008.

Con gusto acepté el postre y la encantadora sonrisa del príncipe no tardó en aparecer en su rostro.

—Mi madre ha enviado esto al parecer. ¿Haz probado las delicias turcas?

—No,príncipe.—Murmuro apenada.

El no me hace esperar cuando con una mano toma esas extrañas cosas dulces y la otra lo posa en mi menton. Su dedo pulgar me acaricia un momento mientras sus ojos estaban conectados con los míos.

Su accionar provoca hormigueos en todo mi cuerpo, sobretodo en mi zona baja del vientre. Podía sentir como el calor de mi cuerpo aumentaba  y el vestido que llevaba puesto estorbaba.

Sus ojos se posan en mis labios y con su dedo pulgar los acaricia un momento. Traté de controlar mi respiración cuando éste separó levemente mis labios y así meter con delicadeza aquella delicia turca que mencionó con anterioridad.

Lentamente mastico y mis ojos se abren grandes cuando la explosión de sabor invadió mi boca quedando encantada con aquel manjar.

—Esto está buenísimo.—Chillo en emoción luego de terminar de tragar. Relamí levemente mis labios disfrutando del sabor que había quedado sintiendo como los músculos del príncipe se tensan. Sus ojos estaban completamente negros.

Yo me sonrojo por la intensa mirada del príncipe y me ánimo a ser un poco más atrevida. Con algo de disimulo me acerco a su cuerpo usando como excusa el agarrar una delicia y se lo acerco a su boca.

—Le toca, príncipe.—Sonrío coquetamente.

Y me sonrojé por mi propio atrevimiento.

El sonríe abriendo su boca y yo dejo el dulce en su boca. Lo veo masticar y cuando termina de comer me mira con un extraño brillo en sus ojos.

Inevitablemente suelto un pequeño bostezo y parpadeo un par de veces. El calor de la presencia de Mehmed y la calidez de la habitación hacen que mi cuerpo se relaje.

—¿Esta cansada? Disculpe mi pregunta. Claro que lo está y yo aquí privandole del descanso que merece.—Afirma con el ceño fruncido.

—Usted no me está quitando nada, príncipe.—Murmuré mirándole mientras mis ojos pestañean un par de veces evitando cerrarlos.—Pero si me permite iré al harem a dormir.—Susurré tímidamente.

—Nada de eso.—Lleva una mano a mi mejilla y me acaricia.

Casi suelto un gemido por su tacto, su mano era realmente suave y calidad; me sentí flotar por un instante.

—Quiero que duermas aquí.—Exclama finalmente. Estoy seguro que mis aposentos son más cálidos que el lugar donde duermes. Usted merece descansar con dignidad. El trabajo que hace por el harem es excepcional y su belleza interior reluce en el exterior, merece ser tratada como tal.

Mi corazón late por cada palabra del joven frente a mi. Sus ojos en ningún momento se apartaron de mi y pide ver las estrellas brillas en sus ojos cautivandome por completo.
Mi respiración también se aceleró y no pude comprender las sensaciones que mi cuerpo estaba teniendo.

Y por Dios ¿Quien en su sano juicio podría resistirse a sus encantos?

—Permítame.

Toma mi mano y con suma delicadeza me ayuda a ponerme de pie. Con lentitud vamos caminando a su cama y me sorprendo por la inmensidad de este.

—Vaya.—Se me escapa decir y me apeno.

—¿Le gusta?—Pregunta cómo si esperará una aprobación mia.

—Es muy amplia y...—No puedo evitar inclinarme lentamente para rodar mis dedos por las sabanas.—muy cómoda.—Murmuro con suavidad cerrando un momento mis ojos.

Al abrirlos me reincorporé para mirar a Mehmed y puedo notar que sus pupilas se dilatan levemente. Lo noté observarme con intensidad y me dedica una pequeña sonrisa.

—En verdad usted posee una belleza cautivadora.—Murmura rozando sus dedos por mi rostro hasta que su dedo pulgar se desliza hasta acariciar mis labios dejándome en completa sumisión.

Los miro a los ojos y el a los míos cuando me acaricia los labios con su pulgar. Sus palabras hacia mi hacían que mi corazón latiese como nunca antes.
Lentamente baja su mano hasta mi cuello, tocándome solo con las yemas de sus dedos. Mi cuerpo reaccionaba a él y ppr alguna extraña razón quería que sus manos jamás dejasen de tocarme.

—Le juro que quiero apartarme de usted para que pueda descansar pero mis manos se han encaprichado a tocarla.—Susurra acercando un poco más su cuerpo al mio.

Su mano libre va a mi cadera y me acerca a un más a él. En ningún momento nuestros ojos perdieron la conexión, nos miramos con una extraña intensidad que parecía abrumarnos a ambos.

—Mi cuerpo se ha encaprichado con sus caricias.—Susurré también.— No deje de hacerlo, majestad.

Y mis palabras parecieron gustarle aunque a mi me sorprendieron. ¿De donde salía esta versión sensual mia? Jamás lo había experimentado antes. Jamás había tenido este tipo de contacto con alguien más.

Temblé por mis nervios cuando el acercó su rostro al mío y terminó uniendo nuestros labios.

El gruñó y yo gemí.

Sus labios. Maldición sus labios.

Presionó mi cadera contra él y su agarre en mi cuello se hizo levemente más firme. Sometiendome a él.

Nuestros labios se movieron a un compás armonioso pese a mi inexperiencia. Perdiendo la noción del tiempo la falta de aire nos hace separarnos levemente.
Nuestros ojos vuelven a conectarse pero esta vez puedo notar que sus ojos perdieron su hermoso color, ahora estaban oscuros.

Como si todo el sueño que cargaba se esfumase en un instante mi cuerpo aclamaba por caricias del príncipe.

—Príncipe...—Murmuré y el volvió a besarme. Esta vez mucho más salvaje y a mi me encantó eso de él.

Esta vez no fue tan delicado como el anterior beso si no que fue mucho más atrevido y no me disgustó.
Mis manos se atrevieron también a tocarlo y al parecer eso le gustó aún más.

Mis manos recorrieron su pecho sobre la tela de su traje y no pude evitar desabotonar poco a poco éste para exponer así su pecho.

Él también aprovechó ese momento para desatar poco a poco mi vestido exponiendo primero mis pechos.
Me cohibí por un instante pero cuando mi vestido resbaló por mi cuerpo hasta caer al suelo el me toma entre sus brazos para que mis piernas se enreden en su cintura y así caminar hasta acomodarme en la cama con delicadeza.

Es en ese momento que nuestros labios se separan y veo sus ojos recorrer mi cuerpo.
Me siento intimidada por un instante, jamás un hombre había visto mi cuerpo y sentí mi corazón latir con fuerza.

El pareció notar mi inseguridad y abrió levemente sus labios pero no emitió palabra alguna. Pareció pensar un momento y lentamente se coloca sobre mi cuerpo para mirarnos cara a cara.

—¿Jamas te han visto desnuda?—Murmura cerca de mis labios.

—No, Majestad.—Susurré apenada apartando la vista.

El de inmediato toma mi mentón con suavidad y me obliga a mirarlo.

—¿Entonces eres Virgen? —Eleva una de sus cejas. Pude notar el interés en mi respuesta.

—Lo soy, principe.—Tragué saliva y luego mordi mi labio inferior.

Deja un pequeño beso en mis labios y se levanta para dirigirse a su clóset. Toma una camisa y vuelve.

Lentamente me siento en la cama tapando mis pechos apenada. ¿Acaso le había molestado mi respuesta? ¿Acaso ya no quería estar cerca de mi?

Bajé la mirada sintiéndome muy humillada pero ese sentimiento no duró mucho cuando Mehmed se coloca frente a mi y levanta mi mirada.

—Mereces que nuestro primer encuentro sea especial. Pero aún deseo que seas tú quien me acompañe esta noche, duerme a mi lado.—Lleva una de mis manos a sus labios y deja un beso en ella.

Mi corazón vuelve a latir con frenesí. ¿Acaso este hombre podía ser más perfecto?

—Principe....

—No diga nada.—Me sonrie acariciando mis labios con su dedo pulgar y me ayuda a colocar su camiseta en mi cuerpo.

El se deshace de su ropa solamente quedando con la parte de abajo y ambos nos adentramos en la cama.

¿Esto era permitido? ¿Él ha hecho esto con las demás concubinas? ¿Seré especial para él?

Mil y un preguntas más pasaban por mi cabeza.

El extiende su brazo para permitir acurrucarme en él. Mi cabeza queda en su pecho h escuché su corazón latir.

Él me hacía sentir como nadie nunca lo había hecho y apenas era el primer encuentro.

Su aroma inundó mi nariz y su calor me envolvió. Dejandome llevar por él, poco a poco cerré mis ojos dejando que el sueño me ganara quedándome dormida en los brazos del principe Mehmed.

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