CAPÍTULO 7
ALEXANDRA PEMBERTON
Estos días evité a toda costa ver a Lucca, porque después de nuestra última conversación, me sentía tensa y nerviosa, pero por más que lo intentaba, no dejaba de pensar en él y todos los recuerdos que esquivé por años me atacaban cuando menos lo esperaba; incluso las cosas más pequeñas me lo recordaban y cada vez que miraba a mi hija, un sentimiento extraño se apoderaba de mí.
Daphne ya se encontraba mucho mejor, aunque no era fanática de quedarse en cama y hacer reposo, pero la hizo feliz que me quedara con ella leyéndole cuentos, viendo películas y cuidándola; además que para su tranquilidad cancelé todas las tutorías que solía tener, así que mi pequeña estaba tranquila tomándose unas pequeñas vacaciones.
Hoy teníamos un compromiso y por más que intenté convencerla de permanecer en casa y descansar, ella se negó tanto que terminé cediendo, por lo que justo ahora ambas nos encontrábamos sentadas en la sala de la casa mientras un gran equipo de estilistas nos arreglaba.
Daphne adoraba los grandes bailes y las galas en donde ella siempre resaltaba; le encantaba acompañarme a diferentes eventos y a mí me gustaba tenerla a mi lado, como mi pequeña princesa; pero justo ahora no estaba segura si sería bueno asistir con ella, tal vez lo mejor sería mantenerla con un bajo perfil al menos hasta que Lucca se marchara; tenía tanto en la cabeza que empezaba a doler y estaba tan angustiada que sentía que pronto mis nervios colapsarían.
Los secretos son frágiles y difíciles de mantener; nada permanece oculto mucho tiempo, eso lo tenía claro, pero la sola idea de que se supiera la verdad, me aterraba; aunque ciertamente no podía vivir sujeta al miedo, porque eso sería aun peor, así que tenía que hacer el intento de sobrellevar la situación lo mejor posible e ir improvisando en el camino.
Me giré a ver a mi hija que esperaba tranquila a que terminaran de peinarla y sonreí, ella era lo mejor en mi vida; ser su madre era la sensación más hermosa que podía existir, llorar si ella lloraba, tomar su mano cuando tenía miedo y enseñarle a ser valiente; yo sería capaz de dar mi imperio por una sonrisa suya y quemaría el mundo por sus lágrimas, ella era la parte más preciada de mi existencia, era mi sol y la amaba con tanta fuerza que no podía imaginar mi vida sin ella, sin ver su sonrisas dulces por la mañana o escuchar su voz entusiasmada cuando me contaba sobre su día; no podía imaginar no sentir su calor cuando la tomaba en mis brazos o dejar de escuchar su risa que parecía inundar el ambiente; Daphne era mi todo e imaginarme sin ella era imposible.
- Mamá, ¿Te gusta? - preguntó mirándome con curiosidad
- Te ves encantadora, preciosa – respondí y su sonrisa se ensanchó
- ¿Puedo ponerme la tiara que me compró el tío Noah? – preguntó y asentí
Le pedí a Olivia que trajera la última tiara que Noah le compró a Daphne y ella asintió de inmediato para después desaparecer escaleras arriba y tras unos pocos minutos volvió justo con lo que le pedí y unos bonitos pendientes pequeños a juego.
Los estilistas se encargaron de asegurar la tiara al cabello de Daphne y siguiendo mis instrucciones, terminaron de arreglarla; después de eso, Olivia se la llevó para colocarle el vestido mientras que terminaban de maquillarme.
Una vez que acabaron de arreglarme me dirigí a mi habitación para vestirme y me coloqué las joyas que tenía preparadas; el vestido era blanco y negro, mi cabello estaba sujeto en una cola alta dejando dos mechones que enmarcaban mi rostro, mi maquillaje era bastante sobrio y me veía muy distinta en comparación a la vieja yo; ya no era más esa heredera obediente que temía dar su opinión, ya no era la princesa de Londres, ahora el trono era mío y estaba a la altura.
- Te ves hermosa – escuché a mis espaldas y me giré encontrándome a Noah que se veía muy elegante en su traje
- Tú te ves muy guapo
- ¿Estás lista?
- Nací lista – respondí con una sonrisa y entonces una risa conocida llamó nuestra atención
Salimos de la habitación rumbo al salón principal donde Daphne daba vueltas mientras mi padre la admiraba y le decía lo preciosa que se veía, lo cual era completamente cierto; mi hija traía un hermoso vestido color marfil con un gran lazo en la espalda, su cabello estaba suelto en grandes ondas que caían hasta su cintura, en su pequeña cabeza resaltaba la tiara de esmeraldas que Noah le compró, pero lo mejor de todo era su sonrisa que se extendía de oreja a oreja mientras sus ojos brillaban.
- Pero que princesa más hermosa – la halagó Noah y ella dio una vuelta sin dejar de sonreír
- Se parece a ti cuando eras niña – comentó mi padre sacándome una sonrisa
- Es aún más hermosa que yo
- Bueno princesa, me haría el honor de escoltarla – dijo Noah inclinándose como todo un caballero y extendiendo su mano
- Por supuesto, estaría encantada – respondió Daphne tomando su mano y haciendo una pequeña reverencia
- Será mejor que vayan – dijo mi padre y me giré para abrazarlo
- ¿Seguro que no quieres venir?
- No, gracias al cielo ya estoy libre de todos los compromisos; me gusta ayudar y donar, pero ya estoy muy viejo para asistir a tantas galas
- A Daphne le encantan
- Recién está comenzando, ya tendrá tiempo para cansarse de ellas – dijo y solté una risa
- Bueno, nos vamos, avísame si sucede algo – añadí y él asintió
Nos despedimos de él y emprendimos el camino hacia el hotel Empire donde se llevaría a cabo la gala benéfica; Daphne estaba emocionada y Noah alentaba su alegría mientras que yo solo podía mirar por la ventana de la limosina y pensar en todas las cosas que podían pasar.
Cuando llegamos al hotel, los reporteros ya se encontraban ahí y cientos de cámaras lanzaban sus flashes contra los invitados de la gala y las diversas autoridades que hablarían durante el evento, pero por más que tanta atención fuera algo molesta, era necesaria tanto para que la gala benéfica fuera un éxito como para dar a nuestras familias una imagen adecuada ante el público.
- Recuerda, sonríe y compórtate bien ¿sí? – dije mirando a Daphne y ella asintió con una sonrisa
Noah fue el primero en bajar de la limosina para ayudarnos a nosotras y una vez que los tres estuvimos fuera, sonreímos con cortesía a las cámaras; tomé la mano de Daphne con cuidado y nos encaminamos a la entrada donde varios guardias de seguridad nos dieron paso para ingresar.
- Es un gusto verla señorita Pemberton – me interceptó un hombre cuyo rostro se me hizo familiar
- Es un gusto verlo Señor Wembley – intervino Noah salvándome
- Esperaba encontrarla aquí, quisiera discutir...
- Creo que no es el momento ni lugar para hablar de negocios señor Wembley, pero concerté una cita y con gusto lo recibiré – dije con cortesía para después seguir caminando junto a Noah y Daphne
- Le falta educación – murmuró Noah una vez que estuvimos lo suficientemente lejos y sonreí
- Aquí hay muchos así
- Mamá...
- ¿Sí cariño? – pregunté deteniéndome por un segundo para mirarla
- ¿Podemos ir por fresas con chocolate? – murmuró con esa mirada de cachorro que siempre nos ponía a sus pies
- Yo te llevo princesa – respondió Noah tomando su mano y asentí
Cuando ellos se marcharon continué recorriendo el salón saludando a todos los invitados con una sonrisa y con la mayor educación posible, muchos de ellos me detuvieron con la clara intención de hablar de negocios, otros en cambio me presentaron a sus hijos o se presentaron ellos mismos para hacer el intento de llamar mi atención de manera romántica; las cosas siempre eran iguales en estos eventos, todos siempre buscaban obtener algo de mí y francamente estaba harta de mantener las apariencias, pero también estaba acostumbrada a hacerlo.
Mientras bebía una copa de champagne un recuerdo me vino a la mente; Lucca y yo, en ese techo, con la botella de champagne en las manos mientras yo le gritaba como una auténtica loca; recordaba la forma tan extraña como nos confesamos que teníamos sentimientos por el otro y como después nos pusimos a gritar a todo pulmón sacando la frustración que siempre manteníamos guardada; recordaba la forma como me besó y lo que me hizo sentir...
- ¿En qué me estás convirtiendo, Andreotti?
- En una auténtica rebelde
Recordaba a la perfección sus manos en mi cintura y la forma como sonreía mientras me hacía reír; recordaba cada una de sus palabras y eso de alguna manera conseguía despertar mariposas en mi estómago.
- Estoy seguro que debajo de toda la fachada de chica perfecta, retraída y desconfiada, se encuentra una fiera astuta que quiere encontrar su libertad
Lucca me enseñó un lado de la vida que quizá jamás habría encontrado por mi cuenta; él me ayudó a liberarme, me devolvió las ganas de luchar por mi propia felicidad, hizo de cada momento una aventura y despertó en mí, todas esas emociones que creí jamás poder sentir.
Dejé la copa a un lado y suspiré antes de volver con el mar de personas que seguramente seguirían atosigándome con preguntas; pero en cuanto avancé un par de pasos, la persona frente a mi consiguió que me paralizara.
¡¿Qué hacia él aquí?!
Lucca estaba a unos metros de mí e iba acompañado por el hombre que me presentó en la reunión, Pietro Russo, pero la chica que estaba a su lado me era desconocida; Lucca parecía buscar algo en el salón y supe que lo había encontrado cuando nuestras miradas se cruzaron e instintivamente empecé a alejarme.
- Alexa, ¿estás bien? – me interceptó Noah que venía junto a Daphne
- Yo, sí, todo está bien – dije intentando no sonar nerviosa
- Ese que viene no es...
- ¿Por qué no vas con Daphne a bailar? – interrumpí – Sería lindo ¿verdad, preciosa?
- Sí, vamos a bailar – aceptó entusiasmada tirando de la mano de Noah que me miraba con preocupación
En cuanto ellos se alejaron, empecé a huir como si mi vida dependiera de ello, pero no llegué muy lejos ya que rápidamente alguien tomó mi brazo haciéndome girar hasta quedar frente a frente.
- Alexandra
La forma como Lucca pronunciaba mi nombre era tan diferente, sonaba dulce y melodioso, tanto que aceleraba mi corazón, pero no podía volver a caer, tenía que ser fuerte y resistir.
- Señor Andreotti, no esperaba encontrarlo aquí
- No me lo perdería por nada del mundo – respondió sin soltarme
- Es un gusto volverla a ver señorita Pemberton
- El gusto es mío, señor Russo – respondí soltándome del agarre de Lucca de manera algo brusca
- ¿Y usted es? – pregunté girándome hacia la chica que los acompañaba
- Chiara Mancini, es un gusto
- Igualmente – respondí forzándome a sonreír - Bueno... tengo que ir a...
- ¿Bailamos? – preguntó Lucca interrumpiéndome
- Yo no...
Ni siquiera me permitió negarme porque de inmediato tomó mi mano y me arrastró hacia la pista de baile donde para mi mala suerte Noah continuaba con Daphne.
- No quiero bailar
- Por lo que recuerdo, te encanta bailar
- No quiero bailar contigo – aclaré justo cuando la canción cambió
Lucca sujetó mi cintura con fuerza con una de sus manos y con la otra mantuvo mi mano firme evitando a toda costa que pudiera escapar por lo que no me quedó otra opción que resignarme, era eso o armar un escándalo y eso sería contraproducente.
- Que apropiada canción – murmuré mientras bailábamos
- Que amable de tu parte recalcarlo
- ¿No estás de acuerdo? – cuestioné - That it's too late to apologize; It's too late; I said it's too late to apologize – canté en voz baja acercándome un poco más a él
- Estás interpretando mal la canción – respondió tomando mi cintura con ambas manos y obligándome a que enredara las mías tras su cuello - I'd take another chance, take a fall, take a shot for you; I need you like a heart needs a beat, but it's nothing new – cantó con su rostro muy cerca al mío – Una conexión como la que tenemos no puede romperse, por más que pase el tiempo y tratemos de negarlo, lo que hay entre nosotros es para siempre
- Nada es para siempre – respondí con brusquedad
- ¿Y porqué tu corazón late tan rápido? – preguntó en mi oído justo cuando la canción terminó y me separé de golpe
Di media vuelta y me alejé lo más rápido que pude en busca de un poco de aire; si dijera que las palabras de Lucca no tuvieron efecto en mí, estaría mintiendo, porque ciertamente lograron perturbarme.
Una conexión como la que tenemos no puede romperse, por más que pase el tiempo y tratemos de negarlo, lo que hay entre nosotros es para siempre.
Sus palabras no dejaban de repetirse en mi cabeza ¿Lucca tendría razón? ¿Éramos para siempre?
Por años me esforcé en olvidarlo, me esforcé en convencerme de que lo odiaba por lo que me hizo e intenté de todas las maneras posibles negar mis sentimientos por él, pero todo fue en vano, porque aquí estábamos y Lucca seguía provocando en mí un fuego que ardía sin control.
Él bajaba mis defensas con tanta facilidad que era frustrante, estaba tan metido en mis pensamientos y en mi corazón que me era difícil respirar cuando estaba cerca y dolía... tanto que sentía que toda mi alma se desgarraba.
Dolía porque pese a todo, yo seguía amándolo con intensidad, pero ya no confiaba en su amor y en su palabra, así que, pese a mi amor, el miedo era más grande; el miedo a que volviera a lastimarme, el miedo a que rechazara a Daphne o que también terminara abandonándola.
Estaba aterrada, porque mi cabeza y mi corazón estaban en conflicto; ¿Qué debía hacer ahora? ¿Qué era más sensato? ¿Escuchar a mi cabeza o seguir a mi corazón?
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¿Qué les pareció el capítulo?
El siguiente será narrado por Lucca
¿Creen que Lucca llegue a encontrarse con Daphne?
Los leo
❤️❤️❤️
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