CAPÍTULO 12
NOAH BOGANI
Ellos sabían la verdad y solo era cuestión de tiempo para que también Lucca la supiera, pero si ellos no se lo habían dicho, ¿Qué esperaban para hacerlo?
Cuando llegué al lugar donde los había citado, ya se encontraban ahí y sin perder más el tiempo, les pedí que me acompañaran hasta una sala privada que solía utilizar en reuniones importantes y asuntos delicados como este.
- Bueno... - comencé con algo de duda – No esperaba tener que lidiar con esto hoy – dije sumamente estresado
- Créeme, nosotros tampoco – respondió la chica a la cual estaba seguro que no conocía
- Disculpa, no recuerdo tu nombre
- No nos han presentado – dijo con una sonrisa – Chiara Mancini – Un gusto
- Noah Bogani, el gusto es mío
Era realmente guapa y su sonrisa me atrapaba de una manera completamente extraña; su cabello castaño caía suavemente sobre sus hombros y sus ojos eran de un azul tan profundo que era fácil perderse en ellos; honestamente estaba sin palabras.
- Mmm – carraspeó Pietro llamando nuestra atención – Tenemos un tema importante del que hablar
- Por supuesto – respondí desviando la mirada - ¿Cómo se enteraron sobre Daphne? – pregunté
- No fue tan difícil, investigamos un poco y su nombre resaltó – explicó Chiara – Luego solo tuvimos que atacar los cabos sueltos y boom, descubrimos la verdad; honestamente no entiendo como Lucca no se ha dado cuenta
- Es un tonto, ¿Qué esperabas? – respondió Pietro y no pude evitar reír
- Concuerdo contigo – lo apoyé ganándome una mirada divertida de ambos - Bueno, ahora hablando en serio, ¿Le dirán?
- No sabemos que hacer, decirle o no, ambas son malas opciones – aseguró Pietro y asentí
- No creo que debamos interferir; sé que les importa el bienestar de Lucca, pero hay mucho más en juego, además, es un asunto muy delicado
- ¿Por qué ella no se lo dijo? – preguntó Chiara
- ¿Lucca les contó como terminaron las cosas con Alexa? – cuestioné
- A grandes rasgos – respondió Pietro y Chiara asintió
- Ella estaba muy enamora de él, incluso se arriesgó y le confesó a su padre que tenían una relación; cambió mucho en ese tiempo y en parte fue gracias a él, pero después de prometerle cielo y estrellas, simplemente la dejó, pero esa no es la peor parte – aclaré algo molesto al recordar lo mucho que Alexa sufrió los días siguientes a que Lucca se marchara – Estaban en la antigua casa de la madre de Alexa, era un lugar muy especial para ella y lo había compartido con él; ahí fue donde Lucca finalmente le dijo que regresaría a Roma y que todo lo que tuvieron fue un error – por las caras que tenían era obvio que comprendían un poco más la situación – Cuando llegué, ella estaba realmente mal y con el pasar de los días solo empeoró; entonces descubrió que estaba embarazada, bueno, yo lo descubrí – dije con una sonrisa – Creí que entraría en pánico o colapsaría, pero fue lo contrario y desde ese momento empezó a recuperarse; pero el sentimiento que le dejó la partida de Lucca seguía ahí; supongo que aunque quería decirle, tenía miedo de que igual no le importara o que viniera y después simplemente volviera a irse
- Entiendo... - murmuró Chiara
- Lucca no se hubiera ido – dijo Pietro defendiéndolo
- Se fue sin importarle lo mal que terminaría Alexa – respondí molesto – Permíteme dudar de él
- Se habría quedado por Alexandra y por su hija – refutó Pietro
- ¡Se hubiera aterrado por la idea de tener una hija!
- ¡Se hubiera hecho responsable!
- ¡Tal vez sí, tal vez no! – exclamé aún más enojado
- ¡Cállense los dos! ¡Se comportan como idiotas! ¡Ya no interesa que pasó hace cinco años! ¡Lo que importa es lo que pase de ahora en adelante!
Chiara tenía razón, estábamos discutiendo sin sentido, además, por más que fuéramos sus amigos, el asunto era entre Lucca y Alexa, nadie más tenía derecho a intervenir.
- Bueno, después de su arrebato de locura, ¿concluimos que no diremos nada? – cuestionó Chiara
- Alexa se lo dirá, solo necesita encontrar el momento adecuado y sentirse segura
- Además, Lucca tiene que hacer méritos para que lo perdone – dijo Pietro y Chiara nos sonrío
- Cuando son razonables me agradan más – comentó Chiara y ambos reímos un poco
Si la situación no fuera tan complicada, creo que los tres podríamos llevarnos muy bien e incluso sería divertido.
- Bueno, si no hay más que decir, debo regresar a trabajar – dije levantándome
Los tres salimos del lugar sin más problemas, pero antes de que pudiera marcharme, Chiara me tomó del brazo y me apartó a un lado dejándome completamente confundido.
- Quiero salir contigo – soltó y la miré estupefacto
- ¿Qué?
- Creo que fui clara – dijo con una sonrisa - ¿Entonces? ¿Salimos?
Estaba confundido y asombrado, pero también parte de mi estaba intrigado por lo directa que era Chiara, así que no encontré razón para rechazar su propuesta
- Estaría encantado – respondí devolviéndole la sonrisa
ALEXANDRA PEMBERTON
Honestamente dejar a Lucca en ese callejón me trajo buenos recuerdos y besarlo me tuvo sonriendo el resto del día; pero tenía que centrarme en el trabajo y en revisar el acuerdo minuciosamente porque si las reuniones iban a ser como la de hoy, nunca avanzaríamos.
Decidí tomarme un respiro y acabé con los últimos pendientes para regresar a casa; lo único que quería ahora era arropar a Daphne y leerle un cuento, estaba cansada, pero feliz y quería mantenerlo así.
Cuando llegué a casa, inmediatamente mi hija se lanzó a mis brazos causando que mi padre sonriera al vernos y después de saludarlo nos sentamos los tres a cenar; mi padre me habló sobre su día y yo le comenté algunas cosas del mío mientras que Daphne nos contaba sobre lo que había aprendido hoy durante sus tutorías.
Después de cenar llevé a Daphne a mi habitación y mientras ella se entretenía en mi vestidor como le encantaba hacer, me coloqué el pijama y cepillé mi cabello para después acompañarla a su habitación y encargarme de prepararla para dormir.
- ¿Qué historia leeremos hoy? – pregunté y ella corrió hasta la estantería
- ¡Este! – exclamó emocionada y corrió hacia la cama con el pequeño libro en sus manos
Tomé el libro que ella miraba emocionada y sentí que me faltaba el aliento
"Peter Pan"
El libro favorito de Lucca y el que Daphne más amaba; por más que se lo leía, no se cansaba de escucharlo y siempre se quedaba dormida con una sonrisa en el rostro; justo para su tercer año la llevé a los jardines de Kensington y quedó maravillada con la estatua, las flores y todo a su alrededor, tanto que siempre me pedía regresar.
Uno de mis sueños era algún día poder llevarla junto con Lucca y escucharlo contarle la misma historia que una vez me contó; soñaba con ver ese brillo en los ojos de ambos y verlos sonreír, quería creer que tal vez ese sueño se haría realidad algún día.
Daphne se acomodó dentro de las colchas y la arropé con cuidado antes de colocarme a su lado para empezar a leer, pero a medida que las páginas fueron pasando, ella se acurrucó más contra mí y sus pequeños ojitos comenzaron a cerrarse.
- Te amo mamá – murmuró con cansancio y seguí leyendo hasta que finalmente cayó por el sueño
Me levanté con mucho cuidado de no despertarla y besé su frente susurrando un te amo para después asegurarme de que todo estuviera en orden; dejé el libro nuevamente en el estante y junté su puerta para dirigirme a mi habitación.
Estaba cansada, pero también sentía un nudo en el estómago y una sensación que hace tiempo no experimentaba me recorrió la piel; por mucho tiempo evité sobre pensar las cosas, porque mientras más rondaba una idea en mi cabeza más complicado se tornaba todo, pero a veces durante la noche me era imposible conciliar el sueño y los pensamientos que tanto evitaba, aparecían de golpe en mi mente.
No quería llorar, no podía permitirme flaquear, quería tener fe en que las cosas resultarían bien al final, quería ser fuerte para mi hija, pero no estaba segura si estaba confundiendo fortaleza con orgullo y terquedad.
Estaba a punto de acostarme cuando la pantalla de mi celular se iluminó y respondí pensando que sería algún asunto de trabajo o algo importante, pero la voz que respondió, acalló esos pensamientos que comenzaban a arremolinarse en mi cabeza.
- Buenas noches principessa
- ¿Lucca? ¿Cómo...?
- Recuerdo que siempre después de un día ocupado y difícil te costaba mucho conciliar el sueño
- Yo recuerdo que me hablabas hasta que por fin me quedaba dormida – respondí suspirando
- Una de las cosas que más he extrañado estos años ha sido el sonido de tu voz – dijo y sin poder evitarlo sonreí
- Fue tu decisión
- Lo sé... pero...
- ¿Pero qué, Lucca? – increpé con más dureza de la necesaria
- Mi padre estaba enfermo, hace cinco años... me dijo que tenía cáncer – explicó y permanecí en silencio esperando a que continuara – Tenía que centrarse en su recuperación, no podía tener tensiones ni cargas, por eso decidí regresar a Roma y encargarme del negocio familiar; pero tienes razón al decir que había otras opciones.
- Pudiste decírmelo, te hubiera apoyado – respondí suavizando mi tono
- Lo sé, lo hubieras hecho sin dudarlo, ese era justo el problema
- ¿Por qué? – cuestioné
- Porque yo era un desastre y tú eras perfecta
- Nunca fui perfecta, Lucca
- Para mí lo eras, lo eres – dijo y lo escuché suspirar – Te lo dije en el techo, yo... tenía miedo; temía que un día todos mis problemas y el desastre que era mi vida te hicieran ver que estar conmigo era una gran equivocación, temía que me dejaras y yo...
- Me dejaste primero – terminé por él
- Fui un idiota
- Lo fuiste – aseguré y casi podía verlo sonreír – pero continua – pedí y por primera vez me sentía tranquila para escucharlo
- Tenías razón, ponía muchas excusas, pero la verdad es que te prometí ser valiente e hice lo contario; te pedí que no tuvieras miedo, que aceptaras tus sentimientos y luego escapé de los míos; no luché suficiente por nosotros
- Yo tampoco lo hice – admití y su respiración se detuvo – Estaba demasiado dolida y enojada; te odiaba por abandonarme – dije y tuve que darme valor para seguir - Te odiaba, pero también seguía tan irrevocablemente enamorada de ti que me odiaba a mi misma; muchas veces pensé en llamarte o incluso viajar a Roma y gritarte por haberte ido, por momentos estaba muy triste y luego estaba furiosa, era un desastre – admití con pesar – Te pedí que fueras sincero, así que supongo que también debo serlo; te llamé cobarde y la verdad es que también lo fui, porque intenté convencerme de que olvidarte era más fácil cuando lo que debí hacer fue pelear por lo que realmente quería.
- Principessa...
- No quería volver a verte porque sabía que todos mis intentos por olvidarte habían sido inútiles y tenía miedo de que mis sentimientos volvieran a encenderse, aunque en realidad nunca se apagaron
- Ni un solo día dejé de pensarte, no podía dejar de recordar cada momento que tuvimos juntos y me odiaba tanto por lastimarte – dijo y sentí una lágrima bajar por mi mejilla – Nunca quise lastimarte, Alexa y ese día, cuando me miraste con todas esas lágrimas en los ojos, me sentí como la peor basura del mundo, pero ni un solo día he dejado de amarte y aunque pasen mil años, estoy seguro que nunca dejaré de sentir este tornado que siento cada vez que te miro o pienso en ti – no tenía idea que decir y solo esperé – Esperaba impaciente a que el acuerdo expirara porque eso significaba que volvería a verte y ese era un pequeño consuelo que me podía permitir, pero cuanto más cerca estaba el día, más me consumían los sentimientos; estaba seguro que si te volvía a ver no podría volver a irme, porque a mi vida durante estos años le ha faltado una parte importante y esa parte siempre has sido tú; respiraba, pero no me sentía vivo, no como cuando te veía sonreír; me concentré en poner en orden mi vida, en convertirme en un hombre digno de ti y cada día me esforcé por ser mejor; entonces por fin llegó el día y decidí que lo arriesgaría todo, porque yo te amo, Alexa, te he amado cada día y en todas mis vidas te amaré, de eso estoy seguro.
- Yo también te amo, Lucca, te amo con la misma intensidad que hace cinco años y te he amado durante todo este tiempo, pero un te amo no va a arreglarlo todo
- Quiero que sanemos y lo intentemos, quiero que nos demos el tiempo para intentarlo – respondió y una pequeña sonrisa apareció en mis labios – Sé que un te amo no va a curar todas las heridas que he provocado, pero no quiero que dudes ni por un segundo que yo te amo.
- Quiero intentarlo – afirmé – Creo que al menos nos merecemos la oportunidad de intentarlo
- Voy a luchar por ti Alexandra Pemberton
- Y yo voy a luchar por ti Lucca Andreotti
Nosotros éramos y siempre seríamos la elección correcta, pese a las equivocaciones del pasado, pese al odio y la complicada situación en la que siempre nos veíamos envueltos, nosotros éramos la combinación perfecta.
Una vez leí que cuando una nube choca con otra provocan un gran ruido y eso era justo lo que ocurrió cuando Lucca y yo nos conocimos; ambos un perfecto desastre, pero de alguna forma encajábamos con el otro.
A simple vista nuestro amor parecía ser un cielo nublado con señales de una gran tormenta, pero a veces esa tormenta no era más que una suave llovizna y al final por más que el cielo se nublara o la lluvia nos cubriera, el sol siempre terminaría saliendo junto a un brillante arcoíris.
El camino iba a ser complicado y aun tenía un secreto que confesar, pero iba a luchar por nosotros, lucharía por Lucca, por nuestros sueños y por el amor que nunca desapareció; lucharía porque éramos un desastre natural inevitable y estaba cansada de contener mis sentimientos.
El amor me causó un gran dolor, su amor me lastimó en lo más profundo, pero nuestro amor también sanaría las heridas, era momento de avanzar y darnos una oportunidad, solo esperaba no tener que arrepentirme de volver a tomar el riesgo.
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