Capítulo 5: Rendirse.

—¿No estás cansado de hacer eso?— La voz de Wukong se pudo oír al entrar a la habitación de Macaque. 

El mono albino se encontraba acostado en su cama, mirando al techo, con una nueva ropa puesta, casi reciente. Simplemente le gruñó al emperador al verlo, incluso su pelo se erizó ante la presencia enemiga. 

—Suicidarme es la única manera que tengo de joderte el día, ¿No?—

—No necesariamente. Es cansado tener que arreglar toda la habitación, lavarte y vestirte, pero no es algo que odie. —

—Algún día te vas a fastidiar.—

—Lo hago manualmente porque lo deseo. En realidad, puedo hacerlo todo con solo el chasqueo de mis dedos o con simplemente desearlo. También podría pedírselo a las sirvientas... Pero soy el único que tiene derecho a ver tu cuerpo y tocarte.—

Macaque soltó una vaga risa. 

—Que gracioso, Sun Wukong.—Respondió con sarcasmo. —No tienes idea de con cuantas otras personas estuve.— 

Por primera vez, Wukong mostró una nueva expresión, esta vez frunció el ceño, no pareció agradarle ese comentario, Macaque pudo notarlo. 

—Eso es parte del pasado, Moonlight. Ellos no importan, estás conmigo ahora.—

—De hecho, no. Simplemente me encerraste aquí, ni siquiera estamos juntos otra vez.—Macaque tomó asiento en la cama, el entumecimiento tras ser resucitado ya había pasado. 

—Es cuestión de tiempo para que volvamos a estar juntos.— 

—No voy a aceptarte como compañero, Sun Wukong. Porque ni siquiera me interesas, no sé quién mierda eres.—

—Soy tu pareja, Liu Er Mihou.— Dijo Wukong mientras se acercaba lentamente. —Tu me conoces, Moonlight.—

—Eso creía.—Respondió Macaque frunciendo el ceño. —Solo vete y déjame solo.—

—Que raro, pensé que deseabas tener mi atención y por eso te suicidabas... Muy malo, de hecho, gracias a ti el pobre cachorro está traumado.—

—...¿Qué?—Aquellas palabras lograron interesarle al mono albino.

—Le di un regalo a MK, puede ver a quien desee a través del espejo de la verdad. Lastimosamente tuvo que ver como hacías toda una masacre contigo mismo.—

Macaque se quedó en silencio, no estaba en sus planes eso, de verdad que MK debió pasarlo mal si tuvo que ver eso, aunque no sabia específicamente cual de todas sus muertes vio, pues siempre utilizaba un método diferente para suicidarse. 

—¿Le dijiste que estoy bien?—Preguntó Macaque. 

Wukong tomó asiento en la cama, frente a Macaque.

—Lo hice. Pero insistió en verte. ¿No es lindo?— 

—¿Qué le dijiste?—

—¿Te interesa tanto? Que lindo es ver como lo proteges, parece que tienes un gran instinto maternal... Serías una gran madre para nuestros cachorros.— Macaque hizo una mueca de desagrado mientras se acomodó más lejos del emperador.

—No creo que eso pase, ¿O acaso vas a obligarme? Mejor solo bórrame la memoria y haz lo que quieras.—

—Oh, eso sería horrible, Liu Er Mihou. Porque quiero al verdadero tu.—Wukong extendió su mano al rostro de Macaque, pero el mono albino le dio un manotazo, evitando su toque. 

—Entonces sueña con poder tocarme, imbécil.— 

—Algún día vas a ceder, vas a entender todo lo que hice por ti, por nuestro amor.—

—Mejor dicho, por tus jodidos delirios.—

—Además... Entre más pronto te comportes, más pronto podrás salir de aquí, tendrás todo lo que deseas, Moonlight, piénsalo. — 

—No tienes nada que yo desee.—

—Libertad.— Respondió Wukong.—Finalmente serás libre, nadie te hará daño, y tendrás un poder absoluto, reinando junto a mi.— 

—No quiero nada de eso.—Gruñó Macaque.

Porque lo único que quería Macaque, había sido que luego de vencer a LBD, arreglaran las cosas sin apuro, verse algunas veces y hablar mientras tomaban alcohol juntos, simplemente pasando el rato, sanando sus heridas.

Hablando sobre cosas sin importancia y sobre el pasado...

Pero eso era con el antiguo Wukong, aquel que era tan noble y justo, siempre poniendo lo correcto ante todo, porque era divertido molestarlo sobre ello, diciendo bromas al respecto de lo muy trabajador y aburrido que era el rey mono. Pero ya no era ese Wukong. El ya no era el mono dorado que Macaque amaba y conocía. 

Lo único que el mono albino deseaba, ya no existía. 

—Cualquier cosa que desees te lo daré.—Dijo Wukong.

—No tienes nada... Ya no.—Respondió Macaque, cierta tristeza se vio en su rostro.

—Mi amada luna, solo pídeme lo que deseas y lo haré realidad. Ya sea un imperio mas grande, las riquezas del mundo, un nuevo universo...—

—Quiero que te vayas.— 

—¿Estás seguro que quieres que te deje solo?—

—Si. —Respondió Macaque. —No quiero tenerte cerca.— 

—Bien, no hay problema, tenemos mucho tiempo para unirnos, Moonlight.—

—Eso no pasará nunca.—

—Puede pasar, pero simplemente quiero darte algo de tiempo... Así que mejor compórtate, mi hermosa luna. No juegues con mi paciencia.— Wukong se levantó de la cama y comenzó a caminar hacia la salida de la habitación.

—¿O si no qué? ¿Me vas a matar?— Bromeó Macaque.

—No.—Respondió Wukong mientras se giraba a ver a Macaque. —Voy a reclamar lo que es mío, tu eres mío, Liu Er Mihou. Y todo aquel que ha tocado tu cuerpo, definitivamente ya ha sido erradicado de este mundo.—El rey mono siempre fue alguien celoso, pero no a un nivel tan alto como ese. Macaque sintió un escalofrío al oír aquellas palabras. —¿Entiendes?—Preguntó Wukong.

Macaque solo desvió la mirada, ignorando a Wukong, deseando que el mono dorado simplemente se fuera. El macaco de seis orejas podía sentir perfectamente la mirada intensa del emperador. 

—Nos vemos luego, Liu Er Mihou.— Al decir aquellas palabras, Macaque volvió a quedarse solo en su habitación. Realmente odiaba ese maldito lugar.

No se sentía seguro.

Necesitaba encontrar una manera de escapar, llevarse a MK lejos de allí.

Oh, pero si el mono albino era sincero, ya lo había intentado todo.

Y si era más honesto, ya se sentía rendido.

Mei siguió riendo un buen rato, era divertido, si, pero cuando se giró a ver al otro lado, no había nadie. 

...

No, mejor dicho, no estaba a quien quería ver. Sin embargo, no pudo dejar de sonreír o ponerse triste. Porque el emperador podría estar viendo. 

Simplemente salió de allí para irse a comer en el puesto de fideos de Pigsy, un sitio que repentinamente se hizo más amplio y con más cocineros y chicos repartidores. Pero no era lo mismo. Quizás los cocineros podrían intentar replicar la receta de Pigsy, pero no era el mismo sentimiento que cuando comía los fideos hechos por su amigo el cerdo. 

Pasó de largo por el puesto de fideos de Pigsy, sabía que el cerdo no estaría allí, se supone que llegaría al día siguiente, ese día podrían reunirse. 

Caminar por las calles concurridas era una pesadilla, sabía que cada quien iba a su propio ritmo, pero Mei no podía evitar sentirse observada.

Aun era tan difícil adecuarse a ese mundo, pero el emperador le dejó muy claro las reglas si quería ver a MK. 

Mei entró a una gran biblioteca, una hermosa obra arquitectónica. 

En realidad, Mei no era mucho de leer, pero adoraba oír las historias de Tang. 

De hecho...

La chica dragón agarró el primer libro que vio en un estante y tomo asiento en una mesa, en esa misma mesa se encontraba Tang, escondido entre pilas de libros mientras escribía en su propio cuaderno. 

—¿Crees que nos esté viendo?— Preguntó Mei mientras abría el libro y hacia como si estuviese leyendo. 

Tang se sobresaltó y se fijo en la recién llegada. 

—No deberías estar aquí, es peligroso.— 

—No debe estar viéndonos todo el tiempo, ¿O si?—

—Recuerda las reglas. —

—Estoy cansada de esas reglas. Quiero nuestra vieja vida, nuestro mundo.— 

Tang suspiró, volvió a esconderse entre la pila de libros. El de lentes no podía molestarse con Mei, después de todo, él también extrañaba esos momentos. Pero no quería arriesgarse a pelear, ya se había rendido ante aquella vida.

—Esta vida no es tan mala.—Dijo Tang, al menos deberían de ver las cosas buenas, así era más fácil de soportar. —Me han encargado este maravilloso sitio, Pigsy es un famoso cocinero, incluso tiene un programa con Chang'e.—

—Si, y mi familia es tan destacada como siempre lo ha sido, ¿Sabes que incluso el emperador los tiene a su mano derecha? En aquel momento me dijo que si me comportaba podría ser la guardia de MK.— 

—¿Ves? No es tan malo.—

—¿ESTAS BROMEANDO?— Mei dejo el libro a un lado, levantándose de su asiento.

—Mei, cálmate. El puede vernos.—

—¡No! ¡Me niego a aceptar esta vida! ¡No sé donde están todos los demás! ¿Qué hay de Sandy? ¿Qué hay de Red Son? ¡MK y Macaque están con ese mono loco y tu solo te escondes entre libros!—

Tang se quedó en silencio un momento.

 —¿Crees que no quiero nuestra vieja vida? También extraño todo eso, ¿Pero qué se supone que hagamos? No hay Buda, no hay Emperador de Jade, la única autoridad en cualquier plano de la existencia, es el emperador del sol.—

—¿Entonces te vas a rendir?—

—¿Qué más podría hacer?— 

—¡Eres la reencarnación del gran monje Tripitaka! Puedes hacer algo.—

—No, no puedo... Lo siento, Mei. Pero no quiero arriesgarme y perder más cosas.—

La chica dragón le dio la espalda y se fue de allí, no iba a discutir con Tang, entendía su punto, era el miedo. 

Pero ella no se iba a rendir, y no iba a dejar que los demás lo hicieran, tenía que hacer algo

....

Aún cuando si fallaba, las cosas irían peor.

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