Capítulo 11: La luna y la estrella del imperio.

Cuando la mañana había llegado, Macaque abrió los ojos, acomodándose en la cama, o mejor dicho, en los brazos que lo mantenían abrazado. Wukong estaba dormido a su lado, o al menos parecía estar dormido, pero pronto pudo ver como el emperador abría los ojos también y sonreía.

—Buen día, Moonlight.—Saludó suavemente Wukong mientras besaba la frente de su amante.

Macaque bufó mientras escondía su rostro en el pecho del emperador, quizás buscando que la luz de la habitación no le molestara. Wukong solo soltó una pequeña risa mientras observaba con atención a su amada luna, acercó una mano al pelaje albino y comenzó a acariciarlo.

—Nunca te gustaron las mañanas, ¿Cierto? Si lo deseas, podría esconder el sol y que las noches duren mucho más.—

—Entonces no tiene sentido dormir de más si el sol sale tan tarde.—Respondió Macaque, encontrándose con los ojos del emperador.

—Hm... Cierto.—Respondió Wukong.—Entonces supongo que seguirán las cosas así, después de todo, no te tienes que preocupar por levantarse y hacer algo, yo me encargaré de todo lo que necesites, Moonlight.—

"Maldito loco" Pensó Macaque mientras suspiraba. Los últimos días había estado teniendo visitas del emperador, tal parece que estaba muy complacido de que estuviese de acuerdo con toda esta locura. ¿Hacer que el sol salga menos? Maldita sea, sí que no mentía cuando decía que haría lo que sea. 

Actuar no fue difícil, pero era realmente nostálgico.

—¿Quieres desayunar?—Preguntó el emperador. 

—Estaría bien, pero primero quiero bañarme.—

—Lo que tu desees.—

Wukong agarró una mano de Macaque y la besó. Luego se levantó para entonces cargar con mucha delicadeza, llevándole hacia el baño.

—Sabes que puedo caminar solo, ¿No?—

—Pero quiero tratarte como lo mereces. Quiero consentirte ahora que finalmente podemos ser felices y tenerlo todo.—

Ah, sí, definitivamente las cosas eran diferentes ahora. Podía decir muchas cosas buenas, si, pero no era lo mismo.

Él no era Sun Wukong.

Él no era el mismo Wukong con el que tuvo problemas, el héroe, alguien leal y noble, alguien que siempre hacía lo correcto, su amado sol.

No, el ya no era ese Sun Wukong.

Y dolía saber eso.

—¿Liu Er? — Macaque permaneció tanto tiempo en silencio sumido en aquel triste pensamiento que se le había olvidado responder.

—Estoy bien. — Era una gran mentira, él no estaba bien, nada de esto estaba bien.

Estaba jugando a la feliz pareja con alguien que se parecía a su amante, pero era diferente.

Que broma tan cruel.

—¿Estás seguro? —

—Lo estoy. —Macaque le sonrió. —¿Me vas a ayudar a desenredar mi pelaje? —

—Me encantaría. —

Finalmente, Wukong abrió la puerta del baño, una enorme habitación, por supuesto. No solo había una bañera, sino también unas aguas termales artificiales. Había repisas con varias toallas y otra con diferentes jabones.

Normalmente Macaque se bañaba solo, siento custodiado por las sirvientas por si necesitaba algo, pero cuando está inconsciente, Wukong es la persona que se encargaba de limpiarlo con sumo cuidado.

Debía darle crédito al mono de piedra, al menos se tomaba la molestia de limpiar la sangre de su pelaje tras cada desastre, y Macaque mejor que nadie sabía lo difícil que era limpiar la sangre. Muchas veces al pelearse con otros demonios tuvo que quedarse con partes de su pelaje sucio, después de todo, no encontraba forma de desenredarlo y arreglar ese desastre, tampoco le importaba mucho.

Pero Macaque debía admitir que era bastante agradable los baños termales, la calidez de las aguas y las delicadas manos de Wukong sobre su pelaje era casi milagroso.

Las mismas manos que tantas veces se mancharon de sangre, y ahora más que nunca, eran las mismas manos que lo trataban como si fuese la joya más valiosa y frágil del mundo.

¿De verdad Wukong había enloquecido por su muerte?

¿Por qué explotar ahora? ¿Por qué no antes? Cuando lo había asesinado la primera vez, no ahora.

Aunque, quizás explotó, quizás sí lo hizo, pero no sabría decirlo porque había muerto antes de saber si a Wukong le había importado.

Si Mihou ignoraba el hecho de que Monkey King estaba loco y había creado un nuevo mundo, además de eliminar a todo ser que lo pueda detener de su dominio... Quizás sea fácil solo aceptar lo que sucedía y disfrutar.

Disfrutar de la atención que el mono de piedra le brindaba, sus suaves toques, castos besos, cuidadosas caricias y cada dulce acto que haría una verdadera pareja feliz y enamorada.

Pero Macaque no se sentía capaz de poder ignorar eso.

Era como si hubiese un malestar en su ser de solo pensar la situación actual como algo normal.

...

Cuando el baño había acabado, su pelaje blanco quedó como nuevo. Wukong lo ayudó a ponerse un nuevo hanfu, ya el macaco no necesitaba ponerse ninguna de sus ropas de batalla, ya no necesitaba pelear para vivir, ahora solo debía hacer eso, vivir.

—Las sirvientas traerán el desayuno. — Dijo Wukong al acercarse para besar la mejilla de su pareja.

—¿Vamos a desayunar aquí? —

—¿Te molesta? —

—No realmente, solo me preguntaba cuándo podría comer en un sitio que no sea sentado en la cama o en una pequeña mesa. Pensé que vivíamos en un palacio. —

Wukong sonrió.

—¿Te gustaría desayunar en el comedor imperial? MK podría acompañarnos. Le había dicho que un día de estos cuando estuvieses listo nos acompañarías. —

—¿De verdad puedo? —

—Por supuesto. —Wukong lo tomó de las manos. —Luego de eso, podría formalmente presentarte. —

—¿Presentarme? —

—Sí, presentarte a los demás. —Wukong depositó un casto beso en sus labios. —Presentarles a la luna del imperio. —

Oh, sí. Macaque recordaba que Wukong le había dicho que ese era su título, algo bastante acertado y adecuado, debía de admitir.

—¿Debo presentarme? —Preguntó Macaque.

Una cosa era actuar para Wukong, otra para los demás. Esto podría costar mucho más de lo que el mono albino pensaba.

—Bueno, todos quieren ver a mi tan amada luna, aunque se hacen una idea de cómo se ve, algunos te vieron el día que escapaste. —

Oh.

Cierto.

—Oh, que vergüenza...—De verdad que Macaque quería morirse ahora mismo, pero seguramente sería revivido.

¿No había ni un solo consuelo en morir?

—No dirán nada malo de ti, lo aseguro. —Dijo Wukong. —No solo es para el pueblo, es para los pilares del imperio, quizás te encuentres con alguien para pasar el rato. —

—¿Encontrarme con alguien? —

—Sé que puede volverte loco estar encerrado y algunas veces solo... La familia Demon Bull es parte de los pilares del imperio, y estoy seguro de que PIF va a querer verte. —

Macaque quiso emocionarse genuinamente, pero no podía celebrar tan pronto.

Seguramente les había lavado el cerebro.

La familia Demon Bull era orgullosa, nunca le servirían al rey mono luego de todo lo que ha sucedido.

Pero parece que esta vez sí.

—Suena bien. —Respondió con una sonrisa Macaque. —Entonces... ¿Me llevas al comedor, mi emperador? —

La cola del mono de piedra se movió con emoción, soltando una mano de Macaque para solo permanecer uniendo una.

—Por supuesto, sígueme por aquí, mi amada luna. —

El desayuno fue maravilloso, muy delicioso. A veces, la familia imperial intercambiaba palabras, pero no demasiadas cosas fuera de lo común. Simplemente preguntaban cosas como: ¿Qué tal el día? ¿Dormiste bien? ¿La comida sabe bien? Y cosas parecidas.

Aunque Wukong parecía bastante feliz y satisfecho, MK y Macaque a veces intercambiaban miradas, quizás tratando de buscar comunicarse luego.

Cuando el desayuno acabó, las sirvientas recogieron los platos y limpiaron todo. Wukong fue el primero en levantarse.

—Bueno, es hora de presentarlos. —Dijo el emperador con una sonrisa.

Macaque y MK asintieron y comenzaron a seguir a Wukong por los pasillos. Recientemente había dejado de usar su hanfu para comenzar a estar siempre vestido con su armadura y su nueva diadema de sol.

El camino al salón del trono no fue tan largo, y tan pronto como llegaron, pudieron ver el hecho de que ahora había tres tronos, uno de ellos en el medio, en la parte superior tenía un sol de oro.

A su lado derecho, un trono con un adorno en la parte superior en forma de luna media. Y a su lado izquierdo, un trono con adorno de una estrella, también en la parte superior.

Cada quien tomó asiento en su trono designado, finalmente cuando estuvieron cómodos, Wukong chasqueó los dedos y las grandes puertas frente a ellos se abrieron.

La familia Demon Bull fue la primera en entrar, pero no venían con su hijo. Luego de ello, venían los Dragon, junto a su hija, la cual tenía el traje tradicional de su familia. MK no pudo ocultar su expresión de sorpresa, ¡Era Mei!

Los cinco dieron una reverencia.

—Saludos al gran emperador del sol, a su sabia luna y a la brillante estrella del imperio. — Dijeron casi al unísono.

Wukong sonrió complacido.

—Por favor, estamos entre familia, levanten sus cabezas. —

Todos hicieron caso, finalmente observando a la glorificada familia imperial.

—Será una reunión corta. —Dijo Wukong. —Solo quería presentarlos, pero supongo que se conocen. —

—Siempre es un placer saludar, Emperador. —Dijo PIF.

—Mi luna, Liu Er Mihou. —Dijo Wukong, señalando a Macaque. —Y mi hijo, la estrella de este imperio, MK. Van a jurarle lealtad a ambos, y van a servirles tan fielmente como a mí. —

—Le juramos lealtad a la luna y la estrella de este imperio. —Los cinco dieron una corta reverencia antes de volver a levantar la cabeza.

—Ahora... Princess Iron Fan, te pediré que le hagas algo de compañía a mi amada luna. Tendrás acceso al palacio para visitarle. Y Mei Dragon. —Al decir aquel nombre, miró a la chica. —Tú serás la guardiana de la estrella del imperio. —

PIF y Mei dieron nuevamente otra reverencia.

—Le juramos servir fielmente. —Respondieron juntas.

—Pueden retirarse los demás. —Ordenó Wukong.

Tan pronto como dijeron eso, solo quedaron PIF y Mei en aquel pasillo frente a la familia imperial.

—Tu. —Wukong señaló a una sirvienta y esta se acercó. —Acompaña a mi luna hacia su habitación junto a PIF. Debes darle un recorrido antes y decirle todo lo que debe saber. —

—Lo que ordene, emperador. —Respondió la sirvienta dando una reverencia. —Síganme, por favor. —Pidió la mujer a Macaque, quien asintió y la siguió, PIF también lo hizo.

—Y tú. —Wukong señaló a otra sirvienta. —Haz lo mismo. La guardia personal de mi hijo debe conocer cómo funciona todo. —

—Si, emperador. —

La sirvienta siguió su camino, siendo seguida por un emocionado MK y Mei, quien nunca rompió su semblante elegante y educado.

Cuando Wukong quedó solo, suspiró, relajándose en su trono.

Solo debía mantenerlos vigilados, seguramente no serían lo suficientemente estúpidos como para intentar algo.

Era su mundo después de todo.

No había nada que no supiera.

Y no permitiría que su luna y su estrella se alejaran de su cielo.

Se negaba a dejarlos ir.

Nadie le iba a quitar nada esta vez.

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