Capítulo 21: Confianza.
Macaque se quedó a su lado, sentado en la cama mientras que el emperador aún no soltaba su mano, deseando que se quedara allí toda la vida.
—¿Entonces? Es hora de que me expliques lo que sucede. —
—Nunca pude... Controlar y unirme con los poderes de LBD o el fuego de Samadhi. —
—... ¿Es por eso que tu núcleo se ve así? —
—Algo así, supongo. —Respondió el mono de piedra. —Son como... Seres diferentes, siempre tratando de tomar el control, y cuando lo hacen y no estamos de acuerdo en algo, pierdo la cabeza. Ellos... Ellos si lastimarían a cualquiera.—
—Pero si nunca pudiste controlarlo, ¿Cómo es que no estás en llamas como cuando Mei tenía el fuego de Samadhi? —
—El imperio. —Respondió el emperador, mirando la mano de su luna. —El imperio fue creado para que tanto el poder del fuego de Samadhi como el de LBD recorran cada parte. Así no tengo que mantenerlo todo en mí, por eso hice el imperio. —
—...Entonces no era broma lo de que estás en todo el imperio. —
—No lo era. Tuve que hacerlo, incluso las barreras. —
—¿Qué es eso de las barreras? —
—La primera es con el poder de Destiny, solo una precaución y una forma de mantener el poder en uso, manteniendo cualquier otro poder sellado. Luego está la última, con el poder del fuego de Samadhi, Chaos... Por eso yo... Solo pude preocuparme cuando MK tenía intenciones de ir allá. —
—¿Chaos? ¿Destiny?—
—Es... Una manera de llamarles. Ninguno de los dos cierra la boca, siempre los escucho, siempre... Susurrando palabras, buscando destrozarme.—
—...Debiste decirle a MK sobre las barreras.—
—No puedo.—
—...Él pudo haber muerto. —
—Si. —
—... ¿Por qué no le dijiste? —
—Porque hay otras cosas que no saben, no puedo permitir que lo sepa todo, igual que tú. No quiero... No quiero que carguen con todo, ese es mi deber. —
—Pues si no le dices ese tipo de información, MK va a cruzar la barrera otra vez y va a morir. —
—Si debo encerrarlo para mantenerlo a salvo, lo voy a hacer.—
—Dices que eres el Wukong del pasado, pero aún así para ti es importante MK, pero a él no lo conociste.—
—Sigo siendo el mismo Wukong. Simplemente... Tenemos ideas diferentes.—
—...Entonces él sigue vivo.—
—Lo está, aún ahora, pidiendo tomar el control, pero no puede hacerlo. Él no tiene lo necesario, es muy... Débil.—
—Wukong puede ser todo, menos débil.—
—¿Desde cuando te importa tanto? Después de todos estos años...—
—Porque sé de lo que era capaz... Sé de lo que eres capaz.—
—Pues te equivocaste.—El emperador suspiró, tomando asiento en la cama, mirando al suelo.
—Sun...—Macaque acercó su mano al otro, aún quería escuchar más, había tantas preguntas.
—No importa lo que haga, nunca será suficiente, ¿Cierto? No podré conseguir que seamos felices.—
—...No de esta manera.—Macaque apartó su mano, mirando a otro lado. —Esto nunca fue lo correcto.—
—Era lo único que podía hacer.—
—No es cierto, y lo sabes.—
—Quizás tengas razón.—
La voz del emperador sonaba realmente triste, levantándose de la cama y caminando hacia la puerta.
—¿Por qué te vas? Aún no hemos terminado de hablar.—Macaque levantó la voz.
—No hay nada que quiera decirte ahora, Macaque.—
—Estoy aquí para escucharte, te lo dije, lo prometí.—
—Pero sé que mentiste.—El emperador le miró con una triste sonrisa.—Sé que mentías, pero de verdad quería disfrutar de tu mentira, aunque sea solo unos momentos.—
—...No puedes saber si estoy mintiendo.—
—No es difícil saberlo. Siempre fuiste el más inteligente, quien siempre pensaba en los más brillantes planes... Sé que podrás hacer todo lo que quieras.—El mono de piedra abrió la puerta, dándole la espalda a la luna del imperio.—Si voy a morir, quiero disfrutar al menos mis últimos días siendo feliz... Lamento que suene egoísta.—
Antes de que el macaco de seis orejas pueda decir algo, el emperador salió de allí.
¿Morir?
¿Sun Wukong iba a morir?
...
Aquellas palabras fueron suficientes para que Macaque se quedara sin palabras, no había nada que decir, pero había mucho para pensar. Habían más preguntas que respuestas, y tal parece que aquellos poderes hacían perderse más al emperador.
¿Qué le hizo al mundo? ¿Por qué hay barreras? ¿Qué le está pasando a Wukong?
Y ahora, la muerte de Monkey King.
Se supone que ya no importaba, luego de todo lo que había pasado, luego de tanto tiempo. Antes Macaque tenía como su primera misión el acabar con Sun Wukong, pero parece que él iba a morir por su cuenta, o sea que todo esto...
¿Acaso solo quería jugar a la familia feliz para llevarse ese recuerdo antes de morir?
La voluntad de Macaque pareció vacilar, pero luego volvió a reaccionar. Quizás todo esto era una mentira, Wukong podría estar mintiendo otra vez.
...
Pero Macaque sabía como se oían las mentiras del emperador.
Y esta vez, él no mintió.
Aquel día pasó muy pronto, pronto sería hora de la cena, y parecía que esta vez no comería junto al emperador, tal vez aquello que hizo fue muy arriesgado, ahora solo sería encerrado, estaría solo, como al principio. Miraba al espejo, preguntándose si, quizás, debería ver cómo estaban sus amigos, como estaría Red Son o Mei... O Macaque.
Pero MK tenía miedo, sabía perfectamente que el espejo podía mentirle, como antes, así que no podía confiar en el.
¿Qué se supone que debía hacer? ¿Qué debería de esperar? El príncipe solo pudo acostarse en la cama y mirar al techo, esto no estaba bien, ¿En qué estaba pensando? ¿Qué está pasando? En momentos como este odiaba ser Monkie Kid, tener el destino del mundo en sus manos y no tener a un mentor a su lado, ¿Qué se supone que debía hacer? Ni siquiera podía contar con sus amigos.
Estaba solo.
Entonces, el sonido de la puerta siendo tocada llegó a los oídos del humano, pero lo ignoró por completo, solo serían las sirvientas entregándole la cena y colocándolo en la mesa.
—Espero que no te moleste que te acompañe.—MK reconocía esa voz.
La estrella del imperio tomó asiento en la cama, mirando a Nezha de pie frente a él, ¡Allí estaba! También trajeron la cena, pero eso no era lo importante.
—¿Nezha? ¡Nezha!—MK se levantó y fue corriendo a abrazar al pequeño príncipe de loto.
—¡Me asfixias!—El pequeño príncipe se quejó mientras MK se disculpaba y lo soltaba.
—¡Lo siento! De verdad extrañaba verte... ¡Y eres tan pequeño y lindo! Yo solo...—
—No lo menciones.—Nezha lo interrumpió, aun no estaba nada satisfecho con su forma de niño.
—¿Cómo te dejaron venir a verme? Yo... Supuse que estaba castigado o algo.—
—Lo estás.—Nezha respondió.—Pero yo no.—
—¿Qué quieres decir?—
—Soy... Algo así como tu... Hermano menor, supongo.—Nezha suspiró, parecía bastante incómodo con tener que decir eso.—Me devolvieron el titulo de príncipe de loto, o algo así. Ellos me dicen... Olvídalo.—Nezha pareció querer olvidar eso.
—¡Es genial! ¡Entonces somos hermanos!—
—No lo digas, por favor.—
—Si, yo... Lo siento, me emocioné un poco.—MK sonríe.—Me hacia falta... Algo así, ¿Sabes? Algo bueno para olvidar todo esto.—
Nezha no podía enojarse con el chico, ciertamente esto era una situación complicada, necesitaba apoyo, compañía, una mano amiga.
—Entiendo.—El príncipe de loto sonrió.—Aunque, seguro que debes hacerte una idea de qué hago aquí.—
—...¿Estás molesto?—
—Sé lo que hiciste, MK.—
—...Lo siento.—MK se rascó la nuca, nervioso, mirando a otro lado.—Yo... Sé que no debí hacerlo, no debí pedir que te cambiaran de sitio, debí pensar en que... Monkey King podría hacerte algo. Simplemente tenía miedo...—
—No querías perder a tus amigos, lo entiendo.—
—Entonces... ¿No estás molesto?—
—Lo estoy, pero no hay tiempo para eso.—Nezha lo mira a los ojos.—Quiero saber qué es lo que piensas, siendo totalmente honesto.—
—No podemos... No podemos hablar aquí.—
—Tengo confianza en que está ocupado en otras cosas.—
—¿Cómo lo sabes?—
—Te lo contaré en otro momento. Mientras te negaste a seguir mi plan, tuve que recurrir a otros métodos. Solo... Quiero saber si esta vez puedo confiar en ti.—
—...¿Qué es lo que quieres, Nezha? ¿Qué es... Ese plan?—
—Mi trabajo es cumplir las ordenes del emperador de jade, soy el tercer príncipe de loto. Deberías saber de que mi principal prioridad es mantener el orden correcto, la justicia. Y lo que está haciendo Wukong... Debe detenerse.—
—Eso... No respondió mi pregunta.—
—Detener a Wukong. Que el mundo siga su curso como está destinado.—
—...¿Sin importar las muertes?—
—Chico, entiendo que quieres mucho a tus amigos... Pero el mundo debe mantenerse como debe ser.—
—No íbamos a derrotar a Lady Bone Demon, lo sabes... Si Wukong no era el que gobernaba, sería ella.—
—¿Lo estás defendiendo?—
—Yo... Simplemente no sé que se supone que debe ser lo correcto... ¿Qué hubiese pasado si Wukong hubiese acabado con Lady Bone Demon? ¿Si hubiese revivido a nuestros amigos?—
—No se puede jugar con la muerte, MK. Habrá un desbalance de poder, es algo que no debe suceder.—
—¿Qué hay de Macaque? El fue sacado del Diyu.—
—Eso... Fue algo que no vimos. Nadie pensó que Lady Bone Demon haría algo así, se supone que ella no iba a ser una amenaza.—
MK se abrazó a sí mismo, caminando por la habitación, meditando sobre sus opciones, ¿Qué se supone que debería de hacer? Parecía que no había opciones, no había solución. No era nada fácil tomar una decisión cuando podrías perderlo todo, nada de esto parecía ser divertido, no era... No era justo.
—Debes hacer lo correcto, MK.— Nezha habló.—Entiendo que puede dar miedo, pero...—
—Si volvemos, Lady Bone Demon acabará con todo... ¿Eso es mejor?—
—¿Qué otra opción hay? Eso es...—
—¿El destino?—MK lo miró.—No quiero... No quiero creer en el destino, Nezha. Entiendo que esta situación no sea buena, pero si hay que elegir entre qué persona va a destruir el mundo, prefiero que sea Monkey King.—
—...El mundo va a colapsar. Es demasiado poder, no puede reescribir la historia del mundo, ¿Deshacerse de Buda y el emperador de jade? ¿Crees que simplemente los desapareció? MK, ese poder no desaparece, el lo consume, Sun Wukong puede ser poderoso, pero no estable.—
—¿Entonces qué hay que hacer? ¿Cuál es tu plan?—
Nezha iba a hablar, pero se quedó en silencio. Aquello fue suficiente respuesta para MK.
—Eso pensé.—Respondió el humano, con cierta tristeza en su voz.—Quiero que confíes en mi. Yo... Haré mi propio plan, pero quiero que cualquier cosa que yo decida, estés de acuerdo.—
—MK, eres Monkie Kid, eres el único que puede hacer algo. ¿De verdad estás seguro de lo que vas a hacer?—
—Aún no.—MK sonrió.—Pero siempre que tenga el apoyo de los demás, siento que puedo hacerlo. Necesito hablar con Macaque y mis amigos, pero prometo hacer lo correcto.—
—¿Y cómo se supone que sabrás que es lo correcto?—
—Porque va a doler... Pero será lo mejor, ¿No?—
Aquella sonrisa en el rostro de MK parecía estar llena de tanta melancolía. Nezha lo sabía, incluso escuchar eso venir del chico parecía ser demasiado. Dolía tener que dejarle esta gran carga a MK, pero no había otra forma, nadie más tendría una oportunidad como esa.
—No tienes que hacerlo solo.—Nezha habló.
—No estoy solo, ¿Cierto?—MK colocó una mano en el hombro del pequeño.—Voy a hacer lo que deba hacer, yo... Veré lo que puedo lograr.—
—¿Y vas a tomar la decisión tu solo?—
—Primero quiero hablar con Monkey King. Quizás... Pueda averiguar más sobre este mundo, llegar a un verdadero acuerdo.—
—¿Estás seguro de lo que haces?—
—No realmente... Pero si de algo estoy seguro, es que no me haría daño. Al menos no esta vez.—
—...Bien, pero ten cuidado, MK.—
—Lo tendré, hermanito.—
—No me digas así.—
—¡Perdón! Es que eres tan pequeño y yo...—
—Olvídalo.—Nezha suspira.—Promete que vas a tener cuidado.—
—Lo prometo, tranquilo. Ahora... Deberías irte, podrían regañarte.—
—¿Regañarme? ¿A mi? ¿Un príncipe? Te hace falta algo de lecciones, chico. No es posible que un simple sirviente regañe a un príncipe, solo debes demostrar tu valor, ya vas a saberlo.—
—Cierto, tu si eres un príncipe real.—MK sonríe.
—Tu quizás no, pero eres un héroe, chico.—Nezha le sonrió.—Así que no te rindas, ¿Bien? Confió en ti.—
Y sin más que decir, la pequeña estrella del imperio se retiró de allí, dejando a MK con una gran sonrisa en su rostro, sintiéndose mucho mejor tras esa charla. Al menos esta vez, no habría preocupación y tristeza, solo la determinación de planear un plan perfecto.
Si, podía hacerlo, podía idear un buen final, algo justo, lo correcto.
Porque todos confiaban en él.
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