023.
—Me sorprende que usted éste siempre en el momento indicado.—Exclamó el Sultán mirándome y luego observa el pergamino en su mano.
Balibey me había escoltado hasta los aposentos del sultán. Al principio se había negado a permitirme el ingreso puesto que mi ropa estaba sucia y con rastro de sangre, sin embargo le había contado lo sucedido y de inmediato la apariencia quedó en segundo plano.
—Lamento lo sucedido, no quise desviarme del camino y...
—Alá ha guiado tus pasos, no pidas perdón por ello.—El sultán no puede apartar sus ojos de mí, aun se lo notaba sorprendido.— Me gustaría hablar con usted, pero en otro momento será, ahora es importante leer en privado este pergamino. Puedes retirarte.—Su vista recorrió indiscretamente mí atuendo—Será mejor que tome un baño.
Reí levemente por su comentario y rápidamente tape mis labios bajando la mirada mientra me reverenciaba.
—Disculpe.
—Puede irse.—Hace un ademan con la mano y veo una ligera sonrisa enternecida en sus labios.
Vuelvo a reverenciarme y salgo de los aposentos. Caminado hasta el Harén veo a mi amiga allí.
—Camila.—Exclame sonriente cuando veo a mi amiga a los lejos doblando las telas.
—¡Sarah! Donde haz esta...—cuando mira mi ropa abre los ojos.
—Emergencia médica, nada importante.—Me apresure a decir y reí levemente.—Acompañame a los baños, necesito quitarme esta ropa.
—A sus órdenes.—Me sonrie y toma de mi brazo para así ambas caminar.
Ambas hablabamos entretenidamente hasta que la voz de Nurbahar detiene mis pasos. También se dirigía al cuarto de baño con sus acompañantes.
Ella me mira con una sonrisa maliciosa y yo frunci el ceño cuando ni un insulto salió de sus labios, solo se adentró al baño.
—Esto no es bueno...—Susurré sintiendo mi corazón latir con fuerza.
—No des importancia, ven. Tienes que relajarte.—Exclama Camila y así lo hizo.
Mientras el agua caliente caía por mis hombros Camila me brindaba masajes descontracturantes, agradecía tener una amiga como ella. En medio de mi relajo escucho las voces de Nurbahar y algo llamó mi atención.
—El príncipe ha pedido por mí al fin, se aburrió de esa estúpida rusa. Yo sabía que volvería a mi—Carcajea.
¿Que Mehmed hizo qué?
Volteo mi cabeza como si fuese un búho y Camila me ve también sorprendida por las palabras.
Peor tenía un plan, mientras yo esté aquí, Nurbahar no iba a acercarse a Mehmed.
Rápidamente le pido a Camila que enjuagase mi cuerpo para así enredar mi cuerpo con una toalla seca y salgo rápidamente del cuarto del baño corriendo por todo el harem de esa forma.
—¡Sarah!—Grita Camila detras de mi pero no me importó debía de llegar a los aposentos.
—Pero..¡por alá niña!—Sumbul me mira horrorizado ppr mi comportamiento pero logré entrar al cuarto de favoritas que ahora era exclusivamente mio.
—Por Dios..—Susurra agitada Camila cuando llega hasta los aposentos.—Pero que...
—Visteme, llama a Cecilia y a Victoria. Me prepararán para esta noche.—Exclamé con rapidez mientras abría el armario y observaba los vestidos.
—Pero...—Camila quiso hablar pero le lance una mirada y de inmediato se fue a buscar a las chicas
No dejaría que esa vil serpiente entrara a los aposentos de Mehmed. Sabía el poder que podía tener como mujer y no lo desaprovecharia.
—Aquí estamos.—Las tres de inmediato entran al cuarto.
Cecilia comienza a inspeccionar todo al rededor.
—Yo quiero esto. Me cansé de dormir como una sucia criada.—Gruñe y yo río sutilmente.
—Lo tendras. Prometo emparejarte con el príncipe Selim cuando ambos tengan edad.
El rostro de Cecilia se ilumina y me sonrie. Al parecer le gustó la idea.
—Preparenme. Iré con Mehmed.—Exclamé finalmente.
Finalmente opte por colarme un vestido rojo y unas sutiles joyas en la cabeza y en las orejas del mismo color. Dejé mi cabello suelto y me colocaron una exquisita fragancia que me fascinó y sabía que a Mehmed también le gustaría.
[imagen ilustrativa]
—Apresurence, debo llegar a sus aposentos antes que Nurbahar.—Tomé los dos pequeños platillos que una vez fakria me había dado, los escondi en mi vestido y salí con las tres chicas detrás de mi.
Pero antes de siquiera poder salir del Harem Sumbul me detiene.
—¿Que haces? Ningún príncipe a pedido por ti..—Me mira de arriba a abajo.
—Lo sé.—Exclamé sin importancia intentando avanzar pero nuevamente Sumbul se pone en mi camino.—Muévete o la Sultana Hürrem se enterará de esto.—Susurré en amenaza. No podía dejar que Nurbahar vuelva a intentar conquistar al príncipe.
Sabía que después de todo, yo llevaba mucho menos tiempo que ella aquí. Mehmed estaba enamorado de ella y yo debía de erradicar esos sentimientos de él.
Sumbul me mira de arriba a abajo una vez más h me deja continuar el camino.
Con la frente en alto y sintiéndome muy hermosa camino por los pasillos con las miradas puestas en mi.
La noche había llegado y las antorchas estaban prendidas dejando que la calidad luz del fuego iluminara mi silueta y me brindara aún más belleza.
De repente a lo lejos veo a Mehmed llegando poco a poco a sus aposentos por lo que sonreí, Nurbahar aún no estaba aquí.
—¡Príncipe!—Me apresuré a decir deteniendo su paso.
El lentamente voltea y todos nos reverenciamos ante él. Lentamente levanto la vista cuando siento sus pasos en mi dirección y posa una de sus manos en mi mentón para que lo mirase a los ojos.
—Mi amada.—Susurra y me sonríe con un brillo en los ojos.
—Se que no ha pedido por mi pero...
—Siempre será usted recibida en mis aposentos. Adelante.—Baja una de sus manos a mi cintura y me guía hasta adentrarnos ambos a sus aposentos.
Poco a poco se despoja de los botones de su atuendo y deja a un lado su abrigo.
—¿Usted está bien?—Me atreví a preguntar cuando lo veo arrojarse prácticamente al sillón que estaba en una esquina. Claramente estaba cansado.
Por lo que debía continuar con mi plan.
Me acerco lentamente a él y sutilmente me siento sobre sus piernas tomándolo por sorpresa.
De inmediato sonríe aún con los ojos cerrados y su cabeza echado hacia atrás por lo que aproveché en dejar pequeños besos sobre sus mejillas, bajar por su barbilla y llegar a su cuello.
Lo escucho suspirar y me toma de la cintura para presionarme más a él.
—Ha sido un día cansador. Pero el que estés aquí me hace tan bien.—Abre lentamente sus ojos y yo me aparto lentamente de su cuello para así poder mirarnos.
—Si lo desea puedo irme...
Y sus labios capturan los míos en un dulce beso que duró menos de lo que me hubiera gustado. Sus labios eran adictivos.
—Luce usted ran preciosa...—Me susurra y lentamente esconde su rostro en mi cuello, de inmediato lo descubro inhalando suavemente, oliendo mi perfume.
Me estremeci por su contacto.
—Entonces, haré algo que se que le va a gustar.
Lentamente salgo de sus piernas para ponerme en posición frente a él. Comienzo a chocar los platillos que marcarían el ritmo de mi baile, comienzo a moverme sin perder contacto visual con el principe. El parecía completamente hipnotizado por mis ojos y mi sonrisa. Poco a poco fui sacando tela del vestido hasta quedar con un sutil Tul cubriendo mi cuerpo.
En ese momento los ojos de Mehmed me recorrieron por completo y me sentí una diosa, él me hacía sentir asi.
Llevé mi baile a un punto más erótico cuando me subo nuevamente a sus piernas pero no permito que me toque.
Los ojos de Mehmed ya estaban negros. Al principio no estaba segura de lo que hacía pero la sonrisa complaciente de él me hacía seguir, le estaba gustando mucho.
Mis manos recorrer su torso sobre la tela de su camisa y poco a poco voy desabotonando este para liberarlo le aquella tela y dejar su firme pecho al descubierto.
No pude evitar gemir al ver su cuerpo, Mehmed era sumamente hermoso.
El mantuvo en todo momento sus manos detrás de la cabeza, completamente relajado observando todos mis movimientos.
Meneo las caderas un poco y rozó nuestras zonas que aún estaban cubiertas por la tela de su pantalón y mi ropa interior. Me acerco a su cuello y comienzo a besarlo con suavidad mientras mi mano recorren su firme abdomen.
Sus suspiros y gruñidos me encienden y me motivan a ser más atrevida. Poco a poco bajo mis besos por su pecho y abdomen y cuando llegó a su pantalón el no se opone y me ayuda a quitarlos exponiendo su gran erección frente a mis ojos.
Jadeo con emoción y comienzo a repartir besos por toda su zona. El príncipe gruñe y cuando meto su miembro en mi boca gime gustosamente.
—Sarah.—Susurra y relame sus labios.
Con su miembro aún en mi boca levanto la vista y nuestros ojos se conectan con mucha intensidad.
Lamo, chupo y succiono mientras el gruñe.
No tardó mucho tiempo en apartarme de él para así levantarme del suelo y cargarme hasta la cama donde me arrojo sin mucha suavidad y se sube sobre mi para deshacerse de la últimas telas que me cubrían, liberando mis pechos y dejándome completamente desnuda.
Mi zona estaba completamente mojada por él por lo que no se demoró en penetrarme con suavidad.
—Mehmed.—Gemí suavemente y él no se movió esperando mis indicaciones.—Muévete.—Exclamé cuando logré acostumbrarme a su longitud.
Y no tardó en hacerlo, lo hizo duramente mientras besaba mi cuello con intensidad.
—Lo siento, no puedo dejarla pasar, El príncipe esta con su harén.
—¡Dejenme entrar! ¡El príncipe ha pedido por mi! —Escuchó a lo lejos, muy por lo bajo pero aún así pude escuchar y saber de quien se trataba. Mehmed parecia no haberse percatado del problema que surgieran a fuera de sus aposentos.
Y a mi tampoco me importó.
No pude evitar reír internamente mientras el miembro de Mehmed entraba y salía de mi. Arquee mi espalda ante el placer y sólo bastó un poco más para que Mehmed se corriera dentro de mi mientras yo me sucumbia en el orgasmo.
Él dejó un suave beso en mis labios y poco a poco salió de mi.
—Ahora quien usa a quien como objeto sexual—Bromea con diversión Mehmed y yo no pude evitar reír.
—Realmente mis intenciones eran otras—Mentí mirándole con un puchero en mis labios.—Pero, usted necesitaba relajarse, ha tenido un día pesado y yo también necesité de usted porque lo extrañaba. ¿A caso usted no lo hizo?
Posa una mano en mi mejilla y lo acaricia tiernamente con una sonrisa.
—Mi amada, he pensado en usted todo el día. Además de que mi padre me ha comentado que usted nuevamente tuvo aventuras fuera del Palacio.—Alza las cejas mirándome con una leve sonrisa.— ¿Quiere contarme?
Mehmed nos cubre a ambos con la manta y nos acostamos frente a frente mirandonos a los ojos.
—Salvé a una persona.—Susurré mientras acariciaba lentamente el rostro del príncipe mientras el me tomaba de la cintura y me pegaba a su cuerpo.—Nunca me había desviado así del camino hacia el pueblo pero me perdí en el bosque y lo encontré. No supe hasta después de que estuve frente a los Jenízaros, por un instante levantaron sus espadas y me apuntaron porque creyeron que me había escapado del Palacio.
—Escuché que eres bien vista por ellos, sin duda usted es una mujer excepcional. —Susurra dejando un beso en mi frente.
—Sabe, en realidad yo vine aquí para pedirle algo.—Exclamé repentinamente.
—¿Que desea? Lo que quiera, puede pedirmelo.—Se apresura a decir y yo río levemente.
—¿Recuerda que le he pedido unirme a su religión? Deseaba hacerlo esta noche..—Murmuré y los ojos de Mehmed brilló como nunca antes.
—Entonces, lo haremos esta noche.
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