Capítulo 7: Sun Wukong.
Sun Wukong siempre fue un mono que le gustó el poder, siempre deseando más, porque él sabia de lo que era capaz, no le tenía miedo al reino celestial, lo había enfrentado tantas veces.
Conocido como el mono de piedra, el emperador de Jade realmente se sentiría tan estúpido por no haberlo detenido antes de que alcanzara a ser un ser poderoso.
Pero fuera de todas esas cosas malas, Wukong siempre tuvo a alguien a su lado: Macaque.
Puede que todo el reino celestial esté en su contra, pero Macaque siempre estuvo a su lado, habían crecido juntos, ahora solo quedaban ellos dos y Wukong no parecía molestarle eso, porque sentía que con Macaque era suficiente en su vida.
Macaque, su preciado Macaque.
Siempre tuvo a su luna para luchar contra cualquiera, pero un día el rey mono comenzó a cambiar, ahora se interesaba por otras cosas, pasaba menos tiempo con Macaque, pero no era porque no lo deseara, sino porque era lo mejor.
Y un día, Macaque se quedó solo por 500 años.
500 años que esperó tanto el regreso de Wukong, sintió la tristeza, la desesperación.
Y el rey mono también.
500 años fue encerrado como castigo, ni siquiera pudo decirle nada a Macaque, seguramente estaría molesto por haberle dejado sin ninguna explicación.
Entonces un día, llegó Tripitaka, Guanyin le había dicho al rey mono que podría recibir el perdón si cuidaba al monje, el mismo que le había liberado de aquella montaña. Wukong quiso negarse, pero antes de poder mentir e irse para volver con Macaque, lograron engañarlo para que se colocase una diadema dorada en la cabeza, no podía quitársela y cada vez que desobedecía, Tripitaka podría recitar algo que le ocasionaría un gran dolor en su cabeza.
...
No tuvo otra opción.
No quería hacer eso, pero era lo que debía hacer, era lo mejor.
Porque Guanyin se lo había ordenado.
...
Cuando Wukong volvió a aparecerse a Macaque, el mono albino estaba tan molesto y se veía tan mal, porque estuvo esperándolo por 500 años y nunca le dijo nada.
Macaque pensaba que se había ido a meterse en problemas, que se fue a algún lugar a entrenar, a buscar más poder, porque Wukong siempre se iba por mucho tiempo, como aquella vez que saqueó los duraznos de la inmortalidad. Wukong le ofreció a Macaque un duraznos, además de decirle que quería pasar la eternidad junto a él.
El rey mono no dijo la verdad, no le dijo a Macaque lo que había sucedido, no le dijo de su castigo. Solo le dijo que iba a irse.
—¿Otra vez?—Cuestiono Macaque, molesto, con lagrimas en los ojos.500 años solo y Wukong volvía a decirle eso.
—Voy a ir a servirle a un monje, voy a aprender más cosas.—
—...¿Me vas a dejar por alguien más? ¿Es enserio? ¿Con él estuviste todo ese tiempo? ¿Por el me dejaste solo?—
Wukong le dio la espalda, dolía tanto decir esas palabras, pero Guanyin le dijo que debía de mantener al macaco de seis orejas lejos, que nadie debía saber la verdad.
—Ya no hay nada que yo quiera aquí, Liu Er Mihou.— Esas palabras fueron suficientes para destrozar a Macaque, quien solo sintió como su precioso sueño era roto.
—Wukong... No estás hablando en serio, ¿Cierto? Deja de bromear, por favor.—
—Adiós.— Wukong dio unos pasos adelante.
Macaque solo pudo ver como el otro le daba la espalda y se iba, tan pronto como volvió, se fue.
El mono albino cayó de rodillas al suelo, comenzó a gritar de dolor, no tenía ninguna herida física, pero no deseaba quedarse solo, por favor, no, todo menos eso. Todo menos la soledad otra vez.
...
Pero Macaque no se quedó así, no podía aceptarlo. Necesitaba vengarse.
...
Buscó por mucho tiempo hasta dar finalmente con Wukong y sus compañeros. Verlo tan feliz junto a ellos le ocasionaba más dolor en su corazón.
¿Lo había abandonado porque dejó de serle útil?
¿No había sido suficiente para el rey mono?
Macaque apretó sus puños.
Si los mataba a todos, empezando por ese estúpido monje, entonces Wukong iba a volver.
Entonces Wukong no lo abandonaría.
...
Cuando el rey mono se fue a hacer algo por petición del monje, Macaque se acercó a Tripitaka, había tomado la forma de Wukong, y se acercó lo más que pudo, listo para asesinarlo, agarrándolo del cuello con una mano, mientras con la otra mostraba sus garras. Iba a destrozarlo.
—¡Sun Wukong!—Gritó el monje, quien no sabia que se trataba de alguien más que no era el rey mono, pero se dio cuenta cuando al recitar unas palabras, este no se detenía. Pero entonces, el verdadero Wukong apareció y se enfrentó a Macaque, quien en algún punto abandonó aquella forma falsa.
Oh, pero Tripitaka había recitado las palabras y Wukong estaba peleando con aquel dolor. Y por si fuera poco, dándose cuenta de que Macaque era el enemigo esta vez. De verdad quiso hablar, de verdad quería pedirle que se fuera lejos por su bien.
...
Pero si no lo mataba, Guanyin lo iba a hacer. Lo sabía, era su deber, aquella diosa se lo dejó muy claro.
"Protege al monje y mata cualquier amenaza".
El rey mono rezó demasiado en su cabeza, deseando no tener que hacer eso, deseando no ser quien acabe con la vida de Macaque. Todo menos eso.
Podría soportar todo menos perder a Macaque de esa manera. Su Macaque, su amado mono albino, a quien amaba más que a nadie.
...
Pero tuvo que hacerlo.
Y Macaque no pudo esquivarlo, porque nunca pensó que Wukong daría un golpe tan mortal.
Porque el antiguo Wukong, nunca se hubiese atrevido a lastimar ni un poco a Macaque.
...
Pero lo hizo.
...
Tripitaka le agradeció tanto, Guanyin estuvo orgullosa. Pero mientras todo eso sucedía, el rey mono seguía en un estado de shock, con la mente en blanco, con todos los sonidos de fondo.
Viendo la sangre que tenía encima, viendo el cuerpo de su amado en el suelo, viendo su bastón dorado manchado de la sangre de su luna. Se había ido.
Lo había matado.
Wukong había sufrido y perdido tantas cosas, y de verdad pensó que habría esperanza cuando vio a Macaque otra vez.
Porque estaba satisfecho con saber que Macaque estaba bien.
Pero cuando LBD llegó y comenzó a destruirlo todo, cuando las cosas empeoraron, cuando parecía que todo estaba perdido y mató a Macaque... Wukong sintió ese dolor otra vez.
...
Otra vez lo perdió.
Otra vez le quitaron algo.
Odiaba eso, lo estaba odiando tanto.
Tener que aguantar, dejarse domar, seguir ordenes, dejar de ser ese demonio que hacia lo que los demás querían. Le quitaron tantas cosas, su familia, su libertad y Macaque. Incluso ahora LBD le hizo lastimar a Macaque y a MK.
Estaba cansado, cansado de todo eso.
Estaba cansado de sentirse como un maldito perro encadenado que aceptaba lo que sucedía.
Estaba cansado de ser quien perdía todo.
Dolía, no quería pasar por eso, no otra vez, no era justo, no era justo, no era justo.
Incluso el rey mono tenía límites.
...
Y mientras aún seguía procesando el dolor y la perdida, LBD se aprovechó y lo poseyó, esta vez para que sea su recipiente.
Seguramente si antes solo iba a ser su títere y fue difícil liberarse, ahora que LBD lo estaba poseyendo por completo con sus poderes aumentados gracias al fuego de Samadhi, seria imposible de ser libre.
El mundo estaba acabado.
En la cabeza del rey mono, había una pequeña pelea, Wukong estaba a pocos segundos de romperse, no iba a poder pelear y proteger a MK.
—Tienes tanto dolor encima, Sun Wukong. Déjame sanarte.— La voz de LBD estaba en toda su cabeza, había llegado para tomar el control.
—Debo proteger al mundo...—Dijo el ser de Wukong, no podía fallarle a MK.
—No puedes luchar contra mi, Sun Wukong. Solo permíteme ayudarte, ellos, todos ellos te quitaron todo, ¿No es así? Déjame sanarte del dolor.—
Dolor.
Le quitaron todo, todo.
Todos ellos.
...
El sonido de cadenas rompiéndose resonaron en la cabeza del rey mono.
—Tienes razón, me quitaron todo.—Otra voz en la cabeza del rey mono. —Y estoy cansado de esa mierda.—
LBD, quien estaba en la mente de Wukong, había ignorado aquella voz y poseyó por completo a Wukong.
Oh, pero ese no era solo Wukong.
Cuando creía que todo estaba bien, otro Wukong la sacó del poder, agarrándola del cuello con fuerza, un rey mono con las escleróticas rojas y sus ojos dorados. Ese era Sun, el sol, la agonía, el dolor, todo lo que Wukong hubiese sido si nunca hubiese sido encerrado y domado, aquel ser que el mismo Wukong estuvo reteniendo y escondiendo. Un rey mono que tenía odio en su mirada.
—Tu... No debiste hacer eso.— Dijo aquel rey mono. LBD estaba confiada de ganar, pero aquel agarre fue fuerte, y aunque trató de poseer a ese Wukong, lo único que consiguió fue sentir dolor.
Imposible, porque ella nunca había sido capaz de sentir.
—Tu...—Dijo LBD sin creérselo.
—Si estamos hablando de dolor y determinación... Yo gano, Lady Bone Demon. No tienes idea de lo que es el verdadero dolor... Te lo voy a mostrar.—
LBD nunca había sentido miedo.
...
Pero ahora sí lo sentía.
...
La mente de Wukong se rompió justo cuando aquellas cadenas también se rompieron. Su ser se dividió en aquel momento.
Wukong, aquel que siempre siguió las reglas, disciplinado, la voz de la razón, y quien aprecia a Tripitaka.
Sun, el demonio, el arrogante rey mono que hizo al reino del cielo temblar, la rabia, la ira, sus verdaderos sentimientos, un sol en llamas, el dolor y la agonía.
Caos, el fuego de Samadhi en su ser, aquel que le llena la cabeza de la idea de simplemente destrozarlo todo.
Y Destino, el poder antiguo de LBD que ahora se volvió su poder. El poder de tener todo lo que hubiese querido, ya no necesitaba perder a nadie.
...
Sun desea proteger y cuidar.
Wukong no quiere lastimar, desea reaccionar.
Caos quiere acabar con todo.
Destino quiere controlarlo todo.
...
Es difícil escuchar a todos a la vez, pero a pesar de estar a pocos segundos de explotar, pudo lograr un balance, porque aunque cada parte de su ser quería cosas diferentes, todas tenían algo en común.
Proteger a sus seres amados.
Sun los protegería, no volvería a escuchar a dioses, nadie volvería a alejarlos.
Wukong siempre tuvo en un lugar importante de su corazón a MK y Macaque.
Caos le decía que podía destrozar a todos para proteger a los suyos.
Y Destino le decía que podía traerlos a la vida, que no debía preocuparse, porque podría crear el mundo una y otra vez.
...
Mientras aquello se mantenga, Sun Wukong no iba a perder la cabeza. El emperador debía encargarse de que todo salga perfecto, de que nadie lastime a los suyos, todo estaría bien.
Por eso es que ante cualquier peligro inminente iba a destrozarlo.
Aquel día iba a tener mucho trabajo, había regresado de un "trabajo" y se había manchado de sangre, los tres anillos de Samadhi volaban a su alrededor, en llamas. Cada paso que daba por los pasillos de su palacio parecían hacer todo temblar, a escasos segundos de destrozarlo todo.
"Protege." Una voz en su cabeza habló.
Entonces Wukong se detuvo, respiró profundamente y las llamas en los anillos se apagaron, estos finalmente se desvanecieron a la vista.
No iba a ir a ver a Macaque así, no, debía ser suave y no mostrarse molesto.
Debía protegerlo.
Oh, y que dicha fue escuchar que Macaque iba lentamente aceptando la situación.
Pronto podrían disfrutar de su final feliz.
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