004.
Sarah:
La Sultana Hürrem me hizo un ademán para que la siguiera. Mi sorpresa aún era evidente.
—Me llegó un rumor de que anoche salvaste a una muchacha en el harem. ¿Es eso cierto? —Habla sin rodeos mientras acomoda su vestido para sentarse en un amplio sofá.
Por mi parte me quedo de pie frente a ella con la mirada algo baja. Asiento con la cabeza ante su pregunta con las mejillas algo sonrojadas teniendo mas intriga sobre la conversación.
—Normalmente no pregunto sobre el pasado de ninguna muchacha nueva en el Palacio pero esta es la excepción. Cuéntame.
Ladeo la cabeza pensando un poco que decir bajo su mirada con sus enormes ojos verdes.
—Desde pequeña adquirí los conocimientos que mis padres me aportaban. Éramos pobres pero honrados sin embargo hace 2 años los perdí. Como era la aprendiz de una valerosa doctora de la ciudad ella cuidó de mi tras quedar huerfana. Me dedique al estudio e iba a recibir mi título pronto. —Me expresé tristemente—No he dejado nada atrás más que aquello, Sultana.
—Vaya. Lamento lo de tus padres. —Me hace un ademán para que me sentase a su lado y así lo hice. —Tener a una joven como tú en el harem es muy importante para nosotros, la profesión es difícil y no podemos perder este don que tienes. Te asignaré a las doctoras y ellas determinarán si estas lista para formar parte del harem como una doctora más.
Abro los ojos completamente sorprendida por sus palabras. Mi emoción fue evidente, quise soltar de alegría.
—¿En verdad?—Pregunté y ella asintió con una sonrisa.
—Solo te pido algo a cambio....
—Lo que sea Sultana. —Le respondo y ella me mira ahora más seria.
—Lealtad a mi. —Exclama ella completamente sería. —En este Palacio nada es lo que parece y deberás elegir de que lado estás. Si no estas conmigo estas en mi contra.
Me analiza con una expresión neutra en su rostro intentando averiguar con anticipación mi respuesta.
—La lealtad es lo más importante para mi. —Hago una pequeña reverencia con la mirada baja y mis entrelazadas por delante.—Y usted tiene la mia, Sultana.
Levanta levemente la vista y sonrío con una pequeña mueca pícara lo que le hace sonreír a Hürrem también. Complacida con mi respuesta.
—Espero que así sea.—Se levanta de su asiento y se pone frente a mi.—Seguirás con las clases que se le brinda a todas las muchachas, aprenderás nuestras costumbres y la doctora se encargará de educarte. Cuando ella lo considere apropiado podrás ejercerte como doctora del harem. También quiero que seas mi criada.
—Se lo agradezco Sultana.
Ella me analiza de arriba a abajo una vez más y yo me sonrojo, parecía analizarme esta vez con más detenimiento. Mi vestido aún estaba rasgado y manchado con sangre de Cecilia.
Pareció pensar un buen momento hasta que se le escapó una sonrisa.
—Te enviaré unos vestidos para que estés acorde y mañana haré que te preparen.
—¿Prepararme para que, Sultana? —Pregunté asombrada. La mujer era muy amable conmigo, quizás más de lo que debería serlo.
—Habrá una ceremonia. Mis hijos llegaran con el sultán y las muchachas deben prepararse. Como veras estoy muy feliz y todo debe ser perfecto. Ahora ve y sigue con tus tareas.
Hago una reverencia y salgo de los aposentos de la Sultana para seguir con mi labor.
Como había prometido Hürrem el primer vestido, que usaría como símbolo de mi servicio a ella, llegó.
No era para nada ostentoso, era un simple vestido pero aún así era una prenda que nunca habria puesto usar antes por la falta de recursos.
Me lo coloque con una gran sonrisa ya que sabía que esto era el principio de un futuro prometedor.
—¡Sarah! ¡Termina el trabajo! Todo debe quedar impecable para mañana.—Sumbul me señala con el dedo y yo le sonrío tiernamente pestañando para fingir inocencia. —No me hagas eso jovencita, apresurate.
Odiaba limpiar.
Muchas hora más tarde terminamos de preparar todo el Salón donde serían recibidos los principes y el sultán. También practicamos una danza que realizariamos las criadas pero no entendí el por qué.
—Estoy cansada. —Exclama Cecilia con el ceño fruncido.
Si bien era solo unos pocos años más pequeña que yo, se notaba que su vida fue perfecta hasta antes de ser capturada.
Aun comprendía el por qué seguía comportándose de esa forma tan caprichosa. Ella paso de ser servida a servir.
Sin embargo si quería sobrevivir a esta nueva vida debía madurar.
—Tú haz estado todo el día en esa cama Cecilia. ¿De que te quejas? —Exclama otra muchacha y Cecilia la fulmina con la mirada.
—Estoy pensando en cortarme las venas también para recibir un descanso. —Exclama otra y algunas sueltas una risa en burla.
—Bien muchachas mañana nos espera un gran día y veremos quienes serán las afortunadas. —Entra Sumbul Aga con un mejor humor.
—¿Afortunadas de que Sumbul? —Me atreví a preguntar por las demás y el me sonrie.
No sabía que podía sonreír.
—Mañana serán preparadas para los príncipes y las que sean seleccionadas iran con ellos al harem.
Todas chillaron en alegría y la sonrisa de Sumbul cambió a una característica que el poseía, una amargada.
—¡Silencio! Duerman ya y no molesten o las castigaré a todas—Ordena y se retira.
Todas comenzaron a murmurar sobre los príncipes, las más antiguas los conocían y suspiraban tontamente. Por mi parte me alejé de todas y simplemente me acosté en mi respectiva cama.
Pensé en las palabras de Hürrem. "Si no estás conmigo estas en mi contra" ¿Tenia enemigos en el mismo castillo? También pensé en la Sultana que había chocado en el pasillo, esa mujer me daba mala espina.
Miro al techo y pongo mis manos sobre mi vientre. Pensé en mis padres y en mi hermano formándose un nudo en mi garganta.
"No se preocupen por mi, estaré bien." Pensé como si ellos pudieran escucharme.
Poco a poco mis ojos se fueron cerrando y así quedarme completamente dormida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top