Capítulo 3: Sin salida.
Macaque y MK estaban yendo de un portal de sombras a otro, siempre llegando a un lugar diferente y sintiéndose cada vez más perdidos. En cierto punto el mono albino tuvo que detenerse, quedándose ambos en la mitad de una calle concurrida.
—Tendremos que irnos a pie. A este paso solo nos perderemos más, lo siento, chico.—Dijo Macaque.
—No, está bien. Entiendo que no es tan fácil...—
El mono albino pudo ver que MK parecía bastante desanimado, era comprensible, habían pasado por demasiadas cosas en tan poco tiempo, seguro el chico no había visto a sus amigos y eso también le preocupaba. Ambos comenzaron a caminar, MK siguiendo los pasos del más alto. De verdad que Macaque planeaba que huir sería más fácil, pero al menos sabia que estaba lejos del palacio de Wukong, porque podía verlo.
Un hermoso palacio que se alzaba en el cielo, sobre las nubes, con unas cascadas que llegaban a la ciudad donde estaban ahora mismo. Todo parecía ser tan lujoso y valioso, las personas parecían estar tan ignorantes a la realidad actual, se veían tan alegres y felices. Si no fuese porque Macaque y MK conocían la verdad, también hubiesen pensado que estaban en el paraíso.
—Oye.— Dijo Macaque.
—¿Si?— Respondió MK, su voz seguía sin tener emoción.
—¿Qué sucedió luego de mi muerte? Solo recuerdo hasta allí... Y de repente despierto y... Sucede esto.—
Cierto, quizás Macaque tenga demasiadas dudas que MK podría responder.
—Luego de que moriste... Monkey King sufrió tu perdida. LBD se aprovechó de eso y lo poseyó, pero... Monkey King pudo vencerla. Él dijo que... "Ella creyó que su determinación era mayor". Entonces se quedó con todos los poderes de LBD, luego dijo que haría un nuevo mundo. Traté de detenerlo, pero...—
MK se llevó una mano a su pecho, aún lo recordaba perfectamente. La mirada de Wukong, el como se había atrevido a asesinarlo. Macaque no necesitó una explicación para saber lo que había pasado, simplemente recordó lo que dijo MK antes sobre que Wukong lo había matado.
Y si alguien podría entender el dolor de MK era Macaque. La mirada que mostraba tristeza, el saber que quien te asesinó, era alguien en quien confiabas que no importa que hicieras, nunca te haría daño.
Ambos creyeron, y ambos murieron.
MK pudo sentir un brazo en su espalda, Macaque le estaba dando unas palmaditas, quizás para consolarlo.
—Tranquilo, entiendo como es.—Dijo Macaque. —No tuviste la culpa de nada.—
Porque Macaque también pasó por eso, y hubo un tiempo que se sintió culpable, donde se odio a si mismo.
—No quería... Preguntarlo tan directamente... Pero, ¿El también... Te lastimó? Solo sé algunas partes de la historia del rey mono, y en realidad no hablan mucho sobre... Lo que pasó entre ustedes.—
—Es complicado.—Respondió Macaque, seguía mirando al frente. —Alguna vez estuvimos juntos, como pareja. Pero pasaron muchas cosas... Nunca pensé que me haría daño, pero lo hizo, me mató.—
—¿Por qué?—
—También me lo pregunté. Si quizás... Fue un ataque de ira, o tal vez si fue mi culpa, pero... De todas maneras, nunca pensé que sería capaz de hacerme algo así.— Macaque miró a MK de reojo. —Así que si, entiendo lo que sientes.—
—...Debió ser horrible.—
—Lo fue. Pero ya quedó en el pasado. —
—¿Cómo lo superaste?—
—Nunca lo hice. Pero... Cuando me diste tu charla motivacional para ayudarte en la batalla contra LBD, de verdad pensé que podrían mejorar las cosas entre Wukong y yo, que... Podríamos olvidar el pasado y arreglar las cosas. Ese día supongo que lo superé.—
—...Lo siento. Si no te hubiese convencido, hubieses seguido vivo.—
—No, está bien. No es tu culpa, MK. De todas maneras, no podía dejar solo a mi estudiante favorito, ¿O si? — Macaque le sonrió, no quería que MK se sintiera mal por eso.
Aquellas palabras sirvieron, MK le sonrió en respuesta, ahora más aliviado.
—Gracias, Macaque.—
—No hay de que, chico.—
Ahora mismo debían buscar alguna forma de irse, o quizás, alguna forma de estar lejos del rey mono. Pero aun así, no sabían que hacer después, ¿Esconderse toda la vida? Tampoco sabían donde estaban los demás. Las personas que antes concurrían las calles fueron disminuyendo, incluso evitando la calle donde Macaque y MK iban. Ahora que Macaque lo pensaba, también le miraban raro, y con toda la razón, pero es que el macaco de seis orejas no podía usar su glamour, por alguna razón estaba bloqueado, la única habilidad accesible ahora eran sus portales de sombra.
—Liu Er Mihou, MK.—
Mierda.
Cuando Macaque y MK miraron hacia atrás, allí estaba sobre una nube el rey mono. De pie y con los brazos cruzados mientras les observaba.
—No te sueltes.— Advirtió Macaque a MK antes de tomarlo del brazo y llevárselo a través de un portal de sombras.
Quería evitar usar los portales de sombra porque no conocía a donde estaba yendo y, en realidad, en cualquier momento podría acabar en la mitad del océano o algo así, pero ahora mismo era su única forma de escapar del rey mono.
Pronto aparecieron en otra calle, pero casi tan pronto como salieron, el rey mono ya estaba allí. Volvieron a intentar irse por los portales de sombra, pero no importaba donde aparecían, el rey mono ya estaba allí. Su plan de usar los portales de sombra seguía siendo eficaz, pero todo acabó cuando el rey mono había logrado agarrar de la cola a Macaque y sacarlo a la fuerza de allí. El mono albino decidió soltar a MK para que este pudiese huir.
El macaco de seis orejas solo le gruñó a Monkey King y le rasguñó el rostro mientras peleaba para evitar ser atrapado.
—¡CORRE!—Gritó Macaque.
Si fuese por MK, el se hubiese quedado a ayudar, pero el portal de sombras seguía allí y termino apareciendo en otro sitio concurrido, solo decidiendo correr sin parar lo más lejos posible, aunque ni siquiera sabia hacia donde estaba yendo.
La respiración de MK estaba agitada, el joven chico no sabía que hacer, no sabía donde estaban sus amigos, no conocía el lugar, tampoco tenía su bastón, ¿Qué se supone que haría? No podía defraudar a Macaque, se había sacrificado para conseguirle tiempo y que lograra escapar, debía buscar ayuda, ¿Pero a quién? Si de verdad Wukong era el emperador, seguramente nadie iba a querer ayudar.
No, quizás...
¿Podría encontrar a Ne Zha? Quizás el podría ayudar.
Pero todas sus esperanzas se fueron cuando el rey mono apareció frente a el sobre su nube.
El rostro de MK se llenó de horror, comenzó a correr en dirección contraria, pero no importa cuanto corra, el rey mono podría atraparlo. Finalmente sintió al mono dorado agarrándole del brazo y subiéndolo a la nube para llevarlo devuelta. MK seguía peleando, forcejeando para liberarse del fuerte agarre del rey mono, pero no parecía que el emperador iba a ceder.
—¡Déjame ir!— Gritó MK.
—Esto es por tu bien, MK. —
—¡No lo es! ¡No sabes lo que dices! ¡Ni siquiera eres el rey mono!—
—Tienes razón, soy el emperador. Pero aun me conoces, sabes que nunca te haría daño.—
—¡Me asesinaste!— MK se sentía tan frustrado, tan angustiado, seguía peleando por la libertad, deseaba llorar de la impotencia.
—Tuve que hacerlo, pero te traje de vuelta. Hice este mundo para ustedes, para ti.—
—¡No lo quiero! ¡Quiero estar en el mundo de antes! ¡Quiero al Monkey King de antes!—
—Ese mundo estaba en la ruina, te salvé.—
—Esto no está bien.—
—Algún día me lo agradecerás.—
—¿Qué le hiciste a mis amigos? ¿Qué le hiciste a Macaque?—
—Todos están bien. Y cuando finalmente te comportes y aceptes la vida en este paraíso, podrás verlos.—
Nada de eso estaba bien, nada.
Pero no importaba cuanto peleara MK, no pudo liberarse.
Macaque maldecía mientras caminaba de un lado a otro en aquella habitación en la que antes había despertado. Wukong lo había logrado encontrar y volvió a traerlo allí, pero esta vez no podía usar sus portales de sombra, se sentía mucho más cansado que antes. La puerta de la habitación no podía abrirse, eso solo lo molestaba aún más, así que solo comenzó a tirar todo lo que veía, estaba molesto, mucho.
Luego de un tiempo, pudo oír pasos acercarse, sabía quien era, el olor a melocotones que antes le gustaba ahora solo le generaba desagrado. Cuando las puertas se abrieron, Macaque solo le gruñó al emperador, quien cerró las puertas detrás cuando entró a la habitación.
—¿Qué le hiciste al niño?—Gruñó Macaque.
—El está bien. Nunca le haría daño, lo sabes.—
—No, no lo sé. Antes lo sabía, pero ahora ni siquiera te conozco.—
—Moonlight, más que nadie sabes quien soy. Me conoces desde antes de haber sido el rey mono.—
—No sé quien mierda eres ahora.—
—¡Soy yo! Tu amada pareja, Sun Wukong.—
—No.— Macaque negó, ya no se sentía cómodo, solo sentía mucha molestia. —Déjame ir.—
—No... Eso no lo puedo hacer, Moonlight.—
Antes esos apodos los amaba, pero ahora simplemente era muy incomodo y desagradable.
—Déjame ir.—Gruñó Macaque, no aceptaría un no como respuesta.
—Este es tu hogar, mi amada luna. Aquí nadie te hará daño. Algún día vas a sentirte feliz aquí, este paraíso fue por ti, para que seamos felices.—
—No, no, no. Yo no quería esto.—
—¡Moriste! Tenía que hacer algo... En este mundo no hay más batallas, seremos felices. MK puede pertenecer a nuestra familia. Sus amigos están bien, todos lo están.—
—Estás demente, Wukong. Esto no está nada bien. No importa qué hagas, planeo irme de aquí. No puedes retenerme para siempre.—
—Puedo y lo haré. Aquí estarás más seguro. ¿No estás cansado de que nos separen siempre, Moonlight? Finalmente podemos estar juntos y felices.—
—Gracioso... Pero que yo recuerde, tu me asesinaste. Tu nos separaste.—
—Habían razones. Pero... ¿Por qué no solo dejamos todo atrás? Este es un nuevo mundo, por eso tienes esa forma... Un nuevo inicio. Nuestro mundo perfecto.— Dijo Wukong mientras se acercaba lentamente a su pareja.
—Aléjate de mi.— Gruñó Macaque, alejándose.
Wukong se detuvo.
—Tranquilo, no planeo hacerte daño. Pero escucha, Moonlight. No importa donde huyas, los voy a encontrar, a los dos. Este es mi mundo, sabré donde están.—
Era una advertencia, Macaque lo entendió muy bien, ahora tenía sentido el cómo fue que el rey mono pudo encontrarlo en segundos. ¿De verdad no tendría otra escapatoria? ¿Decía rendirse?
...
No, no lo haría.
Macaque rápidamente agarró del suelo un pedazo del vidrio roto del espejo que había lanzado al suelo cuando despertó. Se llevó aquel vidrio a su cuello y miró con el ceño fruncido a Wukong.
—Déjame ir. Iré por el niño y nos dejarás en paz.—
El rey mono no mostraba alguna expresión en especial, solo observaba con cuidado a Macaque, entonces volvió a acercarse al mono albino.
—¡NO TE ACERQUES! Si no te detienes... Voy a suicidarme.—Amenazó Macaque. —Déjanos ir o me voy a suicidar.—El macaco de seis orejas acercó más aquel pedazo de vidrio a su cuello.
—No te atreverías, ¿O si?—
Wukong no se detenía.
—¡Lo haré!—
—No quieres morir, solo quieres huir. Pero entiende, Moonlight. No puedo dejarte ir, esto es por tu bien, y algún día lo entenderás.—
Macaque había presionado más el pedazo de vidrio a su cuello, un poco de sangre comenzó a salir.
—Lo haré, y a no ser que nos dejes irnos, me voy a suicidar y este reino no tendrá sentido.—
Pero el rey mono no se detuvo. La mano de Macaque tembló, no quería morir, pero no quería quedarse allí. Su espalda llegó a chocar con la pared, no tenía donde ir, tampoco podía usar sus poderes, sabía que en una pelea no podría ganarle al rey mono, no cuando tenía los poderes de básicamente un Dios.
Wukong no dudaba en sus pasos, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, Macaque se cortó el cuello.
La sangre comenzó a salir a montón, Macaque soltó el pedazo de vidrio y cayó de rodillas al suelo, se llevó las manos a su cuello tratando, tontamente, de detener el sangrado.
El mismo se había cortado con la intención de suicidarse, pero ahora mismo tenía miedo, era doloroso.
Miró al rey mono, quien solo se había quedado quieto, viéndole morir lentamente, en agonía. De verdad que Macaque quería maldecirlo, insultarlo, pero ninguna palabra salía, quizás porque se cortó las cuerdas vocales.
Finalmente el mono albino cayó al suelo, agonizando, deseando que el dolor se detuviera. ¿Qué sería de MK? Solo esperaba que de verdad Wukong no le haga daño.
De verdad lamentaba dejarlo, pero no pensó que su amenaza al final se cumpliría.
...
Oh, y Wukong solo observaba, como si no sintiera nada, como si fuese un maldito insensible de mierda.
Ni siquiera su muerte parecía darle algún arrepentimiento.
...
Al menos en la muerte tendría libertad.
El dolor cesó, la agonía terminó, pero Macaque se sentía tan cansado, tan pesado.
...
Entonces abrió los ojos de golpe, con la respiración agitada.
...
¿Por qué estaba en la habitación de antes? ¿Por qué estaba limpio y como si nada hubiese pasado? Recordaba haberse suicidado, recordaba que había destrozado la habitación y ahora todo estaba como nuevo.
Su cabeza daba vueltas y dolía.
—Debes sentirte muy cansado y aturdido, está bien. Eso pasa cuando uno muere y regresa.—
La voz de Wukong puso en alerta a Macaque, quien miró al rey mono entrando a la habitación con una taza de té, acercándose a la cama donde el mono albino estaba. Macaque frunció el ceño y gruñó, quiso levantarse y huir, pero todo su cuerpo se sentía pesado y dolido, no podía moverse. Finalmente Wukong llegó a su lado, acercando una mano al rostro de Macaque y acariciándolo.
—Fue un lindo intento el suicidarte para poder huir. Pero Moonlight, ya la muerte nunca nos va a separar. No hay forma de que te alejes de mi, ¿Entiendes? No importa cuantas veces intentes matarte... Siempre te traeré de vuelta. Siempre estarás conmigo, en nuestro paraíso.—
Sun Wukong lo decía con una sonrisa, pero Macaque sentía todo menos algo bueno. Su cuerpo tembló, tenía miedo, quería irse, quería huir, veía con horror al rey mono. No quería su mano en su cuerpo, no lo quería cerca.
Oh, ¿Pero dónde iba a huir?
...
La libertad ya no existía.
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