027.


—Sultana.—Me reverencio ante Mihrimah y ella me hace un ademan para que me acerque a su lado.

—Ryhan, solo quería mencionarte que mañana hablaré con su Majestad.—Exclama decidida.—Alá mediante me permitirá ver a mi madre, llevaré a Cihanger conmigo y tú me acompañaras

Asentí de inmediato la cabeza, podría hablar personalmente con la Sultana Hürrem sobre lo que vi este tiempo de ausencia.

—Por supuesto Sultana.

—Ve a descansar, mañana ve a los jardínes cuando el sol éste en su punto más alto.

Vuelvo a asentir con la cabeza y después de realizar la reverencia salgo de sus aposentos.

Sentía mucho dolor en el cuerpo, quizás por toda la tensión que estaba viviendo. Masajeo mi nuca y luego estiro mis brazos. Lentamente me adentro al haren donde ya estaban todas las muchachas. Cambio mi ropa h me arrojo junto con las demás, la verdad no tenía fuerzas de subir a los aposentos que me correspondían por ser favorita.

—Ryhan.—Exclama Camila y cuando me ve sonrie ligeramente.— Ven, te haré unos masajes, se nota lo tensionada que estas.

Y así mi fiel amiga masajea mis hombros. Poco después se le une Victoria haciéndome masaje en mis pies y aunque de muy mala gana Cecilia también lo hace en mis manos.

—Me siento consentida.—Carcajee y ellas sonríen.

—Todo sea por la futura sultana.—Bromea Cecilia y yo le sonreí.— ¿Por qué aún no te has embarazado? ¿Acaso eres infértil?

—No.—Niego de inmediato divertida.—Es contra las normas, Mehmed no tiene una provincia a su cargo y si me embarazo me veré obligada a abortar e incluso podrían desterrarme.

—Es raro que Mehmed no haya pedido por ti, nunca haz pasado una noche sin él cuando el príncipe esta aquí.—Menciona Camila y eso me hace dudar.

Tenía razón.

—Quizás solo esté ocupado. Con lo de la guerra y esas cosas...

Unas risas me interrumpe. Mis ojos van a unas muchachas que están riendo y frunci el ceño al ver que me observaban.

—¿Que es tan gracioso?—Gruñí.

De inmediato cuando se acercan noté que eran las amigas de Nurbahar pero ésta no estaba con ellas.

—¿Y su perro, pulgas?—Me burlé de ellas sin embargo no cambiaron su rostro

—El príncipe esta ocupado..—Habla una.

—Pero con su favorita.—Finaliza la otra.

Mi cuerpo se tensiona rápidamente y me levanto haciendo que las chicas dejaran de masajearme.

—No necesitan caer tan bajo e inventar cosas..—Exclamé intentando mostrarme segura pero la rabia y el dolor punzaron  mi interior.

—Nurbahar está con el príncipe Mehmed esta noche.—Se burlan ambas.

Mi mundo parecía derrumbarse y sin pensar mis pies rápidamente cruzaron todos los pasillos.

—¡Ryhan!—Escuché gritar a Camila a lo lejos pero no me importó.

—Deseo ver al príncipe Mehmed.—Le dije a uno de los guardias. Mi respiración era tan agitada indicando que estaba teniendo un ataque de ansiedad.

—Lo lamento, el príncipe está con su Haren.

Y esas palabras me dejaron helada. No pude emitir ni una sola palabra y tampoco siento cuando Camila me toma en sus brazos y lentamente me guía hasta el harén nuevamente.

No podía reaccionar, mi cabeza sólo pensaba en Mehmed con esa maldita serpiente, sus manos...aquellas manos que me acariciaron tantas veces ahora tocaban a otra, sus labios estaban sobre otra, otra estaba en su habitación.

—Ryhan.—Mi nombre se siente como un eco muy lejos.—Vamos Ryhan.

Camila me sacude y vuelvo a la "realidad"

—La llamó, llamó a esa maldita.—Mi voz salió entrecortado y mi labio tembló.

Pero no haría ningún show, después no podía hacer nada.

—Tienes que descansar.—Camila me ayuda a acostarme y me quedo allí hecha bolita.

Ni siquiera supe cuándo me quedé sola en la habitación, ni cuándo mis lágrimas comenzaron a resbalar por mi mejilla ni cuándo me quedé dormida con el corazón dolido.

En la mañana siguiente me levanté y me coloque un vestido enviado por la Sultana Mihrimah.


El sultán había accedido a la petición de su hija y partiriamos a Edirne al mediodía.

Pasé primero por el cuarto médico y me mencionaron que, en mi regresó, debía permanecer porque una plaga al parecer se estaba acercando al pueblo.

Al llegar a los Jardines veo que hay un carruaje preparado con varios guardias sin embargo la Sultana no estaba aún.

Veo a los guardias reverenciarse y frunci el ceño un momento al creer que lo hacían por mi pero la voz de Mehmed me saca aquella duda.

—Ryhan.

Poco  a poco volteo y me reverencio con la mirada en el suelo. No me atreví a verle a los ojos, no podía.
Tampoco hablé, un nudo poco a poco se formó en mi garganta.

—¿Que sucede?—Pregunta y toma mi mentón para intentar levantar mi rostro.

Su tacto me quemó por lo que no pude evitar dar un paso hacia atrás y deshacer aquel agarre.

—¿Amor mio...?—Murmura y yo levanto ligeramente la vista pero no lo miré a él.

La Sultana Mihrimah venía escoltada por Balibey y a detrás una criada con Cihanger en brazos.

—Sultana.—Me reverencio.—Príncipe.—Me reverencio ante Cihanger y este niño me sonrie y pide que yo lo cargase.

Por supuesto que no tuve ningún problema en hacerlo y cuando el niño estuvo en mis brazos escondió su rostro en mi cuello.

—Señorita usted huele a fresas.

No pude evitar reír y cuando volví a ver a Mehmed, recordando que él estaba aún a mí lado, mi sonrisa se apagó.

Él me miraba con un brillo en sus ojos y me aclaro la garganta.

—Príncipe, con su permiso.—exclamé con frialdad y me reverencio para ir detrás de la Sultana.

—¿Mihrimah a donde irán?—Mehmed se apresura para colocarse al lado de su hermana.

—El sultán me dió permiso para visitar a nuestra madre en Edirne. Malkocoglu estoy lista.

Abrieron las puertas del carruaje y la Sultana se adentra, con cuidado dejo al príncipe también dentro de él y cuando estuve por subir Mehmed me toma del brazo con suavidad deteniéndose.

—Ryhan, la extrañaré. No sé qué haré sin usted, me sentiré vacío sin su presencia, sin su aroma y....—Comenzó a hablar intentando recitar algún poema sin embargo no pude evitar reír levemente con amargura.

—¿Vacio? Si es así, puede seguir llamando a su favorita Nurbahar para pasar las noches con ella, ya consiguió mi reemplazo.—Me atreví a responder y antes de que dijera algo más me adentro al carruaje y cierran la puerta de esta.

Mierda. Mierda. Le había manifestado mis celos al príncipe.

Al voltear mi mirada Mihrimah me miraba con una sonrisa ladeada y las cejas elevadas pero no dijo nada al respecto.

El carruaje comenzó a moverse rumbo a Edirne.

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