CAPÍTULO 33
LUCCA ANDREOTTI
Cuando Alexandra y yo le dimos la noticia a Daphne, su reacción fue lo más lindo que había visto en la vida; ella estaba desbordante de alegría y su emoción era tan evidente que nos era imposible dejar de sonreír, pero para dar el gran anuncio, Alexa y yo queríamos organizar una reunión especial con todas las personas importantes para nosotros.
La fiesta privada que estábamos organizando se llevaría a cabo en los jardines del Palacio de Kensington, un lugar especial tanto para Alexa como para mí, además que a Daphne le encantaba, lo que era un plus ya que conseguir que guardara el secreto sobre su nuevo hermano o hermana era todo un trabajo y ella no dudó en extorsionarnos para conseguir helado y galletas a cambio de su silencio.
La fiesta se llevaría a cabo en un par de días y aunque Alexa pensaba que solo daríamos el anuncio de nuestro bebé, mis planes iban un poco más allá; porque esta sería la oportunidad perfecta y el lugar perfecto para hacerle la tan ansiada propuesta.
- Bueno, hablé con las mejores florerías de la ciudad y conseguí todo lo que pediste – dijo Chiara entrando a la sala con Pietro siguiéndola
Por un lado, teníamos la organización del espacio donde se llevaría a cabo la fiesta, que sería en una zona del jardín que era preciosa, además de un gran espacio donde dispondríamos de un buen ambiente con mesas y una zona para bailar; Alexa y yo habíamos contratado a una organizadora que se encargaría de que todo fuera perfecto e impecable como correspondía tratándose de nosotros, pero por otro lado, me encargué de separar un hermoso quiosco en medio de los jardines donde planeaba hacerle mi propuesta a Alexandra.
Se suponía que aquel quiosco de madera estaría adornado con cientos de luces y tantas flores como fuera posible, mientras que el camino estaría cubierto por pétalos de rosa y por supuesto, no podía faltar la música que en este caso sería una de las canciones favoritas de Alexa convertida en una melodía clásica que estaba seguro que le encantaría.
Podía sonar cursi, pero en mi opinión, eran esos pequeños detalles lo que más contaba, porque cualquier organiza una hermosa y romántica fiesta, pero no todos recuerda una flor favorita, una melodía que escucharon por primera vez en compañía de la persona que amaban o un detalle que sin duda alguna hiciera latir frenéticamente su corazón.
En mi caso, recordaba cada instante en que había estado junto a ella; recordaba cada momento que pasamos juntos y cada locura que cometimos por amarnos aun cuando no estaba permitido; lo recordaba todo y nunca lo olvidaría, porque ella era la mujer de mi vida y cada segundo a su lado era valioso para mí.
- Yo me encargué de organizar a los músicos que solicitaste y les pedí que prepararan la canción que querías – dijo Pietro mostrándose orgulloso y Chiara lo golpeo en el hombro
- ¿Ya tienes el anillo? – cuestionó Chiara y sonreí
Por supuesto que tenía el anillo, lo tenía desde hace cinco años y aunque decirlo me hacía sonar como un loco, la verdad es que en cuanto lo vi supe que era el anillo perfecto para ella y aunque estábamos distanciados no pude resistirme a comprarlo y durante estos cinco años siempre esperé dárselo algún día.
- Claro que tengo el anillo – respondí sin dejar de sonreír y mis amigos intercambiaron una mirada confundida - ¿Hablaron con los encargados sobre el tema de las luces? – pregunté cambiando de tema
Chiara comenzó a relatar todas las adversidades por las que habían tenido que pasar para conseguir que colocaran la cantidad de luces que pedí y Pietro se le unió hablando de la cantidad exagerada de flores que había solicitado, pero bueno, no todos los días le pides al amor de tu vida que se case contigo ¿verdad?
En mi opinión, nada era lo suficientemente exagerado cuando se trataba de una propuesta de matrimonio y en este caso iba a asegurarme que fuera la propuesta perfecta, digna de mi hermosa principessa.
- ¿Van a seguir quejándose?
- Tal vez – respondió Chiara con una sonrisa
- Muy probablemente – añadió Pietro y rodee los ojos
Francamente mis amigos eran grandiosos, siempre estaban ahí para apoyarme y fuera cual fuera la situación no me dejaban solo; en estas últimas semanas Pietro y Chiara estuvieron a mi lado, dándome ánimos, ayudándome a lidiar con la prensa y usando sus conexiones para ayudarme a controlar el caos que había desencadenado las revelaciones sobre Alexandra y sobre mí.
Las cosas cambiaron mucho desde que llegamos a Londres y en general, todo había cambiado para mejor; Pietro hizo muy buenos contactos en la ciudad e incluso estaba pensando en comprar unas cuentas empresas pequeñas que se encargaban de las comunicaciones en Londres y según lo que me platicó, esperaba ampliar los negocios de su familia empezando por Inglaterra y francamente me parecía una idea grandiosa.
Chiara por su parte también hizo grandes avances; ella tenía contactos en el mundo de la industria textil y muchos de sus amigos eran diseñadores, así que, aunque sus padres no le hablaban, ella siguió adelante y pronto inauguraría su primera tienda; la primera de muchas, de eso no tenía dudas.
- ¡Diablos! – se quejó Pietro cuando su celular volvió a sonar y se apartó para responder la llamada
- ¿Está mal que me divierta su estrés?
- A mi también me divierte – respondí con tranquilidad y eso la hizo sonreír - ¿Cómo van los planes para la inauguración? – pregunté y su sonrisa se extendió
- ¡Todo va excelente! – exclamó emocionada – Todo con respecto a la publicidad está resuelto y Pietro me está ayudando con el tema del marketing; contraté a varios empleados y todos los diseños que ya tenía listos me los están enviando desde Roma, además contraté bastante personal para fabricar los diseños restantes y presentaré toda la línea en un desfile de modas por la inauguración de mi tienda, además tengo que poner en alto el nombre de mi marca
Chiara estaba usando gran cantidad de su propio dinero para financiar la inauguración, pero Alexa y yo no pensábamos dejarla sola, así que ya teníamos preparado un contrato de asociación, por lo que nosotros nos encargaríamos de financiar la creación de varias tiendas tanto en Inglaterra como en Italia, solo faltaba presentarle la propuesta a Chiara y si todo iba bien, ella no tendría nada de qué preocuparse.
Puede que su familia le diera la espalda, porque para ser franco, la familia no está obligada a quererte, protegerte o apoyarte, muchas veces tu familia es quien más puede herirte, porque simple y sencillamente la familia es un accidente biológico del cual no tenemos ningún control; pero la familia que eliges, esa que aunque no tiene tu sangre sabes que nunca va a dejarte solo, esa familia que te respeta, te ama y te cuida, esa es la familia que uno elige con el corazón y para Chiara, nosotros éramos su familia.
Sentía a Pietro y Chiara como mis hermanos, tan estresantes y complicados como solo ellos podían ser, pero, así como me apoyaban de manera incondicional, de igual forma yo los apoyaría en cada momento y los impulsaría para que alcanzaran sus sueños siempre que me fuera posible hacerlo.
Alexa opinaba exactamente igual que yo y cuidaba de Noah como si fueran hermanos, así que me entendía y más que eso, me apoyaba; para Alexa el cuidar de la familia era importante tanto como lo era para mí y a pesar del poco tiempo que había pasado desde que los conocía, ella los trataba como si fueran de la familia y eso solo conseguía enamorarme aun más.
- Si tengo que responder una llamada más, voy a gritar – dijo Pietro regresando con nosotros y arrojándose en el sofá
- Lucca, ¿Dónde está Daphne? – preguntó Chiara ignorando las quejas de Pietro
- Salió de compras con mi madre – respondí con naturalidad – Bueno, con ella y con el guardaespaldas que contratamos
- ¿Ya averiguaste si...? – comenzó a decir Pietro y suspiré interrumpiéndolo
- Estoy en eso, pero buscar la clase de información que confirme o niegue la relación de mi padre con el intento de secuestro es difícil; si él tuvo algo que ver... - murmuré desviando la mirada
- Ya pensarás en eso llegado el momento – intentó tranquilizarme Chiara y le agradecí con la mirada
Mis amigos permanecieron un rato más conmigo y luego tuvieron que marcharse para resolver algunos asuntos personales, por lo que decidí centrarme en el trabajo y en cuanto estuve en el estudio, intenté concentrarme en todos los pendientes que tenía que atender.
Al no estar en Roma, el trabajo se había acumulado y aunque podía ocuparme de la mayor parte de cosas a distancia, mi presencia era necesaria y tenía que encontrar tiempo para volver, además, tenía que empezar a resolver el como encargarme de las empresas Andreotti desde Londres.
Mi atención estaba por completo en los documentos que tenía que atender hasta que mi celular comenzó a sonar distrayéndome y al ver el nombre en la pantalla, respondí sin ni siquiera dudarlo, aunque en cuanto comencé a escuchar la información que había recopilado el detective, casi quise nunca haber respondido esa llamada.
Por loco que sonara aun conservaba cierta esperanza de que mi padre no hubiera tenido nada que ver en el atentado que sufrió Alexa y Daphne; quería creer que pese a estar en desacuerdo con mi relación con Alexandra, mi padre no sería capaz de lastimarla, pero justo por esa esperanza vacía era que el golpe dolía con tanta fuerza y para cuando corté la llamada, las palabras del detective no dejaban de repetirse en mi cabeza.
"El señor Francesco Andreotti realizó dos pagos a una cuenta extranjera relacionada con el líder de la banda a la que pertenecían los secuestradores; revisé cada transacción posible entre las cuentas para confirmar esos pagos, además pude encontrar un par de mensajes que vinculaban al señor Andreotti el asunto y he recuperado toda la información que ambas partes intentaron eliminar; le he enviado todas las pruebas al correo que me proporcionó"
Nunca pensé que mi padre fuera capaz de algo así, porque una cosa era odiar a los Pemberton, pero de ahí a contratar a alguien para hacerle daño de manera intencionada, eso me parecía detestable y me enfurecía; así que en un segundo me encontré marcando el número de mi padre que no tardó en responder.
- ¡¿Cómo te atreviste a hacer algo así?! ¡Atacaste a Alexa y a mi hija!
- Lucca, no grites – respondió mi padre como si sus actos no fueran razón suficiente para que yo gritara
- ¡Eso es lo único que dirás! ¡Ya confirmé que estuviste detrás del ataque que sufrimos! ¡¿Cómo te atreviste a hacer algo así?!
- Solo iba a darle un susto
- ¡Un susto! ¡¿Qué clase de moral tienes?! ¡No puedes jugar con algo así! ¡No puedes simplemente atacar a alguien porque no hace lo que quieres! – continué gritando mientras caminaba por el estudio, furioso
- Lucca...
- ¡Nada de Lucca! ¡Te advertí lo que pasaría si volvías a intentar lastimar a mi familia!
- Soy tu padre, yo soy tu familia – respondió bruscamente
- Un padre nunca se comportaría como tú lo haces; un padre pondría la felicidad de su hijo por encima de su rencor – espeté con rabia – Alexa es la mujer que amo y Daphne es nuestra hija; ellas son mi familia, ¡¿Por qué eres incapaz de entenderlo?! – cuestioné furioso – El padre de Alexa y mi madre lo entendieron e incluso nos apoyan, ¡¿Por qué tu no puedes dejar atrás todo ese odio?! ¡¿Por qué insistes en continuar hiriendo a las personas que amo?! ¡¿Por qué te es tan difícil dejarme ser feliz?!
- ¡Solo intentaba ayudar!
- ¡¿Ayudar?! – cuestioné con incredulidad - ¡¿Cómo diablos tus acciones podrían ser de ayuda?! ¡Quisiste secuestrar a Daphne! ¡Atacaste a Alexa!
- Nada le hubiera sucedido a la niña, es una Andreotti después de todo; solo quería darle un susto a la chica Pemberton y hacerte ver el error que cometías al estar con ella
- El único error que he cometido es confiar en ti y seguir dándote oportunidades cuando es obvio que no las mereces
- Lucca – dijo mi padre con esa voz amenazante que lo caracterizaba, pero francamente agotó mi paciencia
- Escúchame bien, ahora estoy al frente de las empresas y estoy realizando muchos cambios, algunos a los que seguramente te opondrás con firmeza, pero ya no tienes el control, así que me encargaré de los negocios como lo he hecho los últimos cinco años y ya no volveré a dejar que me manipules para hacer tu voluntad – dije con seriedad – Tendrás acceso al dinero en tus cuentas, pero si veo algún movimiento extraño, lo reportaré de inmediato a la policía y al consejo de la empresa; debería denunciarte por lo que hiciste, pero no lo haré... solo por mi madre, aunque ten por seguro que sabrá de tus acciones y ya ella tendrá que decidir si desea o no seguir formando parte de tu vida; en cuanto a Alexandra, dentro de poco será mi esposa y te juro que si vuelves a intentar herirla o vuelves a atentar contra Daphne, usaré todo el poder en mis manos para acabar contigo – amenacé con seguridad – Puede que seas mi padre, pero si continuas por el camino del rencor y buscas dañar a mi familia, créeme que no me detendré y tendrás que lidiar con las consecuencias; espero que en algún momento veas los errores que estás cometiendo y estés dispuesto a dejar el pasado atrás, pero hasta que ese día no llegue, espero mantengas tu distancia por el bien de todos; adiós papá – dije y terminé la llamada
Era mi padre y dolía tener que llegar a esto, pero no me dejó otra opción; hablar con él en calma y dándole una oportunidad era algo que francamente ya me era imposible hacer, así que, llegados a este punto, lo único que quedaba era ser firme y amenazarlo de ser necesario, porque solo así se detendría antes de causar más daño o al menos eso esperaba.
Una vez que terminé la llamada, me dejé caer en el asiento con cansancio e intenté tranquilizarme, pero solo lo conseguí cuando esa pequeña personita que siempre me sacaba una sonrisa entró corriendo al estudio con un gran conejo de peluche en la mano y me levanté para recibirla, al mismo tiempo que mi madre venía detrás de ella con una gran sonrisa.
- ¡Papá! ¡Mira mi conejo! ¡La abuela me lo compró! ¡Es muy bonito! – exclamó y la tomé en mis brazos haciéndola girar mientras reía emocionada
- Es un conejo muy bonito, pequeña
- Compramos muchas cosas – dijo haciendo un gesto con las manos que me causó ternura – La abuela me llevó a comer helado y después fuimos a comprar más cuentos para que mamá y tú me lean en la noche
- Parece que fue un día muy entretenido – dije mirando hacia mi madre que continuaba sonriendo mirándome cargar a Daphne, pero solo unos segundos después ella notó algo extraño en mí, lo que no era una sorpresa ya que me conocía muy bien
- ¿Por qué no vas y acomodas tus juguetes pequeña? – sugirió mi madre y Daphne asintió besando mi mejilla para que la bajara al suelo y después besó la mejilla de su abuela para salir corriendo nuevamente
Mi madre cerró la puerta a sus espaldas y me miró con seriedad prácticamente insistiendo en que comenzara a hablar y eso fue justamente lo que hice; le conté sobre mis sospechas, sobre las investigaciones y sobre como confirmé el hecho de que mi padre estuvo involucrado en el atentado que sufrieron Alexa y Daphne, pero a medida que hablaba podía ver en su rostro la aflicción y el dolor que le causaba saber sobre la conducta de mi padre, sin embargo, continué hablando; le conté sobre la conversación que mantuve con mi padre y aunque ella nunca estuvo a favor de las amenazas, en esta ocasión no dijo nada y cuando finalmente terminé de hablar, me acerqué a abrazarla y poco a poco empezó a llorar, lo que me rompió el corazón.
Cuando al fin consiguió tranquilizarse un poco, se separó de mí y me miró con una mezcla extraña de tristeza y orgullo lo que me dejó bastante confundido, pero antes de hablar o preguntarle que era lo que pasaba por su cabeza, permanecí en silencio dejando que acomodara sus pensamientos.
- Estoy orgullosa del hombre en el que te has convertido, cariño – dijo con dulzura – Estoy orgullosa de ver que le has hecho frente a tu padre para defender a Alexandra y a Daphne; estoy muy orgullosa de ver que peleas por lo que amas
- También estás triste – murmuré en voz baja y ella suspiró
- Tu padre era un hombre muy diferente cuando lo conocí, me da tristeza ver lo mucho que ha cambiado y como el odio lo ha consumido; me llena de tristeza que prefiera causar daño en lugar de aceptar que tú y Alexandra están juntos; me da tristeza que no vea a Daphne como el milagro más hermoso que pudo sucederle a nuestras familias, pero eso no evita que me sienta feliz por ti y por el futuro que te espera
Abracé con fuerza a mi madre y ella me devolvió el abrazo con amor; podía entender su tristeza y parte de mi compartía su dolor, pero también me sentía orgulloso de al fin ser dueño de mi vida; me sentía afortunado de estar con Alexa, de tener una hija tan dulce como Daphne y de ahora tener a un bebé en camino al cual cuidar y amar.
Era momento de pensar en el futuro y no aferrarme a las cosas de las cuales no tenía control, porque no podía obligar a mi padre a cambiar ni obligarlo a aceptarme con todo y mis decisiones, solo podía esperar que algún día él viera lo feliz que yo era al lado de Alexandra y entendiera que todo ese rencor y enemistad entre nuestras familias debía quedar atrás, porque ya no tenía sentido continuar con una guerra que ya nadie más que él quería pelear.
Ahora lo principal era concentrarme en mis planes para pedirle a Alexandra que se casara conmigo y por supuesto, preparar todo para la gran revelación sobre el nuevo bebé ante nuestra familia y amigos.
Estaba realmente emocionado por compartir mi futuro con Alexandra y mucho más aun por la llegada de ese pequeño bebé a nuestras vidas; muchas cosas estaban cambiando y todavía faltaban muchos cambios por venir, pero si algo me enseñó la vida era que los cambios eran buenos y necesarios; después de todo, el mayor cambio lo ocasionamos Alexa y yo; cambiamos años de enemistad por un amor sincero y noble, cambiamos nuestros pensamientos al darnos la oportunidad de conocernos y esos grandes cambios poco a poco nos trajeron a este momento.
El futuro era nuestro y seguiríamos cambiando, porque cada pequeño cambio podía traer consigo un gran significado, así que debía mirar hacia adelante y concentrarme en forjar el camino hacia el futuro que tanto anhelaba; porque el pasado ya no podía cambiarse y aferrarse ya no era una opción.
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"El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños"
Eleanor Roosevelt
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