CAPÍTULO 29

ALEXANDRA PEMBERTON

Pasaron un par de días desde el altercado entre Lucca, su madre y su padre, por lo que justo ahora las cosas eran sumamente complicadas y eso era quedarse corto; la madre de Lucca iba a permanecer en Londres por un tiempo y aunque se la veía feliz por estar con Daphne y conmigo, yo era consciente de que la tristeza por la separación de su esposo, permanecería por algún tiempo.

Por otro lado, estaba la situación con mi padre, que en cuanto supo de la demanda de custodia y de los problemas que estábamos teniendo con el padre de Lucca, enfureció y realmente me costó mucho tranquilizarlo; pero finalmente entendió que ir en contra de Francesco Andreotti no nos traería nada bueno y que era mejor mantenernos calmados para no empeorar la situación y para no darle formas de tergiversar los hechos y usarlos a su favor en la demanda.

Las cosas no estaban mejor, pero al menos todo se encontraba estable; la demanda seguía presente, pero según Lucca lo más probable era que su padre retirara la demanda pronto, además se suponía que regresaría a Italia, así que todo parecía mejorar, pero como solía suceder en nuestras vidas, cuando todo parecía brillante, la oscuridad aparecía y que eso sucediera, era mi mayor miedo.

Temía bajar la guardia y dejarme llevar por la felicidad, porque en cualquier segundo el panorama podía cambiar y si no estaba preparada, las cosas resultarían muy mal; tenía esa sensación en la boca del estómago como si a pesar de que todo fuera bien, el presentimiento de que algo malo estaba por suceder, siguiera presente y no sabía a que parte de mi mente hacerle caso, si a la que se sentía feliz y quería vivir plenamente esta nueva etapa de la vida o a la parte que estaba constantemente alerta, esperando lo peor de cualquier situación.

Esta profundamente sumida en mis pensamientos cuando un ruido proveniente de la habitación de Daphne por fin consiguió sacarme de mi mente y rápidamente me dirigí a la habitación de mi hija para saber que había sucedido, pero en cuanto abrí la puerta no pude hacer nada más que sonreír.

El piso de la habitación estaba lleno de juguetes, los cuales sin duda Daphne había convencido a Lucca de sacar, pese a que teníamos estrictas reglas sobre utilizar un juguete y guardarlo cuando ella quisiera jugar con algo más, pero no podía enojarme, porque verlos ahí, tirados en el suelo con los peluches rodeándolos mientras construían una gran ciudad de bloques era la imagen más dulce que podía registrar en mi cerebro.

La habitación era un desastre y no me sorprendía el estruendo que escuché, porque con tantos juguetes esparcidos en el suelo, era obvio que algo iba a terminar cayéndose o pero, rompiéndose, pero ellos parecían ajenos a todo y lo único en lo que estaban plenamente concentrados era en su gran ciudad de juguete, con altos edificios, puentes e incluso animales y personas hechas de bloques que yo no tenía idea de que existían.

La relación entre Lucca y Daphne mejoró mucho en estas semanas y eso me hacía realmente feliz, porque era justo lo que siempre deseé; poder ver a mi hija con su padre, divirtiéndose y relacionándose como siempre debió ser.

Ellos tenían tanto en común que era sorprendente, pero al mismo tiempo era perfecto; Lucca la seguía en sus locuras y compartían las mismas ideas extrañas que siempre conseguían hacerme sonreír; ambos se reían de la misma manera y cuando se aliaban, no había nadie que pudiera contra ellos, aunque ese pequeño detalle me ponía claramente en desventaja, porque terminaba siendo la única sensata de los tres.

Lucca adoraba a Daphne y no tenía que decirlo con palabras, porque solo con ver como la trataba y como cuidaba de ella, podías notar de inmediato que la amaba; Daphne era su pequeño rayo de sol y Lucca hacía todo lo posible por hacerla feliz, lo que en consecuencia me hacía muy feliz a mí; verlos trabajar juntos, verlos compartir secretos y reír mientras planeaban su siguiente travesura, me hacía sentir que todo en esta vida iba a salir bien, porque pese a la gran tormenta que siempre parecía envolvernos, Lucca estaba aquí, al lado de nuestra hija y a mi lado, tal como prometió, así que sí, las cosas eran difíciles y lo más probable es que siguieran complicándose antes de finalmente estabilizarse por completo, pero cada segundo que pasábamos juntos me demostraba que éramos capaces de resolver cualquier problema y que lidiar con las dificultades valía la pena, porque un solo minuto en compañía de Lucca y de nuestra hija, era lo más hermoso que podía existir.

-        ¡Mamá! – gritó Daphne al notar mi presencia y solo sonreí

-        Espero que los dos recojan todos estos juguetes antes de cenar 

-        ¡Por supuesto mi capitán! – respondió Lucca colocando su mano como los militares e inmediatamente Daphne lo imitó haciéndome reír

-        Mamá... ¿Juegas con nosotros? – preguntó Daphne y antes de que pudiera responder, puso esos ojos de cachorro que siempre conseguían hacerme ceder

-        Por supuesto, preciosa – acepté y con mucho cuidado entré a la habitación procurando no pisar ninguno de los juguetes y no derrumbar la ciudad que construían.

Lucca apartó algunos juguetes para que me sentara a su lado y Daphne me entregó algunos bloques para que comenzara a armar una especie de estación de bomberos que, de acuerdo a su breve explicación, iba al lado del gran puente que habían construido y así seguimos durante un largo tiempo; riendo, jugando y conviviendo como la familia que debíamos ser.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Pasaron un par de días y finalmente tuvimos la certeza de que Francesco Andreotti había dejado la ciudad y aunque la demanda aun no fue retirada, tampoco había procedido, así que por el momento las cosas estaban yendo por un buen camino y eso al fin nos daba el respiro que tanto necesitábamos para centrar nuestra atención en otros asuntos pendientes.

-        Ahora sí, tenemos que ver lo del acuerdo – dije una vez que Lucca y yo estuvimos solos en el estudio – Además, tenemos que ver cómo vamos a proceder, ¿Tienes que volver a Roma y encargarte de tus empresas o puedes hacerlo desde aquí? ¿Qué haremos a partir de ahora? ¿Cómo...?

-        Detente un poco, principessa

-        Hablo en serio, Lucca, tenemos que empezar a poner las cosas en orden; debes tener mucho trabajo pendiente y has pasado semanas aquí, en lugar de encargarte del trabajo... y...

-        Calma – pidió acercándose y suspiré – No me encargo de todo por mi cuenta, tengo mucho personal a mi cargo y delego muy bien, además he estado trabajando desde aquí, así que no tengo tanto trabajo pendiente, quizá unos cuantos documentos, pero pronto eso se resolverá y en cuanto el acuerdo... ¿Por qué no solo extendemos el acuerdo que ya teníamos?

-        Por que las condiciones han cambiado en estos cinco años, ambos hemos expandido las empresas de nuestras familias y hemos hecho muchos avances, tenemos que asegurarnos de que el acuerdo cumpla con los nuevos requerimientos

-        Nos pones las cosas difíciles, principessa; prefiero continuar como hasta ahora y disfrutar de tiempo de calidad con Daphne y contigo.

-        Podemos disfrutar de tiempo de calidad y al mismo tiempo hacer nuestro trabajo

-        Pero... - comenzó a replicar acortando la distancia entre nosotros y sonreí

-        No vas a convencerme – declaré, pero no se dio por vencido y colocó sus manos en mi cintura atrayéndome más hacía él

La química que existía entre Lucca y yo seguía tan presente como lo fue desde el primer día que nuestros caminos se cruzaron; entre nosotros saltaban chispas tan poderosas que podían hacer estallar todo a nuestro alrededor, éramos ese fuego capaz de envolver en mundo en llamas, pero también éramos esa suave brisa que nos acariciaba la piel; juntos éramos algo incomparable y pese a que no creía en la perfección, no podía encontrar otra palabra para describir lo que sentía cuando estábamos juntos.

Lucca terminó por acortar la poca distancia que nos separaba y sus labios se movieron lento sobre los míos; nuestros besos solían estar cargados de pasión y necesidad, pero este beso no fue agresivo, al contrario, fue tierno y dulce, lo que consiguió remover todos los recuerdos que compartimos desde el momento en que nos conocimos, todos aquellos bellos recuerdos y también todos los que no lo fueron.

Tal vez eso era el amor; esa preciada sensación que te lleva a sentir otras tantas emociones sin poder tener el control; el amor es a veces rosa y a veces negro, es ese peligro que te orilla a tomar riesgos, pero también es esa hermosa salvación que te ayuda a soñar; el amor puede destruirte o fortalecerte, eso lo aprendí hace mucho, pero lo que también aprendí es que el amor tiene muchas formas en las cuales manifestarse y a veces aunque nos neguemos a verlo o nos esforcemos en no caer en el amor, es un sentimiento que siempre sobrevive.

Nuestro amor seguía siendo tan fuerte como lo fue hace cinco años y aunque pasara un siglo, seguiríamos amándonos con la misma intensidad o inclusive mucho más; nuestro amor era puro, sincero y poderoso, era la clase de amor del que hablan las leyendas y el que inspira las más hermosas canciones, nuestro amor era perfecto y era capaz de vencer cualquier adversidad, de eso no tenía ninguna duda.

-        ¿Qué te parece si disfrutamos un poco de tiempo de calidad? – preguntó separándose levemente de mis labios

-        Eres una terrible influencia – dije enredando mis manos detrás de su cuello

-        Puedo ser aún peor, principessa – respondió acercándose a mi oído y mordiendo suavemente mi lóbulo mientras me presionaba contra su cuerpo – Dale, principessa – susurró mientras iba bajando por mi cuello – Quiero oírte gemir mi nombre – dijo mordiendo mi cuello y cerré los ojos disfrutando de sus besos mientras sus manos acariciaban mi cuerpo – Quiero que me sientas dentro de ti mientras te hago mía... - susurró regresando a mis labios – Solo mía... - repitió y perdí por completo el control

Abrí los ojos de golpe y tomé su mano tirando de él para salir del estudio e inmediatamente desaparecimos escaleras arriba y nos adentramos en nuestra habitación entre besos y caricias, aunque por supuesto, cerramos la puerta con seguro, porque lo último que necesitábamos era que nuestra pequeña hija nos sorprendiera en esta situación.

Lucca se deshizo de mi ropa y yo me deshice de la suya mientras nuestras bocas se unían en una danza llena de pasión y deseo; sus manos encajaban perfectamente en mi cuerpo y la sensación de su piel contra la mía provocaba que una corriente me recorriera por completo, pero entonces, cuando bajó colocándose entre mis piernas, subió la mirada centrándose en mis ojos y sonrío.

-        Procura no gemir muy alto, principessa, no queremos que nos escuchen

Lucca era el único capaz de hacerme sentir de esta forma, como si mi pecho fuera a estallar y todo el aire en mis pulmones me abandonara; cada vez que Lucca me tocaba sentía mi piel arder bajo sus dedos y cada vez que sus labios impactaban contra los míos, sentía que todo mi cuerpo vibraba.

Muchos dicen que la intimidad tiene que ver con el sexo, pero francamente va mucho más allá, la intimidad tiene que ver con la verdad; tiene que ver con ser real con la otra persona y mostrarte tal como eres, sin miedos ni represiones; la intimidad tiene que ver con la conexión, no solo la atracción, porque es cierto que el interés y el deseo importaban, pero el poder confiar ciegamente en la otra persona, el desnudarte en cuerpo y alma frente a alguien sabiendo que estás a salvo... eso es la verdadera intimidad y era justo lo que nosotros compartíamos.

Gran parte de la mañana y algo de tiempo de la tarde lo perdimos envueltos en la habitación, por lo que cuando finalmente salimos a la hora de comer, decidimos que debíamos alejarnos un poco de la casa para no volver a caer en la tentación, así que le propuse a Lucca salir con Daphne a un parque donde se encontraba un gran lago que a ella le gustaba recorrer y después de preparar un par de cosas, los tres salimos de casa rumbo a nuestro ansiado destino.

A Daphne le gustaban los paseos largos y las flores, le encantaba crear historias en su cabeza mientras caminábamos y disfrutaba mucho de recorrer los caminos de ese parque en especial cuando los distintos tonos de naranja comenzaban a pintar el cielo; así que en cuanto llegamos, sus ojos se abrieron por completo con emoción, como solía suceder cada vez que veníamos.

-        Es un lindo lugar – comentó Lucca y asentí manteniendo la mirada en Daphne que jugaba unos metros más allá

-        Sabes... me encanta la ciudad y todo, pero los lugares así, tan amplios, tan verdes... tienen algo que no sé describir...

-        Te entiendo – respondió con tranquilidad – Es como si por un segundo fuera más fácil respirar, como si todo el estrés de la ciudad desapareciera, aunque fuera solo por un instante.

Honestamente así era justo como se sentía; era consciente de que no nos encontrábamos fuera de la ciudad, pero al menos por un momento, al estar tan apartados de todo, las cosas se sentían mucho más fáciles de sobrellevar.

Normalmente estaba encantada de ser la gran Alexandra Charlotte Pemberton, porque mi nombre tenía poder y mi apellido significaba algo muy importante, pero en ocasiones, el peso sobre mis hombros podía llegar a ser demasiado difícil de soportar; tenía tantos ojos sobre mí, tantas expectativas y responsabilidades, todos parecían tener una opinión, incluso aquellos que ni siquiera me conocían, pero lo peor no era eso, si no la facilidad con la que otros me juzgaban solo por el hecho de ser una heredera, porque para todos, no importaba mi edad ni las razones detrás de mis decisiones, solo importaba que era una Pemberton y como tal, tenía que demostrar perfección, tenía que ser un ejemplo a seguir y una imagen inalcanzable a la cual imitar, pero la perfección no existe y si algo aprendí en todos estos años de vida era que mientras más arriba te pongan en un pedestal, con más fuerza van a atacarte.

-        ¿Sigues aquí? – preguntó Lucca devolviéndome a la realidad y asentí - Iré por palomitas, espérenme aquí – pidió y simplemente volví a asentir

Lucca se fue hacia la entrada del parque y me acerqué a Daphne que admiraba unas flores que crecían cerca del lago; acaricié su cabeza con delicadeza y solo continué mirándola con el mismo amor con el que la miraba desde el primer día en que la tuve entre mis brazos, pero entonces, un gran golpe me hizo caer y la misma persona que me había golpeado, sujetó a Daphne por la fuerza e intentó llevársela, pero alcancé a tomar su pierna y lo sujeté con fuerza impidiendo que se fuera mientras comenzaba a gritar pidiendo ayuda.

-        ¡No! – grité desesperada aferrándome a ese hombre que intentaba arrebatarme a mi hija - ¡Lucca! – grité tan fuerte que sentí que me desgarraba las cuerdas vocales - ¡Lucca! ¡Auxilio! ¡Ayuda! – continué gritando y ese hombre volvió a golpearme mientras sujetaba un pañuelo sobre la boca de Daphne que ya no estaba consciente - ¡Lucca! – grité nuevamente justo en el momento en que ese hombre al fin consiguió librarse de mi agarre, pero antes de que pudiera irse, Lucca apareció

Lucca se acercó corriendo a donde me encontraba y aunque el hombre intentó huir, Lucca era más fuerte, más rápido y ágil, así que lo sujetó con fuerza impidiéndole salir corriendo y comenzó a golpearlo mientras yo me levantaba y tomaba a Daphne en mis brazos; mis manos temblaban y a pesar de la adrenalina que corría por mis venas, estaba sumamente asustada, pero tenía que tranquilizarme, así que me obligué a concentrarme y saqué el celular de mi bolso para llamar a la policía mientras que Lucca continuaba dándole una paliza a ese hombre.

Hasta este momento nada igual había sucedido, pero tampoco debí ser tan confiada; los lugares a los que Daphne y yo íbamos siempre eran los mismos, nuestra rutina era predecible y debí esperar que en algún momento alguien quisiera atacarnos, después de todo, Daphne era una Pemberton y si la secuestraban, yo lo daría todo con tal de recuperarla.

No quería ni imaginar lo que hubiera sucedido si Lucca no estuviera con nosotras, porque él era la única constante que ese hombre no vio venir y estaba sumamente agradecida de que Lucca hubiera estado aquí para protegernos.

La policía no tardó en llegar y de inmediato esposaron al hombre para llevárselo a la sede central donde sería interrogado, pero ya fuera por las patrullas, la ambulancia o por mis gritos, muchas personas se habían aproximado y muchas estaban tomando fotografías lo cual además de ser sumamente invasivo e irrespetuoso, también nos provocaría otro dolor de cabeza más adelante, pero justo ahora no podía pensar en ello y lo único que quería era asegurarme de que Daphne estuviera bien, por lo que en cuanto fue revisada por los médicos a bordo de la ambulancia, sentí que podía volver a respirar.

De acuerdo al personal médico, Daphne no inhalo gran cantidad de sedante por lo que pronto despertaría, así que eso al fin consiguió que me regresara el alma al cuerpo, aunque mis nervios seguían presentes, pero poco a poco a medida que disminuía la adrenalina comencé a sentir el dolor físico que antes pasé por alto.

Tenía las rodillas raspadas por la caída y bastante sangre me cubría la piel, además de eso, tenía algunas marcas de los golpes en los brazos por el forcejeo; Lucca tomó a Daphne para que pudieran curarme y la policía se encargó de dispersar a la multitud que había comenzado a formarse para darnos algo de privacidad.

Lucca había llamado a Noah, Pietro y Chiara que prácticamente vinieron corriendo hasta aquí, pero preferí no llamar a mi padre, a la madre de Lucca o a los señores Bogani, porque eso solo provocaría más pánico y caos, mucho más del que justo ahora podíamos soportar.

Noah se encargaría de la situación legal y nos mantendría al tanto de todo lo que ocurriera, mientras que Pietro y Chiara se encargarían de los medios de comunicación que pronto estallarían con noticias y especulaciones, pero por el momento, lo único que todos haríamos sería ir a casa, porque tanto Lucca como yo estábamos con los nervios al máximo y continuar haciendo el esfuerzo de mantenernos en control resultaba abrumador.

En cuanto llegamos a casa, Lucca tomó a Daphne en sus brazos y subimos directamente a la habitación; nadie hablaba, nadie hacia preguntas, todos sabían que justo ahora lo que necesitábamos era calma, para poder finalmente reaccionar, pero una vez que la puerta se cerró tras nosotros y Daphne estuvo acostada en la cama, las lágrimas abandonaron mis ojos y Lucca me envolvió en sus brazos en un intento de tranquilizarme.

Ambos estábamos asustados, peor que eso, estábamos aterrorizados y no quería ni imaginar lo que Daphne sentiría cuando despertara, porque lo que acababa de vivir era una experiencia traumática y francamente no tenía idea que hacer a partir de ahora para ayudarla, porque yo misma no lograba mantener mi miedo bajo control.

-        Mamá... - escuché un murmuro y automáticamente giré para mirar a mi hija que poco a poco abría los ojos – Mamá... - repitió en voz baja y noté el miedo que empezaba a sentir, así que tanto Lucca como yo nos aproximamos a ella

-        Aquí estamos, preciosa, todo está bien – dije intentando calmarla, pero sus ojos se llenaron de lágrimas

-        No llores, pequeña – dijo Lucca limpiando una de las lágrimas de la mejilla de nuestra hija y ella sin previo aviso se abalanzó sobre él, rodeándolo con sus brazos

-        Papá... - murmuró mientras las lágrimas volvían a acumularse en sus ojos y Lucca prácticamente se paralizó

Era la primera vez que ella lo llamaba papá y él parecía en shock, por lo que lo empujé ligeramente para que reaccionara y por instinto abrazó a Daphne con fuerza mientras ella lloraba.

-        Todo está bien, pequeña – dijo con dulzura y los miré embelesada

-        Papá... - repitió con suavidad – Me alegro de que estés aquí... con nosotras – murmuró separándose un poco y pasó su mirada entre nosotros

Lucca me atrajo hacia él y nos abrazó a ambas con fuerza, como si parte de él siguiera sintiendo ese gran miedo a perdernos y comprendía a la perfección como se sentía, porque yo también temía perderlos a ellos, ese era mi más grande miedo; pero Daphne tenía razón al decir que se alegraba de que él estuviera con nosotras, porque yo me alegraba tanto que las palabras se quedaban cortas.

Una vez hace años, él prometió cuidarme y las cosas resultaron muy diferentes, pero esta vez, cuando prometió protegernos y prometió no volvería a irse, cumplió su promesa; estuvo ahí para nosotras, nos salvó y ahora estaba aquí, consolándonos y limpiando nuestras lágrimas...

Ahora estaba con nosotras y no volvería a marcharse

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

HOLA ❤️❤️
¿Qué les pareció el capituló?
¿Creen que el padre de Lucca al fin se rindió o tiene algo planeado?

Cuéntenme que les pareció y cuáles son sus teorías
Adoro leerlos

Voten y comenten
Los leo
❤️❤️❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top