020.

Luego de pasar toda una tarde con el príncipe Mehmed, él se fué a cumplir sus deberes. Suspiré al quedarme sola puesto que todo este día tendría que descansar.

Miré el pequeño techo que poseía la misma cama y pensé cuanto cambiaría mi vida con una sola decisión, la del sultán.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por una persona y rápidamente me siento en la cama.

—Sarah.—Exclama Camila adentrándose al cuarto y me mira con preocupación.—Por dios.—Susurra y no puede evitar abrazarme. Lo cual correspondi.— No sabes las cosas que se han dicho de ti en el harén. Tantos rumores como tu muerte o que te enviaron al viejo Palacio o que fuiste desterrada.—Me mira con un semblante de tristeza.— que ha pasado, Sarah.

No pude evitar contarle por todo lo que había pasado y Camila me miraba con un gran asombro.

—...Y ahora estoy a la espera del veredicto final del sultán.—Murmuré jugado con mis dedos.

—Sabes, eres demasiado astuta e inteligente. —Dice pensativa.— Es decir, ganaste la confianza de los guardias del Palacio y el amor del pueblo.

—No fui lo suficientemente precavida, Las criadas de Mahidevran fueron las que me delataron....

—De los errores se aprende, Sarah. —Me interrumpe rápidamente tomando mi mano.—Estas pisando con fuerza y Mahidevran esta asustada de otro modo, ¿por qué buscó ensucirte y acusarte falsamente como una criminal frente al sultán? Porque no podía desaparecerte, eres la favorita del príncipe Mehmed, protegida de Hürrem, las doctoras, los cocineros e incluso tienes guardias que te respaldan. El pueblo te ha defendido y estoy segura que ni el sultán esperaba todo esto de una criada. Sarah.—Me mira con intensidad.—te haces fuerte y por ello Mahidevran planeara deshacerse de ti, debes actuar.

—¿Por qué me dices esto, Camila? ¿Sabes algo que yo no, cierto?—Elevé una ceja interrogativa y ella sonrió de costado.

—Como dije, eres inteligente.—Ríe levemente y luego se pone sería.—Nurbahar, la escuché hablar con Fátima, creando alianzas. No pude oir del todo bien pero si entendí las palabras justas; Tu nombre,  algunos dias y deshacer.

Fruncí el ceño pensativa. La información era la suficiente para saber que un plan se estaba llevando a cabo.

—¿Y que haremos?—Pregunta Camila y yo la miro.

—Por ahora, nada. Debo informarle a la Sultana Hürrem y seguir sus indicaciones.. Se que ella querrá hablar conmigo, le he faltado el respeto al tener este secreto que pudo costarme la vida y dañar gravemente su reputación. No volverá a pasar. — Exclame firme.— Vigila a Nurbahar. Si ella está con Mahidevran es porque quiere algo a cambio, matar dos pájaros de un tiro. Si se deshace de mi, Mehmed volverá a hacerla su favorita.—Murmuré entre dientes lo ultimo y suspiro para tranquilizarme.—Te prometo Camila que tu lealtad a mi será bien recompensada.

—Tu amistad es mi principal recompensa, Sarah.—Ella e sonrie y vuelve a abrazarme.

Sumbul aga entra a los aposentos.

—Señorita Sarah.—Me miro con ¿alivio? Y su voz también fue más dulce de lo que usualmente utilizaba para regañarme—Que bueno es saber que está bien. Vengo a informarte que el sultán solicita tu presencia en sus aposentos, lo antes posible.

—Hola Sumbul.—Lo miré con una pequeña sonrisa.—Claro. Me alistare e iré.

Sumbul se retira y Camila me mira divertida.

—Vaya, ¿Ese era sumbul?—Me dice sorprendida Camila sin poder creerlo mirándome divertida.

—No lo creo, no se quejó de mi con Alá.—Exclame y ambas soltamos una gran carcajada.

Un rato más tarde cuando Camila terminó de prepararme me observé al espejo y temblé.

—¿Estas bien?—Pregunta preocupada la pelinegra.

—Que será de mi, Camila.—Murmuré triste.

—El sultán será justo, se demostró tu inocencia. Lo peor que puede sucederte es no recibir tu pago y la prohibición total de salir del Palacio. —Ladea la cabeza y yo suspiro.—Ahora vamos, no podemos hacer esperar al Sultán del Imperio.

Caminé por los pasillos con la frente en alto.  Sentí miradas en mi pero yo jamás voltee a verles.

Una vez frente a las grandes puertas les informé a los guardias que venía por pedido del sultán y cuando me abrieron las puertas mi corazón se detuvo.

Allí, delante de mí, se encontraba no sólo el sultán, si no que también estaban presentes Hürrem, Minrimah, Mehmed y Mahidevran.
Camino hasta que las puertas se cierran detras de mi y me reverencio.

Por un momento todo quedó en silencio y mi mirada estaba en el suelo, no me atreví a ver a los ojos a nadie.

El sultán se acerca a mi y se pone en frente lo que me hace arrodillarme para besar su túnica y posteriormente llevarlo a mi frente.
Una mano toma de mi mentón y poco a poco me obliga a levantarme.

Mis ojos se encuentran con los de él sultán y el se aparta.

—Rompiste una regla en el Palacio.—Comienza a hablar el sultán.—El castigo era evidente, sin embargo mi pueblo ha hablado por ti. En tiempos difíciles y próximas guerras que el Imperio atravesará la más minima ayuda puede hacer la diferencia.

El sultán camina de un lado a otro con total tranquilidad. Sus manos estaban detrás de su cuerpo y los observa a todos.

—Un corazón puro, noble y dispuesto a ayudar no será castigado en mi Imperio.—Esta vez me observa.— Es por ello que te otorgo el perdón.

Abri mis labios en asombro a sus palabras, mis ojos se abrieron y mi corazón latió cln rapidez.

—Sin embargo no puedo permitir que esto vuelva a ocurrir en el Harén. Ninguna criada tendrá el derecho a desobedecer las reglas y quedar impune. —Habla más firme.—Serás removida de tu cargo de ayudante de doctora en el Palacio.

Hasta el momento había sido demasiado bueno para ser verdad. Mis ojos se cristalizan, siento mi respiración cortarse y por un momento creia que me desmayaria.

Al mirar de reojo ví una sonrisa de Mahidevran muy poco disimulada en mi dirección.

—Tendras un cargo mayor.—Exclama de repente y la sonrisa de Mahidevran se borra en ese instante.— Dirigiras el cuerpo médico aquí y en el pueblo si lo deseas.

Hürrem lanza una sonrisa y sus hijos también. Vi admiración por parte de Mejmed y eso calentó en orgullo mi corazón.

—Pero Majestad esta criada a roto una regla,  Si la perdona dará lugar a que otras intenten revelarse y...—Mahidevran intentó rápidamente cuestionar al sultán y se ganó una mirada ensombrecida de Suleiman.

—¡Si estás presente en esta Junta no es para cuestionar mis decisiones! Tu presencia fue únicamente solicitada para disculparte. Así que procede en este instante y vete.—Exclamó duramente el sultán.—Tu acusación es perdonada por el simple hecho de que tuviste intenciones buenas, pero la próxima vez asegúrate de tenes más pruebas para apuntar a alguien.

"Intenciones buenas" Al decir estas palabras las sultanas hacen una pequeña mueca disimulada de disgusto.

—Pero...—Mahidevran apretó su mandíbula y poco a poco se acercó.—Le pido disculpas, creía que estaba poniendo en peligro a la dinastía.

Y claro, su disculpa debía ser venenosa. No esperó nada más y luego de decir aquello se retira pisando fuerte con clara molestia.

—Majestad. Le agradezco su compasión y quiero disculparme una vez más por lo sucedido, no supe pensar ni actuar acorde a la situación y solo me dejes llevar por mi corazón.—Me reverencio ante él y luego me agacho para poder besar su túnica.— Le serviré al pueblo en su nombre, larga vida a su reinato, Sultán.

Al levantar la mirada vi que Suleimán estaba complacido con mis palabras y pude ver una pequeña sonrisa oculta entre su barba.

—Puede retirarse.—Exclama sin más.

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