Capítulo 20: Respuestas.
Tras el suceso de MK escapando, Monkey King se había tomado un momento solo, y luego envió un mensaje con uno de sus clones hacia la biblioteca imperial.
La cabeza del emperador dolía, era un caos, apenas podía mantenerse tranquilo, aún el recuerdo vivo de que casi perdía la razón y asesinaba a MK lo estaba atacando.
Por suerte pudo detenerse.
Había logrado regular su respiración, caminando por los pasillos mientras se apoyaba en las paredes para evitar caerse, se supone que quería llegar a su habitación, pero su propio cuerpo tenía otros planes.
Finalmente abrió la puerta de una habitación, encontrándose con Macaque, quien recién salía del baño, mirando como el emperador se tambaleaba.
—¿Sun? ...—
No hubo respuesta, y antes de que el emperador se cayera, Macaque se puso a su lado, sirviéndole de apoyo al mono de piedra para que lograra caminar hasta su cama, lugar donde se acostó, con la luna a su lado.
—¿Qué te pasó? —Preguntó Macaque.
—Casi hago algo terrible...—El sonaba tan afligido.
—¿Qué cosa? —Preguntó Macaque, acomodando el pelaje de la cabeza del emperador, como una manera de consuelo. Necesitaba respuestas y el mono de piedra estaba con las defensas bajas.
—Casi mato a MK...—
El toque de la luna se detuvo.
—¿Por qué?... —
—Yo solo... Me sobresalté demasiado, es que hizo algo tan... Tan peligroso. —El emperador se cubrió el rostro. —¿Qué hubiese pasado si no llegaba a tiempo?... Entonces él hubiese...—
—No entiendo de qué me estás hablando. Ya lo mataste antes, se supone que no habría diferencia, no hay muerte que no se pueda arreglar, tú lo dijiste. —
—...Eso no significa que me guste verlos morir una y otra vez...—
—Hay algo que no me estás contando. —
—Yo no lo asesiné la primera vez, no fui yo... Yo no podría...—
—El niño opina diferente, lo asesinaste. —
—No, no, yo no lo hice. Ese es... Ese es el problema. —
—No podré entender nada a no ser que me lo digas. —
—Chaos... —Fue la única respuesta de Sun. —...Chaos lo hizo antes... Destiny iba a volver a hacerlo. —
—¿Qué quieres decir con eso? —
—Yo... —El emperador trataba de buscar las palabras correctas, pero nada parecía salir de su boca. —Te lo contaré, pero por favor...—Sun agarró de la mano a Macaque. —Quédate conmigo, a mi lado... Necesito... Necesito calmarme. —
—...Me quedaré aquí, no te preocupes. Tampoco es como si tuviese un lugar donde huir. —
Sun dejó escapar una corta risa, luego se terminó de acomodar en la cama, cerrando los ojos mientras se acostaba de lado, sosteniendo la mano de la luna, quien siguió sentado a su lado, observándole.
—¿Qué te sucedió... Wukong? —Murmuró con nostalgia Macaque, como si algo fuese a contestar esa duda.
Aunque quizás, con suerte, pronto tendrá una respuesta a su pregunta.
MK había ido a su habitación, un lugar vacío, porque Nezha ya no estaba y el comenzaba a lamentar eso, de verdad hubiese sido maravilloso verlo a él. Mei tampoco estaba, y el príncipe tenía miedo de no saber si su amiga se encontraba bien.
El príncipe se acostó en su cama, deseando tanto a alguien con quien hablar, todo había pasado tan rápido, sus ilusiones fueron rotas y hace tan solo unos minutos vio a Monkey King casi perder la cabeza.
¿Habría sobrevivido a eso?
MK no lo sabía.
...
Aunque su soledad fue interrumpida por el sonido de su puerta ser abierta, ni siquiera se molestó en mirar, seguro no era nada importante.
—Príncipe, tiene visitas. —Era la voz de una sirvienta.
—No creo tener permiso para eso...—Respondió MK, cubriendo su rostro con su almohada.
—Ya está aquí, y el emperador lo solicitó. Espero puedan conversar. —La sirvienta se retiró.
MK iba a ignorar a cualquiera, porque si el emperador lo solicitó, seguro no era nada bueno, o al menos nadie importante o agradable.
—¿MK? —Pero la voz era tan familiar.
El príncipe tomó asiento en la cama, fijándose en la persona que había entrado a su habitación, no podía creerlo.
—¿Tang? —
—Hey, que... Bueno ver que estás bien. —
—¿Cómo?... ¿Por qué estás aquí? —
—El emperador me solicitó venir, y aquí estoy. —
Entonces, antes de poder sentirse feliz, MK lo recordó.
Tang fue quien lo delató.
—... ¿Por qué? ¿Por qué le dijiste a Monkey King que fui a las barreras? Yo... Estaba tan cerca de conseguir respuestas. —La voz de MK sonaba dolida, se sentía traicionado.
—...Lo siento, lo siento mucho, de verdad. Pero no podía permitirte ir allí. —
—¡Estoy buscando una forma de liberarnos de él! ¿Por qué le dijiste? ¡Se supone que somos amigos! —
—¡MK, escucha! —Tang se acercó s él, agarrándole de los hombros. —Entiendo que estés molesto, ¡Pero tenía que hacerlo! —
—¿Estás de su lado? —
—¿Qué? No, no... MK, entiendo que creas eso, pero...—
—¡Me traicionaste! —
—¡Lo hice para salvarte! — Había desesperación en el rostro de Tang. —Yo... Lo hice para salvarte, tenía que hacerlo...—
—¿Salvarme de qué? ...—
Hubo dolor en el rostro de Tang, tristeza.
—...Te mentí, sí sé sobre las barreras. Y sé que, si hubieses cruzado esas barreras, hubieses muerto. —
—¿Qué? —
—Cuando te fuiste, supe que irías allá, ¡Entiendo que quieras detener a Monkey King! Pero las barreras... No podrías haber pasado por ellas. —
—¿Cómo lo sabes?... ¿Qué tanto sabes? —
—Lastimosamente, sé demasiado, MK. —Su voz sonaba tan cansada, finalmente lo soltó y tomó asiento a su lado. —Yo estuve... Desde el inicio de este imperio, yo hice los ajustes. —
—... ¿Qué quieres decir con eso? ¿Desde el inicio? ¿Cómo? —
—Mientras... Ustedes, todo el mundo, estaban... 'Dormidos', yo estuve junto a Monkey King, por mucho tiempo. —
—¿Solo? ...—
—Si. —Tang miró al chico. —Sé que esas barreras no son una salida, no una real, no para nosotros. Pero la primera, es la que contiene todos los poderes, seguro serías capaz de usar tus habilidades en ese momento. —
—De hecho... Si. —MK lo recordó. —Entonces... ¡Lo sabes! ¡Sabes muchas cosas! ¿Por qué no me lo dijiste? —
—...Porque no tenía opción. Yo solo... Debo hacer lo que el emperador me pida. Sé muchas cosas, MK, pero no puedo decirlo todo, lo siento. —
—... ¿Entonces por qué me estás diciendo esto? El... Él podría enterarse y molestarse. —
—El me lo pidió. —Tang lo agarró de las manos. —Me dijo que debía contarte algunas cosas, porque quizás... Así entiendas la situación, porque si yo te lo decía, me ibas a creer. —
—¿Cuál situación? —
—Esto... Esto no es una cárcel, MK... Al menos no para nosotros. —Respondió Tang. —Esto es un lugar seguro. —
—¿Qué quieres decir con que no es una cárcel? ¿No has visto todo lo que sucede? —
—MK, escucha, sé que es difícil, y sé que es terrible, sé muchas cosas, más de las que quisiera. —
—...Y no puedes decírmelo todo, ¿Cierto? —
—Solo quiero que sepas que no hay lugar más seguro que el palacio, ¿Entiendes eso? Yo tampoco quiero esto, pero... No hay nada que nos espere más allá. —
—...Hay una forma de detenerlo, él me lo dijo. Y no voy a detenerme hasta que me permita ver a Macaque o me dé una explicación. —
—Lo que sea que busques, no está allá afuera. Y debes saber que en cada lugar está el emperador. —
—¿Entonces qué debo hacer? ¿Rendirme? —
—Nunca dije que debías rendirte. —Tang le sonrió. —Sé que es difícil, y preferiría que el destino del mundo no tenga que recaer en ti, porque sé que no es fácil. —
—Estoy... Cansado de esto. ¿Volver a nuestro mundo y vivir sin ustedes? Yo no... Sé si sea capaz. —
—A veces hay que tomar decisiones difíciles. —
—¿Entonces debería detenerlo a él? Este... Este mundo. —
—Si te soy sincero, no lo sé. —Tang soltó una corta risa, pero sonaba tan triste, llevándose sus manos al rostro para limpiarse las lágrimas que amenazaban con salir. —Todo este tiempo sin ustedes fue horrible. Yo... Tuve que estar con él por mucho tiempo, ayudándolo a crear todo esto, siendo el confidente de secretos que nunca quise saber... No es fácil, y realmente a estas alturas no sé la respuesta correcta, no sé si lo que pienso es lo que él quiere o lo que yo quiero... Pero sé que el jamás te manipularía así. —
—¿Entonces debo confiar en él? —
—Me duele decir esto, pero no puedo responder a eso. —
—Tang...—
—Lo sé, no puedes hacerlo solo, pero escucha, estaremos a tu lado siempre, ¿Está bien? Ahora, por favor, no vuelvas a intentar salir de la barrera final, eso solo te va a matar de una forma dolorosa. —
—¿No se supone que esto no es una cárcel? —
—...No para nosotros, pero como te lo he dicho, es un método de protección, el emperador... No ha mentido respecto a lo de buscar lo mejor para ustedes. —
—¿Y qué hay de ti? ¿De los demás? —
—No te preocupes, ten algo más de confianza en ti mismo, estás donde debes estar. —
—Pero... ¿Qué hay de derrotar a Monkey King? —
—Recuerda esto... Antes de poder enfrentarte a algo, debes conocer con qué estás lidiando. Y estás buscando las cosas que tienes frente a ti. —
MK iba a quejarse, todo sonaba tan confuso, pero entonces lo entendió. Tang no podía darle una respuesta, no una demasiado directa, Wukong podría estar escuchando y eso le costaría la vida, por eso era necesario que hablara de esa manera, acertijos.
—Entiendo... Gracias, Tang. Tienes razón, debo... Debo hablar con Monkey King. —
—Pero dale un tiempo, puede que... No esté de humor. — El erudito se levantó y fue a la puerta. —Una última cosa. —
—¿Qué cosa? —
—A veces, las cárceles, son para protegernos, pero también para contener... Estas barreras no son diferentes. —Tang abrió la puerta de la habitación. —Espero poder verte pronto, cuídate mucho, ¿Sí? —
—Lo haré. —MK le sonrió.
—Eso espero... Pigsy se morirá de la preocupación si algo te sucede. —El erudito soltó una corta risa antes de irse de allí, dejando al príncipe solo.
Otra vez silencio y soledad.
Pero esta vez, esto solo servía para que MK reflexionara el siguiente movimiento y los acertijos de Tang.
...
Si la jaula, si estas barreras no son para todo el reino...
¿Entonces para quién son?
El emperador se veía tan cansado, tan pacifico en aquel descanso, con los ojos cerrados y cubierto por las sábanas de la cama de la luna del imperio. Macaque seguía a su lado, acariciando su cabeza con una mano, mientras la otra seguía sujetada levemente por la del emperador.
Probablemente Macaque podría intentar soltarse, pero por alguna razón, quería quedarse allí, aunque tampoco es como si pudiera ir a otro lado a hacer algo interesante o importante.
Allí estaba el emperador, el culpable de todo lo que estaba sucediendo, el que hizo tantas cosas... Pero parecía tan cansado, ¿Qué lo tenía así? ¿Al menos dormía bien? El mono albino sacudió su cabeza, alejando esos pensamientos de su cabeza, se supone que no debía preocuparse por él, se supone que ese mono no le interesaba, porque no era Wukong.
...
O quizás si lo era.
Macaque aún no tenía eso claro, todo era tan confuso. Se supone que este ser frente a él era Sun, una parte de Wukong, aquel que conoció hace tantos años, de quien se enamoró.
¿No se supone entonces que debería querer estar con Sun y no con Wukong?
...
El mono albino volvió a sacudir la cabeza, tratando de concentrarse, tratando de alejar esos pensamientos, debía concentrarse, debía pensar en lo mejor para él, lo mejor para el niño.
Esto no estaba bien, nunca lo estaría.
—Ya despertaste. —Macaque habló al ver los ojos abiertos del emperador.
—La verdad quisiera quedarme aquí para siempre, así, de esta manera... Contigo a mi lado. —
—...Supongo que ahora que te despertaste, me vas a soltar. —Macaque solo quería ignorar aquellas palabras, la calidez que traían.
—Solo permíteme quedarme así un poco más...—
—Bien, pero me vas a decir lo que prometiste decirme. —
—...Si, te lo diré, pero...—El agarre a la mano de la luna se aferró más. —Prométeme que te quedarás a mi lado, por favor. —
Había tristeza en los ojos del emperador, incluso se podría decir que desesperación. Mostrando la necesidad que tenía de tener apoyo, alguien de su lado, a su luna de su lado.
Era una promesa riesgosa, todo dependería de lo que Sun fuese a decir, pero, de todas maneras, Macaque pasó tanto tiempo sobreviviendo por su cuenta, adquiriendo conductas negativas, del tipo de persona que se consideraría un criminal, mentiroso, tramposo y ladrón.
Esto no era más que otra actuación.
—Lo prometo. —Respondió Macaque. —Pero más te vale ser honesto esta vez. —
El emperador sonrió, tan aliviado.
...
Casi se sentía tan mal el mentirle.
...
—No te preocupes, te lo diré. —Respondió el emperador, apegándose al toque de la mano que estaba en su cabeza. —No puedo negarme cuando se trata de ti. —
Pero a veces, era necesario mentir.
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