012.
Volteo lentamente y los rayos del sol azotan mi rostro impidiendo que viera con claridad el bello rostro del príncipe.
—Estoy celoso del sol. En este momento son sus rayos quienes acarician tu rostro.
Camino un poco para buscar sombra y así observar mejor a mi acompañante.
—Príncipe Mehmed.—Me reverencio levemente y el toma mi mentón para levantarme lentamente.
—Sarah.—Murmura y yo me sorprendo.
No sabía que él conocía mi nombre.—¿Ha almorzado?
Niego levemente cerrando los ojos cuando el acaricia mi mejilla.
—No, Majestad.—Susurre casi en un suspiro.
Recuerdos de él con su favorita azotan mi mente y me hace tensionar.
—Iré al Harén.—Levanto mi cabeza soltando su agarre de mi mejilla para apartarme.
—¿Me está evitando?—Eleva una ceja interfiriendo en mi camino cuando intento irme.
—No se que puede buscar usted en mi, Alteza. Soy solo una criada y usted ya posee una favorita.—Me arrepentí de inmediato cuando exclamé aquello.
¿Como pude decirle eso? Por Dios.
—Oh.—Parece pensar un momento con el ceño fruncido mirando en mi dirección. Estaba segura que él no se esperaba algo como eso.
De inmediato lo miré apenada con mis mejillas completamente sonrojadas.
—No quise decir aquello, discúlpeme majestad. —Me reverencio nerviosa rápidamente bajando la cabeza e intentó huir de la situación.
Toma de mi brazo y me pega a su cuerpo.
—¿Que has querido decir? ¿Que deseas ser mi favorita?—Exclama cerca de mis labios.
Elevo una de mis cejas ante su atrevimientos y levanto el mentón para acercar aún más nuestros labios.
—No aspiro a ser favorita de nadie, ni siquiera de usted, Alteza.—Exclamé con una ligera sonrisa algo arrogante.
Podía parecer sumisa aquí pero en realidad aún no podía demostrar realmente mi verdadera personalidad.
—¿Entonces? ¿Por qué de sus palabras?—Mehmed presiona mi cadera contra su cuerpo.
No quise temblar pero su presencia provocaba hormigueos por todo mi cuerpo.
No supe que contestar. Admitia mis celos conmigo misma pero ¿Con el príncipe? No podía.
—Yo se por qué.
Y sus labios presionaron los mios ahogandome un suspiro.
Sus besos me hacían tocar el cielo desde la tierra.
Mis manos se aferran a su pecho mientras el sostenía mi cadera y su segunda mano reposaba en mi cuello.
Disfruté el beso, era suave y cálido pero también era ardiente y dominante de su parte. Moría en sus brazos, sentía mi cuerpo arder y podía sentir que él por mi.
Pero nuestra intimidad solo duró un par de minutos. Me aparté rápidamente de él cuando escuché pasos cerca de nosotros.
Acomodo mi vestido y mi cabello para reverenciarme cuando la Sultana Hürrem aparece en los jardines y Mehmed no se inmutó por la presencia de su madre mientras que por mi parte moría de vergüenza. Parecía hasta divertido por la situación.
Era evidente lo que estaba ocurriendo.
—Sultana, príncipe. Con permiso.—Exclamé haciendo una reverencia y rápidamente me marcho del lugar con la mirada de ambos puestas en mi.
Mientras caminaba devuelta al castillo, ahora si en la dirección correcta, pensaba en lo hermoso que era el príncipe y su magnetismo.
Nuestros juegos, nuestro encuentro inesperado, todo era fuego con él.
Con un pie adentro del Palacio me dirijo al Harén. Moría por una buena sesion de lectura que mi mentora me había dado y un almuerzo decente.
Así fue, en mi tarde libre me dediqué al análisis del libro mientras comía algo de fruta que nos brindaba.
Sumergida en mi lectura no oí mi llamada.
—¡Por Alah, Sarah!—Me sacude la mujer de avanzada edad y me hace una señal.—Levantate, recoge tus cosas y sígueme en este momento.
Oh, aquí vamos de nuevo.
Había pasado una buena tarde y ahora seguramente debía cumplir alguna obligación. Pero lo hice, debía ser órdenes de la Sultana Hürrem pues la señorita Afife también le servía.
—¿Donde iré ahora?—Pregunté nerviosa.
Quizás mi comportamiento con el príncipe no le había agradado a la Sultana y me enviarían a un lugar oscuro a pasar mis días.
—A tus nuevos aposentos, bueno. No tuyos, pero ahora estaras aquí.—Dice sin más Afife y nos dirigimos hasta arriba, donde había varias habitaciones dentro del haren.
—¿Y por qué...? —Pregunté quedando completamente sorprendida por los aposentos.
—Aquí es el cuarto de las favoritas del príncipe Mehmed. Compartiras lugar con Nurbahar.
Suelto una carcajada agria.
—Regresaré abajo. Ahí es donde debo estar. Todo esto no me interesa.—Exclamé firme y con mucha seriedad.
La señorita Afife gira su cabeza a un punto que no sabía que se podía hacer y me observa con un semblante que podría dar miedo. Más no a mi.
No bajaría la cabeza, no está vez.
—No me interesa ser una favorita y fui clara con su Alteza el príncipe Mehmed. Esos vestidos no me interesan—Señalé las prendas a un lado.— No me interesan esas joyas.—Señalé el mueble el cual las poseía—El valor no está en lo material.
—Pero que osadía es ésta.—Gruñé Afife y yo la miro firme—Harás lo que se te ordene.
—Prefiero ir al calabozo antes de venderme por un par de lujos.—Levanté el mentón enfrentando a la mujer.—El amor por sobre todo lo demás es realmente lo que tiene valor.
—¿Señorita Afife? —Una muchacha entra a los aposentos haciendo una leve reverencia por la anciana.— ¿Que ocurre aquí? —Intenta preguntar con una sonrisa sin embargo esta se tuerce al verme.
Pero la señorita Afife no responde. En su lugar La Sultana Hürrem se hace presente en la habitación.
Las tres nos reverenciamos ante ella pero la pelirroja solo me mira a mi. Me hace una seña para que la siga u así lo hago.
Ahora si estaba en problemas porque sabía que había oído perfectamente mis palabras.
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