura a hablar y me da un empujón para moverme.
Sorprendida me dirijo con prisa a donde se llevaría la ceremonia. Al entrar me reverencio ante todas las sultanas de la habitación y la Sultana Hürrem me ve con una sonrisa indicándome que me quede cerca de ella.
Todo pasó muy rápido y podía sentir la tristeza de Mihrimah, parecía un funeral.
Una mujer cantaba mientras algunas muchachas caminaban al rededor de la Sultana y finalizaban poniendo algo que no logré comprender en las palmas de su mano para luego colocar una cinta roja, quizás se trataba de alguna tradición que no entendí por completo.
Luego todo siguió normal. Unas muchachas bailaban y entretenian mientras yo permanecía muy cerca de la Sultana que parecía más tranquila con mi presencia.
Luego de un rato el sultán hace presencia en la ceremonia y lentamente le quita aquel velo rojo que cubría el bello rostro de Mihrimah. Culmina poniéndole un collar en su cuello luego de citar un hermoso poema para su hija y deja un beso en su frente tomándola de ambas mejillas en bendición a su nueva etapa ahora como esposa.
Al finalizar la ceremonia fui hasta los aposentos del príncipe Mehmed notablemente perturbada por esa boda, ver la tristeza de Mihrimah rompía mi corazón.
Quise justificar a Hürrem de esta injusticia contra su hija pero, no pude. Sabía que Rustem de sería un buen aliado para ella pero ¿Entregarla a ese hombre a cambio de poder?
—Ryhan...—La voz de Mehmed me sacó de mis pensamientos.
Ni siquiera había notado que ya me encontraba dentro de sus aposentos.
Me reverencié rápidamente con las mejillas sonrojadas y el se acerca a mi para tomar mis mejillas y besar mi frente.
—Mi amada, he notado que estaba pérdida en sus pensamientos. ¿Que es lo que la perturba? —Exclama con dulzura mientras me guía hasta la gran cama.
Se coloca detrás de mi y reparte besos por mi cuello mientras poco a poco desabrocha mi vestido. Sus caricias y atención hacen que cierre mis ojos dejándome mimar por el príncipe.
Pronto mi vestido cae al suelo y el baja sus besos a mis hombros mientras sus manos recorren mi cuerpo.
Poco a poco una fina tela me cubre y me percató que me ha colocado la bata de satén para cubrirme.
Ambos terminamos acostados y él me pega a su pecho. Me limito a solo acurrucarme en él y a trazar círculos imaginarios sobre su duro torso.
—Dime, que sucede mi amor.
—Nada.—Murmuré.—Me cuesta simplemente entender la decisión de la Sultana.
—Lo sé, pero no podemos interferir en ello.—Suspira el también y levanté la mirada para conectar nuestros ojos.
Mehmed besa mis labios con suavidad y ambos nos acomodamos para dormir.
De inmediato una pregunta pasa por mi cabeza.
¿Y que tal que si se pudiera interferir?
Si la Sultana Hürrem casó a Mihrimah para garantizar la seguridad de sus hermanos ante la eminente amenaza que significaba el príncipe Mustafá, quien era el principal heredero a la corona y actualmente gobernante de Manisa, debía de hacer que Mehmed compita con su hermano.
Que Mehmed deje esa inocencia de lado y que piense en su futuro y en el de su familia. Debía enfrentarse a su destino de una vez por todas pues ya no somos niños y esto es una guerra de supervivencia aunque el no quisiera verlo de esa forma.
Pero por supuesto que sabia que la rivalidad implicaba una gran amenaza a nuestras vidas pero estaba dispuesta a dar mi vida y haría lo que sea para garantizar la seguridad de mi amado y de los demás príncipes.
Mehmed debía gobernar la provincia de Manisa.
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