CAPÍTULO 3
LUCCA ANDREOTTI
Los últimos dos días fueron un verdadero caos, tuve que hacerme cargo de demasiados asuntos para poder viajar a Londres en paz, pero todo el esfuerzo valía la pena; aunque cuando mi padre supo del viaje, el drama no tardó en aparecer.
Él no quería que volviera a ver a Alexandra, porque en el fondo sabía lo que yo no me atrevía a decir en voz alta; pero a pesar de sus constantes quejas y lo molesto que estaba, no había nada que hacer, la decisión estaba tomada, yo iría a Londres.
Me encontraba en casa, específicamente en el despacho terminando de revisar algunos documentos cuando mi madre entró a hablar conmigo; ella no había tomado partido en ninguna de las discusiones entre mi padre y yo, pero con este tema, si que tenía una postura.
- Estoy feliz de que vayas – dijo y la miré confundido
- Pensé que opinarías lo mismo que papá
- Tu padre a veces se equivoca – respondió y tomó asiento frente a mi – Siempre lamenté que tuvieras que marcharte de Londres, no era justo para ti, no tenías porque dejarla
- Tenía que hacerme cargo de las empresas...
- No hablo de eso – me interrumpió – Pusiste el deseo y la tranquilidad de tu padre antes de tu felicidad, no fue justo
- Papá necesitaba ayuda, hice lo que tenía que hacer
- ¿Sabes que lamento? – preguntó y negué – Lamento haber permitido que la dejaras
- Mamá...
- Escúchame cariño – pidió – Cuando todo pasó, sentí que el mundo se me venía abajo; tu padre no me había dicho nada de su enfermedad y saberlo de esa forma, me alteró mucho; solo quería regresar a casa y luchar junto a él para que se recuperara – ella me miraba fijamente mientras continuaba hablando – Pero estaba tan absorta en el miedo de perder a tu padre que no me di cuenta de como había usado la situación a su favor; no me malentiendas agradezco mucho todo lo que has hecho, siempre supe que serías un líder excelente, pero que tuvieras que hacerte cargo de todos los negocios y empresas no significaba que tuvieras que abandonarla a ella, no tenías porque escoger y lamento mucho no haberte defendido; pero no quiero que renuncies a tu felicidad y tus sueños, quiero que vivas tu vida con plenitud, porque lo mereces, cariño; así que no, no opino como tu padre y no permitiré que él decida sobre la persona con la que deseas compartir tu vida.
- ¿Y qué pasará con Chiara? Mi padre parece decidido a que me case con ella
- Sé que estos años nos hemos dedicado a complacer a tu padre, darle la razón y mantener todo tranquilo para que le fuera más sencillo luchar contra la enfermedad, pero no podemos seguir cediendo de esta forma; adoro a tu padre pese a lo obstinado y difícil que puede llegar a ser, pero no seguiré viendo como maneja tu vida a su antojo, quiero que seas feliz, eso es lo único que siempre he querido – dijo dedicándome una pequeña sonrisa – No permitiré que te fuerce a casarte o que manipule las cosas para que aceptes; si algún día te casas no quiero que sea por un arreglo, quiero que sea por amor, como el amor que sé que aun sientes por la señorita Pemberton
- Yo...
- No intentes negarlo – respondió con una sonrisa – Sé que sigues totalmente enamorado de esa chica
- ¿Por qué lo dices? – pregunté, aunque ciertamente tenía razón
- Solías ver a cada chica que pasaba y no dudabas en ir tras ellas; modelos, deportistas, incluso la antigua secretaria de tu padre, nada te detenía – dijo riendo y no pude evitar reír con ella – Pero después de Londres, no volviste a hacerlo; cambiaste por completo y no solo me refiero a que dejaste las fiestas y los escándalos, sino que ya no tenías ojos para otras chicas y aunque prácticamente prohibiste que se dijera su nombre, sé que a veces miras la foto de ustedes juntos en tu celular.
- ¿Cómo...?
- Yo lo sé todo, cariño, ya deberías saberlo – respondió y volví a reír – Así que ya no sigas torturándote y recupérala
- ¿Y si me odia?
- Ya se odiaron una vez ¿no? – cuestionó con una sonrisa – Y, aun así, se enamoraron
Mi madre me dejó solo con mis pensamientos y me di cuenta que tanto ella como Pietro tenían razón; durante estos años fui un cobarde, porque temía no ser lo que Alexa merecía, porque tenía miedo de enfrentarla y que me odiara; dejarla fue un acto cobarde, porque temía que, si seguíamos juntos, tarde o temprano se daría cuenta que yo no era suficiente para ella y eso me aterraba.
Quise aparentar ser valiente, quise fingir una seguridad que en ese momento no sentía, le pedí que luchara por nosotros, que confiara en mi porque nunca la lastimaría; insistí tanto para que se arriesgara y al final el que tuvo miedo de arriesgarse fui yo; me arrepentía tanto de haberla dejado, me arrepentía de decirle que fue un error cuando conocerla y amarla fue lo mejor que me ha sucedido en esta vida; me arrepentía de no ser más valiente y de lo que más me arrepentía era de haberla lastimado.
Esta vez sería diferente, ya no era aquel chico inmaduro que rompía las reglas para enfadar a su padre ni tampoco era quien insistía en no querer su aprobación cuando siempre la quise; ya no iba a ser cobarde, porque si algo aprendí durante estos años era que no podría amar a nadie más que a ella y haría todo lo posible por recuperarla.
Después de terminar de revisar los documentos, saqué mi celular y entré a la galería donde conservaba todas las fotos que tenía con Alexandra; mi madre tenía razón al decir que solía mirarlas, quizá era una forma de torturarme, pero tan solo verla en esas fotografías y recordar los momentos que pasamos, lograba hacer mi día un poco más llevadero.
Durante estos años me esforcé por mantenerme apartado, mantuve las noticias sobre los Pemberton en lo mínimo posible, porque no quería que otros se dieran cuenta lo mucho que me afectaba; pero sabía algunas cosas; por ejemplo, sabía que Alexandra tomó el mando del imperio de su familia y que había conseguido expandirlo aun más, también sabía que seguía en contacto con el señor Brown porque lo escuché hablar con ella mientras revisábamos el proyecto Golden, pero por lo demás, ella mantenía un bajo perfil y yo procuraba no leer nada que la mencionara.
Cuando me di cuenta de la hora, me levanté de inmediato y prácticamente salí corriendo ya que tenía una reunión importante a las cinco de la tarde y ya solo tenía media hora para llegar; tomé el auto y conduje lo más rápido que la ley me permitía hacerlo llegando con unos pocos minutos de retraso, pero gracias al cielo, la persona con la que me reuniría todavía no había llegado.
Tenía que cerrar este trato hoy y dejar todo listo antes de poder irme a Londres, por lo que era de suma importancia que las cosas salieran bien en esta reunión, así que aparté cualquier otro pensamiento de mi mente, respiré unas cuantas veces y me centré en mi objetivo.
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Fueron las horas más largas, pero al final, conseguí lo que quería y cerré el trato de la mejor manera posible, ahora solo tenía que asegurarme que todo estuviera listo, pero eso ya lo vería mañana, porque justo ahora lo único que deseaba era tomar un descanso, sin embargo, justo cuando llegué a casa, me encontré con un escenario que no esperaba ver.
- Señor Mancini, es un gusto verlo – dije estrechando la mano del hombre que conversaba tranquilamente con mi padre
- Lucca, también es un gusto verte – respondió con una amabilidad excesiva
- Tu madre está junto a la señora Mancini y su hija en el salón; te esperábamos para comer – dijo mi padre y asentí
- Por supuesto – dije y con cortesía me retiré rumbo al salón
Solo quería una noche tranquila y poder dormir algunas horas antes de volver al trabajo, pero aquí estaba, envuelto en una situación de la que no veía la forma de escapar, al menos no sin ayuda.
- Cariño – me saludó mi madre y se acercó a abrazarme
- Lo lamento mucho, no lo sabía – susurró en mi oído
- No te preocupes – respondí en un murmuro y procedí a saludar a Chiara Mancini y a su madre
Después de los saludos y de seguir todo lo que marcaba rigurosamente la etiqueta social, la madre de Chiara arrastró a mi madre lejos de nosotros dejándonos en un incómodo silencio.
- Adivino, no te dijeron que vendríamos ¿verdad? – dijo rompiendo el silencio y asentí
- ¿Tu estás aquí por tu voluntad?
- Digamos que no me dejaron muchas opciones – admitió restándole importancia al tema
- Nuestros padres están bastante insistentes ¿no crees?
- Yo diría demasiado; creo que si fuera por ellos nos casarían mañana mismo – soltó y sonreí
Chiara rompía con los estereotipos de lo que se suponía debía hacer y decir una heredera, pero eso era lo mejor de ella, que no deseaba desesperadamente encajar y decía lo primero que aparecía por su mente, lo que sin duda la había metido en uno que otro problema; Chiara era divertida y una amiga excelente, pero imaginarla como algo más, eso era imposible.
- No quiero casarme – admitió y suspiré, porque entendía la presión que ella estaba sintiendo; era la misma clase de presión que yo sentía – Pero no me dejaran en paz
- No pueden obligarlos
- Sabes que de alguna forma encontraran la manera de hacerlo
- Pues seremos más fuertes
- ¿Alguna vez te dije que me agradas más así?
- Creo que lo has dicho un par de veces
- Pues es cierto – dijo con una sonrisa - prefiero al Lucca amable y centrado que al problemático y mujeriego
- Que excelente halago – solté, pero antes de que ella pudiera responder, nos interrumpieron para que pasáramos al comedor, ya que la comida estaba servida
La palabra incómodo se quedaba corta para esta situación; los padres de Chiara eran agradables, pero sus intenciones eran más que claras y estaban sobre mí haciéndome toda clase de preguntas en las que de alguna u otra forma siempre terminaban involucrando a su hija; Chiara se veía tan incómoda como yo, pero tampoco había mucho que pudiéramos hacer, así que solo quedaba tener paciencia y esperar que el día terminara.
Me costaba mucho entender como podían si quiera considerar que un matrimonio arreglado era algo que aceptaríamos sin protestar; entendía que en su época y en familias como las nuestras los matrimonios arreglados eran algo común, pero ya no era ese tiempo y no podían manejar así nuestras vidas, como si no tuviéramos derecho a opinar.
No éramos niños a los cuales decirles que hacer y por más que fueran nuestros padres, no tenían derecho a tomar ese tipo de decisiones por nosotros; podían aconsejarnos y brindarnos su conocimiento, pero no podían ordenar y esperar que obedeciéramos; al menos ya no.
Cada vez que su padre insinuaba lo positivo que sería tener una alianza entre las familias, Chiara hacia una mueca que de inmediato intentaba disimular, pero no la juzgaba, al contrario, la entendía; sobrevivir en familias como las nuestras, era difícil, siempre tener que cumplir las expectativas y tener que soportar que decidan por nosotros, pero lo peor era que te subestimaran y eso era justamente lo que pasaba con Chiara.
Sus padres querían concertarle un matrimonio perfecto que beneficiara a su familia y parecía que solo eso les importaba, pero Chiara era más que solo una futura esposa; ella estudió mucho, se preparó y se destacó, se esforzó durante años y que ahora quisieran utilizarla como una moneda de cambio me parecía horrible, pero ella era quien tenía que ponerse firme y enfrentar a sus padres, solo ella tenía el poder de tomar el control de su vida, así como solo yo tenía el poder de tomar el control de la mía.
Cuando por fin terminamos la larga comida, pensé que al fin podría descansar, pero eso estaba muy lejos de la realidad, puesto que mi padre nos hizo pasar al salón según él para disfrutar un par de tragos, pero la verdad es que tanto él como el padre de Chiara querían seguir insistiendo con el tema del matrimonio.
- Cariño, quizá Chiara quiera dar un paseo por el jardín - sugirió mi madre quien claramente quería ayudarnos a escapar de esta tortura
- Sí, sería excelente – respondió Chiara casi al instante y tuve que contener una risa por la forma como su madre la miró
- Regresaremos en un momento, continúen – dije y le tendí el brazo a Chiara quien rápidamente lo tomó
La casa de mis padres era especialmente grande, contaba con un jardín de un tamaño considerable, varias habitaciones, una biblioteca gigante, una sala de cine, varios salones, el despacho principal, un jacuzzi y una piscina en el interior que ciertamente adoraba; pero en ocasiones una casa tan grande se sentía vacía.
- Había olvidado lo hermosa que era tu casa – dijo Chiara llamando mi atención
- Mi madre ama los detalles y además de ser mi profesión, adoro la arquitectura, el diseño y me gusta que la casa lo demuestre – respondí y ella asintió
- Ven, es por aquí
Atravesamos unos pocos salones para acceder a una de las puertas que daba hacia el jardín y aunque ya era tarde, el clima era fresco, así que comenzamos a caminar con tranquilidad.
- Lo siento por mis padres – murmuró Chiara algo apenada
- No te preocupes, sé que todo lo que dicen es con la mejor intención
- Son demasiado insistentes y obvios
- Mi padre no se queda atrás – respondí haciéndola sonreír
- Te juro que me tienen cansada, solo quisiera tener unos días de paz
En ese momento algo en mi cerebro hizo click y una idea me iluminó, mañana viajaría por la noche a Londres y Pietro me acompañaría, pero tal vez... podía incluir a alguien más y quizá de esa forma ayudaría a una amiga a salir de una mala situación.
- Te tengo una propuesta – dije una vez que recorrimos una buena distancia del jardín
- ¿Qué tipo de propuesta?
- Mañana viajaré a Londres a resolver unos asuntos, Pietro irá conmigo, tal vez podrías venir...
- No lo sé... - dijo dudando
- Podrías descansar de tus padres y ellos estarían felices de que me acompañaras, además podrías ayudarme con cierto problema que tengo
- ¿Problema? – cuestionó
- ¿Qué dices? – cuestioné ignorando su pregunta
Chiara dudaba mucho y conocía la razón; después de todo, cuando eres criado de manera tan estricta y te encierran en una jaula de oro, es difícil dejar de temerle a volar; pero por algo se tenía que empezar.
- ¿Qué dices? – repetí y a pesar de la duda en sus ojos, sonrío
- Acepto – dijo y también sonreí – Escapar será bueno ¿no crees?
- No lo mires como escapar, piensa que es una oportunidad para reconsiderar algunas cosas
- Gracias Lucca
- ¿Por qué? – pregunté
- Por ser un buen amigo
Chiara y yo solo podíamos ser amigos, ambos lo sabíamos y por más que nuestros padres insistieran hasta el cansancio, no había forma en que aceptáramos un matrimonio arreglado, pero entendía la clase de presión que estaba sufriendo y esperaba que este viaje la ayudara a aclarar sus ideas y replantearse que era lo que deseaba.
En cuanto a mí, realmente no podía dejar de pensar en que solo faltaba un día para volver a ver a Alexandra y la sola idea me ponía los nervios de punta, ¿Qué le diría? ¿Qué pasaría? Las dudas me estaban matando, pero al mismo tiempo ya no podía esperar.
Solo un día más y vería a mi principessa
Solo un día más para volvernos a encontrar
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¿Cómo creen que reaccionará Alexandra al volver a ver a Lucca?
Se viene el tan esperado reencuentro 🔥🔥🔥
Lean y comenten
Los adoro ❤️❤️❤️
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