025.
—Tenemos que deshacernos de ella lo antes posible.—Mahidevran exclama mordiendo sus uñas de forma nerviosa.
—El príncipe Mehmed ya le ha dado un nombre.—Dice con molestia Nurbahar.
—Eso es lo de menos.—Gulfen le responde a la criada.
—No podemos cometer dos veces el mismo error, si no nos deshacemos de esta chica pronto tendremos a otra maldita Hürrem en el Palacio—Murmura molesta Mahidevran.
—¿Que sugiere que hagamos, Sultana?—Pregunta esta vez Fátima.
—¿Ustedes? Nada.—Ríe burlonamente.—En dos lunas llegarán la Sultana Shahrazad y la Sultana Hatice acompañadas por Gulfen. Con su poyo todo será más sencillo.—Suspira un poco más tranquila Mahidevran.
•
—Sultana Mihrimah.—Me reverencio ante ella.
Me había solicitado en sus aposentos y luego de terminar de alistarme me dirigí con ella lo más rápido que podía.
—¡Sarah! Me reconforta si presencia. Siéntese, tomaremos té juntas aquí.
Sonreí ante su pedido y asiento con la cabeza. Ella hace un ademán para que el resto de las criadas se fueran y nos dejaran solas.
—Sultana quería decirle que...—Comienzo suavente mientras me siento a su lado con lentitud.— Mi nombre es Ryhan, Sultana.—Exclamé orgullosamente.
La cara de sorpresa no tardó en asomarse y me sonríe.
—Señorita Ryhan me alegra que pudiese venir.—Mihrimah toma una pequeña galleta y le da una mordida.
Por mi parte asiento con la cabeza en forma de respeto mientras con delicadeza tomtomé la tetera y sirvo en ambas tazas el té.
—En verdad necesitaba una amiga en este momento.—Suspira cambiando su expresión a una más afligida.—Ya es oficial, mi madre me obligará a casarme con Rustem.—Su mano tiembla con la taza en su mano y me apresuré en tomar su mano.
Ella de inmediato levanta la vista en mi dirección y veo una lágrima resbalar por su mejilla.
—Sultana...—Murmuré mirándola con tristeza.— Yo aún soy nueva y no sé por completo las reglas, sobretodo las que poseen la sangre de la dinastía pero le prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para ayudarla.
Ella me sonríe tristemente y lentamente aparté mis manos de las de ella.
Mihrimah le da un sorbo a su té y luego deja la taza en la mesita suspirando.
—¿Por qué debe casarse?—Me atreví a romper el silencio y ella ladea ligeramente la cabeza.
—Mi madre dice que así aseguraré la protección de mis hermanos.—Susurra.
—¿Y quien es la amenaza?
—No quiero casarme con ese hombre.—Solloza sin pena a mi lado.
La Sultana se veía tan frágil y me sorprendió cuando se arroja a mis brazos aferrándose a mi.
—Preferiria morir antes de casarme con él.—Solloza—El que creía que era el amor de mi vida no me ama y ahora me casaré con ese...¡OH ALÁ!
Mi alma se destrozaba por cada palabra de la sultana y deje que una de mis manos acariciase su cabello, eso pareció tranquilizarla un poco.
—Aun así..—Susurra mientras se limpia las lágrimas y poco a poco se aleja de mi notablemente avergonzada.—La guerra contra Venecia se aproxima y la boda no se llevará acabo hasta que el sultan regrese victorioso de ella, Alá mediante llegará sano y salvo.—Murmura.
—Hasta entonces algo podremos hacer, tenlo por seguro que si hay algo que yo pueda hacer, lo haré Sultana.—Le sonrío y ella me sonríe levemente.
—Le agradezco. Ryhan eres una gran amiga para mi.—Me toma de la mano.—Agradezco Ala que mi hermano tenga a su lado a una mujer tan hermosa y noble como usted. Tenía mis dudas de usted al principio.—Suelta una pequeña risilla—Pero sepa comprender que en este palacio es difícil confiar en alguien.
—Aprecio sus palabras Sultana, le agradezco que haya depositado en mi algo tan valioso como lo es la confianza.
Y nuestra tarde juntas fue sin duda una de las mejores que había tenido. Apreciamos dos niñas riendo y chismoseando, en ese momento ni ella era una Sultana ni yo una concubina, solo dos jóvencitas sin preocupaciones.
Cuando el sol comenzaba a ocultarse me retiré de los aposentos de Mihrimah y volví al haren.
—Sarah.—Victoria se me acerca seguida de Cecilia.
—Ryhan—Exclamé y miré a mi al rededor. Había llamado la atención y dejé claro que aquel era mi nombre.—Mi nombre es Ryhan, el príncipe Mehmed me lo otorgó. A partir de ahora así me diran.
—Lindo nombre.—Ahora Camila se acerca a mi y juntas nos dirigimos a la zona superior, precisamente a los aposentos que se me había otorgado como favorita.
Al ingresar noté una gran caja sobre la cama y miré a mi amiga quien tenía una sonrisa en su rostro.
—Esta mañana lo trajeron aquí, no pude avisarte porque me dijeron que estabas con la Sultana Mihrimah.
—¿Quien lo envió?—Pregunté con curiosidad mientras me acercaba y acariciaba la gran caja de madera con apliques dorados.
Al abrirlo noté que había varias cosas dentro. Lo más llamativo un vestido de seda que combinaba con la bata.
—Oh...—Sonreíy me lo coloqué.
—Está hecho a tu medida,Ryhan. Es hermosa.—Exclama Camila admirando la tela.
Me dejé puesto aquel bello regalo de Mehmed y me senté en la cama.
—Oye, ¿Que sucede en el haren? Noté a las muchachas muy nerviosas.—Pregunté a Camila mientras ella peinaba mi cabello detrás de mi.
—La Sultana Hürrem no nos ha pagado desde ya hace algunos meses, se rumorea que se ha endeudado y no hay más dinero en el tesoro.
Me sorprendía las palabras de Camila, ya entendía el por qué la Sultana parecía más cansada y estresada de lo normal últimamente. Los problemas con su hija, Mahidevran, la casi ausencia del sultan por la guerra contra venecia,el harén...pobre mujer.
—Atención...El príncipe Mehmed.—Se escucha a Sumbul y ambas nos levantamos con rapidez.
Pero antes de siquiera poder atar la bata que llevaba puesto el príncipe se adentra a la habitación y nos reverenciamos.
—Déjanos solos.—Exclama el príncipe y Camila hace una reverencia mirándome de reojo con una sonrisa y se marcha.
—Príncipe. No sabía que venía, no me he preparado yo...—Me sentí nerviosa por su imponente presencia.
Sus pasos hasta a mi fueron tan rápido a que no pude evitar gemir cuando me tomó de la cintura y me besó ardientemente.
Mis manos fueron a su cuello y me atrevo a pegar mi cuerpo aún más a él cuando sus manos acarician mi cadera.
—Ryhan.—Susurra juntando nuestras frentes.—Quise verla antes de irme.
—Que...¿Irse?—Mis ojos se abren con sorpresa.— ¿Por qué?
—Como príncipe estaré al lado de mi padre en esta guerra.—Besa mi frente y luego mis labios.—Le enviaré cartas y si usted lo desea también puede hacerlo. Mi bella Ryhan, la luz que guía mi camino.—Besa una vez más mis labios—Me alegro que le haya gustado mi regalo se ve tan hermosa. —Cierra sus ojos e inlaha como si quisiera sentir más mi aroma.
Yo aún estaba en shock, Mehmed se iría.
—Príncipe...—Un nudo en mi garganta impide que siga hablando y mis ojos pican.
—No llore por favor.—El acaricia mi rostro.—Debo irme. La amo, Ryhan.—Susurra Besando mi frente y luego se marcha dejándome de pie en ese lugar.
Mi corazón latió con rapidez y no pude evitar cerrar los ojos para inhalar el aroma que Mehmed había dejado en la habitación. Su aroma tan varonil y embriagadora que extrañaria hasta su regreso.
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